domingo, 28 de junio de 2020

Estados Unidos: la crisis política en punto de ebullición




¿Puede la rebelión popular conquistar sus objetivos?

Las reformas policiales absolutamente parciales dispuestas por Trump, los distintos proyectos en el Congreso y las disposiciones locales no han logrado convencer al movimiento de lucha desatado contra una profunda opresión social que salga de las calles.
Los once asesinados en la represión de este mes. Los cinco hombres negros que aparecieron ahorcados en distintos puntos del país, de Nueva York a Texas y California. Los nuevos casos de brutalidad policial como el de Sean Monterrosa, hijo de argentinos, fusilado por la policía de la ciudad de Vallejo, California, mientras estaba arrodillado y con las manos en la cabeza, supuestamente porque la policía confundió su martillo de carpintero con un arma. O el de Andrés Guardado, un guardia de seguridad de 19 años, de Gardena, California, asesinado por la policía por portar su arma reglamentaria. Las amenazas con sogas anudadas para ahorcar que han aparecido en lugares públicos y que fue dejada al único conductor negro del Nascar. Cada nuevo hecho ha reforzado la disposición a movilizarse, generando nueva convocatorias de centenares o miles para manifestarse.
En Seattle, la zona autónoma de policía establecida alrededor de la jefatura de policía, abandonada por los efectivos, por el momento se mantiene. Una iniciativa interesante es que han emitido un programa de 30 puntos, que cubre desde el planteo de la abolición de la policía y el fin de la persecución judicial para quienes participan en las protestas a demandas sobre el sistema carcelario, educativo, que se congelen los alquileres y que haya acceso gratuito a la universidad. La reunión de asambleas que fijen un programa es una forma de darle voz política a los protagonistas de la rebelión y la base para una unificación del movimiento de lucha en todo el país. Otra zona autónoma se estaría intentando establecer en la zona cercana a la Casa Blanca en Washington DC, donde se realizó la infame represión para que Trump haga una conferencia, posando con una Biblia en una iglesia ocupada por tropa.
Las protestas han llegado a reproducirse en unas 2.000 ciudades y pueblos. Esto incluye manifestaciones en zonas rurales predominantemente blancas, que han sido una sólida base electoral de Trump, y la zona de reclutamiento de grupos racistas, como el Ku Klux Klan u organizaciones neonazis.
Es muy significativo el ingreso de las huelgas y las protestas obreras al proceso de rebelión. El paro activo portuario de la costa oeste, liderado por las seccionales del gremio Ilwu, que se reivindican clasistas, es una de muchas acciones obreras que se inscriben directamente en los reclamos de la rebelión desatada por el asesinato de George Floyd. De conjunto, más de 800 conflictos laborales registrados desde marzo. La mayoría, vinculados con la seguridad frente a la pandemia, a los salarios o despidos, fueron convocados sin participación de la estructura de los sindicatos. La burocracia sindical, que ha precedido un récord de marginalidad de afiliación sindical, adaptándose a la precarización laboral, se está pasando a un coqueteo sin compromiso con la rebelión, promoviendo declaraciones o medidas simbólicas para no quedar descolocados.

Un comandante en jefe sin soldados

Trump trató de reenfocar la pelea política hacia las elecciones, forzando una agenda de actos de campaña cuando en muchos estados sigue rigiendo la cuarentena.
El fracaso de su acto de lanzamiento en Tulsa retrata el grado extremo de aislamiento de Trump en el propio Estado norteamericano. Hemos asistido a una muestra tras otra de la ruptura de la cadena de mando. Empezando por la negativa del mando militar a involucrar a las fuerzas armadas en la represión. Siguiendo con los sucesivos fallos de la Corte Suprema en favor de derechos de la comunidad Lgbti e inmigrantes, equivalen a un desaire a Trump o a la preparación de una adecuación a una nueva etapa política.
La crisis con el intento de hacer renunciar a Geoffrey Berman, fiscal federal encargado del área de Nueva York, expresa la misma tendencia. Berman negó el anuncio del fiscal general William Barr de que él había renunciado a su cargo, forzando a Trump a destituirlo. La decisión estuvo basada aparentemente en que Berman, que había apoyado a Trump en 2016, estaba investigando a distintos socios políticos y económicos del presidente. En el libro de John Bolton, ex consejero de Seguridad nacional de Trump, que se está dando a conocer en estos días contra los intentos legales del gobierno de impedirlo, se le adjudica a Trump la decisión de colocar gente de confianza en esa fiscalía para frenar una investigación contra el banco turco Halkbank, a pedido del presidente Tayyip Erdogan. Lo seguro es que ha dado lugar a nuevas denuncias de un intento de copamiento de la Justicia y a que la comisión de Justicia de la cámara baja del Congreso empiece a emitir citaciones a declarar sobre el tema.
El control de Trump del Partido Republicano está fuertemente cuestionado. A la declaración del ex presidente George W. Bush de que no apoyaría la campaña de Trump, siguieron derrotas internas de los candidatos favorecidos por Trump en las internas de Virgina, Carolina del Norte y Kentucky.
Trump publicó un tweet planteando su disposición a reunirse con el presidente venezolano Nicolás Maduro. Dirigentes republicanos, como el senador Marco Rubio, de Florida, donde están asentadas las comunidades de emigrados derechistas de Cuba y Venezuela, salieron a diferenciarse de los dichos de Trump, preocupados por un nuevo retroceso en una disputa electoral de resultado dudoso en el Estado.
Todas las encuestas difundidas marcan un crecimiento de la ventaja de Biden, entre un 8 y un 15% a favor. Un cálculo reciente de la revista Economist ha colocado un 13% de posibilidades de que Trump reúna los delegados para conquistar el colegio electoral, con grandes probabilidades de perder estados que fueron clave para su victoria en 2016, como Florida, Michigan o Wisconsin.
Hasta noviembre resta todavía la pelea por la propia organización de las elecciones en la cuarentena, tanto en la posibilidad de votar a distancia como en la distribución de urnas en cada distrito. Esta pulseada por el control de los comicios promete sumar un incidente importante a la crisis política en curso.

Biden, una nulidad en ascenso

Biden está subiendo en las encuestas como beneficiario del impacto de la crisis del manejo de la pandemia y la rebelión contra Trump, no por méritos propios ni un entusiasmo con su programa. El silencio de Biden ayuda a esconder la agenda rabiosamente empresarial que ha defendido toda su vida, evitando desmentir el piropo que le dedicó Noam Chomsky, partidario de Sanders y su Internacional Progresista, que promovió el voto a Biden porque este es un “envase vacío” que carecería de programa propio.
Cada vez más sectores de la clase dominante han decidido soltarle la mano a Trump. La permanencia del magnate en el poder es un factor revulsivo que está haciendo crujir el conjunto del sistema político y puede volverlo ingobernable. La rebelión sigue en desarrollo, con una radicalización de masas que no se ha visto en sesenta años. Este escenario ha terminado por barrer definitivamente el ensayo bonapartista, intentando armar un régimen de poder personal, con el que arrancó su mandato.
Pero el cambio de mando que se prepara para la Casa Blanca, no resuelve de ninguna manera los problemas de fondo que han llevado a esta rebelión. Estamos en presencia de una decadencia histórica de Estados Unidos, lo cual se ha potenciado con el salto que ha pegado la crisis capitalista mundial y, más aún, luego del estallido de la pandemia. El “América first” de Trump no ha logrado detener en estos cuatro años una disminución del declive en la capacidad de dominación hegemonica de la burguesía norteamericana a nivel global en términos económicos, una pérdida de posiciones militares y un descenso de la pérdida de la autoridad política de su Estado sobre las masas de su país.

Izquierda demócrata

En este contexto, el desarrollo de la izquierda demócrata merece un balance. La victoria de Alexandra Ocasio-Cortez en las primarias de Nueva York contra candidatos con financiamiento millonario de Wall Street, que se extendió a la victoria de otros candidatos izquierdistas para diputados en la zona como Jamaal Bowman, son una muestra de una radicalización de la posición política. Pero la apuesta a meter al movimiento de lucha atrás de los partidos políticos del régimen es un camino de cooptación y colaboración con los opresores. La mejor prueba de eso es que más allá de la participación indudable de los militantes de base de los demócratas socialistas y organizaciones parecidas en la rebelión, esta corriente no tiene estrategia ni iniciativa alguna frente a la rebelión y la enorme crisis nacional de la cuarentena y la depresión. La dedicación exclusiva de su dirección y estructura a las tareas electorales (y alguna presentación parlamentaria) en el contexto de esta conmoción nacional muestra que el arribismo y la integración al Estado son mutuamente excluyentes con la construcción de una organización revolucionaria. La necesidad de miles de militantes de construir una organización política que exprese los intereses sociales de la clase obrera tiene como punto de partida la conformación de un partido independiente. Sólo rompiendo con el régimen político de la burguesía yanqui y sus partidos demócrata y republicano podemos desenvolver una lucha común los oprimidos en Estados Unidos y los que se enfrentan a su dominación imperial en el mundo.

Por cada protesta, una asamblea

Muchos militantes de esta izquierda posibilista vienen insistiendo en que la rebelión “ya ganó”. Y muestran las reformas parciales instituidas o prometidas, los cambios cosméticos o donaciones solidarias dispuestos por organizaciones deportivas o empresas como muestras de que “la rebelión ya tiene sus conquistas”. Esto coincide sospechosamente con la voluntad de desmovilizar y canalizar la oposición a Trump en los candidatos del Partido Demócrata.
La rebelión efectivamente ha obligado al Estado y las clases dominantes a retroceder en miles de aspectos parciales. Y esto muestra la gran fuerza que ha desplegado. Pero las causas de la rebelión en la opresión capitalista, la destrucción de las condiciones de vida de la clase trabajadora y la cuota especial de esta opresión que sufren los negros y otras comunidades de color en la estructura social de Estados Unidos están lejos de ser superadas. El proceso de crisis capitalista reforzará estas tensiones en el futuro, con un gobierno capitalista de cualquier signo. La militarización de las fuerzas policiales y la violencia sobre los trabajadores y los pobres sirven para sostener esta realidad. La política de desmovilización intenta defender este status quo con concesiones simbólicas.
Para lograr una victoria del movimiento, deben replicarse los Seattle y los Ilwu. Asambleas que definan acciones de lucha y programa de las demandas democráticas, sociales y económicas de los explotados en cada pueblo, barrio, lugar de trabajo, sindicato y lugar de estudio. Unificar la lucha de todos los explotados. Derrotar a Trump hoy sin esperar a noviembre. En este camino, los trabajadores y explotados del mundo entero saludamos a la vanguardia de la rebelión, que discute, elabora, actúa y se reagrupa en el curso de la revuelta popular en Estados Unidos.

Guillermo Kane

La penetración evangélica en Cuba

Desde que el papa Juan Pablo II visitara la isla en 1998 hasta la más reciente de Francisco, en 2019, la presencia de la iglesia católica en la vida cubana es ostentosa. Un verdadero abismo con los primeros años de la revolución cuando, con el Che Guevara a la cabeza, la iglesia fue apartada de toda incidencia en la educación y varios eclesiásticos fueron reprimidos y/u obligados a emigrar por su conducta contrarrevolucionaria.
La noticia ahora es que las iglesias evangélicas, como ocurre en toda América Latina, están tocándole los talones a la curia vaticana también en Cuba. Son “especialmente pentecostales y neopentecostales” que pregonan “la “teología de la prosperidad” y la “doctrina de la guerra espiritual”. “En Cuba, la mayoría de las iglesias evangélicas tienen una ´iglesia hermana´ en Estados Unidos, de la cual reciben apoyo financiero. El Cuba Money Project, del periodista Tracey Eaton, publicó una lista de los proyectos relacionados con Cuba que han recibido la mayor cantidad de fondos del gobierno desde que Trump asumió́ el cargo. El Evangelismo Cristiano Humanitario para Cuba ocupa uno de los primeros puestos (USD 1.003.674). El grupo recibió aproximadamente USD 2,3 millones del gobierno de EE. UU. desde 2009 a 2017”. Todo esto lo escribió Ailynn Torres Santana, en dos notas que publicó oncubanews (23 y 24/6), cuyo título es “Pandemonium: a propósito del programa religioso antiderechos cubano”.
Lo más grave es que en Cuba, según explica Torres Santana, estas iglesias estarían en connivencia con sectores de la burocracia, la cual, como a quienes apañan, son partidarios del recorte de derechos a las mujeres y, más en general, de una línea fundamentalista “neoconservadurista antiderechos, tanto religiosos como seculares” (ídem).
Ya en febrero de 2019, cuando el referéndum por la nueva Constitución, la burocracia había cedido a la presión de todas las iglesias y retiró del anteproyecto la legalización del matrimonio igualitario, prometiendo tratarlo en una reforma futura del Código de Familia. Los números de las encuestas previas a favor de esa legalización eran categóricos, pero la burocracia cedió igual. Textual de Torres Santana: “En el proceso se midieron actores diversos (que no hay que entenderlos de una sola pieza): comunidades de fe defensoras de derechos, colectivos LGTBIQ y feministas, organizaciones e instituciones defensoras de derechos, voces estatales democratizadoras, voces estatales conservadoras, ciudadanía conservadora sin adscripción religiosa y comunidades de fe antiderechos. La combinación de los tres últimos actores mencionados definió la pauta”.
Pero eso no es todo. Según informa la periodista, en una nota, “durante las medidas de distanciamiento físico por la pandemia de la COVID-19 la televisión estatal (ha) habilitado” un espacio para “predicar” a estas iglesias; lo que les había sido denegado dos años antes.
Las iglesias están envalentonadas y apuestan abiertamente, dice Torres Santana, a impedir que prospere el matrimonio igualitario en la discusión del proyecto de reforma señalado y van por más. Evangelistas han lanzado una campaña sucia acusando “la supuesta existencia de un colectivo que busca legalizar la pedofilia y reclama silla dentro de la comunidad LGTBIQ”. De modo que “ha vuelto a crisparse” el clima político “a propósito de una publicación que compartió en redes sociales la cantante Danay Suarez – evangélica, con antecedentes de pronunciamientos antiderechos”. Se ha revelado, dice la periodista, “que ese colectivo no existe”, lo cual “ha sido verificado” (ídem).
Es indudable que las iglesias cabalgan sobre un “problema de fondo”: los “programas antiderechos ganan capilaridad en los barrios y territorios offline de una sociedad que ya mostró que los acoge y alimenta. En el mundo online eso también se verifica” (ídem). “El despliegue fundamentalista religioso no se realiza solo a través del cara a cara y puerta a puerta, aunque lo incluye. También se hace a través de redes sociales y plataformas digitales. Una parte de la campaña contra el matrimonio igualitario se hizo en ese registro. Además, realizan desde ´coaching de identidad´ para ayudar a los sujetos a ´reencontrarse con su heterosexualidad´ hasta talleres de youtubers para glorificar a Dios, como el realizado el pasado enero por la Liga Evangélica de Cuba” (ídem).
Lo que resulta ciertamente sorprendente es que los evangelistas no se colocan como enemigos del régimen sino incluso en su defensa. Informa Torres Santana: “En la primera carta firmada por la Iglesia Evangélica Pentecostal «Asambleas de Dios», las convenciones bautistas orientales y occidentales, la Liga Evangélica de Cuba y la Iglesia Metodista de Cuba alegaron que la ´ideología de género´ no tenía ´relación´ alguna con nuestra cultura, nuestras luchas de independencia, (…) con los líderes históricos de la Revolución (ni) con los países comunistas´”.

Norberto Malaj
25/06/2020

Miles de millones de niños castigados por la pandemia




El “gran cierre” persiste mes tras mes. El virus prosigue su marcha por todo el mundo; la enfermedad continúa infectando personas y arrancando vidas. La incertidumbre nos afecta a todos, sin saber si se ha alcanzado el pico de la enfermedad y si el “gran cierre” se levantará pronto y si lo hará lentamente. En lugares como Brasil, India y Estados Unidos, gobiernos irresponsables e incompetentes están ansiosos por abrir todos los sectores para impulsar la actividad económica; no parecen preocuparse por romper la cadena de la infección. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo que quería que las pruebas se ralentizaran, una peligrosa declaración que va en contra de todos los consejos de la Organización Mundial de la Salud. No tiene sentido terminar con el “gran cierre” si la apertura no va a conseguir más que seguir infectando a las personas y evitar un final adecuado de la pandemia.
Hay cifras inmensas de víctimas de este “gran cierre”. Los ingresos se han derrumbado para la mitad de la población mundial, mientras que las tasas del hambre van en aumento. Pero hay otras bajas, otras víctimas, de las que a menudo nos acordamos menos.

Brecha digital

Los padres de todo el mundo se han visto sorprendidos por el cierre de escuelas. Sus hijos han tenido que permanecer en casa, experimentando con diferentes formas de educación en el hogar. Las escuelas han cerrado en 191 países, con al menos 1.500 millones de estudiantes y 63 millones de maestros de primaria y secundaria fuera de las aulas. Donde se dispone ampliamente de Internet, los niños han podido seguir sus estudios a través de plataformas digitales, aunque el carácter de ese aprendizaje pueda ser dudoso. La concentración ha disminuido y la profundidad de la experiencia educativa se ha vuelto superficial.
Donde no se dispone de Internet, los niños no han podido continuar con sus estudios. Un estudio de UNICEF de 2017 mostraba que el 29% de los jóvenes en todo el mundo no disponen de conexión con Internet; en el continente africano, el 60% de los niños no están conectados, en comparación con el 4% de los niños europeos.
Muchos de esos niños pueden conectarse a través de un teléfono haciendo uso de datos celulares que les resultan muy costosos; no tienen ordenador ni conexiones inalámbricas a Internet en el hogar. Un estudio reciente de la UNESCO descubrió que la mitad de los niños que no están en un aula, es decir, 830 millones de estudiantes, no tienen acceso a un ordenador; más del 40% de los niños no tienen Internet en casa. En África subsahariana, casi el 90% de los estudiantes no tienen ordenador en casa y el 82% no puede conectarse a través de banda ancha. La brecha digital es real y continúa impactando en las oportunidades educativas de los niños durante esta pandemia.
No está nada claro que estos niños puedan regresar a la escuela pronto. Se están estudiando formas creativas para continuar el aprendizaje a distancia, como el uso de estaciones de radio y canales de televisión comunitarios. Pero no ha habido voluntad de imponer un mandato para una programación educativa en canales privados de televisión y emisoras de radio.

Violencia

En junio, la OMS, junto con otras agencias de la ONU, lanzó un estudio trascendental: «Informe Global sobre la Prevención de la Violencia contra los Niños 2020». Lamentablemente, este estudio, como la mayor parte de las informaciones sobre la situación de los niños en nuestro tiempo, no ha recibido prácticamente la cobertura de los medios.
Los datos sobre la violencia contra los niños antes del gran confinamiento son impactantes. Uno de cada dos niños de 2 a 17 años sufre cada año alguna forma de violencia. Un tercio de los estudiantes entre las edades de 11 y 15 años fueron intimidados por sus compañeros durante el último mes, mientras que aproximadamente 120 millones de niñas han sufrido algún abuso sexual antes de los 20 años (es importante tener en cuenta que no hay números globales sobre las tasas de violencia sexual contra los niños). El informe ofrece la primera cifra mundial de homicidios en niños menores de 18 años; en 2017: 40.000 niños fueron víctimas de homicidio. Existen leyes en el 88% de los países del mundo que prohíben todas estas atrocidades; sin embargo, las tasas de información son bajas, y en al menos el 47% de los países, esas leyes se aplican de forma miserable.
El estudio de la OMS dice que las tasas de violencia contra los niños han aumentado durante la pandemia y que tal violencia “va a tener, probablemente, consecuencias negativas duraderas». En muchos países, como Estados Unidos, hay una disminución en la notificación de casos de abuso infantil a los servicios de protección infantil. Esto, argumentan los autores del estudio, se debe a que los “proveedores esenciales de servicios comunitarios, como los maestros, trabajadores sociales, enfermeras, médicos, que en circunstancias normales reconocerían los signos de abuso, ya no tienen contacto directo con los niños y, por lo tanto, no pueden denunciar las sospechas de abuso”. En el Reino Unido, las llamadas a la Sociedad Nacional para la Prevención de la Crueldad contra los Niños han aumentado en un 20%.
Las restricciones al movimiento, desempleo, aislamiento, hacinamiento y otros factores, señala el informe, “han aumentado los niveles de estrés y ansiedad en padres, cuidadores e hijos”. Para aquellos hogares donde la violencia familiar es ya un problema, es un escenario de pesadilla. “Las medidas para quedarse en casa han limitado las fuentes habituales de apoyo para familias e individuos, ya sean amigos, familiares o profesionales, erosionando aún más su capacidad para hacer frente con éxito a las crisis y nuevas rutinas de la vida cotidiana”. En su artículo en The Atlantic, Ashley Fetters y Olga Khazan dicen que esta es “la peor situación imaginable para la violencia familiar”.

Soluciones

Mientras el “gran cierre” prosiga, no hay buenas soluciones para la brecha digital o la violencia dentro de los hogares. Sin un sector público robusto que invierta en el acceso gratuito y universal a Internet y proporcione un ordenador a cada niño, no habrá un avance real sobre la brecha digital.
Del mismo modo, a menos que los gobiernos transformen sus sistemas de salud pública y sus programas de trabajadores sociales para que puedan tener un contacto frecuente con los hogares de las comunidades, no habrá una forma real de identificar casos de abuso infantil para proteger a los niños.
Ninguna privatización o filantropía puede resolver los problemas de la brecha digital y la violencia contra los niños. Lo que se necesita son programas bien financiados por un Estado descentralizado pero fuerte, con wifi gratuito y oficinas de salud pública y trabajo social en el vecindario. En un mundo posterior a la COVID-19, tales demandas políticas deberían estar en boca de todo el mundo. Es el único enfoque que podrá brindar protección a los niños.

Vijay Prashad

Fuentes: CounterPunch - Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández
Vijay Prashad es historiador y periodista, de origen indio. Ha sido profesor del Trinity College y actualmente es director del Instituto Tricontinental en Delhi. Es autor de numerosas obras, entre ellas: The Darker Nations: A People’s History of the Third World and The Poorer Nations: A Possible History of the Global South, No Free Left: The Futures of Indian Communism (New Delhi, LeftWord, 2015) y Red Star Over the Third World (LeftWord, 2017).

jueves, 25 de junio de 2020

América Latina, el nuevo epicentro de la pandemia




Latinoamérica se ha transformado en el nuevo epicentro de la pandemia de coronavirus. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), son más de 1,6 millones los casos reportados hasta el momento, y se prevé un rápido ascenso en la curva de contagios. Cuatro ejemplos claros de este panorama lo constituyen Brasil, México, Perú y Chile, que se encuentran entre los 15 países con más cantidad de afectados en el mundo. La bancarrota sanitaria tiene lugar junto con un crecimiento vertiginoso de la pobreza: el Programa Mundial de Alimentos (PMA), un organismo ligado a la ONU, aseguró que alrededor de 14 millones de personas en la región están sufriendo hambre como producto del impacto del coronavirus y la debacle económica, en un escenario que ya se caracterizaba anteriormente por una tendencia creciente a la miseria social. Uno de los sectores más perjudicados por el parate económico, naturalmente, es el de los trabajadores informales, que componen hasta un 60% de la fuerza de trabajo en América Latina. Asimismo, la pandemia ha servido como coartada de un gigantesco ataque a las condiciones de trabajo, con despidos, suspensiones masivas, flexibilización laboral y recortes de salarios.
Notablemente, los gobiernos regionales han procedido -al calor de los reclamos de las cámaras empresarias- a la flexibilización de las cuarentenas en el momento en que la enfermedad se ha vuelto más explosiva. Si bien hay diferencias en el impacto de la crisis en cada país y en las políticas adoptadas, que oscilan entre planteos negacionistas como el de Bolsonaro y cuarentenas más o menos flexibles, los distintos gobiernos han sido incapaces de contener la estampida pandémica. Esta incapacidad está en la base también de los giros de aquellos gobiernos que se vieron obligados a reimponer medidas de aislamiento tras abandonarlas prematuramente, como ocurrió en la capital chilena.

Se desmadra la crisis sanitaria

Con un millón de casos totales, Brasil es en este momento el segundo país del mundo más afectado por la pandemia, colocándose solo detrás de Estados Unidos. El sistema de salud se encuentra rebasado y se repiten en todo el país las imágenes de tumbas improvisadas por la gran cantidad de decesos. Esta situación es en buena medida el corolario de una flexibilización sistemática de la cuarentena por parte de los gobiernos estaduales (en San Pablo un 75% de las empresas se hallan funcionando) y del negacionismo del presidente Jair Bolsonaro.
En Chile, el desborde del sistema de salud provocado por el Covid-19 ha forzado, por la manipulación de los datos concernientes a la pandemia, la salida del ministro de salud Jaime Mañalich, lo que es también una expresión de la crisis política en la que se encuentra sumido el gobierno chileno. La política de Sebastián Piñera ha llevado a Chile a un cuadro dramático con 240 mil casos y más de 7 mil muertes, llegando a nuevos récords a diario, a pesar de tratarse de subestimaciones por la escasez de testeos realizados.
Rozando los 50.000 infectados y con 4.156 defunciones al 21 de junio, Ecuador atraviesa la embestida de la pandemia con un desplome de su sistema sanitario por falta de presupuesto e insumos. Sin embargo, Lenín Moreno avanza hacia un desconfinamiento, mientras profundiza su política antiobrera (recientemente el parlamento ecuatoriano votó una reforma laboral encubierta) y da luz verde, acuerdo mediante, a las Fuerzas Armadas para reprimir la protesta social.
Bolivia ha sido noticia por el impacto que generaron las imágenes de infectados muriendo en las calles, fruto del vaciamiento del sistema de salud y la precarización de las condiciones de vida. A esta situación, el gobierno de facto presidido por Jeanine Añez, solo ha respondido con una fuerte presencia militar en las calles con el fin de intentar contener posibles estallidos sociales en el marco de un alza de la pobreza y de ataques hacia las masas. Bolivia contabilizaba 22.500 casos al 21/6 sobre una población de 11 millones.
México, cuyo presidente, Andrés Manuel López Obrador, debutó en esta crisis con un discurso negacionista sobre el virus, en el que finalmente debió recular para dar paso a una cuarentena, está atravesado por una formidable catástrofe social y sanitaria y por un aumento en el número de casos diarios. Hoy México suma más de 20 mil muertes. A partir de junio, el gobierno ha impulsado una “nueva normalidad” que ya dio paso a la reapertura de sectores como el automotriz, la construcción y la minería.
Detrás de Brasil y superando incluso a Italia, Perú es el segundo país de América Latina más afectado, alcanzando los 248 mil contagios al 21/6. El gobierno de Martín Vizcarra fue enfrentado por varias protestas encabezadas por trabajadores de la salud, que desenmascararon su política ajustadora caracterizada por no entregar los EPP (equipos de protección personal) necesarios y que lo convierte en responsable por la muerte de más de 30 médicos y enfermeras (ha muerto más de un médico por día). Mientras tanto, Vizcarra discute la apertura de grandes centros comerciales para el día 22 de junio, sumando más leña al fuego encendido por la continuidad de la actividad minera y otros sectores no esenciales.
Colombia es otro de los países amenazados por la pandemia. El último viernes alcanzó un nuevo récord de contagios diarios que contabilizó 95 muertos. Las medidas emprendidas por el gobierno de Iván Duque para paliar los efectos de la crisis parecen ir en el sentido contrario a las que realmente se necesitan para hacer cara a la situación: busca reactivar la economía con medidas favorables al consumo, pero sin medidas sanitarias, lo que está llevando a aglomeraciones en los centros comerciales.
Sobrepasando los 42 mil casos al 21/6, Argentina padece el crecimiento del coronavirus con un sistema sanitario precario que podría colapsar en las próximas semanas. Este escenario se da en medio de la flexibilización de la cuarentena por parte de Alberto Fernández y los gobiernos de la Capital Federal y la provincia de Buenos Aires, los dos distritos más afectados. Solo en la provincia de Buenos Aires, cuya fragilidad enciende todas las alarmas, funciona el 85% de la industria. En la Capital, se reabrieron todo tipo de comercios.
La pandemia ha sido usada también por los gobiernos como un pretexto para un reforzamiento del aparato represivo (incluyendo en algunos casos el despliegue de las Fuerzas Armadas), con sus efectivos cometiendo todo tipo de atropellos contra la población oprimida.

Las masas

Al calor de la pandemia, las masas han llevado a cabo diversas acciones de lucha.
Los trabajadores de la salud, en la primera fila del combate del Covid-19, han protagonizado conflictos en reclamo de insumos y equipos de protección (Argentina, Brasil, Perú, Honduras y México, entre otros).
Al mismo tiempo, se han dado conflictos en defensa del pago íntegro de los salarios y contra las suspensiones y despidos (por ejemplo, en Argentina y Brasil).
Y también han tenido lugar, por parte de los sectores más empobrecidos, manifestaciones en reclamo de asistencia alimentaria y de las condiciones materiales mínimas para poder sobrellevar el aislamiento (Argentina, Chile, Colombia, Panamá y Honduras, entre otros).
La tarea que se desprende de estos procesos es desarrollar un programa frente a la pandemia que incluya la centralización del sistema de salud, el no pago de la deuda externa, la prohibición de despidos y suspensiones, el pago íntegro de los salarios, y un seguro económico al parado. Y unir ese programa a la lucha por el desarrollo de una salida política de los trabajadores, en oposición a las tan mentadas “unidades nacionales” que pregonan los gobiernos en la “lucha contra el virus”, cuyo propósito no es más que desactivar la lucha de clases y entrampar a los trabajadores detrás de variantes capitalistas. Vamos por ello.

Nazareno Kotzev

martes, 23 de junio de 2020

Tropas médicas cubanas


Los emigrados y el futuro de Cuba

Si analizamos la ruta crítica de la política cubana hacia la emigración a partir del triunfo de la Revolución, podemos distinguir dos etapas, determinadas por momentos en que se producen cambios cualitativos relevantes en sus objetivos y su conducción. La interrogante actual es si el país está abocado a la necesidad de emprender una nueva etapa en este proceso y en qué consistiría la misma.
La primera etapa, que pudiéramos enmarcar entre los años 1960 y 1978, estuvo orientada hacia una política de rechazo a la emigración y la ruptura absoluta con los emigrados. Fue el momento en que emigraron mayormente personas cuyos intereses, cultura y origen de clase determinaban un conflicto con el proceso revolucionario. Bajo el auspicio del gobierno de Estados Unidos, estas personas convirtieron a la emigración en la base social de la contrarrevolución. Fue el origen del llamado “exilio histórico”.
En la medida en que emigrar fue identificado como un acto de “traición a la patria”, se aplicaron medidas muy duras contra los emigrados, que incluyó el decomiso de sus bienes y la prohibición de regresar al país. Era un pecado que un revolucionario mantuviese relaciones con estos “gusanos” o “vende patrias”, aunque fuesen familiares muy cercanos.
Aunque mirado atrás pudiera parecer excesivo, el momento estuvo marcado por la radicalidad, por el respaldo de una buena parte de la población cubana, el distanciamiento de muchos emigrados —familias completas— con el resto de la población, así como por el rápido desarrollo de una cultura distinta en el país. La mayoría de estos emigrados se vanagloriaba de representar a “la Cuba que se fue” e intentó reproducirla en Miami. Los sentimientos de confrontación y odio fueron mutuos y todavía son un lastre histórico para el vínculo entre ciertos sectores.
El “diálogo con figuras representativas de la comunidad cubana en el exterior”, celebrado en 1978 a instancias del gobierno cubano, fue un punto de inflexión de esta política y marcó el inicio de una segunda etapa, caracterizada por el reinicio de los contactos y cierta voluntad de diálogo con los emigrados. En ese momento, se adoptó la decisión de permitir las visitas al país, suspendidas por ambos gobiernos hacía casi dos décadas, y se desarrollaron intercambios, más o menos intensos, en otras esferas de la vida nacional, especialmente en el seno de las familias.
Vale señalar que no fue una política condicionada por factores objetivos que la hicieran urgente. Ni siquiera vino a satisfacer un reclamo popular. Por el contrario, la nueva política generó la oposición de amplios sectores de la sociedad cubana, especialmente de muchos revolucionarios, que la concibieron como una concesión al enemigo. Más bien respondió a un sentido de consolidación del proceso revolucionario, determinado por la erradicación de la contrarrevolución interna, una mejor situación económica, el auge de la política exterior de Cuba y un buen momento en las relaciones con Estados Unidos.
Claro está que, al eliminar un tema de conflicto y tratar de neutralizar a la extrema derecha, entre los objetivos de la nueva política estaba facilitar el proceso de mejoramiento de las relaciones promovido por el gobierno de Jimmy Carter, pero Cuba insistió en que se trataba de un asunto entre cubanos y así fue. De esta manera, el gobierno cubano incorporaba un sentido nacionalista al proceso, enfatizado por el propio Fidel Castro, que catalogó las miras del diálogo como un paso que se sobreponía al conflicto clasista y al apoyo a la Revolución. De hecho, fue esta visión estratégica la que salvó al proceso de los reveses y retrocesos que tendría por delante.
El primer gran trauma fue la oleada del Mariel en 1980. Mucho se ha escrito sobre este momento y aún quedan estigmas respecto a la composición de estas personas, que no se justifican ante la evidencia histórica. En cualquier caso, lo que interesa recalcar es que el Mariel constituyó la primera señal de que la emigración había devenido un fenómeno endógeno del socialismo en Cuba. Ya las causas no podían ser referidas al pasado y estadísticamente ningún otro grupo de migrantes se ha parecido más a la sociedad cubana que los marielitos.
La secuela del Mariel fueron los acuerdos migratorios de 1984, auspiciados por Estados Unidos, ante el temor de nuevas oleadas de migrantes incontrolados procedentes de Cuba. No obstante, las características de estos acuerdos, su restrictiva aplicación por parte del gobierno norteamericano y la política encaminada a promover el caos social en Cuba, una vez que se produjo la caída del campo socialista europeo, estimularon la explosión migratoria que dio lugar a la llamada crisis de los balseros en 1994.
Fue una respuesta a la crisis económica que vivía el país, considerada la más brutal de la historia de Cuba. Una de sus consecuencias fue cambiar de manera definitiva la percepción de la sociedad cubana respecto al tema de la emigración y las relaciones con los emigrados. No podía ser repudiado el que emigraba para escapar de la crisis y ayudar a su familia. A partir de ese momento, el fenómeno migratorio abarcará a todo el tejido social cubano y un nuevo tipo de emigrado, vinculado estrechamente al país por razones filiales y culturales, fue a integrar las filas de la emigración.
Los acuerdos migratorios de 1994, de nuevo resultantes de una crisis migratoria con Estados Unidos, permitieron cierta normalización del flujo migratorio, a pesar de que la política norteamericana continuó permitiendo, en alguna medida, la práctica de emigrar por vías ilegales. Aunque criterios económicos estuvieron presentes en la implementación de la política hacia la emigración desde 1978, este aspecto no tenía la importancia que comenzará a desempeñar a partir de este momento, dada la situación económica del país.
A pesar de limitaciones e interrupciones determinadas por la tensión existente entre los dos países, en lo fundamental, la política establecida en 1978 no cambió el objetivo estratégico de mantener el contacto con los emigrados y mantuvo una continuidad en su aplicación que propició la reforma migratoria de 2013.
El discurso oficial la justificó a partir de los cambios sociales ocurridos en la emigración y el deterioro de las posiciones contrarrevolucionarias en sus filas. Sin embargo, se obvió mencionar los cambios también ocurridos en la sociedad cubana y el reclamo mayoritario de la población respecto a estas reformas, las cuales, efectivamente fueron muy abarcadoras e implicaron la solución, aunque parcial en algunos casos, de buena parte de los problemas más acuciantes de la política migratoria hasta ese momento.
La reforma terminó con el trámite del permiso de salida, considerado una restricción de los derechos ciudadanos. Eliminó además la práctica del decomiso de bienes a los que decidían abandonar el país, equiparó en derechos a los nuevos emigrados con el resto de la sociedad cubana, restringió el concepto de emigrado definitivo a los que no actualizaran su situación después de cumplir dos años fuera del país, y facilitó la emigración circular, así como el retorno de los que habían emigrado antes de 2013. También implicó un mejor tratamiento a los emigrados, que se hizo notar en la labor de los consulados y el discurso político oficial.
Adoptada no sin cierto retraso, esta reforma fue la respuesta a una realidad que ya resultaba evidente y continuaba agravándose, a saber, la emigración se había convertido en un problema endémico para la sociedad cubana, con costos a la larga insostenibles para la nación, si no se tomaban las medidas necesarias para atenuarlos.
Actualmente, la mayoría de los que emigran son personas laboralmente activas, con altos niveles de preparación. Esto tiene un tremendo impacto en la economía, pero también en el balance demográfico y el ritmo de crecimiento de la población. Tal realidad impacta en la estabilidad social, incluso a escala familiar, y tiene repercusiones políticas, relacionadas con la insatisfacción de las expectativas de vida de los individuos, sobre todo de los jóvenes.
Cuba, por las propias virtudes del sistema, produce un capital humano que el mercado laboral nacional no está en capacidad de satisfacer a plenitud y ello la convierte en una fábrica de potenciales migrantes, los cuales son bien recibidos en la mayor parte del mundo, incluyendo a Estados Unidos, a pesar de las limitaciones impuestas por el gobierno de Donald Trump. Por otra parte, la cultura de la globalización favorece la tendencia a emigrar de la juventud cubana, igual que ocurre en otras partes del mundo.
La solución definitiva estaría en un desarrollo económico que no está a la vuelta de la esquina, tampoco es viable pensar en restringir la calidad del capital humano, consustancial al socialismo, o emprender acciones coercitivas contra la emigración. No basta con una política encaminada al intercambio con los emigrados, como ocurre actualmente, sino que se necesita integrarlos orgánicamente a la vida nacional y aprovechar su posible contribución al desarrollo de la nación.
En esto consistiría el inicio de una nueva etapa en la política cubana hacia la emigración, que requeriría establecer un marco jurídico donde estuviesen claramente definidos los derechos y deberes de los emigrados; los beneficios mutuos que se obtendrían de su participación en la economía del país; la plena integración de emigrados en actividades científicas, culturales y deportivas; el acceso a los beneficios sociales; normas para la participación política, así como la promoción de una cultura de la inclusión que facilite este proceso.
Tal decisión no sería extraña a las transformaciones en marcha y abarcaría aspectos relacionados tanto con la política doméstica, como las relaciones exteriores de Cuba, especialmente respecto a Estados Unidos. También tendría repercusiones políticas, algunas indeseadas, como siempre ocurre, pero un mal menor, si se compara con el proyecto de nación que implicaría contar con los emigrados y sus descendientes para construir el futuro de Cuba.

Jesús Arboleya

lunes, 22 de junio de 2020

Trump, ¿el nuevo abanderado de las reformas policiales?




En un bandazo, el presidente yanqui decretó varias de las propuestas parlamentarias de la oposición demócrata

La rebelión en Estados Unidos se está acercando a un mes de desarrollo sin que sus clases dominantes logren recuperar el control de la situación.

La represión ha sido cruenta, con once muertos confirmados, cientos de heridos y casi 10 mil arrestados en el mes a lo largo del país. El reciente asesinato de Rayshard Brooks en Atlanta volvió a hacer recrudecer los choques. En el sur de California se producen manifestaciones exigiendo el esclarecimiento de las muertes de dos trabajadores negros que han aparecido muertos, colgando de árboles en ciudades de la zona. En Seattle se mantiene la zona de seis manzanas controladas por manifestantes alrededor de la jefatura policial.
La rebelión ha hecho indisimulable la realidad de la violencia policial, así como la orientación racista y de opresión de clase que ésta tiene. Un promedio de mil civiles son asesinados cada año por la policía. El asesinato policial es la sexta causa de muerte más común de jóvenes negros. Casi la totalidad de los asesinados están bajo la línea de la pobreza.
La policía yanqui efectúa 10 millones de arrestos anuales. Es, por lejos, el país con una mayor parte de su población encarcelada. La cantidad de presos se ha quintuplicado desde los años ’70, marcando una enorme militarización de la sociedad, dirigida casi exclusivamente a la clase trabajadora. Los negros son los más condenados por crímenes comunes y reciben condenas más largas, lo cual los lleva a componer un tercio de la población carcelaria, mientras son un 13% de la población general.
La impunidad también es enorme. Según datos de mappingpoliceviolence.org, de 7.663 casos de civiles muertos por fuerzas policiales en Estados Unidos entre 2013-2019, solo en 95 casos hubo juicios y en 48 casos, condenas. Los sindicatos policiales son un enorme entramado de influencia política y económica, que ha operado sistemáticamente para defender estas condiciones de impunidad.
Es contra este enorme complejo que está dirigida la revuelta. La expresión local del aparato de dominación imperialista que patrulla el mundo entero.

¿Trump reformador?

Trump ha constatado que el enfrentamiento directo de la rebelión lo había llevado al aislamiento extremo. Luego de su desautorización por el Pentágono, el ex presidente George W. Bush ha rechazado apoyar a Trump en noviembre y el ex candidato Mitt Romney ha marchado en su estado con las banderas de Black Lives Matter. Enfrentado a esta situación, ha decidido operar un cambio de ángulo que parte de su gabinete venía promoviendo.
Una semana después de que el bloque demócrata en el Congreso presentara un moderado paquete de reformas policiales para tratar de usufructuar el movimiento en términos electorales y, al mismo tiempo, demarcarse de las demandas que el movimiento efectivamente plantea, Trump decidió emitir un decreto tomando varios de los puntos propuestos por sus opositores, primereando el debate en el Congreso.
El decreto dispone limitar el envío de fondos federales a departamentos locales que no prohíban el chokehold (estrangulamiento), a no ser que el oficial declare que su vida está en peligro; que den entrenamiento en tácticas de resolver conflictos de manera no violenta. Crea también un registro de policías violentos. El retaceo condicionado de fondos fue la propuesta con la que el candidato demócrata Joe Biden viene paseando por los medios y el registro fue propuesto por la senadora Kamala Harris, a quien muchos mencionan como su candidata a vice. El decreto también propone la creación de equipos interdisciplinarios para responder a casos donde las denuncias estén vinculadas con problemas de salud mental, drogadicción y gente sin techo, otra propuesta que los reformadores “progresistas” vienen planteando estos días.
El proyecto demócrata contiene algunos puntos más. Al igual que el proyecto parlamentario republicano, plantea la portación obligatoria de cámaras durante los procedimientos policiales. Restringe el uso de allanamientos forzosos (como el que se usó en la operación donde se asesinó a Breonna Taylor). Restringe, pero no anula, la entrega de armamento militar a las fuerzas, que funcionó bajo Obama y adquirió proporciones enormes con Trump. Propone modificar la base para una condena por abusos policiales a los casos donde deben ser procesados los oficiales que violan derechos constitucionales a “sabiendas”, sino los que lo hacen por “desprecio temerario”. Modifica, pero no anula, las condiciones de la inmunidad calificada, una doctrina legal que protege a los oficiales policiales de ser llevados a juicio por sus actos en el desempeño de sus tareas. Sin embargo, los republicanos han declarado a este punto como inaceptable. La Corte Suprema votó contra revisar esta doctrina en sus fallos en una reunión esta semana.
Biden no sólo se ha opuesto al planteo de desfinanciamiento, sino que propone un incremento de 300 millones de dólares al presupuesto policial. De hecho, en el debate presupuestario que se viene en las semanas siguientes, es el Partido Demócrata el que defenderá el presupuesto policial y la posibilidad de incrementarlo, frente a planteos de recortes fiscales en esta y otras áreas que traerán los republicanos.
Trump se ha apoyado en el compromiso extremo del establishment demócrata con el sistema represivo para mostrar que está dispuesto a emitir reformas muy parecidas a las que ellos proponen. Trump no se ha transformado en un reformador, sino que comparte con sus opositores la defensa del status quo, de la capacidad represiva del Estado y de limitar las reformas al nivel más cosmético posible.
El impacto de la rebelión también ha llevado a una multitud de disposiciones locales de orden diverso. Desde condenas por “estrangulamiento agravado”; a la creación de oficinas de investigación sobre muertes a manos de la policía; requerimientos a las cortes a que publiquen datos raciales y demográficos sobre sus condenados por crímenes menores; el requerimiento de uso de cámaras por los policías; publicar los legajos disciplinarios de la policía; la prohibición de contratar policías con historias de faltas previas; reducciones presupuestarias a las policías locales, con un compromiso de girar esos fondos para proyectos en comunidades pobres o de color; la prohibición del uso de gas lacrimógeno; contratar equipos profesionales no armados para atender denuncias que no impliquen peligro inmediato.
El caso más extremo es el anuncio de que la mayoría del Concejo Municipal de Minneapolis dice haber resuelto la disolución del departamento policial, que sigue funcionando, mientras se ha dado un año de transición para discutir cómo debe ser reemplazada.

Desfinanciar, abolir

Existe una enorme confusión en los medios de comunicación, generada intencionalmente, alrededor del alcance de las consignas que se levantan en el movimiento. El reclamo de abolición de la policía y las prisiones ha querido ser reemplazado por el planteo de desfinanciar, sostenido por la izquierda de los demócratas y parte del movimiento de lucha que, a su vez, pretende ser reemplazado por la dirección de su partido por “invertir mejor en seguridad”.
La senadora Kamala Harris ha dicho que apoya el desfinanciamiento, en tanto se entienda como redirigir fondos a otros programas que mejoren la seguridad. La “demócrata socialista” Ilhan Omar ha dicho que el “cáncer” del departamento policial de Minneapolis debe ser reemplazado por “otra fuerza de seguridad”. El pope progresista, Bernie Sanders, ha rechazado cualquier desfinanciamiento, manteniendo su reclamo de una mejora en los salarios policiales.
Entre quienes reclaman la abolición de la institución policial existe también una diversidad. Algunos son sólo reformadores que buscan una expresión radicalizada. Christy Lopez, profesora de Derecho citada por el sitio Vox.com, en una encuesta a distintos referentes abolicionistas, ve compatibles las reformas parciales y un planteo de abolición que “resetée la seguridad pública”, porque “la policía tiene demasiadas tareas”. Otra citada, Jenn Jackson, de Ciencias Políticas de la Universidad de Syracuse, rechazaba el camino de reformas policiales, mostrando que han dado lugar a un fracaso tras otro.
Las visiones más de fondo están ligadas a establecer un control directo de la seguridad de parte de las comunidades oprimidas. Esta perspectiva tiene como precondición derrotar al Estado imperialista, que ha desarrollado este enorme aparato represivo para ejercer su autoridad dentro y fuera del país.
Frank Chapman, de la National Alliance Against Racist and Political Repression, caracteriza que hay una rebelión popular con dirección negra en el país y que “hasta que las comunidades negra y de color no controlen la policía, nos van a seguir asesinando impunemente”. Otro planteo de fondo es el de Max Rameau, de Pan African Community Action, que defiende un planteo de supervisión comunitaria de las fuerzas de seguridad, diciendo que “los jóvenes están imaginando un mundo donde estas tremendas instituciones del imperialismo y el Estado policial hayan desparecido” (ambos en el sitio Black Agenda Report).
Existe una vanguardia que está denunciando los intentos de diluir la rebelión. El proyecto bonapartista de Trump implica el desarrollo de un Estado policial. Hay que derrotarlo ahora, y no esperar a noviembre. La militarización de la sociedad es un producto del derrumbe de todo un régimen político y social en el marco de la decadencia histórica capitalista. Para derrotarla, el movimiento necesitará discutir un programa que plantee una salida para todo el desastre social y económico que se impone contra la población y una reorganización integral del país sobre nuevas bases sociales.
En este marco, la investigación y condena de los responsables policiales, políticos y judiciales de los miles de crímenes policiales perpetuados en el país son el punto de de partida para avanzar en el debate necesario de cómo las comunidades pueden manejar su seguridad sin opresión ni violencia. Esto requiere del desmantelamiento del aparato represivo. Es urgente tomar el impulso de la rebelión para exigir la inmediata libertad de los 54 presos políticos en cautiverio hace décadas, como Mumia Abu Jamal y Leonard Peltier.
¡Viva la rebelión popular contra la potencia imperialista de Estados Unidos!

Guillermo Kane

sábado, 20 de junio de 2020

El tiro en el pie de Donald Trump




2020: Cuba, con turismo cero por la pandemia, sufre un fuerte desabastecimiento. ¿Qué ha hecho Trump? Aprobar nuevas sanciones para detener el turismo, la inversión extranjera y las remesas.

Sempiterno Caliban.




Con varias iniciativas difundidas en plataformas digitales, Casa de las Américas conmemora el natalicio de quien fuera su director y destacado intelectual cubano

“Nosotros, los sobrevivientes, / ¿A quiénes debemos la sobrevida? / ¿Quién se murió por mí en la ergástula? / ¿Quién recibió la bala mía / la para mí, en su corazón?”, escribiría Fernández Retamar (1930-2019) en El otro, poema que vio la luz en un momento crucial de nuestras luchas –el 1º de enero de 1959– y en cuyos versos ya se revelaba la responsabilidad ética y política que asumiría el creador a lo largo de su existencia.
Entre los agasajos por el aniversario 90 de su nacimiento, se organizó el coloquio El regreso de Caliban: presencia de Roberto Fernández Retamar, difundido por medio de plataformas digitales, dada las condiciones generadas por la emergencia sanitaria. Y desde el 9 junio la biblioteca de Casa de las Américas, cuyos fondos bibliográficos se incrementaron con los libros que pertenecieron al escritor, lleva su nombre.
Profesor universitario, traductor, poeta, crítico, ensayista y diplomático, a Retamar se le reconoce como uno de los intelectuales más influyentes y notables de Latinoamérica y el Caribe. Su obra ha sido traducida a múltiples idiomas y publicada en diversas naciones de casi todos los continentes. Por su trascendencia, ha sido acreedor de diversos lauros y reconocimientos en la arena nacional e internacional.
Con apenas 22 años, en 1952, ya había conquistado el Premio Nacional de Poesía, incluso antes de egresar como doctor en Filosofía y Letras, por la casa de altos estudios habanera. En esa década se vinculó con la pléyade de escritores que integraron la revista Orígenes. Desde muy joven también devino conferenciante acucioso en prestigiosas universidades de México, Estados Unidos, además de la cubana, actividad que continuó durante su trayectoria creadora en centros académicos de Europa del Este.
Durante los primeros años del proceso revolucionario fue consejero cultural de Cuba en París, y poco tiempo después, delegado en la 11ª Conferencia General de la Unesco. En 1965 comenzó a dirigir la revista Casa de las Américas, pionera de su tipo en la región y órgano oficial de la acreditada institución cultural que él rigió desde 1986 hasta su deceso, el 20 de julio de 2019. A la publicación dedicó gran esfuerzo, sapiencia, y la convirtió en una de las más sobresalientes de las letras hispánicas.

Sempiterno Caliban.

Considerado por su entrañable amigo, el poeta Mario Benedetti, como “una de las personalidades más dinámicas e irradiantes de la Cuba revolucionaria”, concibió una obra en la que la ideología y los enfoques políticos anduvieron siempre enlazados a la fuerza y el rigor literarios.
Ilustrativo de esta afirmación es su audaz, visionario y desafiante ensayo Caliban. Apuntes sobre la cultura de nuestra América (1971), hasta hoy uno de los más sobresalientes textos de la literatura hispanoamericana del siglo XX. Asimismo, asumió esa concepción lírica, integrada orgánicamente a la perspectiva social, política e ideológica de entender la realidad de nuestros pueblos, la antología poética Con las mismas manos (1962).
Constantes y profundas fueron sus indagaciones en torno a la figura de José Martí. Y en 1977 fundó y dirigió el Centro de Estudios Martianos y su Anuario. Anticolonialista y antiimperialista impenitente, Roberto Fernández Retamar no solo absorbió la savia del Apóstol, además se impregnó del ideario de Ho Chi Min, Lenin, Fidel Castro, Ernesto Guevara, Frantz Fanon, entre otros. Consiguió en su peculiar estilo y estética contribuir en la reformulación del pensamiento marxista latinoamericano, apartándolo de dogmatismos y lugares comunes, para analizarlo y comprenderlo como un proyecto viable en el camino hacia un mundo mejor.
Palabras de homenaje divulgadas por el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez en su cuenta de Twitter: “Roberto en sus 90. Hoy le recordamos por su legado poético, por su dimensión humana, por su quehacer revolucionario”.

Roxana Rodriguez Tamayo

Díaz-Canel reitera llamado a reforzar las medidas sanitarias




En La Habana, sobre todo, hay que ser conscientes de que hay una limitación de la movilidad y la capital tiene que mantener las mismas restricciones que cuando empezamos la pandemia, insistió el mandatario

El gobierno cubano evaluó hoy la marcha del proceso de recuperación tras la pandemia de Covid-19 iniciado la víspera en 13 provincias del país y en el municipio especial Isla de la Juventud.
En el encuentro habitual de las autoridades para chequear la situación epidemiológica, el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, reiteró el llamado a reforzar las medidas higiénico-sanitarias en especial el próximo domingo, cuando el país celebrará el Día de los Padres.
En La Habana, sobre todo, hay que ser conscientes de que hay una limitación de la movilidad y la capital tiene que mantener las mismas restricciones que cuando empezamos la pandemia, insistió el mandatario.
Con excepción de La Habana y Matanzas, la mayor parte de la isla comenzó ayer la primera fase para el regreso paulatino a la normalidad, aunque se mantienen aún medidas como el distanciamiento físico y el uso obligatorio de mascarillas faciales o nasobucos.
En la reunión de este viernes, los gobernadores de las provincias Santiago de Cuba, Camagüey y Pinar del Río informaron sobre la implementación de las acciones contempladas en el plan para el retorno gradual a la normalidad.
De acuerdo con los jefes de los gobiernos provinciales, continúan las pesquisas para encontrar posibles enfermos y se exige el cumplimiento de medidas higiénicas a la población a partir del reinicio de las actividades económicas y los servicios.
Además, se refirieron a la existosa venta de reservaciones para el disfrute de instalaciones recreativas en el periodo veraniego.
Aunque Matanzas mejoró en los últimos días los indicadores sanitarios al no reportar casos de Covid-19 en los últimos días, el Ministerio de Salud Pública anunció hoy la existencia de 10 nuevos enfermos, todos residentes en la capital cubana.

Prensa Latina

Transformar mentalidades, razón de su vida




Desde la FMC ha devenido rostro de la mujer cubana en hermosa síntesis de la larga lucha por su emancipación
Vilma Espín.

Por su interés y en homenaje a Vilma en el aniversario 13 de su desaparición física, acercamos de nuevo a nuestros lectores este trabajo publicado el 16 de junio de 2017.

En los días de la lucha guerrillera, en la Sierra Maestra y en el territorio del Segundo Frente Oriental Frank País, quienes compartieron riesgos y combates con ella aseguran que no se inmutaba ante peligro alguno. Fidel, en una de sus Reflexiones, relató cómo “su voz dulce, firme y oportuna, siempre se escuchó con gran respeto en las reuniones del Partido, el Estado y las organizaciones de masas […]. Los deberes revolucionarios y su inmenso trabajo nunca le impidieron cumplir sus responsabilidades como compañera leal y madre de numerosos hijos”.

Según su amiga, la también combatiente Asela de los Santos, en Vilma “sobresalía un sentido muy alto de la justicia, el compromiso con la verdad, su rechazo tajante a la mentira, su alejamiento de lo banal y superficial […]. Transformar mentalidades, modificar costumbres, educar, fue una razón de ser de su vida”.
Por su parte, José Ramón Machado Ventura prefiere recordarla “desafiando el peligro y burlando el acoso enemigo en la ciudad; con el fusil al hombro en las agrestes montañas hasta alcanzar la victoria; labrando el camino hacia el futuro luminoso de la Patria, de la que fue una de sus más consecuentes constructoras”.

Una joven santiaguera

Vilma Lucila Espín Guillois nació en Santiago de Cuba, el 7 de abril de 1930. Graduada de bachiller en Ciencias en 1948, su ingreso a la recién creada Universidad de Oriente marcó el inicio de una etapa decisiva en el afianzamiento y desarrollo de sus ideas políticas, bajo la influencia de algunos profesores, republicanos españoles con un definido pensamiento de izquierda.
Al decir de sus condiscípulas, como le sucediera a Fidel y a muchos de la Generación del Centenario en la casa de altos estudios habanera, la Universidad de Oriente fue el lugar donde Vilma se convirtió en revolucionaria y desde su paso por las aulas de ese centro se distinguió entre la más avanzada juventud combatiente de su época.
Asela de los Santos, quien coincidió durante la enseñanza superior con Vilma en el plantel santiaguero, recuerda que ella era “alegre, le gustaba el ballet, y al mismo tiempo el carnaval. Tenía una voz espléndida; era solista de la coral universitaria. Pero le gustaba también el deporte: era la jefa del grupo de voleibolistas de la universidad. Ella se convirtió en un ejemplo, en un modelo para sus compañeros.
“Nos hicimos muy amigas porque pensábamos igual en muchas cosas. Pensábamos que las personas valían por sus valores, no por la posición económica y social que tuvieran […]. Eso nos unió mucho. Íbamos al cine, salíamos de compras. La posición social de ella le permitía ir a los clubes más selectos, pero ella nunca iba a esas actividades. Le gustaba estudiar; era muy estudiosa. Cogió la carrera de ingeniería porque en el programa había una gran carga de Matemática; disfrutaba resolver problemas”.

Tiempos de revolución

Vilma comenzó a participar en actividades políticas, sobre todo a partir de la instauración de la tiranía batistiana el 10 de marzo de 1952, a la cual se opone desde el primer día. En el libro Contra todo obstáculo, ella califica la asonada batistiana como la gota que colmó la copa, en cuanto a los males de la neocolonia, para su generación y que posiblemente le creó de verdad un espíritu de rebeldía.
En opinión de Asela de los Santos, si el 10 de marzo fue el momento que les hizo despertar la conciencia revolucionaria, el asalto al Cuartel Moncada, en la ciudad donde vivían ambas, marcó el inicio de una etapa intensa de lucha que culminaría con el triunfo de las ideas que defendían. “El 26 de julio fue una carnicería. Solo cinco jóvenes murieron en combate y 56 fueron asesinados. Durante ese día se escuchaba permanentemente el tableteo de las ametralladoras.
“Ese día yo fui para la casa de Vilma. Al principio circulaban informaciones confusas, pero poco a poco comenzó a filtrarse que eran jóvenes de La Habana, dirigidos por el Doctor en Derecho Fidel Castro; se sabía poco de quién era Fidel Castro en Santiago, al menos nosotros no lo sabíamos.
“El 27 nos fuimos para la universidad y de ahí decidimos ir al cuartel. Era lo menos que podíamos hacer frente a tanto crimen: desafiarlo. Entramos por otra posta. Cuando nos preguntaron qué queríamos, les dijimos que queríamos ver a los heridos, pero el guardia no sabía a qué heridos y siguió preguntando para especificar; entonces Vilma le dijo que a los héroes que habían asesinado… El hombre se sorprendió tanto que fue a buscar a un oficial y nosotras salimos de ahí inmediatamente.
“Desde ese día se multiplicó nuestro accionar en la universidad. Tiramos volantes, algunos con versos de Heredia que hablaban de romper las cadenas del tirano, organizamos movilizaciones por fechas históricas. Fue en esas acciones como estudiantes que conocimos a Frank País. Él tuvo la claridad de entender que a Batista no se le tumbaba con manifestaciones, sino que había que prepararse con las armas”.
Se vincularon a Frank desde los tiempos en que este fundó Acción Revolucionaria Oriental (ARO). A partir de entonces Vilma se convirtió en su más estrecha colaboradora. Junto con él y otros compañeros se incorporó, tras la excarcelación de Fidel y los moncadistas, a las filas del Movimiento 26 de Julio, donde integró su Dirección Nacional.
Participante activa en el alzamiento de Santiago de Cuba el 30 de noviembre de 1956, bajo las órdenes directas de Frank, al año siguiente asumió la jefatura del Movimiento 26 de Julio en la entonces provincia de Oriente. Se le ordenó en julio de 1958 incorporarse al Ejército Rebelde y allí devino la legendaria guerrillera del Segundo Frente Oriental Frank País, bajo el mando de Raúl, a la vez que se desempeñaba como eficaz coordinadora de los combatientes clandestinos con la agrupación guerrillera.

El pueblo en el poder

Tras el triunfo revolucionario, Vilma encabezó la unificación del movimiento femenino nacional al fundar la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) el 23 de agosto de 1960. Recuerda Asela: “En realidad ella no había sufrido los prejuicios que existían contra la mujer y las limitaciones de derechos de la época. Yo tampoco. Nuestras familias nos educaron de un modo diferente: respaldando nuestras decisiones, respetándolas. En el proceso de integración de las organizaciones femeninas fue que ella comenzó a entender en toda su magnitud el fenómeno, la necesidad de la emancipación y el papel que desempeñaba la mujer en la Revolución […]. La personalidad de Vilma y el apoyo de Fidel fueron determinantes en la lucha por los derechos de la mujer, en ayudar a comprender que la mujer debía ocupar su lugar en la sociedad”.
Vilma emplazó la batalla por incorporar a las mujeres al trabajo y proporcionarles un protagonismo social y laboral en nuestro país. Y la ganó. Se destinaron puestos preferentes para ellas y con las nuevas políticas en la Educación y la Salud, se abrieron otras opciones para el sector femenino, aparte de cursos de capacitación para que ellas tuvieran acceso a empleos no tradicionales, antaño solo reservados a los hombres.
Como parte de esta batalla, se crearon los círculos infantiles, idea ya esbozada en el acto constitutivo de la FMC. Al año siguiente, el 10 de abril de 1961, el sueño devino realidad con la apertura de los tres primeros, para los hijos de las mujeres trabajadoras. La Federación se encargó de su disposición y cuidados, y también de hacer que surgieran decenas y decenas más.
Según la Presidenta fundadora de la FMC, la concepción del círculo infantil difería mucho de las escasas creches que se heredaron del capitalismo y que ya eran insuficientes cualitativa y cuantitativamente para las necesidades de la Cuba revolucionaria. No se trataba solo de cuidar a los niños, precisaba, sino de su educación y aprendizaje, con métodos modernos que potenciaran sus posibilidades, propiciaran el colectivismo y prepararan a los pequeños para el ingreso a la enseñanza primaria.
Para asumir la colosal tarea se adiestraron más de 4 000 mujeres y se creó la escuela de asistentes y la de directoras, y más tarde la de educadoras, hasta llegar a nuestros días en que contamos con una Licenciatura en Educación Preescolar y un subsistema para esa enseñanza que nos destaca en el mundo.

Paradigma

Vilma integró el Comité Central del Partido en 1965 y resultó elegida miembro suplente del Buró Político (1980) y en el Tercer Congreso, miembro efectivo de esa instancia, responsabilidad que asumió hasta 1991. Diputada a la Asamblea Nacional desde la primera legislatura y miembro del Consejo de Estado, presidió la Comisión Nacional de Prevención y Atención Social, y la Comisión de la Niñez, la Juventud y la igualdad de derechos de la Mujer, de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
Falleció en La Habana el 18 de junio de 2007. Siempre viva y vigente en la memoria de los cubanos, se le recuerda por su enorme capacidad de amor y solidaridad sin límites, ejemplo insuperable de lealtad, firmeza, sacrificio y modestia, por su actitud de intransigencia con lo mal hecho, su sentido de justicia, su defensa de los valores principales que deben caracterizar a los seres humanos. Y ha devenido rostro de la mujer cubana, hermosa síntesis de la larga lucha por su emancipación.

Fuentes consultadas

El libro Contra todo obstáculo, de Vilma Espín, Asela de los Santos y Marta Verónica Álvarez. Testimonios ofrecidos por Asela de los Santos a la periodista Karina Marrón (2015). La reflexión de Fidel Las luchas de Vilma (Cubadebate, 20 de junio de 2007). La compilación Una revolución que comienza (Editorial Oriente). Los textos periodísticos titulados Vilma Espín, de los sitios web Cuba Socialista y Radio Santa Cruz, y Vilma es vida, a cinco años de su adiós, de Raquel Marrero en el portal Cubahora.

Pedro Antonio García

miércoles, 17 de junio de 2020

Sartre, intelectual europeo y del Tercer mundo




La obra y la época del filósofo más importante del siglo XX.

¿Trueque?

Si de modernidad se trata, tanto para Marx como para Keynes, las ideas de una economía basada en el trueque carecen de sentido. Y es porque la satisfacción de necesidades a través del inter)cambio en sociedad es mediada por el dinero.
La cotidianidad del individuo exige tener un valor equivalente a lo que necesita en términos de dinero y no en términos de cualquier otra mercancía. Solo poseer lo segundo es, desde el punto de vista táctico, la antesala lógica de la conformación de relaciones dinerarias.
Por otro lado, para el Marx que escribió los Grundrisse, la producción se forma por los momentos producción, distribución, cambio y consumo. De ellos, la distribución, determinada por leyes sociales, dicta cuánto corresponde a los factores que intervienen en la producción. Por su parte, es en el cambio donde el individuo determina la producción específica equivalente a la que le asignaron en la distribución, de la cual se va a apropiar.
Dicho cambio está sujeto, por un lado, a las leyes sociales (que dicen la cuantía), y por el otro, a leyes individuales (que determinan lo específico, la cuantía/cantidad específica de la compra). Es decir, hay un momento del movimiento sistémico de una economía (el cambio, la compra) que depende de las particularidades, subjetividades, gustos, modas, deseos, pasiones, costumbres, de las personas que intervienen en la economía. La sustitución de esas leyes individuales, que actúan en el consumo personal e individual (mediado por el cambio de manera directa), lo subordinan a la contingentación social. El proceso de subjetivación del hombre es empujado, aún más, a enajenarse. En pocas palabras, el paso inevitable para realizarse como sujeto de la producción se borra.
El consumo, espacio mínimo, donde la necesidad da la sensación de libertad, es algo pretendidamente impuesto. Cuando dicho momento individual desaparece, se comienzan a gestar las condiciones para el trueque (a mayor o menor escala). Pero la asignación social, estandarizada, impuesta, que intenta convertir a los consumidores en masa homogénea, no puede borrar las individualidades.
Así, el consumo impuesto, no determinado con anterioridad por quien hará el acto, debe ser rectificado por las individualidades. Aquellos que, insatisfechos, tienen el pago de su trabajo en cuerpo de objetos que no consumirán, se verán obligados de algún modo a cambiar esos objetos que no necesitan por otros que sí. La única forma será el trueque: cambiar los objetos que la distribución asignó, y que resulten individualmente inservibles para el consumo, por aquellos que sí. Sin embargo, si por casualidad la asignación impuesta de determinado bien tiene menor medida que lo demandado socialmente, el trueque (que es torpe, ineficiente, pero es algo) no podrá ayudar, ni siquiera con los marcos temporales y espaciales en los que puede existir. De nada sirve la posibilidad del trueque entre ciudadanos como modo de reajustar las deficiencias si, dentro de la gama de posibilidades para el intercambio, existen uno o varios bienes que todos quieren. El resultado no es predecible, pero no será satisfactorio.
Pensar en la entrada de combos, en paquetes de productos como forma de compra, nos remite a la supresión de ese momento de individualidad que es el cambio. También permite valorar sus consecuencias.
Para el caso cubano solo habría que agregar otra determinación, que exige su propio ejercicio reflexivo, aunque sea una problemática sistémica y crónica. Tal determinación es omitida en los discursos de medios partidistas y de funcionarios, lo que demuestra la falta de ética de quienes deciden omitir que la cesta más cara casi duplica un salario medio.

Miguel Alejandro Hayes
La Trinchera

El malestar en la mentira

Desaparición forzada de la verdad, las Fake News son un “delito de lesa humanidad”

Aunque algunos se esmeran en reducir la pandemia de falsedades (Fake News) al solo campo de los expertos en lo “comunicacional”, para que pontifiquen diagnósticos y pronósticos, la dimensión del problema ha escalado latitudes de gravedad inusitada. ¿Están haciéndonos adictos a lo falso? Informarse es un derecho transversal a múltiples derechos y responsabilidades. Incluye a la educación, a la democracia, a la justicia… a la política. La información y su relación con la verdad no pueden ser marionetas del circo mercantil mediático, servil a la manipulación ideológica de algunos gobiernos y empresarios oligarcas. Es inaceptable, se lo mire desde donde se lo mire, y cada caso de falacias mediáticas constituye una agresión a la realidad, a sus protagonistas y a la historia de los pueblos. Al modo de conocer y al modo de enunciar la realidad. Nada menos.
En la praxis está la clave. Verdades o mentiras no deben presentarse como “opciones” antojadizas que se ofrecen en el “menú” cotidiano de las conveniencias manipuladoras. Eso es una obscenidad. Aunque la moral burguesa tenga, para sí, un repertorio amplio de justificaciones a la hora de mentirnos. “El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico”. Marx.
En las Fake News se establece claramente una fractura que corrompe el carácter objetivo y social de una verdad. Los comerciantes de falsedades pasan horas pergeñando qué estrategia del desfalco cognitivo es más funcional a sus intereses sin tener que someter sus Fake a la prueba de los hechos. Eso convierte al “consumidor de falacias en un glotón de embutes disfuncional y sofisticado. Mientras tanto, la producción de mentiras genera relaciones de producción que, para sostenerse, requiere de extinguir la verdad objetiva. Sitúa a los grupos sociales como animales de noria -como si fuese su destino- para motorizar el saber de lo falso. Desfigura las verdades objetivas y la práctica colectiva que las sustenta.
Esta demolición de la verdad objetiva, se genera para negar la posibilidad de conocer el mundo y con ello la posibilidad de transformarlo. Atenta contra el derecho humano fundamental de crear condiciones mejores de existencia y desarrollo de capacidades, sin límite, gracias al goce de las riquezas naturales y las del producto del trabajo. Hasta ese punto la pandemia de Fake News intoxica la vida y las culturas. Es escandaloso. Entre las agresiones perpetradas por las máquinas de falacias mediáticas, que desempeñan un papel considerable, están los tipos de quiebres decisivos en el punto de vista de la vida que convierte al “auditorio” en holgazán sin pensamiento crítico y lo reduce (a los ojos de la burguesía y sus cómplices) en inútil, incómodo e impertinente. La pandemia de falacias aplasta al raciocinio libre y lo hace adicto a cualquier chatarra idealista; la adicción a las falacias aplasta todo lo que de ingenioso o profundo tiene el pensamiento crítico.
Por lo general las Fake News son extravagancias de la irracionalidad que, como todas las extravagancias, desfiguran a la experiencia. Hay quienes borran con falacias mediáticas la propia vivencia y la sepultan bajo los escombros del “sinsentido” común hegemónico. Emboscados por la pandemia de Fake News no podemos demostrar la exactitud de nuestro modo de entender e intervenir en un proceso social evaluándolo con independencia de praxis. Nos vemos sometidos a restringir nuestros derechos humanos (el derecho a la información) y, a cambio de ponemos al servicio de los propios fines del engaño, damos al traste con la realidad y nos volvemos puramente contemplativos de las mentiras que hacemos propias. Despojados de nuestros derechos, mutamos y nos hacemos parásitos de generalizaciones abstractas y especulaciones subjetivas que obran como “verdades” placebo. Es la burocratización de la verdad.
Despojarnos del derecho a informarnos no sólo es privarnos de “datos”, es sepultar una necesidad social que reduce el acto de informar al capricho convenenciero de una guerra ideológica alienante. Eso implica una ofensiva contra la consciencia emboscada con una realidad deformada, desfigurada, desinformada. Es un fraude de punta a punta. No es una “omisión” más o menos interesada o tendenciosa… no es una “falla” del método; no es un accidente de la lógica narrativa; no es un incidente en la composición de la realidad; no es una peccata minuta del “descuido”; no es una errata del observador; no es miopía técnica ni es, desde luego, “gaje del oficio”. Es lisa y llanamente una canallada contra el conocimiento, un delito de lesa humanidad. Es como privar a los pueblos de su derecho a la educación.
A estas alturas de la Historia y, especialmente de la historia de los “medios de comunicación”, es insustentable e insoportable cualquier excusa para informar oportuna, amplia y responsablemente. No hay derecho que justifique la acción deliberada de tergiversar lo que ocurre y, en el poco probable caso de que un “medio de información” no se entere de lo que ocurre, ese medio realmente no merece respeto alguno. La excusa de “no saber”, de “no conocer”, de “no tener información” para, por ello, no asumir la responsabilidad profesional y ética… es francamente sospechosa y ridícula. Ningún pueblo debería soportar la falacia inducida al transmitir la información que es propiedad social. Hay tecnología y metodología suficientes que invalidan toda palabrería esmerada en excusar las intenciones míseras de los que des-informan y mienten. Incluso si lo hacen mintiendo con emboscadas finamente elaboradas en laboratorios de guerra psicológica.
Léase críticamente: Artículo 19 “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión”. Declaración Universal de los Derechos Humanos. A la vista de todas las canalladas inventadas por el capitalismo para violar el legítimo derecho de los pueblos a la mejor información -evaluada ética y científicamente por las sociedades- bien vendría instruir una revolución jurídico-política hacia una nueva justicia social, irreversible, que tuviera como ejes prioritarios los que competen a la cultura y a la comunicación como inalienables. O dicho de otro modo, que nunca más la cultura, la comunicación -ni la información- puedan ser reducidas, retaceadas ni regateadas por el interés de la clase dominante contra las necesidades de las clases oprimidas, impunemente. Informarse -bien- es un Derecho.

Dr. Fernando Buen Abad Domínguez, Director del Instituto de Cultura y Comunicacióny Centro Sean MacBride. Universidad Nacional de Lanús

martes, 16 de junio de 2020

Cuba y comunidades negras de EEUU




Era 1960. Fidel Castro viajaba a Naciones Unidas, a Nueva York. Los hoteles de Manhattan le negaron la entrada. Y fue acogido en un modesto hotel de Harlem. Allí se reunió con Malcolm X. Fue el inicio de una larga relación con líderes de las comunidades negras de Harlem y del Bronx.

Cuba dice… “No puedo respirar”




“No puedo respirar”, gritaba George Floyd, antes de morir estrangulado por un policía en Minnesota. Semanas antes, el bloqueo de EEUU impedía a Cuba la compra de ventiladores médicos.

domingo, 14 de junio de 2020

Los vuelos del odio y de la muerte




Mapa de los vuelos de deportación de migrantes desde EE.UU. hacia América Latina durante las últimas 8 semanas.

Genocidio Made in USA

La crisis generada por el Covid-19 ha sacado a relucir lo peor de lo peor del imperialismo estadounidense. Los crímenes que siempre lo han caracterizado, en estos momentos se despliegan al unísono y una tras otro, como si estuviéramos asistiendo a una película de terror, en la que cada escena es más escabrosa que la anterior.
Además, y para desconsuelo de los admiradores del “sueño (¡!) americano” la crisis de ese imperialismo de Estados Unidos lo carcome internamente, como se evidencia con los cien mil muertos que ha generado el coronavirus en un lapso de tres meses. Una cifra que es mayor que la suma de los muertos de Estados Unidos en las guerras de Corea (1950-1953) y Vietnam (1954-1975), donde perecieron unos 93 mil soldados.
La actual coyuntura se ha convertido en una cuarentena política, porque el aislamiento forzoso no se utiliza para proteger a la población sino para consolidar un sistema autoritario, antidemocrático y represivo que ni las peores dictaduras hubieran soñado, puesto que ha confinado a las gentes en la casa (las que la tienen) para impedirle cualquier acción de protesta y movilización social o política y, de esa forma, tener las manos libres para proceder sin obstáculos como el peor atracador nocturno. En Estados Unidos y en muchos países del mundo (como Colombia) se está aplicando una variante de la doctrina nazi de Noche y Niebla, establecida por Hitler en 1941 para perseguir y desaparecer “enemigos”. Esa doctrina está siendo reeditada ahora bajo las condiciones de excepción que imperan en el capitalismo realmente existente, para matar, torturar, bombardear, desaparecer a los que han sido declarados como “enemigos” y “terroristas”.
Y en Estados Unidos al migrante pobre se le ha convertido en un enemigo especial, al cual se le aplica esa doctrina renovada de estirpe nazi, Noche y Niebla, porque así los ven Trump y compañía, como un criminal a perseguir y expulsar. Junto con la expansión del Covid-19 por todo el territorio de los Estados Unidos se acentúa la persecución contra los migrantes, 40 mil de los cuales son prisioneros en campos de concentración, donde soportan en carne propia la “pesadilla americana”, a lo que se adiciona el peligro de contagio, ante el hacinamiento y las pésimas condiciones sanitarias.
Al mismo tiempo, se ha acelerado la expulsión del territorio de los Estados Unidos de miles de migrantes, entre los cuales se encuentran los niños, muchos de los cuales tienen padres o familiares en los Estados Unidos. Para completar el coctel xenófobo, desde el 21 de marzo se aprobó la expulsión de migrantes indocumentados de manera inmediata, sin tramitar ningún proceso de asilo, como una medida extraordinaria supuestamente para enfrentar el coronavirus. En esa misma tónica, el 21 de abril Donald Trump suspendió la inmigración en forma temporal, lo que justificó de esta forma: “A la luz del ataque del enemigo invisible, así como la necesidad de proteger los puestos de trabajo de nuestros GRANDES ciudadanos estadounidenses, firmaré una orden ejecutiva para suspender temporalmente la inmigración a EE.UU”.
Como parte de ese odio a los inmigrantes, se ha generado otro tipo de comportamiento criminal, cuyos antecedentes se remiten a las “guerras sanitarias” y “guerras indias” contra países pobres, a los que consciente y deliberadamente se infecta con virus y enfermedades, con el objetivo de matar indígenas y “pobres indeseables” en diversos lugares del continente, incluyendo al territorio de los propios Estados Unidos en el siglo XIX. El mecanismo con el cual se inocula a los pueblos latinoamericanos con Covid-19 es perverso y un crimen de lesa humanidad: expulsar a migrantes que son portadores del coronavirus, meterlos en un avión, junto con otros contagiados, y enviarlos al país de origen, en cualquier lugar de América Latina y el Caribe. Es como si se estuviera esparciendo el virus desde un avión, un método detestable empleado en las guerras biológicas, en la que Estados Unidos también tiene un gran prontuario.
Sin ningún tipo de consideración humanitaria por la salud de esos inmigrantes, portadores del Covid-19, y sin suministrarle atención médica elemental los expulsan de los Estados Unidos.
Esto es lo que pueden denominarse los vuelos del odio y de la muerte, por medio de los cuales se lleva el Covid-19 a todos los países de la región, en una forma programada, como si Estados Unidos quisiera vengarse por el hecho de ser hoy el país con más muertos de coronavirus. Esto es la exportación de la democracia Made in Usa, porque en Estados Unidos no se discrimina y se difunde muerte y dolor a granel por el mundo entero, en este caso por Latinoamérica.
Es un deseo de exportar el mal al resto del continente, como se observa en el mapa de los vuelos de expulsión de inmigrantes de los que se tiene noticia, entre comienzos de marzo hasta el 20 de mayo. Un total de 72 vuelos con migrantes se han dirigido a 12 países de la región, entre ellos Colombia. Y, en la casi totalidad de esos vuelos, se transportan portadores de Covid-19 que llegan a sus países y donde, de manera involuntaria, difunden la epidemia. Este es un ataque artero y criminal contra los países de la región y sus habitantes, cuyo impacto es letal, si se tienen en cuenta sus pésimos sistemas de salud e higiene, ocasionadas en gran medida por el Consenso de Washington y sus políticas neoliberales y privatizadoras.
El mapa muestra la magnitud del contagio que se difunde desde los Estados Unidos, el que lleva a concluir que el actual gobierno de ese país es hoy el principal problema para la salud pública de nuestro continente. Entre los países criminalmente infectados se encuentran Guatemala, al que se han dirigido 12 de los vuelos del contagio, y Haití, otro empobrecido país del Caribe, donde se han deportado a personas con Covid-19.
A Colombia también han llegado esos vuelos de los muertos. Eso hay que subrayarlo porque se supondría que por ser una base militar de los Estados Unidos y el régimen de Iván Duque su lacayo incondicional, estaríamos al margen de ese contagio premeditado. Pero, no ha sido así, y se tiene registrado un vuelo del 30 de marzo que llegó al aeropuerto El Dorado, procedente de los Estados Unidos, con deportados de ese país y 23 de esos pasajeros eran portadores del Covid-19, que puede ser denominado el “virus estadounidense”. Esto demuestra la certeza de aquella sentencia del criminal de guerra Henry Kissinger, de que Estados Unidos no tiene amigos sino intereses, y en este caso sus intereses son los de difundir el dolor y el sufrimiento por el continente. Por ello, resultan cínicamente cómicas las palabras pronunciadas el 22 de abril por Mike Pompeo, actual Secretario de Estado de los Estados Unidos, cuando dijo: “Los compromisos de Estados Unidos en materia de salud mundial siguen siendo tan firmes como siempre”. Claro, firmes con la muerte y el odio que forman parte del ADN del imperialismo estadounidense y cuya política criminal está matando a miles de personas, contagiadas por el Covid-19 que el gobierno de Donald Trump ha esparcido en forma deliberada a lo largo y ancho del continente.
El mapa de los vuelos que difunden el Covid-19 por América Latina: https://cepr.net/ice-confirms-more-than-100-deportation-flights-to-13-countries-in-an-eight-week-period/

Renán Vega Cantor | 13/06/2020
Publicado en el Número 53 (edición virtual de El Colectivo, Medellín), junio de 2020.

sábado, 13 de junio de 2020

El Brasil de Chico y Lula




¿Cómo y por qué llegó Jair Bolsonaro a la presidencia de Brasil?

Silvio Rodríguez en Angola 1976




00:00 01 Aceitunas
03:36 02 Canción para mi soldado
06:36 03 Canción del elegido
09:43 04 De la ausencia y de ti
13:57 05 El Mayor
19:04 06 Pioneros
21:40 07 Preludio de Girón

viernes, 12 de junio de 2020

Problemas teóricos de la cultura y de las políticas culturales

Síntesis de los planteamientos principales del Seminario «Problemas teóricos de la cultura y de las políticas culturales», que se desarrolló en el Instituto Cubano de Investigación Cultural «Juan Marinello» entre septiembre de 2019 y marzo de 2020.

El presente artículo tiene como objeto socializar los principales contenidos expuestos en los seminarios sobre el concepto de cultura y las políticas culturales organizados por la Dra. Mildred de la Torre Molina, con el apoyo de la Cátedra de Oralidad «Carolina Poncet» del Instituto Cubano de Investigación Cultural «Juan Marinello». En dichos seminarios, de carácter mensual y concebidos para motivar la relectura y discusión de las ideas de los clásicos cubanos sobre la cultura, intercambiar experiencias y enriquecer la agenda de las investigaciones sobre esos temas, cada sesión fue introducida por un especialista en la materia seleccionada y finalizó con un debate con el público presente. El resumen incluye algunos de los aportes introducidos por los participantes en los debates, y responde a los apuntes personales de quien esto escribe.
Con la maestría que la distingue, la Dra. Graziella Pogolotti dejó inaugurado el ciclo con una sustanciosa conferencia sobre los problemas de la cultura y la política cultural cubana en la etapa revolucionaria,[1] un tema según ella muy investigado –pero poco sistematizado– que requiere un «enfoque procesual referido a la vida espiritual de la sociedad, que marcha con el tiempo». Motivada por la necesidad de reinterpretar la historia nacional, la disertante abordó las complejidades del concepto antropológico de cultura como herramienta indispensable para las investigaciones científicas en la actualidad y destacó el aporte de la memoria, aunque no siempre sea justa, exhaustiva e inclusiva. También referenció la concepción tradicional, que entiende a la cultura como lo relativo a los problemas de la creación y el consumo de arte y literatura, aludiendo así a un debate vigente.
No faltó en su exposición la mirada, siempre abarcadora y sintética a la vez, acerca de la formación de la cultura cubana, las influencias seminales provenientes del entorno geográfico, la reflexión sobre la identidad y el lugar de los prejuicios y los estereotipos en todo proceso de formación cultural. Asimismo destacó en su análisis la importancia de no olvidar el legado intelectual y artístico de la República, a pesar de las múltiples rivalidades y luchas ideológicas que tuvieron expresión incluso durante los primeros años del proceso revolucionario, cuando de la articulación descolonizadora de políticas educacionales y culturales derivó por fin la construcción del consenso, que dio lugar al diseño de un proyecto de futuro inclusivo, basado en la justicia social y en la potenciación de la creación artística, en tanto el arte se entendió desde entonces como puente de comunicación con el conjunto de la sociedad.
Sin concesiones al secretismo, la Dra. Pogolotti se refirió a momentos de retroceso y dogmatismo por los que transitó la política cultural después de haber auspiciado la mayor campaña de extensión cultural de toda nuestra historia, y se refirió a la necesidad de que las investigaciones contribuyan, con pequeños y grandes estudios, a recuperar para las generaciones futuras el clima predominante de construcción social y cultural que se ha vivido, a pesar de los problemas de acceso a la tecnología y otros que dificultan hasta hoy el logro de más altos resultados. Respecto a las políticas culturales advirtió que, al analizarlas, no se puede de dejar de considerar los contextos complejos en que unas y otras se produjeron, antes de llegar a conclusiones definitorias acerca de su mayor o menor ajuste a la demanda social concreta.
El profesor Sergio Valdés Bernal abordó la relación lengua-cultura, como parte del rescate del concepto etnográfico esgrimido por Fernando Ortiz en su búsqueda de los orígenes de la sociedad y la cultura cubanas partiendo de sus fuentes nutricias.[2] De esa manera estableció el lugar que corresponde a la lengua como herramienta de comunicación y articulación entre lenguaje y pensamiento, y en tanto resultado de un acuerdo social que participa en el proceso de construcción de la nación, así como en el nacimiento de la diferenciación cultural que da sentido a la identidad nacional. En su conferencia se refirió también a la religión como elemento insoslayable e inclinado de manera particular al sectarismo, que contribuye a consolidar el sentimiento de pertenencia a una cultura diferente; explicó además cómo el hecho de conocer la historia de la lengua permite entender la formación de la cultura nacional y las luchas por preservarla, describirla, apropiársela, y la función que desempeña en la búsqueda de independencia y autonomía cultural.
Mencionó asimismo conflictos surgidos de los intentos de determinar un sentido de identidad en contrapunto con la idea de territorialidad, y señaló el valor icónico de la lengua y su capacidad para medir la salud de una sociedad, considerando que los procesos de democratización pueden contribuir a expandir la vulgaridad si la indisciplina social, la discriminación, la injusticia, el racismo, la xenofobia y otros males no están regulados por una política lingüística que marche junto a la política educacional y funcione como un complemento indispensable de la política cultural del Estado. En su criterio, el insuficiente conocimiento y respeto por la norma culta del español de Cuba, la pobreza del lenguaje de los medios y las redes sociales, adoptado de manera habitual como norma general, podrían haber conducido a descuidar la expresión oral y escrita y a acentuar la naturalización del empobrecimiento cultural y la pérdida de valores, un proceso generalizado en el mundo contemporáneo por la fuerza de la cultura audiovisual. Frente a tal desviación mencionó como el mejor antídoto el mantener viva la lucha por la estética del buen decir y la hermosa escritura en todos los escenarios posibles.
Al presentar las ideas de Martí acerca de la cultura, el historiador Pedro Pablo Rodríguez aseguró que las mismas se encuentran dispersas a lo largo de su obra y que precisan de un estudio más profundo;[3] sin embargo, no escatimó reflexiones acerca de los cambios que pueden identificarse en ellas al considerarlas en estrecha interdependencia con el desarrollo científico de su tiempo. Lo valoró como un precursor de la mirada antropológica sobre la cultura, un concepto que bien pudiera relacionarse con el carácter martiano y anticipador que la Dra. Pogolotti depositó en Fidel Castro, el constructor del consenso político y cultural cubano en los sesenta.
En la conferencia el historiador se detuvo en las crónicas, donde prevalece la búsqueda del sentido de actualidad que permeó todo el pensamiento martiano, las huellas que dejó en el patriota emigrado la observación del desarrollo tecnológico de su tiempo y las transformaciones del sistema social en un momento de profundo cambio de época histórica. Neologismos, imágenes inéditas, son la huella de la mirada universal que lo caracteriza. Martí fue valorado como precursor que identificara la cultura con las formas de vida y existencia, una perspectiva renovadora avalada por el espíritu de avanzada, la curiosidad intelectual y quizás también por haber conocido los primeros trabajos de Tylor, que sólo llegó a expandirse en la ciencia medio siglo después. Esa visión le permitió entender la época y crear un programa original para el futuro de los pueblos americanos, necesitados de una educación integral, capaz de formar a la sociedad nueva, superadora de la descolonización.
El debate se centró en torno a la necesidad de profundizar en la obra martiana como forma de crecimiento personal en cada uno de los presentes, y de aplicar su pensamiento creador desde una óptica contemporánea para superar el dogmatismo y llegar a las profundidades de la cultura cubana a la vez que se aprende y entrena cada ser humano para pensar con cabeza propia. El conferencista señaló el llamado a transformar la enseñanza en vehículo para formar creadores de pensamiento independiente, capaces de superar el escolasticismo mediante la lectura inteligente y sustanciada, que se ubica en el plano de lo humano y no de lo divino, el registro de los modelos impecables, intocables, que nadie ambiciona repetir. La interpretación se propuso como una manera de leer la historia con criterio propio y asumirla con dignidad, honestidad, veracidad, alejándose de toda banalización y subestimación de lo respetable, de lo culto, a menudo desfavorecido por las tensiones cotidianas y las exigencias burocráticas.
El encuentro sobre educación y cultura constituyó una interesante lección de Yoel Cordoví,[4] acerca de la importancia de ver la Historia como texto y no como contexto para ser capaces de interpretarla como representación de la realidad, como lectura situada en tiempo y espacio; el suyo fue un análisis de historia cultural, de gran utilidad para superar las muy extendidas concepciones escolásticas y contribuir a acercar la Historia a la reflexión contemporánea. Respecto a la tradición pedagógica cubana propuso una lectura de las etapas por las que transitó la institución escolar desde mediados del siglo XIX, cuando se concebía como un calabozo, hasta mediados del XX, cuando la novedad era la república escolar, pasando por una etapa intermedia en que fue manejado el símil de la puesta en escena.
Profundizando en aquellas concepciones obsoletas que, de alguna manera permanecen hasta la actualidad, se refirió a grandes pedagogos cubanos como Luz Caballero, el primero en denunciar la extrema violencia de la sociedad esclavista como referente obligado de la concepción de escuela-calabozo, entendida como herramienta para disciplinar a los jóvenes sin importar la crueldad de muchas de las prácticas punitivas. Acerca de la segunda de las etapas referenciadas apuntó que la escuela era tratada como templo donde el maestro era equivalente a un evangelio, impuesto desde una imagen teatral destinada a imponer respeto mediante el miedo. Sobre la tercera de ellas agregó que cambia la imagen de cárcel o templo por la de «república», mejor adaptada a los tiempos de la democracia, donde se generalizan sin embargo los reclusorios como instituciones de nueva factura dirigidas a vencer la rebeldía de los jóvenes para convertirlos en piezas de un tablero donde cada quien debe continuar siendo una herramienta para garantizar el equilibrio del sistema. El uso de la vara de castigos, la idea de que la letra «con sangre entra» y otras prácticas heredadas de la época colonial, cambian muy poco el panorama de la educación republicana, aunque la etapa se beneficia con el desarrollo exponencial de la escuela pública donde los pedagogos cubanos tuvieron oportunidad de consagrarse a la labor formativa de la ciudadanía.
Como aspecto notable, atendiendo al interés por enriquecer las necesarias investigaciones sobre la disciplina escolar y para cumplir con el objetivo de aprendizaje del formato de seminario, Cordoví se refirió a los tres niveles de análisis que le fueron útiles para aproximarse a la historia de la escuela cubana: las normas, el pensamiento pedagógico y las prácticas educativas. Terminó con una breve referencia a esas metáforas sobre la escuela que lo son también sobre la sociedad, a los prejuicios y prácticas punitivas que sobreviven en el imaginario contemporáneo sobre la educación y no dejó pasar la ocasión de volver sobre el tema de la capacitación de los maestros en la actualidad, y de la importancia de recuperar los métodos disciplinarios y formativos propios del pensamiento pedagógico cubano, marginado de manera injusta en los años en que predominó el modelo de «socialismo real», como una forma de retomar la educación patriótica sin dogmas, ya que la política educacional hace parte del proceso político en general, en tanto es la principal responsable de formar a los ciudadanos.
El conjunto de seminarios sobre los principales temas del pasado y la formación nacional, fueron el antecedente necesario e imprescindible para tratar más a fondo algunas de las carencias y experiencias del presente y los modos en que la sociedad socialista ha ido buscando y encontrando soluciones y respuestas a los problemas heredados y a las apuestas actuales. No podía haber mejor continuidad para ese antecedente que la disertación de la profesora María Isabel Landaburo sobre el pensamiento del primero de los ministros socialistas cubanos, Armando Hart.[5]
Humanista, filósofo de la cultura, hombre de pensamiento y acción, Hart conoció la filosofía cubana y conminó a estudiar la ética de la República y el legado cultural de la nación, como fuentes de donde dimanan los valores que es preciso preservar y difundir a través de la educación y la cultura, esa «cultura de liberación», como gustaba llamarla por su fuerte tendencia a la transformación social. Como martiano convencido, no concibió la labor cultural separada de la reflexión sobre la educación, ni la cultura sin un trabajo intensivo para estimular la creatividad, el pensamiento propio, el conocimiento de la tradición cubana y sin una amplia e inclusiva labor de difusión cultural. Su categoría central y la divisa de su actuación fue, como lo demuestra día a día su vasta obra en pleno proceso de rescate, la justicia social. Su legado imborrable está en la democratización de la cultura, en el estímulo a la creación, en la enseñanza de sembrar la semilla del respeto, el amor hacia lo cubano, y la cordialidad social.
Detenerse en los años 60 era un destino obligado en un seminario sobre la cultura cubana y sus problemas actuales. El politólogo Rafael Hernández se concentró en la extrema complejidad de aquella década,[6] pletórica de cambios y alejada del ideal de «prodigiosa», como algunos le han llamado. Años de verdadera guerra civil, prolongados desencuentros, y de mayor distancia con el modelo soviético de desarrollo, en un país que ya conocía de la cultura autoritaria y del trabajo y el estudio como castigo por experiencias anteriores que, no obstante, logró en un tiempo relativamente breve vencer la soledad geopolítica, gracias a una irrebatible política antimperialista y a su apuesta definitoria por la descolonialización. Nunca antes [ni después] ha habido una parecida coyuntura de creatividad en el proceso cultural cubano, con tantos resultados y de tan renovadora calidad. Sin embargo, falta aún la disponibilidad de una historia social documentada de esos años irrepetibles por el extraordinario clima de expansión social y cultural; una historia del triunfo de la unidad revolucionaria en el respeto mutuo y a pesar de la diversidad. En los 60 quedó establecido el programa del socialismo cubano y consolidado el liderazgo político, que era también intelectual. Las UMAP y otros desaciertos que se mencionan después, fueron herederos de la misma cultura de violencia arriba mencionada. La conferencia culminó con un llamado a trabajar por una nueva cultura cívica para hacer concordar viejas y nuevas tradiciones en el proyecto social común.
El último tema considerado, la Ética, contó con el magisterio de la filósofa Olga Fernández,[7] y fue una disertación que redefinió a la ética como el conjunto de normas y principios que rigen el comportamiento de los seres humanos dentro de una sociedad determinada. Es precisamente su condición la que define a la ética como algo que permea y consolida todo el tejido social, al igual que la política; debatir sobre su importancia es entrar en una batalla cultural a todos los niveles sociales. Partiendo de ese concepto la Dra. Fernández expuso un conjunto de resultados de investigación sobre los problemas éticos identificados dentro de la sociedad cubana contemporánea, resultantes de una inadecuada construcción de consenso sobre la base de la política compartida, que reclama una visión inclusiva desde lo nacional hacia lo local, una política que potencie la autonomía, la cooperación y el respeto entre los ciudadanos.
Reconoció que esos problemas en ocasiones han llevado a entronizar errores como soluciones, a desatender los beneficios del control social sobre la gestión estatal, lo cual ha dado lugar a diseños por debajo de las necesidades sin desarrollar una ética de lo colectivo ni un debate abierto sobre los problemas. En la nociva costumbre de descalificar lo que no se comparte pervive una relativa incapacidad para la crítica constructiva y una desconfianza mutua, reforzada por malas prácticas desde la educación y otras rémoras del pasado.
La conferencista destacó, para terminar, el papel y lugar insustituibles de las ciencias sociales y de las investigaciones culturales para contribuir a localizar problemas y proponer soluciones.
Llegados al final del ciclo, nos queda reconocer que el cierre anticipado[8] al que nos obligó la pandemia de este memorable año bisiesto no permitió llegar a un verdadero debate conclusivo sobre lo que fuera nuestra motivación principal: la reflexión teórica sobre la cultura y la política cultural.
Sin embargo, el conjunto de temas abordados aporta ideas de indudable valor en la necesaria revisión actualizada de los problemas, y su relato se convierte en un recorrido coherente por grandes temas de nuestra cultura, que no aspira a agotarlos, pero deja abierta la invitación a futuras profundizaciones.
Llama la atención la presencia de temas que transversalizan el conjunto tales como la prioridad a la justicia social, el énfasis en la creatividad y el diálogo social, el llamado a diseñar el futuro sobre un adecuado conocimiento del pasado, la importancia de la lengua como producto cultural y de la educación como herramienta para formar a una sociedad cada día más consciente de sus valores y derechos, el imperativo de actualizar las agendas de la investigación cultural y de aportar resultados para la construcción social, mediante una adecuada comprensión de la historia como aprendizaje para la vida futura.
El antimperialismo como divisa, la voluntad democratizadora de las expresiones artísticas, de los proyectos sociales y de las prácticas culturales contrahegemónicas, el necesario balance entre tradición y modernidad, la conciencia de la utilidad de la reflexión continua sobre la cultura y algunos otros temas tenidos en cuenta de manera insuficiente como pueden ser la mediación que ejercen los procesos de comunicación en todos los ámbitos de la vida cultural, o la valoración de las políticas culturales en relación con los diferentes contextos en que se produjeron, son asuntos que justifican la pertinencia de continuar el debate sobre la base de profundizar en un entendimiento científico de la historia cultural cubana y de contribuir a su socialización.

Ana Vera Estrada
La Tizza

Notas:

[1] Septiembre 9, 2019. Todas las conferencias tuvieron lugar en la sede del Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello.
[2] Octubre 7, 2019. «Los conceptos de cultura, políticas culturales, prácticas culturales y lenguaje».
[3] Diciembre 2, 2019. «Pensamientos de Martí sobre la cultura. Usos actuales de su pensamiento, ¿continuidad o discontinuidad?».
[4] Enero 13, 2020. «De la escuela-calabozo a la república escolar. Conceptos y construcciones lingüísticas en torno a la escuela y al maestro, 1793–1902».
[5] Noviembre 4, 2019. «El debate cubano sobre la cultura. ¿Cultura como resistencia o emancipación? Las ideas de Armando Hart».
[6] Febrero 3, 2020. «Los 60. ¿Mito o realidad?».
[7] Marzo 2, 2020. «Imperativos éticos de la sociedad cubana actual».
[8] Previsto para el mes de julio 2020.

Fuente: https://medium.com/la-tiza/problemas-te%