En febrero de 2016 falleció uno de los más grandes luchadores por la libertad y la justicia social de Africa, Lucio Lara, cuyo nombre de guerra fue fiel a sus antepasados: Tchiweka. Por ese nombre nos mostró cuan apegado estaba a sus raíces.
Oriundo de Huambo, donde naciera un 9 de abril de 1929. Estudio la enseñanza primaria en su tierra natal e hizo el Liceo en Lubango, donde termino con buenas calificaciones y la familia lo envía a Lisboa, lugar donde podía cursar estudios universitarios, donde comenzó economía, después matriculo en la facultad de Ciencias. También frecuento las aulas universitarias en Coimbra; pero desde temprano su actividad contestataria se evidencia en la Asociación de Estudiantes. A los 18 años de edad, ya en Lisboa se encuentra con hombres de su misma línea de pensamiento, Agostinho Neto, Amílcar Cabral, Noemia de Sousa, Eduardo Santos, Mario de Andrade, entre otros. Los une el inmenso amor a la libertad de sus pueblos y el deseo ardiente de luchar por ella. El cenáculo es la “Casa de los estudiantes del Imperio” y de allí hasta engrosar el listado de patricios ilustres que hicieron de la lucha por la liberación nacional, el centro de sus fructíferas vidas. Nos encontramos por primera vez en Argel y después en Conakry, en 1973, en las exequias del líder del PAIGC, Amílcar Cabral; pero no pudimos hablar mucho. Tuve la impresión que estaba frente a un hombre excepcional, por su adhesión inclaudicable a los principios. Mis compañeros me habían dicho que tenía una sólida cultura y que era directo y de poca palabras; pero muy apasionado en su amor a la libertad e independencia de Angola.
Después en 1974, cuando fui a Brazzaville con el embajador Manuel Agramonte, nos reunimos en las oficinas del MPLA. Allí era todo modestia y sencillez, desde los escasos muebles hasta la figura que teníamos frente a nosotros. Era una asceta. Allí de manera vibrante, nos solicitó que ayudáramos al MPLA, como hacíamos por los años 66. Fue muy deferente con Agramonte, a quien conocía desde 1966, cuando ayudamos en el entrenamiento de los miembros de las Fuerzas Armadas de Liberación de Angola y durante su etapa de embajador allí. Cuando visitaba su residencia, me impresionaba la sala, toda llena de libros y de recuerdos y recordaba al Canciller de la Dignidad, Raúl Roa, quien dijera que por los libros se conocía a la persona. Estábamos ante una persona de pensamiento y el unió la acción revolucionaria y liberadora, desde que la vida de estudiante lo llevo a Lisboa. A la liberación de Angola, al Movimiento Popular de Liberación de Angola y al respeto y admiración de su líder histórico, Antonio Agosthino Neto, dedico su vida. Azarosa fue su vida a partir de ese momento y tuvo que adentrarse en una dinámica muy grande, como la de todo luchador verdadero, por lo que se trasladó a Alemania, después otras plazas hasta llegar a Leopolville y finalmente a Brazzaville. Sufrió las vicisitudes y las penurias más duras, pero su determinación de luchar por la liberación de Angola se acrecentó y por eso, ocupo cargos de la máxima relevancia en el Movimiento, viniendo desde la base.
Siendo embajador en Angola, un día de 1977, fui a visitarlo a su oficina, en el MPLA, allí encontré la misma adustez de siempre, eran momentos muy difíciles. Allí estaba aquel dirigente, vestido con la gran sencillez de siempre, trabajando en algunas ideas sobre la reorganización del MPLA. Y a preguntas mías señalo: “Estimo que es necesario acelerar el trabajo del Partido en todos los centros de trabajo y en cada rincón del país, que pasemos de la etapa de Movimiento de Liberación Nacional y nos convirtamos en partido político, con el fin de hacerle frente a la complejidad del poder y a la lucha que aun libramos contra la UNITA. El Partido debe ser fuerte, ideológicamente unido y sobre todo debe tener esclarecidas sus líneas y sus misiones. Yo pienso que no podemos perder un minuto en el fortalecimiento interno, porque mientras más fuertes estemos, más difícil será para el enemigo llevar adelante sus planes de desestabilizarnos. Y este trabajo tenemos que hacerlo solo los angolanos, porque ningún partido se parece a otro en eso, las situaciones son diferentes y creo que copiar es muy malo: altera la esencia de las cosas, y después el árbol crece sin raíces sólidas y cuando eso sucede, siempre se cae…Pienso que hay que estudiar las experiencias de todos para vivir y crear las propias de cada proceso. ”
Cuantas verdades hay en las reflexiones anteriores y que profundad de pensamiento reflejan. Claro que tanto Neto como Lucio vivieron momentos muy difíciles durante la lucha anti-colonial y extrajeron amargas lecciones de esa época. Cuantas presiones foráneas para escindir al MPLA o para hacerlo cambiar de orientación ideológica, pero no solo resistieron los vientos y las mareas, sino que siguieron el rumbo que libérrimamente adoptaron. Nada los amilano y la última vez que lo vi, su rostro ya estaba surcado por las nieves del tiempo y las rudezas y vicisitudes de la vida de un combatiente. Y el combatiente Lucio Lara, conocía profundamente el marxismo y los mecanismos de la dialéctica y los empleaba cotidianamente en el quehacer diario.
Cuando muere el presidente Neto, Agramonte y yo fuimos enviados inmediatamente a Angola, para apreciar el futuro que deparaba al MPLA y al país. Debido a la premura del momento, hicimos el viaje en el avión del presidente de Mozambique, Samora Machel. Cuando llegamos a Luanda, tristes nubarrones pendían sobre todo el país y la conmoción era grande. Fuimos a ver a Lucio Lara a su residencia y la fiel esposa nos pidió que lo esperáramos, pues vendría en poco tiempo. Así fue, a las dos horas llego con un rostro que evidenciaba el dolor que llevaba dentro y la responsabilidad que había caído sobre sus hombros.
Nos fundimos en un abrazo y le expresamos nuestras condolencias y le reiteramos el apoyo de Cuba y nuestra confianza en el MPLA. Respondió y cito: “estoy convencido que ustedes son verdaderos amigos de Angola, y hoy más que en ningún otro momento necesitamos la comprensión y respaldo de los amigos” Nos habló como compañeros de lucha y nos explicó la necesidad de meditar cada paso, para preservar la unidad del Partido-MPLA. Para nosotros fue memorable el encuentro y la fortaleza de aquel hombre, que extraía fuerzas de su dolor, para garantizar la obra de Neto, en aquellas circunstancias. Tuvo un comportamiento y una lucidez de gran patriota.
Militante integro, austero, riguroso, analítico y muy virtuoso en los principios en los que creía, fue fiel a los mismos hasta el último suspiro. Alejado siempre del boato y los oropeles, nos legó una obra maestra, no solo por su ejemplar y abnegada vida, sino también por el inolvidable homenaje póstumo rendido al Comandante en Jefe y Presidente del MPLA, Antonio Agostinho Neto.
Aquí, en la Habana, lo vimos representar dignamente a su Partido, durante el I congreso del PCC. Fiel amigo de la revolución cubana y de sus máximos dirigentes. Recordemos que en el último viaje del Presidente Raúl Castro a Angola, fue a la casa de Lucio Lara, para visitar al compañero de luchas, y testimoniarle la amistad y el aprecio de los cubanos.
Como dijera nuestro apóstol, José Martí, Lucio Lara, es de los hombres que prefirió el lado del deber, señalando que: el verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber.
Oscar Oramas Oliva
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