sábado, 20 de junio de 2020
Transformar mentalidades, razón de su vida
Desde la FMC ha devenido rostro de la mujer cubana en hermosa síntesis de la larga lucha por su emancipación
Vilma Espín.
Por su interés y en homenaje a Vilma en el aniversario 13 de su desaparición física, acercamos de nuevo a nuestros lectores este trabajo publicado el 16 de junio de 2017.
En los días de la lucha guerrillera, en la Sierra Maestra y en el territorio del Segundo Frente Oriental Frank País, quienes compartieron riesgos y combates con ella aseguran que no se inmutaba ante peligro alguno. Fidel, en una de sus Reflexiones, relató cómo “su voz dulce, firme y oportuna, siempre se escuchó con gran respeto en las reuniones del Partido, el Estado y las organizaciones de masas […]. Los deberes revolucionarios y su inmenso trabajo nunca le impidieron cumplir sus responsabilidades como compañera leal y madre de numerosos hijos”.
Según su amiga, la también combatiente Asela de los Santos, en Vilma “sobresalía un sentido muy alto de la justicia, el compromiso con la verdad, su rechazo tajante a la mentira, su alejamiento de lo banal y superficial […]. Transformar mentalidades, modificar costumbres, educar, fue una razón de ser de su vida”.
Por su parte, José Ramón Machado Ventura prefiere recordarla “desafiando el peligro y burlando el acoso enemigo en la ciudad; con el fusil al hombro en las agrestes montañas hasta alcanzar la victoria; labrando el camino hacia el futuro luminoso de la Patria, de la que fue una de sus más consecuentes constructoras”.
Una joven santiaguera
Vilma Lucila Espín Guillois nació en Santiago de Cuba, el 7 de abril de 1930. Graduada de bachiller en Ciencias en 1948, su ingreso a la recién creada Universidad de Oriente marcó el inicio de una etapa decisiva en el afianzamiento y desarrollo de sus ideas políticas, bajo la influencia de algunos profesores, republicanos españoles con un definido pensamiento de izquierda.
Al decir de sus condiscípulas, como le sucediera a Fidel y a muchos de la Generación del Centenario en la casa de altos estudios habanera, la Universidad de Oriente fue el lugar donde Vilma se convirtió en revolucionaria y desde su paso por las aulas de ese centro se distinguió entre la más avanzada juventud combatiente de su época.
Asela de los Santos, quien coincidió durante la enseñanza superior con Vilma en el plantel santiaguero, recuerda que ella era “alegre, le gustaba el ballet, y al mismo tiempo el carnaval. Tenía una voz espléndida; era solista de la coral universitaria. Pero le gustaba también el deporte: era la jefa del grupo de voleibolistas de la universidad. Ella se convirtió en un ejemplo, en un modelo para sus compañeros.
“Nos hicimos muy amigas porque pensábamos igual en muchas cosas. Pensábamos que las personas valían por sus valores, no por la posición económica y social que tuvieran […]. Eso nos unió mucho. Íbamos al cine, salíamos de compras. La posición social de ella le permitía ir a los clubes más selectos, pero ella nunca iba a esas actividades. Le gustaba estudiar; era muy estudiosa. Cogió la carrera de ingeniería porque en el programa había una gran carga de Matemática; disfrutaba resolver problemas”.
Tiempos de revolución
Vilma comenzó a participar en actividades políticas, sobre todo a partir de la instauración de la tiranía batistiana el 10 de marzo de 1952, a la cual se opone desde el primer día. En el libro Contra todo obstáculo, ella califica la asonada batistiana como la gota que colmó la copa, en cuanto a los males de la neocolonia, para su generación y que posiblemente le creó de verdad un espíritu de rebeldía.
En opinión de Asela de los Santos, si el 10 de marzo fue el momento que les hizo despertar la conciencia revolucionaria, el asalto al Cuartel Moncada, en la ciudad donde vivían ambas, marcó el inicio de una etapa intensa de lucha que culminaría con el triunfo de las ideas que defendían. “El 26 de julio fue una carnicería. Solo cinco jóvenes murieron en combate y 56 fueron asesinados. Durante ese día se escuchaba permanentemente el tableteo de las ametralladoras.
“Ese día yo fui para la casa de Vilma. Al principio circulaban informaciones confusas, pero poco a poco comenzó a filtrarse que eran jóvenes de La Habana, dirigidos por el Doctor en Derecho Fidel Castro; se sabía poco de quién era Fidel Castro en Santiago, al menos nosotros no lo sabíamos.
“El 27 nos fuimos para la universidad y de ahí decidimos ir al cuartel. Era lo menos que podíamos hacer frente a tanto crimen: desafiarlo. Entramos por otra posta. Cuando nos preguntaron qué queríamos, les dijimos que queríamos ver a los heridos, pero el guardia no sabía a qué heridos y siguió preguntando para especificar; entonces Vilma le dijo que a los héroes que habían asesinado… El hombre se sorprendió tanto que fue a buscar a un oficial y nosotras salimos de ahí inmediatamente.
“Desde ese día se multiplicó nuestro accionar en la universidad. Tiramos volantes, algunos con versos de Heredia que hablaban de romper las cadenas del tirano, organizamos movilizaciones por fechas históricas. Fue en esas acciones como estudiantes que conocimos a Frank País. Él tuvo la claridad de entender que a Batista no se le tumbaba con manifestaciones, sino que había que prepararse con las armas”.
Se vincularon a Frank desde los tiempos en que este fundó Acción Revolucionaria Oriental (ARO). A partir de entonces Vilma se convirtió en su más estrecha colaboradora. Junto con él y otros compañeros se incorporó, tras la excarcelación de Fidel y los moncadistas, a las filas del Movimiento 26 de Julio, donde integró su Dirección Nacional.
Participante activa en el alzamiento de Santiago de Cuba el 30 de noviembre de 1956, bajo las órdenes directas de Frank, al año siguiente asumió la jefatura del Movimiento 26 de Julio en la entonces provincia de Oriente. Se le ordenó en julio de 1958 incorporarse al Ejército Rebelde y allí devino la legendaria guerrillera del Segundo Frente Oriental Frank País, bajo el mando de Raúl, a la vez que se desempeñaba como eficaz coordinadora de los combatientes clandestinos con la agrupación guerrillera.
El pueblo en el poder
Tras el triunfo revolucionario, Vilma encabezó la unificación del movimiento femenino nacional al fundar la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) el 23 de agosto de 1960. Recuerda Asela: “En realidad ella no había sufrido los prejuicios que existían contra la mujer y las limitaciones de derechos de la época. Yo tampoco. Nuestras familias nos educaron de un modo diferente: respaldando nuestras decisiones, respetándolas. En el proceso de integración de las organizaciones femeninas fue que ella comenzó a entender en toda su magnitud el fenómeno, la necesidad de la emancipación y el papel que desempeñaba la mujer en la Revolución […]. La personalidad de Vilma y el apoyo de Fidel fueron determinantes en la lucha por los derechos de la mujer, en ayudar a comprender que la mujer debía ocupar su lugar en la sociedad”.
Vilma emplazó la batalla por incorporar a las mujeres al trabajo y proporcionarles un protagonismo social y laboral en nuestro país. Y la ganó. Se destinaron puestos preferentes para ellas y con las nuevas políticas en la Educación y la Salud, se abrieron otras opciones para el sector femenino, aparte de cursos de capacitación para que ellas tuvieran acceso a empleos no tradicionales, antaño solo reservados a los hombres.
Como parte de esta batalla, se crearon los círculos infantiles, idea ya esbozada en el acto constitutivo de la FMC. Al año siguiente, el 10 de abril de 1961, el sueño devino realidad con la apertura de los tres primeros, para los hijos de las mujeres trabajadoras. La Federación se encargó de su disposición y cuidados, y también de hacer que surgieran decenas y decenas más.
Según la Presidenta fundadora de la FMC, la concepción del círculo infantil difería mucho de las escasas creches que se heredaron del capitalismo y que ya eran insuficientes cualitativa y cuantitativamente para las necesidades de la Cuba revolucionaria. No se trataba solo de cuidar a los niños, precisaba, sino de su educación y aprendizaje, con métodos modernos que potenciaran sus posibilidades, propiciaran el colectivismo y prepararan a los pequeños para el ingreso a la enseñanza primaria.
Para asumir la colosal tarea se adiestraron más de 4 000 mujeres y se creó la escuela de asistentes y la de directoras, y más tarde la de educadoras, hasta llegar a nuestros días en que contamos con una Licenciatura en Educación Preescolar y un subsistema para esa enseñanza que nos destaca en el mundo.
Paradigma
Vilma integró el Comité Central del Partido en 1965 y resultó elegida miembro suplente del Buró Político (1980) y en el Tercer Congreso, miembro efectivo de esa instancia, responsabilidad que asumió hasta 1991. Diputada a la Asamblea Nacional desde la primera legislatura y miembro del Consejo de Estado, presidió la Comisión Nacional de Prevención y Atención Social, y la Comisión de la Niñez, la Juventud y la igualdad de derechos de la Mujer, de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Falleció en La Habana el 18 de junio de 2007. Siempre viva y vigente en la memoria de los cubanos, se le recuerda por su enorme capacidad de amor y solidaridad sin límites, ejemplo insuperable de lealtad, firmeza, sacrificio y modestia, por su actitud de intransigencia con lo mal hecho, su sentido de justicia, su defensa de los valores principales que deben caracterizar a los seres humanos. Y ha devenido rostro de la mujer cubana, hermosa síntesis de la larga lucha por su emancipación.
Fuentes consultadas
El libro Contra todo obstáculo, de Vilma Espín, Asela de los Santos y Marta Verónica Álvarez. Testimonios ofrecidos por Asela de los Santos a la periodista Karina Marrón (2015). La reflexión de Fidel Las luchas de Vilma (Cubadebate, 20 de junio de 2007). La compilación Una revolución que comienza (Editorial Oriente). Los textos periodísticos titulados Vilma Espín, de los sitios web Cuba Socialista y Radio Santa Cruz, y Vilma es vida, a cinco años de su adiós, de Raquel Marrero en el portal Cubahora.
Pedro Antonio García
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