El sábado 18 de octubre se desarrolló una manifestación histórica contra el gobierno de Trump, nuevamente bajo la consigna de “No Kings” (“ningún rey”) como ya había sucedido en junio. La movilización alcanzó esta vez a unas 2.700 ciudades y pueblos de todo el país, y según sus organizadores reunió a más de 7 millones de personas (dos millones más que en la anterior). Las manifestaciones fueron especialmente masivas en ciudades como Chicago (250.000 personas), Washington DC (200.000), Los Ángeles, Nueva York, Boston.
Las gigantescas marchas revelan la conciencia creciente sobre la orientación a una guerra civil contra la clase obrera y la izquierda que impulsa el trumpismo, y que conduce a la instalación abierta de un régimen fascista. La oposición a las deportaciones masivas del ICE (inmigración) estuvo en el centro de las manifestaciones, así como a la militarización de la represión. El despliegue de tropas militares en Los Ángeles, Washington DC, Memphis, Portland y Chicago (algunas de ellas aún en medio de suspensiones y disputas judiciales) forma parte de una política sistemática destinada a perseguir a los activistas de izquierda y atacar los derechos de la clase obrera. Trump y el “secretario de Guerra” Hegseth han realizado una agitación sistemática sobre los mandos y las tropas del ejército para llevar adelante esta política contra las protestas de la población civil. Sin embargo, las calles han sido tomadas por los opositores a esta escalada reaccionaria. El trumpismo no ha apelado hasta ahora a la movilización de su base, y se apoya sobre todo en el aparato del Estado y particularmente en las FF.AA. La movilización del sábado 18 muestra que esta política no ha logrado paralizar a la población mediante el temor. Incluso en la zona de Miami donde está la residencia del presidente se produjeron algunas demostraciones, aunque minoritarias. Pese al miedo por las redadas y por las acciones brutales de los aparatos represivos, cientos de miles salieron a las calles en las grandes ciudades y también se produjeron acciones en pequeños poblados.
La convocatoria había sido hostilizada por parte del gobierno y los Republicanos. El trumpista Mike Johnson (presidente de la Cámara de Representates) había declarado a Fox News: “Estoy harto de esta gente”, dijo. “Tienen una manifestación de odio hacia Estados Unidos programada para el 18 de octubre”, “Es toda el ala pro-Hamás y la gente ´antifa´”. El gobierno ha acusado de terroristas a los grupos y militantes “antifa” (anti-fascistas), impulsando una caza de brujas de carácter fascista.
La movilización se produce también en el marco del “cierre del gobierno”, ante la imposibilidad de hacer pasar una ley de presupuesto en el Congreso. Donald Trump utiliza el cierre parcial como una excusa para impulsar recortes masivos en el gasto, incluyendo despidos en masa en oficinas federales y suspensión de distintos programas ya aprobados. Para resolver la cuestión presupuestal, el gobierno necesita 60 votos en el Senado, para lo cual depende de los votos Demócratas, que reclaman la extensión de planes de salud que benefician a unos 24 millones de personas que carecen de seguro social. En este cuadro, dos millones de trabajadores federales no han cobrado el sueldo y unos 750.000 fueron enviados a “permiso sin sueldo”. La “motosierra” trumpista es otro factor que impulsa las protestas.
En el acto de la ciudad de Chicago, una de las que está en el centro de la ofensiva trumpista, donde marcharon 250.000 personas, el alcalde Brandon Johnson llamó a “la mayor huelga general de la historia del país” para enfrentar la “tiranía”, y a llevar las luchas “a las cortes judiciales y a las calles”. El discurso fue ampliamente difundido en las redes sociales. La dirigencia Demócrata se ha limitado a ir a los tribunales y a emitir quejas sin una agitación ni movilización de la población contra la política fascista del gobierno. Las movilizaciones masivas se han mantenido por la creciente actividad de las bases, frente a la parálisis de los “representantes” de la oposición, que llaman desesperadamente a los senadores Republicanos a un acuerdo para lograr el financiamiento (y la reapertura) del gobierno. El llamado del alcalde de Chicago es un reflejo del ambiente político que crece a nivel de las masas y del activismo, aunque es un fenómeno aislado respecto al establishment demócrata y las burocracias sindicales. De todas formas, la cuestión de la huelga general ha quedado colocada como perspectiva, frente a la guerra contra la clase obrera que impulsa el trumpismo.
La respuesta de Trump a la gigantesca movilización ha sido previsiblemente provocadora: publicó en su red social un video creado por inteligencia artificial, en el cual se lo ve con una corona de monarca y piloteando un jet militar, desde el cual “bombardea” a las manifestaciones populares literalmente con materias fecales. Es una representación escatológica de la guerra contra los trabajadores y las libertades democráticas que lleva adelante su gobierno.
Rafael Fernández - Partido de los Trabajadores (Uruguay)
21/10/2025
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