Toda acción y trasformación de una contrarrevolución se debe a la evolución de las condiciones y el carácter de una revolución.
La contrarrevolución en Cuba transitó por su propia evolución histórica: De propuestas en oposición a una nación soberana, como el autonomismo y el anexionismo contra el independentismo, en la segunda mitad del siglo XIX, a la idealización cívica de la democracia burguesa en los años 40 del siglo XX, luego de la pugna contra la dictadura en que devino el servilismo corrupto y oportunista de ex independentistas y terratenientes criollos en la creación de una República pronorteamericana.
El ideario de los “auténticos” y de los “ortodoxos”, surgidos de la lucha antimachadista, pretendía ser también una alternativa a la continuación de las ideas comunistas y radicalmente antiimperialistas de Mella, Villena y Guiteras, – “Guiteras se comporta como un comunista, aunque él no se identifique como tal”, ha escrito Martínez Heredia-, que proponían además cambiar el sistema-base de los males nacionales. No por gusto los embajadores norteamericanos señalaban a Guiteras como de ¨extrema izquierda¨.
Desde ese entonces, como hacen hoy, el calificativo de ¨extrema izquierda¨ se usa por la contrarrevolución para dividir y crear distanciamiento entre los revolucionarios e identificar a los que por su posición consideran su mayor obstáculo.
Para el Batistato, como continuación del papel jugado por los machadistas (ambas no fueron dictaduras personales sino de grupos representativos de la contrarrevolución más agresiva), fue fácil desplazar por la violencia a “auténticos” y “ortodoxos”, así como neutralizar al PSP, pero no a la nueva generación de revolucionarios que encabezó Fidel Castro. Muchos que se habían unido por búsqueda y necesidad a Auténticos y a Ortodoxos (como el propio Fidel) terminaron, con su liderazgo, reconociéndose herederos de aquellos ideales de Mella, Villena y Guiteras cercenados en la década del 30 y se radicalizaron para iniciar el proceso que triunfó en 1959. Si el Morrillo guiterista fue el segundo 10 de octubre; el Moncada fue el tercero.
Esos momentos fueron revolucionarios no solamente por haberse enfrentado al colonialismo, al imperialismo y al capitalismo, sino por haber ocurrido ante las alternativas que proponía la contrarrevolución.
La contrarrevolución del 30 fue nueva, porque estaba enfrentada a una visión revolucionaria nueva, como antes la contrarrevolución plattista lo fue ante los revolucionarios que aun querían la plena independencia.
Como luego fue nueva la contrarrevolución auténtica y ortodoxa frente al Batistato, respecto a la posición revolucionaria del 26 de Julio y el Directorio Revolucionario.
En las primeras dos décadas después de 1959, la contrarrevolución fue belicista. Su ideario estratégico estaba basado en provocar, apoyar y esperar una invasión, crear alzamientos de bandas, infiltraciones, sabotajes y atentados.
Los Estados Unidos en su lucha contra los movimientos revolucionarios, de liberación anti colonial o anti neocolonial en África, Asia y especialmente América Latina, asumieron la organización y patrocinio de esa expresión de la contrarrevolución cubana.
La década del 80, con el éxito norteamericano y socialdemócrata en el Bloque Socialista en Europa, comienza a marcar una diferencia. La caída electoral del sandinismo de origen guerrillero en Nicaragua, junto a la implantación de políticas neoliberales de los Chicago Boys en el Chile post Allende y otros países de Latinoamérica. Y por otro lado, la demostración de capacidad militar de la maquinaria de guerra revolucionaria cubana en Angola, el cálculo oportunista de la doctrina militar estadounidense contra objetivos mucho más fáciles como la Granada de Bishop y la Panamá post Torrijos de Noriega. Todos fueron elementos globales que, en torno a la consolidación social de la Revolución en Cuba, hicieron evolucionar el accionar de la contrarrevolución de la mano de sus patrocinadores norteamericanos.
Dejando atrás el belicismo de pocos resultados, nació en los 90 la ¨disidencia¨, en aquel entonces novísima y que hoy consideramos con razón ya obsoletamente tradicional. La disidencia cubana de los 90 e inicios de los 2000, inspiración tropical de la disidencia soviética y del Este europeo, vivía de mostrarse como una voz por la libertad de expresión y por la democracia pluripartidista que intentaba, más que contraponerse, ¨disidir¨ con la ideología del gobierno cubano. Eran lastimosos, porque su función internacional era inspirar lástima.
En el 2003 la contrarrevolución de entonces y sus organizadores norteamericanos sufrieron un duro golpe. La detención de 75 ¨disidentes¨ hizo desaparecer de la noche a la mañana una estructura lograda con el trabajo y financiamiento de años. Echaron mano entonces a las esposas o familiares y crearon a las Damas de Blanco, que con gran aupamiento mediático y monetario lograron hacer visibles pero cuyo nivel de descrédito en poco tiempo llegó a ser enorme.
En los 2000 surge un nuevo espacio: Internet y en él nuevos elementos. Y avanzada la década una nueva herramienta: las redes sociales. El financiamiento de revistas, libros y reportajes en periódicos de tirada mundial, comenzó a convivir con los blogs que cada vez más fueron escalando el auge de la moda que permitió dar a conocer mediáticamente personajes contrarrevolucionarios fabricados para el nuevo escenario.
Nuevas experiencias globales del imperialismo con el uso de las redes sociales en Irán, Rusia, el Medio Oriente, y nuevamente América Latina, para combatir las victorias electorales del Socialismo del Siglo XXI (entre ellas, la de aquellos mismos derrotados sandinistas), las nuevas ¨revoluciones de colores y flores¨ en los antiguos países socialistas del Este europeo, hicieron que la contrarrevolución cubana fuera nuevamente reorientada.
Pero aun no era una neo contrarrevolución. Lo ¨neo¨ en la contrarrevolución de nuestros tiempos no está en el uso de las nuevas tecnologías sino en, sin abandonar sus intenciones, la reorientación de su discurso.
Hasta el 2007 era muy sencillo hacer una apología libertaria ante situaciones complejas que intentaron ser una contención durante las carencias del Período Especial frente al capitalismo y sus diferencias socioeconómicas, pero que después se revirtieron contra la vida práctica. Así ocurrió con el Permiso de Salida, las prohibiciones de viajes, la pérdida de residencia sin posibilidad legal de retorno, la inexistencia de posibilidades de servicios que no fueran estatales, la casi exclusiva vía de las becas en el campo para la Enseñanza Media Superior, la escasez de alternativas al consumo audiovisual, las políticas aduaneras de decomiso informático, la imposibilidad de poseer legalmente un celular, de comprar y vender un auto o una casa, de acceso a Internet y de hospedarse en un hotel. Todas ellas hacían extremadamente fácil el discurso de la contrarrevolución. Montar en aquel entonces una perreta en una Oficina de Inmigración por serle negada la posibilidad de viajar o en la carpeta de un hotel por impedirle acceder a Internet, se vendía por sí solo.
Incluso los revolucionarios se sentían golpeados y dolidos por esa realidad. Sostener a nivel personal el discurso de la Revolución en ese tiempo fue una prueba de fe y convicción en el socialismo, tanto, que con razón se nombró a ese período, ¨Batalla de Ideas¨.
La difícil e incómoda lucha por mantener la igualdad en una sociedad cambiante y bajo la hostilidad internacional llevó al Discurso del 2005, que señaló el peligro que podía destruir a la Revolución partiendo de nosotros mismos, que no es la corrupción –elemento acompañante-, sino la desigualdad social.
Pero ocurre lo inesperado y la enfermedad de Fidel acelera reformas que venían pensándose en parte por él mismo. Raúl las amplía y lleva adelante, la cosa se le empieza a poner mala a la contrarrevolución, no porque se la lleven presa en una patrulla de Villa Marista sino porque su discurso comienza a ser superado por la realidad y la evolución de la fuerza revolucionaria.
Nuevas ideas se debaten, nuevos conceptos se manejan, hay incertidumbre en cómo lograr las cosas pero hay madurez al asumirlas. Se abren negocios, cooperativas, caen en estruendoso silencio varios tabúes. Nuevos méritos se suman a los históricos, la necesidad más revolucionaria de superación de la homofobia, con la amplitud y riqueza cultural, de la aceptación de la diversidad individual. Hay un cambio de mentalidad que es propio de nuestra época pero que hubiese sido imposible careciendo de las bases históricas y humanistas de la Revolución.
La contra comienza a sentir el vacío abrirse bajo sus pies.
Es entonces que toman fuerza en el gobierno estadounidense los nuevos mecanismos diseñados por un sector de la comunidad cubanoamericana, cuyos rostros más visibles se presentaban con una imagen pacífica, conciliatoria, inclusivista, dialoguista, de un cercamiento comercial y diplomático hacia Cuba. La Casa Blanca, bajo el gobierno demócrata de Barack Obama, les abre sus puertas.
Ocurre un ¨consenso contrarrevolucionario¨ entre las nuevas fuerzas de cabildeo político impulsadas por Carlos Saladrigas y las viejas posiciones Miami-Washington representadas por Marco Rubio.
La estrategia pre y post 17D , diseñada, entre otros, por Arturo López-Levy para la New América Foundation, es asumida como el programa de acercamiento y penetración del socialismo cubano por la administración Obama.
Ocurre lo públicamente inesperado y secretamente preparado, la Declaración Bilateral del 17 de Diciembre del 2014 y el restablecimiento de las relaciones diplomáticas.
Desde principios de la década del 2010, venía haciéndose un minucioso trabajo de organización de una nueva estructura contrarrevolucionaria acorde a los nuevos tiempos.
Esa estructura debía adaptarse para aprovechar la libertad de expresión, el análisis y el funcionamiento intelectual alcanzado en Cuba por los revolucionarios.
Así nace lo que debe llamarse ya con su nombre y apellido, para que la fuerza revolucionaria lo identifique como tal: la neo contrarrevolución socialdemócrata.
Como mismo en los 40 y 50 la moderación de los partidos tradicionales fue la alternativa contrarrevolucionaria al Batistato. Hoy, la neo contrarrevolución socialdemócrata es la alternativa a la agresividad de la ¨Contra¨ belicista, dejando también atrás aquella facilista Disidencia, frente a la Revolución Socialista en Cuba.
Es por eso que el fidelismo está hoy en Cuba más vivo que nunca, en la medida en que surgen renovadas las viejas estrategias seudodemócratas presentándose una vez más como la ¨salvación¨ nacional.
Como tan vivo estuvo el pensamiento martiano, por radical y social, siendo independentista, que hizo que la carga del 26 de Julio llevara el nombre de Generación del Centenario.
Los bribones de esa Carga que pedía Villena, no eran desde entonces los que estaban instalados en el Cuartel, ni después en el Palacio el 13 de marzo. Sino los que aspiraban a convivir ¨democráticamente¨ con ellos. El Asalto al Moncada partió la columna vertebral de la socialdemocracia en Cuba.
Como dijo con la acción de Palacio, que si bien discrepaba de manera urbana con la lucha en la Sierra, reafirmó la ruptura del Directorio con la socialdemocracia que existía en parte de la FEU, como en otras organizaciones políticas y le afinca el merecido apellido de Revolucionario: ¨Que nuestra sangre señale el camino…¨
El antojo pretencioso e intencionado de re-visionar la Historia en busca de conveniencias es parte del proyecto de esta neo socialdemocracia contrarrevolucionaria.
Buscando indicios ¨alternativos¨ al camino socialista tomado por la Revolución Cubana luego de 1959, en presentaciones fragmentadas de Eduardo Chibás y la Ortodoxia, de los gobiernos del Partido Auténtico, de Grau San Martín y Carlos Prío, de figuras como Aureliano Sánchez Arango, exaltando a la Constitución del 40 por encima de la de 1976, hasta cuestionando la no celebración del 20 de mayo, buscando ¨nuevas narrativas históricas¨, incluso llegando a intentar aprovechar parte de la obra escrita de Raúl Roa en los 30, 40 y 50, en una de las mayores violaciones éticas que puede hacer un historiador al servicio de la política: la omisión de una cronología posterior.
El propio Roa dejó clara su visión cuando en 1968 dijo que su antiguo amigo Aureliano Sánchez Arango era ¨el mayor farsante de la generación del 30¨, que ¨la Convención Constituyente de 1940 representa el compromiso entre dos impotencias intrínsecamente similares: la contrarrevolución y la pseudorrevolución¨, que Grau fue ¨el Mesías de la desconflautación¨ (de la Revolución del 30) , que ¨ Carlos Prío era un caco que jamás trascendió la categoría de caca¨ y que el Partido Auténtico era el ¨aluvión amorfo de un pueblo políticamente subdesarrollado¨.
En su onanismo no dejan de rebuscar incluso en figuras del ideario revolucionario como Mella, Guiteras y José Antonio Echevarría. Todos son intentos para dar una investidura histórica artificial de la que carece por naturaleza la socialdemocracia en Cuba. Esa es la función historicista del “laboratorio de ideas” Cuba Posible.
Con su objetivo declarado de “facilitar” una “Cuba pluripartidista”, manejos como el de Cuba Posible en una supuesta Cuba postfidelista, fueron previstos por el propio Fidel cuando advirtió que “el pluripartidismo es el gran instrumento del imperialismo para mantener a las sociedades fragmentadas, divididas en mil pedazos”.
No dejarán, en su función más completa, encaramados sobre pedestales académicos y cubiertos por el camuflaje del debate intelectual, tomar esa base de ladrillos malamente pegados con tinta y saliva, para lanzarse desde ella sobre el proceso revolucionario ya anunciado que producirá una reforma constitucional. Arremeterán contra todo lo que huela al actual artículo 3 (sobre la irreversibilidad del socialismo) y al artículo 5 (sobre el PCC).
Intentarán, en un trabajo de calendario que ya da sus primeras muestras, introducir matrices creando expectativas que les sean favorables en ese debate. De no lograrlo, en una ¨cama¨ que ya están haciendo, intentarán desacreditar el proceso de reforma, como antes hicieron con el de la Conceptualización que les sirvió de ensayo.
La prensa extranjera, los medios privados o ¨nuevos espacios de comunicación¨ como se les quiere llamar, así como Radio y TV Martí, que ya les llaman “nueva fuerza política”, están ahí para apoyarlos.
Desenmascararlos hoy con el filo de la pluma, que es el arma de estos tiempos, es volverle a romper la columna vertebral a la contrarrevolución socialdemócrata en Cuba.
Ellos lo saben.
No ladran por gusto.
Javier Gómez Sánchez
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