La covid 19 sorprende a la nación caribeña en medio de un proceso de cambios por lograr avances económicos sin obviar la esfera social.
Es muy difícil hablar de economía por estos días sin hacer alusión a la pandemia del coronavirus. El mundo completo ha quedado a merced del avance de este flagelo. Todo lo que hasta hace unos meses era rutina, casi se vuelve recuerdo. Las economías se afectan sobremanera, la globalización retrocede, los sistemas de salud colapsan.
Esta realidad, sorprende a Cuba en medio de un proceso de cambios por lograr avances económicos. El año 2020 comenzó dando continuidad a muchas medidas tomadas previamente, como el necesario ordenamiento monetario. Todo ello en medio de un recrudecimiento del bloqueo que Estados Unidos impone a Cuba, que bajo la administración de Donald Trump, y en específico en el último año, se vuelve más y más asfixiante.
Cuba, que ha enfrentado crisis profundas y está adaptada a lidiar con situaciones muy complejas, afronta ahora una más dura que la que significó la caída del campo socialista a inicios de los 90. Aún en los peores momentos, el país ha priorizado la esfera social. Y es que existe una relación estrecha entre las dos áreas que muchos economistas se empeñan en separar: “lo económico” y “lo social”, que se hace más que evidente en las condiciones actuales.
Bajo la concepción de que no existe desarrollo económico sin desarrollo social, aproximadamente la mitad del presupuesto del Estado en el país se destina a gasto social, lo que da cuenta de la prioridad fiscal que reciben estas áreas. La prioridad macroeconómica, por su parte, se evidencia en el hecho de que alrededor de la tercera parte del Producto Interno Bruto se destina a estas partidas. A su vez, del gasto social, las áreas más beneficiadas son Educación y Salud, que capturan en conjunto el 50 por ciento.
Los gastos en salud específicamente, representaron el 37 por ciento de los gastos sociales totales en 2018 (Anuario Estadístico de Cuba, 2019), siendo tradicionalmente los más elevados. Anualmente, se destinan como presupuesto corriente a salud más de 10 000 millones de pesos.
La prioridad a los servicios de salud va acompañada de una formación profesional que también ha privilegiado las ciencias médicas. La exportación de servicios médicos, se convirtió, desde la segunda mitad de los 2000, en la principal fuente de ingresos al país. A la par, Cuba ha brindado servicios de este tipo de manera gratuita a más de 60 naciones en el mundo a través de los años. El desarrollo de la biotecnología, concebida para apoyar el Sistema Nacional de Salud, ha sido sin dudas otra acertada estrategia.
Aún en medio de serias carencias materiales (de insumos, materias primas, reactivos médicos, tratamientos especializados y recursos financieros), el sistema de salud cubano continúa siendo robusto. En pocos días, se ha organizado para evitar la propagación de la pandemia. Esta isla, pequeña, subdesarrollada, bloqueada, ha acondicionado lugares para cuarentena con las condiciones necesarias; ha desplegado un pesquisaje profundo a toda la población para detectar síntomas de enfermedades respiratorias; produce incansablemente los medicamentos necesarios para el tratamiento de la enfermedad; ha enviado misiones médicas a varios países para enfrentar el virus; apoyó a los pasajeros de un crucero británico a llegar a su destino y hasta se ha desarrollado un sistema online de apoyo psicológico a las personas que permanecen recluidas en casa.
En términos económicos, tres preguntas básicas emergen en estas condiciones:
¿Qué costos implican todas estas acciones para nuestra economía?
Sin conocer el dato, es evidente que los costos serán extraordinarios. Los test para detectar los casos positivos son costosos, al igual que el resto de los medicamentos. A ello se suma toda la logística asociada tanto en las instituciones hospitalarias como en los centros creados para mantener a las personas en vigilancia durante 14 días.
¿Qué otros costos supone el enfrentamiento a la covid-19?
Varios de diversa índole. El hecho de cerrar las fronteras a personas no residentes en Cuba para minimizar la importación del virus, impacta una de las actividades económicas más importantes para la economía cubana: el turismo. Esta actividad, en los primeros meses del año, ya había experimentado decrecimiento con relación a igual período en 2019.
Otros costos se asocian a la necesidad de aislamiento social. Múltiples actividades recesan, al menos en parte, y el nivel de actividad económica desciende. Los servicios brindados a la población, se afectan severamente ya que ha resultado necesario cerrar buena parte de ellos para evitar aglomeraciones que tiendan al contagio.
¿Cómo sostener tales costos cuando los ingresos del país menguan?
Es lo más complejo. Cabe esperar un incremento del déficit fiscal y un deterioro de los principales indicadores macroeconómicos. Las posibilidades se acortan para Cuba, dado su nivel de endeudamiento externo. La solidaridad de otros países e instituciones, puede aliviar las tensiones financieras.
Sin embargo, en medio de la tormenta, Cuba avanza firme segura de que lo más importante es la vida de sus ciudadanos. Se pone en evidencia la coordinación y coherencia de nuestra propia estrategia de enfrentamiento. Mucho tiene esta pequeña Isla que enseñar al mundo. Y en términos de economía, confío en que cuando todo pase y llegue al fin la calma, tendremos una oportunidad perfecta para acelerar nuestro proceso de desarrollo e implementar alternativas novedosas.
Betsy Anaya Cruz, economista cubana
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