miércoles, 29 de marzo de 2017
“Mis canciones son mis aspiraciones”
Entrevista al trovador cubano Silvio Rodríguez
La primavera lo trae de La Habana a San Juan. Como si fuera poco sensibilizarnos con una canción de Silvio Rodríguez, que siempre enamora o enoja.
Disfruto brevemente de ese raro privilegio de robar por unos instantes la atención de un poeta, al sentirme el blanco de las sentencias filosóficas que debo develar. Ahí comienza esa inquietud en la que quiero escuchar primero un manojo de sus canciones y releer ese cuento de Cortázar que tanto le gustó, para encontrarme de frente con el Apocalipsis 2:10 “Se fiel hasta la muerte”, de El Perseguidor.
Comienzo por la génesis. La evocación de amor entre nuestras islas “que de siglos atrás se vienen cambiando los hijos y enviándose libertadores”, recordatorio pertinente del antillanismo martiano.
¿Cuándo conoció y cómo valora, los nexos históricos y culturales, que unen a Cuba y a Puerto Rico?
Algunos nexos entre Cuba y Puerto Rico están dados, en cierta medida, por su condición de islas que no tuvieron la suerte libertaria que impulsó Bolívar en la América continental. Por eso cuando Martí funda el Partido Revolucionario Cubano, el objetivo no sólo era la liberación de Cuba sino también la de Puerto Rico. Tan es así que el Partido Revolucionario Cubano tenía una Sección Puertorriqueña. En parte eso explica que hubiera combatientes puertorriqueños en nuestras guerras de independencia, y que en años posteriores continuaran entre las dos islas los vínculos de hermandad revolucionaria. Son verdades que se me empezaron a revelar en la niñez, con Martí. Después, con los años y la Revolución, fui abundando en el tema.
¿Qué recuerdos y experiencias quiere resaltar de los primeros viajes a Puerto Rico?
La primera vez que toqué tierra puertorriqueña fue por 20 minutos, en una escala técnica de Puerto España a Santo Domingo. En aquel vuelo íbamos Noel Nicola y yo a un evento que se llamó “7 Días con el Pueblo”, donde entre otras maravillas descubrí a Lucecita Benítez. A principios de los 80 estuve en San Juan, en un festival de canción hispanoamericana. Entonces recuerdo haber compartido mucho con Danny Rivera, y también con Chucho Avellanet, que era compañero de Marisela Berti. A mediados de los 90 vine desde París a hacer un concierto con Roy Brown, y recuerdo que en la conferencia de prensa tuve el gusto de conocer a Andy Montañez. A Andrés Jiménez, al Topo y a Zoraida Santiago los conocí en Cuba. Hubo tiempos en que los trovadores de ambas islas nos veíamos relativamente a menudo.
A este niño que quiso ser astrónomo y que hoy considera ser hijo de esa explosión, de esa continuidad del movimiento que ha sido siempre la expansión del universo; identificado con ser parte de la naturaleza. Al poeta adolescente, que a los 21 años tenía en su zurrón de aprendiz, casi 200 canciones escritas; a este hombre que no espera ser el último cantautor, pero tal vez va quedando como el único -al decir de Joan Manuel Serrat- capaz de convocar multitudes solo con su guitarra, preguntamos…
¿Por qué se considera un trasgresor en el arte y en la vida?
Sinceramente, no recuerdo haber dicho que me considere así. Aunque sí creo que la plenitud no se consigue desde la mediocridad. Los grandes momentos de una vida o de un arte, casi siempre, están testimoniando trasgresiones.
Con una intención desmitificadora, la vida lo puso un “Martes 13” de junio de 1967, en la pantalla de la Televisión Cubana. Desde entonces sus canciones, presencia y sentimiento expresado, lo han hecho -como mínimo- no pasar inadvertido. Este es el primer concierto internacional que hará Silvio, después de la muerte de la conocida locutora cubana Eva Rodríguez, quien lo presentara hace 50 años atrás en el programa “Música y Estrellas”, junto a Los Zafiros, Alba Marina, Marta Justiniani, Dulzaides y su combo con Regino Tellechea. La jovial presentadora lo anuncia en debut como una sorpresa. Un nombre que habrán de recordar. Silvio quedó solo, sentado en una banqueta con su guitarra y dos canciones: “Quédate” y “Del sueño colgado y la tierra”.
¿Por qué hay gente que lo ama y otras que no le dan tregua?
Supongo que porque “he dicho lo mío a tiempo y sonriente”.
Yo los remitiría a “Debo Partirme en dos”: Pero me fui enredando en más asuntos/y aparecieron cosas de este mundo: /«Fusil contra fusil», «La canción de la Trova»;/y «la era pariendo» se puso de moda./Debo partirme en dos./Unos dicen que aquí,/otros dicen que allá/y sólo quiero decir,/sólo quiero cantar/y no importa la suerte/que pueda correr/una canción.
¿Quién pesa hoy, el Silvio rebelde o el moderado?
Sea cual sea el que predomine, espero que no sea con sobrepeso.
La coherencia de lo que fue se logra en 1967, cuando la Casa de las Américas, convoca el Primer Encuentro de Canción Protesta, que estimuló a lo que se dio en llamar la nueva canción latinoamericana. ¿En el contexto histórico actual, se invalidó el término de “Canción Protesta”?
“Protest Song” fue la forma en que alguien, posiblemente un periodista, etiquetó a cierta corriente de la canción nacida de las luchas sindicales en los Estados Unidos. En América del Sur y en el Caribe también había expresiones parecidas en el folklore y en la canción popular. Pero Protest Song pegó y llegó a convertirse en una marca que, probablemente, hasta vendía. Fue uno de esos clichés que el tiempo desdibuja. Aunque también hay que decir que continúa existiendo la canción de autor, contestataria, de propuesta, inteligente o como quiera usted llamarle.
Cuando Silvio y sus 14 “Amoríos”, (Ojalá Producciones, 2015), fueron presentadas en La Habana, Cuba, asistimos un mágico paseo en el tiempo, a través de las canciones escritas entre 1967 y 1980. Celebrando el decursar de su profundo lirismo, con sus musas desbocadas. Sobrepuesto, atenuado o vapuleado por el tiempo, allí estaba su público; nacionales y extranjeros que persiguen esta oportunidad como un lujo. Han pasado muchos años. “He tenido la oportunidad de hacer conocer mi trabajo en mi país, cosa que a veces muy poca gente consigue, y eso es un privilegio. Y yo me siento muy agradecido de eso, me parece que fue un don, que es una suerte, que es un regalo que me hicieron, un poco como aquellos duendes que me susurraban las canciones”, ha dicho Silvio. Y esa vez, le dedicó el disco “al pueblo de Cuba, que es capaz de amar y desamar, igualito que todos los que estamos aquí sentados”.
“En cuál de esos planetas”, de su disco Amoríos, exalta la necesidad de la paz. ¿Qué queda del autor de “Playa Girón”?
Aquellos eran años en que disponía de casi todo mi tiempo para componer. “En cual de esos planetas” la hice poco después de “Playa Girón”. Claro que era otro día y otra realidad. No estaba en un barco, en alta mar. Estaba en mi apartamento, viendo como un rayo de luz se filtraba a través de una hendija… Podría decir que ahora también me pasan cosas interesantes, quizá no tan vertiginosas, pero también inspiradoras. Le garantizo que yo no he dejado de oír ese llamado. Y que, siempre que tengo tiempo, respondo.
Confieso que la siguiente pregunta no es mía. Le he pedido a mi hija veinteañera, que si tuviera la oportunidad de hacerle una pregunta a Silvio cuál sería. Y contestó con su interrogante:
¿Tiene sentido que los jóvenes músicos, hagan “trova” en este momento, sea nueva o novísima?
Tiene tanto sentido, o más, que hacer algunas cosas que hoy se hacen. Gente con guitarra ha habido siempre, y hasta ahora nadie ha dicho que sea mala combinación.
Entonces acoto con sus palabras: “Hoy en día cualquiera escribe un reportaje de lo que sea, cualquiera publica una foto de lo que sea, cualquiera escribe una canción de lo que sea”.
¿Cuál es para Silvio Rodríguez, el valor de la autenticidad en la creación? ¿Cuál es la utilidad de una canción?
Cuando uno de esos reportajes, foto o canción dice algo en el que muchos se reconocen, eso tiene un valor. Al menos comunicativo. Y no digo artístico porque lo artístico implica cierta elaboración, cierto dominio de un lenguaje. La utilidad mayor que yo le veo a una canción es la de hacernos compañía.
Tal vez todo está en su justo orden, y quizá él sea mucho más de lo que cree. Una estudiante sudamericana ha dicho: “Las canciones de Silvio han acompañado a casi todos los movimientos estudiantiles y políticos de América Latina -continúa- pero también a los enamorados. A los despechados. A los tristes. A los furiosos. Y colman de trova y viento de Cuba cualquier auditorio pleno a golpe de poesía y sencillez”.
Es hora de preguntarle al poeta por qué él transcurre y el público no. Él mismo lo ha referido para definir cómo su “audiencia” es mayoritariamente joven.
¿Eso ha cambiado? ¿Por qué sucede?
Sin dudas el público cambia, puesto que cambian los tiempos. También cambia la manera en que las cosas se perciben y hasta aprecian, y en ese saco incluyo a las canciones. Hay canciones que en los momentos en que fueron escritas tenían unas connotaciones, y hoy, décadas después, pueden parecer diferentes. Recuerdo que cuando mi generación empezó a cantar, parte de lo que hacíamos no se entendía. No sólo eran temáticas nuevas sino formas de hacer también distintas. Se agregaron palabras que no se usaban y la sintaxis se volvió personal. Hoy puede parecer más “normal” lo que entonces resultaba revolucionario. Hasta cierta zona de la canción comercial se nutrió de aquella experimentación. Lo que llaman “éxito” también puede tener esa cara.
“Por todo espacio, por este tiempo. Silvio Rodríguez en barrios de La Habana” es el título de un libro de crónicas de Mónica Rivero Cabrera y fotografías de Alejandro Ramírez Anderson que recomiendo. La honestidad de su semblanza, relata la realidad que viven Silvio y sus músicos, en su indetenible periplo por los barrios de La Habana. Mis hijos lo siguen como tantos. Van como juglares por calles, donde se aglomeran expectantes jóvenes, ancianos, amas de casa, gente común. Los que ni se tomarían la molestia de asistir a un Teatro -no es su prioridad- y los que sí, disfrutan juntos del concierto. Esta gira tiene un precedente no relegado, los conciertos en las penitenciarías cubanas. El 16 de Octubre de 2016, Día de la Cultura Cubana, amaneció el escenario montado en el Establecimiento Penitenciario Combinado del Este, ante reclusos de diferentes generaciones.
En este mismo mes de marzo, acompañado de su esposa, la artista Niurka González, Flauta y Clarinete; Oliver Valdés, Batería, el Trío Trovarroco y como invitado Carlos Varela y su grupo, tuvo lugar el Concierto número 81 de la Gira por Los Barrios. Iniciada desde hace siete años, la ocasión celebró el aniversario 330 de la fundación de la Villa de Regla, desde la explanada donde desembarca la popular lanchita que traslada a sus habitantes hasta la Habana Vieja.
¿Qué lo empeña a seguir en la gira por los barrios de La Habana? ¿Cuál anécdota significaría de ello?
Son varias las razones. Una, porque es muy buen camino, porque es justo y porque es hermoso. La gente lo agradece, se pone feliz. Ves familias enteras en los balcones, infinidad de niños, amas de casa que de otra forma nunca hubieran estado. Yo empecé pensando que lo hacía para ayudar y ahora me siento el ayudado. Como que tengo vicio. El mes que no hago un barrio, síndrome de abstinencia.
De carácter reservado, el trovador suele parecer inaccesible.
¿Cuál es el límite inasible de su amistad? o ¿cómo gana los amigos y los enemigos?
La accesibilidad no sólo depende de una persona sino de un conjunto de factores, incluso del entorno. En relaciones humanas creo ser bastante normal. Aunque las verdaderas amistades necesitan probarse.
“Yo soy de donde hay un río, evoca al Ariguanabo de las afueras de La Habana -ya no tan cristalino- donde hubo tiempo de crecer junto a la lectura de su padre con textos de José Martí, Juan de Dios Peza, Rubén Darío y una madre con la musicalidad heredada. El color de sus afectos también tiene imagen y aprendizaje.
¿Cómo define el amor?
Como una necesidad, como un camino que se escoge.
Tiene siete hijos, amor y talento, ¿cuál considera de todas, la mayor “bendición” en su vida?
Que semejantes me hayan prestado atención.
De un hombre realista, con suficientes ganas de soñar y expresar la belleza sin pretensión, merecemos conocer. A la altura de sus 70 años, partiendo de la mística como esa capacidad de asombro ante el misterio de las cosas expresada en sus canciones, qué de ello subsiste hoy día.
La capacidad de asombro es cierto apego a la infancia. Acaso haya vidas que no dan esa oportunidad. Otras tienen esa fortuna.
Doy vueltas para entrar en el gran tema de contraste, la muerte.
Qué significa para usted la frase de John Keats como epitafio: “Aquí yace uno cuyo nombre fue escrito en el agua”.
Eso que dijo Keats, que sólo vivió 26 años, demuestra que no hacen falta 70 para ver una gran verdad.
Ya sé que el propósito de un poeta no es el imposible, pero limita con lo sobrenatural.
¿Dónde queda el surrealismo en su obra?
La vida es la que parece avanzar hacia el surrealismo. Lo que querría decir que el naturalismo y el surrealismo podrían llegar a intercambiar papeles.
Aquí apuro el paso donde el amor mitiga el espanto cotidiano. Vivimos en tiempos de tendencia “egoísta”.
¿Cómo define a “la especie humana”? ¿En qué ésta ha fracasado?
Hay demasiada gente diciendo ese tipo de cosas para que me guste repetirlas. Prefiero lo contrario, que es cada vez más raro. Pero no el optimismo baboso de los ultras, sino el que no cierra los ojos para vernos. Y eso me trae a la memoria: “Dicen que la gente es mala y no merece, / más yo partiré soñando travesuras: / acaso multiplicar panes y peces…”
Sobre la realidad que vivimos hay otra, y otra. ¿Ha podido escapar de la trampa de la fama o cómo lo asume?
Recuerde que “yo quería cantar encapuchado”. Pero aquello era un deseo condenado al fracaso. Imagínese, en Cuba todo el mundo se hubiera enterado al minuto: “Ese es el hijo de Argelia, la peluquera”. En otros países me hubieran acusado de exaltación al terrorismo.
En el viaje de la creación, ¿cuándo música y letra dejan de bifurcarse, para ser una? Mayormente, ¿necesita de alguna sensibilidad herida, pasajera o profunda, para componer?
Para ser una sola cosa, palabras y música sólo necesitan ser canción; género bastante antiguo, adoptado por muchas culturas y maneras, pero que por algo sobrevive.
Alguna vez leí que Gabriel García Márquez, le sugirió en un inquietante vuelo de avión, algunos temas para canciones que no daban para cuentos. Intentó darle “taller” y sólo recientemente dijo, logró algo cantable. Casi nunca trabaja un texto primero y generalmente le pone texto a la música que hace. A la inversa le cuesta mucho trabajo.
La inspiración parte de un instinto básico, que es el de la imitación. Uno ve algo y lo quiere reproducir, expresar, o sencillamente retener para no olvidarlo. Por ese instinto los bebés llegan a decir mamá. Y otros bebés nos complicamos con instrumentos y metemos ideas en melodías. Lo hacemos tanto que a veces las palabras se nos aparecen ya cantando. No es tan misterioso, en realidad.
Entonces, ¿qué dicen del Silvio hombre, sus canciones?
Mis canciones me relatan, pero me superan, porque también son mis aspiraciones.
Laborioso y meditativo ante cada nueva obra discográfica, que suman hasta hoy 19 volúmenes y no por falta de canciones. ¿Qué hay de nuevo en los proyectos discográficos u otros, que lleva simultáneamente?
Este año me lo reservé para terminar algunos de esos proyectos, que parecen interminables. No es que no me guste que sean interminables, creo que tienen derecho a serlo. Pero también me siento con derecho a intentar que no lo sean. En ese estira y afloja estamos ahora mismo.
Mencione su Discografía más importante. ¿Alguna recomendación?
El próximo. Siempre el próximo me parece el mejor.
¿Cuáles son sus temas e intérpretes preferidos de las canciones de su autoría? ¿Son esos, los temas suyos más solicitados?
Compañeros de generación suelen identificarse, por la cercanía, con cierto aliento de las composiciones. Les ha pasado igual conmigo, lo hemos hablado… Y no, no es cosa que tenga que ver con las solicitudes.
¿Cuáles son los momentos más trascendentales de su vida artística?
No sucede nada en el mundo, cuando ocurren. Son brevísimos instantes personales de fascinación.
Leer ha sido su rutina cada mañana, dice que lo necesita. Se confiesa un enamorado de la literatura, la escritura y de la Ciencia Ficción, en específico. Le siguen, la pintura y la música, en cualquier orden.
¿Qué figuras – vivas o muertas- han marcado su formación estética y artística?
José Martí, Rubén Martínez Villena, José Zacarías Tallet. Los poetas de la revista Orígenes. César Vallejo, Pablo Neruda, Walt Whitman, Edgar Allan Poe, Jack London, Alexander Pushkin, Anton Chejov, Vladimir Maiakovsky. Vincent Van Gogh y los impresionistas, Picasso, Bertolt Brecht, Hermann Hesse, Ray Bradbury, Will Eisner, Virgilio Martínez, Walt Disney, Orson Wells, Charles Chaplin. Y sólo estoy empezando…
Tan pequeño como a los siete u ocho años, compuso su primer poema. Descubre la música clásica a través de dibujos animados, que lo llevan a hacer su propia exploración en la Biblioteca Nacional, donde pasaba horas escuchándola.
De todas las incursiones en la música, o ” géneros” ¿cuáles prefiere?
La música que más he escuchado es la orquestal, sinfónica, conciertos, música de cámara. Desde Johannes Sebastian Bach hasta Lien y Rey, pasando por Leo Brouwer. También disfruto de alguna trova y jazz.
¿Alguna vez ha compuesto por encargo? ¿Cómo ha sido esa experiencia?
Trabajé bastante para cine y otras formas de arte colectivo. Sé que la música que pueda parecer más espontánea también es una especie de encargo que uno mismo se hace.
Hay algunos kilómetros del río, donde aún se puede navegar en San Antonio de los Baños. Cuando quiere hacer un regalo especial a un amigo, se lo lleva al pueblo donde nació, que fundaron los canarios en 1794. Hoy reconocido por la Bienal del Humor –mucho que ver, también Silvio fue caricaturista- y por la Sede de la Escuela Internacional de Cine y Televisión. De ello da fe su pasión por la fotografía, y la música para cine. Toda su obra es imagen. Como él es un símbolo, en sí. ”La angustia es el precio de ser uno mismo”
Lo han etiquetado de tantas formas. ¿Con cuál definición se queda de sí mismo?
El hijo de Dagoberto y Argelia.
Finalmente. ¿Cuál es su concepto de espiritualidad?
Libre, todo lo libre que podamos ser.
Los boricuas siempre lo despiden con un “Ojalá vuelva pronto”. Algunos, son los de siempre, los otros son sus hijos. Qué le diría a los seguidores de su música, ya listos para verlo en la presentación del 25 de marzo.
Ojalá así sea.
Rosa María Fernández Sofía
80 grados
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