Netanyahu y su gabinete de guerra sólo lograron liberar, por medio de las armas, a dos o tres rehenes retenidos por Hamas; las masacres producidas para lograr esa liberación resultaron un rotundo fracaso. Lo que Trump y sus socios no quieren mencionar es lo más evidente: ni el quinto ejército del mundo ni las bombas y drones que les facilitó el imperialismo fueron suficientes para que Israel rescatara a los rehenes por la vía militar. El carnicero de Tel Aviv y su patotero proveedor de Washington tuvieron, para rescatarlos, que negociar con la resistencia palestina que tantas veces anunciaron como aniquilada. El ejército sionista no libró una guerra de cuerpo a cuerpo, sino que se confinó a destruir, por tierra y aire, toda la infraestructura de Gaza. Los saludos a su ‘heroísmo’ son simplemente una estafa. Solamente luego de una gigantesca masacre, que algunos medios muy capacitados elevan a 200 mil gazatíes asesinados (muchos de ellos todavía se encuentran bajo los escombros), han llevado a la aceptación de este nuevo cese del fuego, que no tiene nada de ‘paz’. Trump mismo amenazó con “desatar el infierno” en Gaza si no se firmaba su plan de “20 puntos”. En su discurso ante el parlamento israelí reivindicó la enorme ayuda militar que Estados Unidos ha brindado, y lo sigue haciendo, al Estado sionista; no mencionó, sin embargo, el despliegue de portaviones y destructores en el Mediterráneo. La pelea entre Goliat y David ha quedado, en este caso, empequeñecida. Incluso Donald Trump se ha visto obligado a un cese del fuego con los gobernantes hutíes de Yemen, para preservar a sus naves en el Mediterráneo, dejando en manos de Netanyahu la continuidad de la confrontación militar.
Bajo una presión militar inconmensurable, Trump logró armar una coalición de todos los Estados árabes y europeos contra Hamas; incluso con esta obsecuencia, le fue vedado a Netanyahu asistir a la ceremonia de la victoria que tuvo lugar en Egipto. Esa coalición carece de una política común frente a las intenciones de Trump contra Irán o la misma cuestión de un pseudo Estado palestino. El “plan de paz” no ha pacificado nada. En lugar de la ‘paz’ ha establecido un régimen confuso de ocupación militar de la Franja. El ejército sionista controla el territorio desde una llamada “línea amarilla”. De otro lado, continúa la salvajería de los colonos en Cisjordania y la ocupación israelí en el sur de Líbano y Siria. El dispositivo de conjunto está delineado para un “cambio de régimen” en Irán. El “desarme” de Hamas, que establece el calendario de Trump, constituye una coartada perfecta para reanudar las hostilidades por parte de la fuerza sionista de ocupación. El plan de Trump es una salida de emergencia del imperialismo ante el levantamiento internacional de masas, que ha ido creciendo contra el genocidio sionista, y la desintegración que el genocidio estaba provocando en los Estados árabes.
Trump plantea crear una fuerza de intervención internacional en Gaza, algo que Israel ha rechazado desde su creación, en el entendimiento que cuestiona su propia capacidad para defender la seguridad nacional. Según adelantó la cadena estadounidense ABC News, 200 soldados estadounidenses comenzaron a llegar a Israel desde EE.UU. y desde otros países de Medio Oriente para establecer un centro de coordinación que supervisará la implementación del alto el fuego en Gaza. La reconstrucción de la Franja, en condiciones ‘geopolíticas’ inciertas, es, sin embargo, vital –por lo pronto para evitar el aumento de muertes, en especial de niños, por congelamiento en el invierno boreal. Trump ya tiene alistada a su tropa de pulpos inmobiliarios para el caso, que debería operar bajo un gobierno, también incierto, con la cara del inglés Tony Blair y la tutela del mismo Trump. A esto habría que añadir una crisis política inevitable en Israel, y no solamente debido a la disidencia de los ministros de la ultraderecha religiosa con diversos aspectos del “plan de paz” o el propósito de construir el Gran Israel mediante la anexión de Gaza y Cisjordania. Trump aconsejó un acuerdo entre Netanhayu y el jefe de la oposición, Yair Lapid, que en el momento actual no representa virtualmente a nadie. El “establishment” político y militar sionista todavía debe responder por su responsabilidad por la aparente desmovilización militar y las muertes ocurridas en ocasión del asalto de Hamas del 7 de octubre. Israel también enfrenta una disputa con sus socios históricos, no solamente por el destino de Gaza sino por las relaciones el conjunto de los países limítrofes a los que ha ocupado parcialmente. En las festividades en Israel por el canje de rehenes, la multitud aplaudía a Trump y abucheaba a Netanyahu; el norteamericano tuvo que pedir la exculpación de Netanyahu por los casos de corrupción –“à la Bolsonaro”.
La autodeterminación de Palestina está afuera de la agenda del imperialismo y los Estados árabes y musulmanes, en especial Turquía. Es una tarea que compete a las masas de estos países. La guerra mundial (arancelaria, financiera, militar) agrava las pésimas condiciones de los trabajadores de todo el Medio Oriente y plantea, en condiciones más agudas, los objetivos de las revoluciones derrotadas de la “primavera árabe”. El desarrollo de la lucha de clases se confrontará con la agenda ‘geopolítica’ internacional (es decir imperialista). Esta es la base para una lucha revolucionaria por los Estados Socialistas del Medio Oriente.
Comité de Redacción Política Obrera
14/10/2025
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