La organización creada y sostenida financieramente desde Estados Unidos, denominada “Observatorio Cubano de Derechos Humanos” pero radicada en Madrid, atacó en los medios de prensa al embajador español acreditado en La Habana, Juan José Buitrago de Benito, como represalia por la visita que este realizara al Cementerio Santa Ifigenia, en Santiago de Cuba, donde se tomó una foto frente al monolito de granito gris que guarda las cenizas del Comandante Fidel Castro Ruz.
Para los lacayos de Miami eso fue “un gesto insensible e indolente del embajador, que, para ellos, constituyen actuaciones innecesarias de la diplomacia española, de la cual siempre hemos esperamos cierto recato y profesionalidad”.
Los apelativos empleados por dicha organización al servicio de la política yanqui, son producto de la impotencia por no haber podido destruir a la Revolución, ni lograr el asesinato de su líder histórico, a pesar de los cientos de planes que organizó la CIA para matarlo.
Aunque les duela, Fidel Castro es un estadista sin igual del siglo XX, su obra es aplaudida por cientos de millones de personas en el mundo, con sus ideas y esfuerzos se liquidó el sistema del apartheid en África, que fue siempre respaldado por Estados Unidos.
Cuba logró las tasas de salud, educación y cultura jamás imaginables, reconocido por la Naciones Unidas y sus organismos especializados.
¿Por qué emprenderla con el funcionario diplomático y no hacer lo mismo con el Rey Juan Carlos, que visitó La Habana para participar en los actos fúnebres de Fidel?
El propio Rey tuvo la oportunidad de observar directamente como el pueblo cubano quería a su líder y la despedida amorosa que le brindó, comprobando las mentiras de las campañas financiadas por Miami para hacerle creer al mundo lo contrario.
España y Cuba sostienen plenas relaciones diplomáticas y jamás Francisco Franco se sometió a los dictados de Washington que le exigía el rompimiento de relaciones y sumarse a la guerra económica impuesta por ellos desde 1962.
Aunque las posiciones políticas de los dos países son diferentes y en muchas ocasiones, España se ha involucrado en el apoyo al diseño subversivo yanqui contra Cuba, como fue la actitud lacayuna del ex presidente José María Aznar, responsable de la llamada Posición Común que pretendía incrementar la guerra económica, los vínculos históricos y culturales han sido más fuertes que las propias presiones de Estados Unidos.
Esos que reclaman libertad de pensamiento, expresión y otros por el estilo, no soportan que personas honradas asuman otras diferentes y en respuesta actúan de forma dictatorial, demostrando que, de democráticos no tienen ni rezagos y al no permitir posiciones diferentes a las de ellos.
El embajador Buitrago de Benito, hizo una visita oficial a Santiago de Cuba el pasado mes de febrero 2018 y dentro de sus actividades recorrió el Cementerio Santa Ifigenia, donde puso ofrendas en el Mausoleo que guardan los restos de José Martí y en el Panteón de los Mártires del Deber, construido para los españoles caídos en la Guerra hispano-cubano-norteamericana de 1898.
La contrarrevolución cubana, fabricada y financiada por Estados Unidos, nunca ha podido sumar al pueblo a su favor, es rechazada incluso por personas que no simpatizan con el sistema político porque saben el carácter mercenario que poseen, y ausentes de ideología, solo buscan los beneficios económicos que les proporciona el calificativo de “disidentes”.
El llamado Observatorio Cubano de Derechos Humanos, creado en Madrid para sus campañas anticubanas, debería mirar primero a su alrededor y denunciar las violaciones allí existentes, de las cuales no dicen media palabra ante hechos como los ocurridos el pasado 1ro de marzo en toda España, cuando miles de jubilados salieron nuevamente a protestar en las calles de las principales ciudades, para exigirle al gobierno que revaloricen sus pensiones, pues desde hace años sufren una dramática caída de su poder adquisitivo, producto de la crisis en la que está sumida la economía ibérica.
España no tiene un sistema socialista ni sufre una guerra económica como la cubana; sin embargo, los niveles de pobreza, incluida la de la niñez, se incrementan.
De esa triste realidad no se hacen cruzadas mediáticas para exigir cambios de sistema político como en el caso cubano.
Antes de continuar sus falacias contra una pequeña Isla bloqueada desde hace más de medio siglo, con una persecución financiera sin igual en toda la historia de la humanidad, los supuestos defensores de los derechos humanos deberían ponerse de parte de los adultos mayores que se concentraron bajo la lluvia y el frío, frente al Ministerio de Hacienda para condenar el exiguo aumento del 0.25% de sus pensiones, aprobado por el gobierno de Mariano Rajoy y en otras ciudades como Bilbao, Valencia, Sevilla y Cádiz.
Cuando el amo que los creó y sostiene, les recorte el dinero que desde Estados Unidos les llega mensualmente, los miembros del “Observatorio”, tendrán una situación similar a la de esos jubilados, y no les quedará otra alternativa que sumarse a las protestas, algo que en la Cuba socialista y bloqueada no sucede, porque gracias a Fidel la atención médica es gratuita y para aquellos que tienen pensiones bajas, las medicinas se les entregan sin costo alguno.
Es muy probable que por toda la realidad que pudo palpar el embajador español en Cuba, se haya decidido a fotografiarse ante la tumba de Fidel Castro, aunque a los contrarrevolucionarios se les irrite el hígado, porque como afirmó José Martí: “No se tenga miedo de honrar a quien lo merece”.
Arthur González, especialista en relaciones Cuba-EE.UU., editor del blog El Heraldo Cubano.
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