En los últimos meses, intensas polémicas sobre violencia de género en el país confirman la persistencia de fuertes percepciones machistas y discriminatorias
El machismo y las concepciones patriarcales siempre han estado ahí. Las redes no vinieron a descubrirlos ni iniciarlos, pero sí han permitido exponerlos en mayor dimensión.
Si en un espacio público hay quienes se contienen de emitir criterios, en debates digitales se muestran a camisa y blusa quitada y defienden, descarnadamente, posturas discriminatorias bien definidas.
Incluso, existen quienes no solo discuten, sino que se vuelven cazadores de post y comentaristas activos para arremeter contra publicaciones, instituciones o personas que defienden posturas inclusivas y de respeto.
Tanto así que casi participan más en las polémicas que los propios activistas, pasan días comentando y hasta las propias redes, mediante sus algoritmos, los han identificado como fanes por la frecuencia con que interactúan con páginas y publicaciones sobre esos temas.
En la mayoría de las ocasiones, emiten comentarios machistas, racistas, homofóbicos y misóginos. Y, con mayor frecuencia, sus argumentos se defienden desde la lectura y la teoría más conservadora, desde una intelectualidad patriarcal que les permite adornar sus criterios.
Este fenómeno global en el que se estrena Cuba, debido a un mejor acceso a Internet, aunque aún con limitaciones, ya ha sido abordado por iniciativas como la colombiana Fundación Karisma, que desde 2015 despliega la campaña “Alerta Machitroll” para sensibilizar sobre el machismo y la violencia que sufren las mujeres, hasta en los espacios digitales.
Sobre esa base, IPS Cuba brinda cinco tips para identificar cuándo estamos en presencia de un machitroll:
Emplea, con facilidad, el término feminazi: Los machitrolles usan esta palabra para ridiculizar y minimizar el impacto ideológico del feminismo. Esgrimen el adjetivo para descalificar a aquellas mujeres que se declaren abiertamente feministas, sean fervientes activistas por la igualdad de género o defiendan posturas progresistas. Casi siempre aparecen en momentos fervientes de discusiones digitales y es muy común que cierren la disputa. También utilizan otras palabras despectivas, como histérica, extremista y loca. De esta forma, intentan desacreditar a quienes debaten contra ideas machistas y emiten fuertes criterios políticos.
Cuestionan la capacidad intelectual de las mujeres: Con asiduidad, los machitrolles cuestionan la capacidad intelectual de aquellas que no estén de acuerdo con su postura. En medio de insultos y ofensas, o desde la postura más intelectual, suelen dudar y poner en entredicho las referencias teóricas que sustentan el discurso feminista. No lo hacen desde los argumentos o el desmontaje de la obra en sí, sino desde la imposición de su propia teoría, muchas veces desde bases conservadoras y discriminatorias.
Defienden fuerte preceptos fundamentalistas: Refugiados por las tendencias religiosas más conservadoras, muchos machitroles están no solo en contra las teorías de Género, sino que propugnan contra derechos humanos como el aborto, el matrimonio igualitario, la decisión sobre la capacidad reproductiva, ente otros. En su discurso, reducen las múltiples teorías y acercamientos a los temas de género a la simple frase “ideología de género”, en un intento por minimizar el alcance de años y siglo de luchas. Además, son fuertes defensores de la Ley de Derecho Natural y otras posturas excluyentes.
Revictimizan a quienes han padecido de violencia de género: Cuando, especialmente en las redes sociales, hay denuncias de abuso o acoso sexual, se cuestionan constantemente la credibilidad de la víctima y les exigen pruebas contundentes sobre el tema en cuestión. Se les desacredita por sus posturas, sus creencias, sus formas de expresión como formas de vilipendiar la denuncia. Y, cuando menos, les piden detalles del acto violento, hecho que las revictimiza y expone en el escrutinio público.
Machitrolles no siempre son hombres: En los actuales debates digitales, los preceptos machistas son defendidos tanto por hombres como por mujeres. En este último caso, existe una nueva tendencia para que algunas expresen que el feminismo es una intromisión no deseada en su vida. Como si ellas no fueran lo que son, gracias a que, años y siglos atrás, feministas lucharon por ello.
IPS
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