jueves, 25 de junio de 2020

América Latina, el nuevo epicentro de la pandemia




Latinoamérica se ha transformado en el nuevo epicentro de la pandemia de coronavirus. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), son más de 1,6 millones los casos reportados hasta el momento, y se prevé un rápido ascenso en la curva de contagios. Cuatro ejemplos claros de este panorama lo constituyen Brasil, México, Perú y Chile, que se encuentran entre los 15 países con más cantidad de afectados en el mundo. La bancarrota sanitaria tiene lugar junto con un crecimiento vertiginoso de la pobreza: el Programa Mundial de Alimentos (PMA), un organismo ligado a la ONU, aseguró que alrededor de 14 millones de personas en la región están sufriendo hambre como producto del impacto del coronavirus y la debacle económica, en un escenario que ya se caracterizaba anteriormente por una tendencia creciente a la miseria social. Uno de los sectores más perjudicados por el parate económico, naturalmente, es el de los trabajadores informales, que componen hasta un 60% de la fuerza de trabajo en América Latina. Asimismo, la pandemia ha servido como coartada de un gigantesco ataque a las condiciones de trabajo, con despidos, suspensiones masivas, flexibilización laboral y recortes de salarios.
Notablemente, los gobiernos regionales han procedido -al calor de los reclamos de las cámaras empresarias- a la flexibilización de las cuarentenas en el momento en que la enfermedad se ha vuelto más explosiva. Si bien hay diferencias en el impacto de la crisis en cada país y en las políticas adoptadas, que oscilan entre planteos negacionistas como el de Bolsonaro y cuarentenas más o menos flexibles, los distintos gobiernos han sido incapaces de contener la estampida pandémica. Esta incapacidad está en la base también de los giros de aquellos gobiernos que se vieron obligados a reimponer medidas de aislamiento tras abandonarlas prematuramente, como ocurrió en la capital chilena.

Se desmadra la crisis sanitaria

Con un millón de casos totales, Brasil es en este momento el segundo país del mundo más afectado por la pandemia, colocándose solo detrás de Estados Unidos. El sistema de salud se encuentra rebasado y se repiten en todo el país las imágenes de tumbas improvisadas por la gran cantidad de decesos. Esta situación es en buena medida el corolario de una flexibilización sistemática de la cuarentena por parte de los gobiernos estaduales (en San Pablo un 75% de las empresas se hallan funcionando) y del negacionismo del presidente Jair Bolsonaro.
En Chile, el desborde del sistema de salud provocado por el Covid-19 ha forzado, por la manipulación de los datos concernientes a la pandemia, la salida del ministro de salud Jaime Mañalich, lo que es también una expresión de la crisis política en la que se encuentra sumido el gobierno chileno. La política de Sebastián Piñera ha llevado a Chile a un cuadro dramático con 240 mil casos y más de 7 mil muertes, llegando a nuevos récords a diario, a pesar de tratarse de subestimaciones por la escasez de testeos realizados.
Rozando los 50.000 infectados y con 4.156 defunciones al 21 de junio, Ecuador atraviesa la embestida de la pandemia con un desplome de su sistema sanitario por falta de presupuesto e insumos. Sin embargo, Lenín Moreno avanza hacia un desconfinamiento, mientras profundiza su política antiobrera (recientemente el parlamento ecuatoriano votó una reforma laboral encubierta) y da luz verde, acuerdo mediante, a las Fuerzas Armadas para reprimir la protesta social.
Bolivia ha sido noticia por el impacto que generaron las imágenes de infectados muriendo en las calles, fruto del vaciamiento del sistema de salud y la precarización de las condiciones de vida. A esta situación, el gobierno de facto presidido por Jeanine Añez, solo ha respondido con una fuerte presencia militar en las calles con el fin de intentar contener posibles estallidos sociales en el marco de un alza de la pobreza y de ataques hacia las masas. Bolivia contabilizaba 22.500 casos al 21/6 sobre una población de 11 millones.
México, cuyo presidente, Andrés Manuel López Obrador, debutó en esta crisis con un discurso negacionista sobre el virus, en el que finalmente debió recular para dar paso a una cuarentena, está atravesado por una formidable catástrofe social y sanitaria y por un aumento en el número de casos diarios. Hoy México suma más de 20 mil muertes. A partir de junio, el gobierno ha impulsado una “nueva normalidad” que ya dio paso a la reapertura de sectores como el automotriz, la construcción y la minería.
Detrás de Brasil y superando incluso a Italia, Perú es el segundo país de América Latina más afectado, alcanzando los 248 mil contagios al 21/6. El gobierno de Martín Vizcarra fue enfrentado por varias protestas encabezadas por trabajadores de la salud, que desenmascararon su política ajustadora caracterizada por no entregar los EPP (equipos de protección personal) necesarios y que lo convierte en responsable por la muerte de más de 30 médicos y enfermeras (ha muerto más de un médico por día). Mientras tanto, Vizcarra discute la apertura de grandes centros comerciales para el día 22 de junio, sumando más leña al fuego encendido por la continuidad de la actividad minera y otros sectores no esenciales.
Colombia es otro de los países amenazados por la pandemia. El último viernes alcanzó un nuevo récord de contagios diarios que contabilizó 95 muertos. Las medidas emprendidas por el gobierno de Iván Duque para paliar los efectos de la crisis parecen ir en el sentido contrario a las que realmente se necesitan para hacer cara a la situación: busca reactivar la economía con medidas favorables al consumo, pero sin medidas sanitarias, lo que está llevando a aglomeraciones en los centros comerciales.
Sobrepasando los 42 mil casos al 21/6, Argentina padece el crecimiento del coronavirus con un sistema sanitario precario que podría colapsar en las próximas semanas. Este escenario se da en medio de la flexibilización de la cuarentena por parte de Alberto Fernández y los gobiernos de la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires, los dos distritos más afectados. Solo en la provincia de Buenos Aires, cuya fragilidad enciende todas las alarmas, funciona el 85% de la industria. En la Capital, se reabrieron todo tipo de comercios.
La pandemia ha sido usada también por los gobiernos como un pretexto para un reforzamiento del aparato represivo (incluyendo en algunos casos el despliegue de las Fuerzas Armadas), con sus efectivos cometiendo todo tipo de atropellos contra la población oprimida.

Las masas

Al calor de la pandemia, las masas han llevado a cabo diversas acciones de lucha.
Los trabajadores de la salud, en la primera fila del combate del Covid-19, han protagonizado conflictos en reclamo de insumos y equipos de protección (Argentina, Brasil, Perú, Honduras y México, entre otros).
Al mismo tiempo, se han dado conflictos en defensa del pago íntegro de los salarios y contra las suspensiones y despidos (por ejemplo, en Argentina y Brasil).
Y también han tenido lugar, por parte de los sectores más empobrecidos, manifestaciones en reclamo de asistencia alimentaria y de las condiciones materiales mínimas para poder sobrellevar el aislamiento (Argentina, Chile, Colombia, Panamá y Honduras, entre otros).
La tarea que se desprende de estos procesos es desarrollar un programa frente a la pandemia que incluya la centralización del sistema de salud, el no pago de la deuda externa, la prohibición de despidos y suspensiones, el pago íntegro de los salarios, y un seguro económico al parado. Y unir ese programa a la lucha por el desarrollo de una salida política de los trabajadores, en oposición a las tan mentadas “unidades nacionales” que pregonan los gobiernos en la “lucha contra el virus”, cuyo propósito no es más que desactivar la lucha de clases y entrampar a los trabajadores detrás de variantes capitalistas. Vamos por ello.

Nazareno Kotzev

No hay comentarios: