El otro aspecto, es que no se verificó el alud de papeletas a favor de Biden, que anunciaron las encuestas, ni la conquista de varios estados con un predominio republicano. Es decir que los comicios no dieron vuelta de página a los cuatro años de Trump; en el caso de triunfar, Biden inauguraría un gobierno extremadamente débil. Queda al desnudo que la campaña demócrata no apeló a los intereses de las masas postergadas, en el peor momento, cuando la pandemia arrasa Estados Unidos y hay un ascenso fenomenal de contagios en el medio oeste y el centro del país, precisamente la región que votó por Trump, el cual hizo campaña en contra de una lucha sanitaria contra la pandemia. Como ya le ocurriera a Hillary Clinton hace cuatro años, la campaña demócrata apuntó hacia temas progresistas, como el cambio climático, pero se guardó de poner al frente la salida a la miseria social, cuando hay once millones desocupados y la participación de los asalariados en el ingreso nacional ha caído de un pasado 70% a menos del 50. La izquierda ‘socialista’ del partido demócrata ha quedado atrapada en esta crisis, debido a su apoyo incondicional al que llamó, vergonzosamente, el ‘mal menor’. La misma candidatura de Biden, que mostró los límites personales que tiene para ejercer la presidencia, es una muestra de la decadencia que el partido demócrata trató de disimular con una candidata joven de familia indo-jamaiquina.
El fracaso del partido demócrata diseña el largo plazo que espera a la crisis que estos comicios han llevado a la superficie. Desde un punto de vista de conjunto, Estados Unidos asiste a una pandemia que se encuentra fuera de control y un sistema de salud agotado y quebrado. Desde el punto de vista económico, el FMI se acaba de quejar que los u$s12billones inyectados a la economía para evitar una bancarrota generalizada, no han servido para impulsar la demanda agregada, pues el dinero fue enteramente al campo de la especulación financiera.
La situación del momento está condicionada al resultado definitivo que salga de las urnas, y a la diferencia de votos que registre el Colegio Electoral, lo que supone, además, que esa diferencia sea clara en los estados que determinarán el resultado general.
Si las cosas pasan a mayores, Estados Unidos oscilará entre una decisión de la Suprema Corte, de ultraderecha, y el establishment de seguridad y las fuerzas armadas. La crisis de régimen político en Estados Unidos se proyectará sin ninguna duda fuera del país, en especial a Europa y también a América Latina.
Jorge Altamira
04/11/2020
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