domingo, 14 de junio de 2020

Los vuelos del odio y de la muerte




Mapa de los vuelos de deportación de migrantes desde EE.UU. hacia América Latina durante las últimas 8 semanas.

Genocidio Made in USA

La crisis generada por el Covid-19 ha sacado a relucir lo peor de lo peor del imperialismo estadounidense. Los crímenes que siempre lo han caracterizado, en estos momentos se despliegan al unísono y una tras otro, como si estuviéramos asistiendo a una película de terror, en la que cada escena es más escabrosa que la anterior.
Además, y para desconsuelo de los admiradores del “sueño (¡!) americano” la crisis de ese imperialismo de Estados Unidos lo carcome internamente, como se evidencia con los cien mil muertos que ha generado el coronavirus en un lapso de tres meses. Una cifra que es mayor que la suma de los muertos de Estados Unidos en las guerras de Corea (1950-1953) y Vietnam (1954-1975), donde perecieron unos 93 mil soldados.
La actual coyuntura se ha convertido en una cuarentena política, porque el aislamiento forzoso no se utiliza para proteger a la población sino para consolidar un sistema autoritario, antidemocrático y represivo que ni las peores dictaduras hubieran soñado, puesto que ha confinado a las gentes en la casa (las que la tienen) para impedirle cualquier acción de protesta y movilización social o política y, de esa forma, tener las manos libres para proceder sin obstáculos como el peor atracador nocturno. En Estados Unidos y en muchos países del mundo (como Colombia) se está aplicando una variante de la doctrina nazi de Noche y Niebla, establecida por Hitler en 1941 para perseguir y desaparecer “enemigos”. Esa doctrina está siendo reeditada ahora bajo las condiciones de excepción que imperan en el capitalismo realmente existente, para matar, torturar, bombardear, desaparecer a los que han sido declarados como “enemigos” y “terroristas”.
Y en Estados Unidos al migrante pobre se le ha convertido en un enemigo especial, al cual se le aplica esa doctrina renovada de estirpe nazi, Noche y Niebla, porque así los ven Trump y compañía, como un criminal a perseguir y expulsar. Junto con la expansión del Covid-19 por todo el territorio de los Estados Unidos se acentúa la persecución contra los migrantes, 40 mil de los cuales son prisioneros en campos de concentración, donde soportan en carne propia la “pesadilla americana”, a lo que se adiciona el peligro de contagio, ante el hacinamiento y las pésimas condiciones sanitarias.
Al mismo tiempo, se ha acelerado la expulsión del territorio de los Estados Unidos de miles de migrantes, entre los cuales se encuentran los niños, muchos de los cuales tienen padres o familiares en los Estados Unidos. Para completar el coctel xenófobo, desde el 21 de marzo se aprobó la expulsión de migrantes indocumentados de manera inmediata, sin tramitar ningún proceso de asilo, como una medida extraordinaria supuestamente para enfrentar el coronavirus. En esa misma tónica, el 21 de abril Donald Trump suspendió la inmigración en forma temporal, lo que justificó de esta forma: “A la luz del ataque del enemigo invisible, así como la necesidad de proteger los puestos de trabajo de nuestros GRANDES ciudadanos estadounidenses, firmaré una orden ejecutiva para suspender temporalmente la inmigración a EE.UU”.
Como parte de ese odio a los inmigrantes, se ha generado otro tipo de comportamiento criminal, cuyos antecedentes se remiten a las “guerras sanitarias” y “guerras indias” contra países pobres, a los que consciente y deliberadamente se infecta con virus y enfermedades, con el objetivo de matar indígenas y “pobres indeseables” en diversos lugares del continente, incluyendo al territorio de los propios Estados Unidos en el siglo XIX. El mecanismo con el cual se inocula a los pueblos latinoamericanos con Covid-19 es perverso y un crimen de lesa humanidad: expulsar a migrantes que son portadores del coronavirus, meterlos en un avión, junto con otros contagiados, y enviarlos al país de origen, en cualquier lugar de América Latina y el Caribe. Es como si se estuviera esparciendo el virus desde un avión, un método detestable empleado en las guerras biológicas, en la que Estados Unidos también tiene un gran prontuario.
Sin ningún tipo de consideración humanitaria por la salud de esos inmigrantes, portadores del Covid-19, y sin suministrarle atención médica elemental los expulsan de los Estados Unidos.
Esto es lo que pueden denominarse los vuelos del odio y de la muerte, por medio de los cuales se lleva el Covid-19 a todos los países de la región, en una forma programada, como si Estados Unidos quisiera vengarse por el hecho de ser hoy el país con más muertos de coronavirus. Esto es la exportación de la democracia Made in Usa, porque en Estados Unidos no se discrimina y se difunde muerte y dolor a granel por el mundo entero, en este caso por Latinoamérica.
Es un deseo de exportar el mal al resto del continente, como se observa en el mapa de los vuelos de expulsión de inmigrantes de los que se tiene noticia, entre comienzos de marzo hasta el 20 de mayo. Un total de 72 vuelos con migrantes se han dirigido a 12 países de la región, entre ellos Colombia. Y, en la casi totalidad de esos vuelos, se transportan portadores de Covid-19 que llegan a sus países y donde, de manera involuntaria, difunden la epidemia. Este es un ataque artero y criminal contra los países de la región y sus habitantes, cuyo impacto es letal, si se tienen en cuenta sus pésimos sistemas de salud e higiene, ocasionadas en gran medida por el Consenso de Washington y sus políticas neoliberales y privatizadoras.
El mapa muestra la magnitud del contagio que se difunde desde los Estados Unidos, el que lleva a concluir que el actual gobierno de ese país es hoy el principal problema para la salud pública de nuestro continente. Entre los países criminalmente infectados se encuentran Guatemala, al que se han dirigido 12 de los vuelos del contagio, y Haití, otro empobrecido país del Caribe, donde se han deportado a personas con Covid-19.
A Colombia también han llegado esos vuelos de los muertos. Eso hay que subrayarlo porque se supondría que por ser una base militar de los Estados Unidos y el régimen de Iván Duque su lacayo incondicional, estaríamos al margen de ese contagio premeditado. Pero, no ha sido así, y se tiene registrado un vuelo del 30 de marzo que llegó al aeropuerto El Dorado, procedente de los Estados Unidos, con deportados de ese país y 23 de esos pasajeros eran portadores del Covid-19, que puede ser denominado el “virus estadounidense”. Esto demuestra la certeza de aquella sentencia del criminal de guerra Henry Kissinger, de que Estados Unidos no tiene amigos sino intereses, y en este caso sus intereses son los de difundir el dolor y el sufrimiento por el continente. Por ello, resultan cínicamente cómicas las palabras pronunciadas el 22 de abril por Mike Pompeo, actual Secretario de Estado de los Estados Unidos, cuando dijo: “Los compromisos de Estados Unidos en materia de salud mundial siguen siendo tan firmes como siempre”. Claro, firmes con la muerte y el odio que forman parte del ADN del imperialismo estadounidense y cuya política criminal está matando a miles de personas, contagiadas por el Covid-19 que el gobierno de Donald Trump ha esparcido en forma deliberada a lo largo y ancho del continente.
El mapa de los vuelos que difunden el Covid-19 por América Latina: https://cepr.net/ice-confirms-more-than-100-deportation-flights-to-13-countries-in-an-eight-week-period/

Renán Vega Cantor | 13/06/2020
Publicado en el Número 53 (edición virtual de El Colectivo, Medellín), junio de 2020.

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