Con sobrada sencillez, sin condicionamientos y nada material a cambio, la Revolución cubana encabezada por el líder histórico, Fidel Castro, por su presidente Raúl Castro, y por el propio pueblo de la mayor de las Antillas, ha sido siempre y continuará siendo solidaria de pura cepa.
La reciente decisión de Cuba de ofrecer mil becas de medicina a Colombia, en el próximo lustro, para contribuir a la paz en esa nación latinoamericana, confirmó nuevamente el carácter fraternal y humanista del proceso revolucionario que con marcado espíritu internacionalista guió Fidel desde el 1 de enero de 1959.
Cada año 200 jóvenes colombianos -100 seleccionados por las FARC-EP y 100 por el Ejecutivo Nacional de ese país- podrán iniciar sus estudios en el decano archipiélago caribeño con el propósito de formarse como futuros galenos, y luego prestar servicios asistenciales a sus compatriotas.
Cuba cuenta con la conocida y prestigiosa Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), un alto centro de estudios creado por Fidel en 1999, y en donde se han graduado gratuitamente miles de médicos de Nuestra América, y de otras regiones del mundo.
La solidaridad y la defensa de los derechos humanos fundamentales figuran entre los legados principales que dejó el Comandante en Jefe de la Revolución cubana, tras su partida física el 25 de noviembre del pasado año.
Esa fuerza humanista es inherente a los habitantes de la mayor de de las Antillas, pese a ser un país con escasos recursos, y blanco aún del prolongado e ilegal bloqueo económico, comercial y financiero que le impone Estados Unidos desde hace más de cinco décadas.
Cuba es especialmente reconocida por su brío solidario, además de su por su dignidad, y por sus luchas en defensa de la soberanía, la independencia, la paz y la integración de los pueblos.
Su potente “Ejército de Batas Blancas”, que está presente en el más lejano o recóndito lugar del planeta tierra donde seres humanos necesiten atención médica, es otro ejemplo del humanismo de la nación caribeña.
Cuba nunca ha ofrecido lo que le sobra, sino compartido lo poco que tiene en bien de los más desprovistos, hecho que la hace ser solidaria de pura cepa.
Tampoco ha pedido nada a cambio por la ayuda o colaboración que ha prestado en diferentes esferas a numerosos países del mundo, a diferencia de gobiernos poderosos que imponen condiciones y buscan prebendas económicas o políticas.
En el caso específico de Colombia, Cuba reafirmó su reconocida vocación de paz, y justicia, al haber sido escenario durante cuatro años de las complejas negociaciones que condujeron a la firma de los históricos acuerdos sobre el fin de la larga y sangrienta guerra en esa nación de la Patria Grande.
Tras suscribirse ese pacto en La Habana, en agosto de 2016, analistas y políticos coincidieron en que los cubanos habían cumplido con sus hermanos colombianos, y también con el Papa Francisco, quien durante su última visita al archipiélago antillano, en 2015, le auguró que se convertiría en el país de la unidad y la armonía a nivel internacional.
Patricio Montesinos
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