En los papeles, a cambio de los rehenes, Israel devolvería a 1.700 gazatíes detenidos desde el comienzo de la guerra y a 250 presos condenados a cadena perpetua. Una vez que se complete el intercambio, los integrantes de Hamás deberían entregar las armas y quienes lo deseen (sic) pueden abandonar la Franja, con garantías de seguridad en su trayecto hacia terceros países.
Una vez que se acepte el acuerdo, comenzaría el suministro completo y sin injerencias (sic)de ayuda humanitaria hacia la Franja y la reconstrucción de infraestructura básica.
Llevando la ocupación imperialista al paroxismo, Trump presidirá el organismo de transición –“la junta de paz”- que supervisará el órgano de gobierno palestino, conformado por tecnócratas, que gestionará Gaza por un lapso indefinido.
Durante el tiempo en que estén activas esas instituciones, se pondrá en marcha un “plan de desarrollo económico de Trump” para la reconstrucción. El ex primer ministro británico Tony Blair, otro interesado en los negociados inmobiliarios, también participaría.
Después, en otra etapa, los palestinos votarían por una autoridad de "transición" en la que los políticos y líderes de Hamás no podrían participar.
En ese plan unilateral, Netanyahu negoció con éxito que Israel mantuviera sus fuerzas en un perímetro de seguridad alrededor de Gaza y conservara la responsabilidad de la seguridad en toda la franja.
La propuesta -una rendición incondicional de Hamas y la resistencia palestina- “está obteniendo un amplio respaldo internacional. No solo de Occidente -incluidas Francia, Alemania, la Unión Europea y, en un tono menos entusiasta, España- sino también de potencias como Rusia y China y, de forma muy significativa, de los principales países árabes y musulmanes” (EP 30/9).
Esa es la Santa Unión que aprieta el cuello del heroico pueblo palestino -y sus organizaciones- que, sitiado por hambre y por sed, bombardeado durante dos años sin tregua, desplazado y privado de todo, con millares de muertos y desaparecidos, resistió sin rendirse y con una homogeneidad extraordinaria la política de exterminio sionista solventada por las democracias occidentales y los jeques árabes. Lo único que consiguieron comprar los sionistas fue un jefe tribal lumpen, repudiado por los suyos.
Este martes, los traidores cancilleres de hasta ocho Estados musulmanes, entre ellos, Jordania, Paquistán, Indonesia, Turquía, Arabia Saudí, Egipto y Qatar – publicaron un comunicado avalando el plan de la Casa Blanca. Elogiaron la oferta de Trump porque, entienden, evitaría el desplazamiento del pueblo palestino de Gaza, promovería una paz integral entre israelíes y palestinos y evitaría la anexión de Cisjordania (sic).
Por el contrario, el director de la oficina de medios de Hamás en Gaza, Ismail al Thawabta, en un tuit, asimiló el plan de paz a “un intento de imponer” a los palestinos una “nueva tutela que legitime la ocupación israelí”.
Hamas, junto con otros grupos palestinos, “estarían inclinados a aceptar” la propuesta, según informó el martes una fuente bien informada a CBS News. La debilidad de Hamás es tal que, infiere el Washington Post, que sin ni siquiera tener una respuesta de los palestinos, el carnicero de Tel Aviv empezó este martes a relativizar sus compromisos, en un vídeo difundido en los canales oficiales.
Según Netanyahu la liberación de todos los rehenes israelíes se lograría manteniendo las fuerzas israelíes en la mayor parte de Gaza. Quienes lo habían instado a retirar el ejército —y así permitir que Hamás se reconstruyera— estaban «completamente equivocados», afirmó: «De ninguna manera, eso no va a suceder». (EP 30/9)
También ratificó -música para los colonos fascistas que anidan en su gabinete- que “no aceptará” un Estado palestino, a pesar de la propuesta de Trump de establecer “una vía creíble hacia la autodeterminación y la creación de un Estado palestino”.
Netanyahu intenta convencer a sus aliados de la derecha, dice El País, que el alto el fuego instado por Trump “no sería tan férreo ni desfavorable como ellos temen”. Si se suma esto a “la renuencia de Hamás a desarmarse, puede dar lugar a un acuerdo frágil”, afirman funcionarios y analistas regionales.
“Hay muchas zonas grises en el acuerdo y así es como lo quería Netanyahu”, afirmó Gayil Talshir, politólogo de la Universidad Hebrea de Jerusalén. “Puede decirle a la derecha que nunca [se retirará por completo], y puede demostrar que es Hamás quien se niega y que él puede continuar la guerra”.
Los altos cargos de Hamás no han hecho comentarios sobre el plan propuesto, pero algunos líderes palestinos lo han criticado por ser impreciso en cuanto a los compromisos de Israel con respecto a su retirada de Gaza o la formación de un Estado palestino.
La Autoridad Palestina quedó excluida del plan de paz: Trump “fue fuertemente influenciada por Israel”. Esto no impidió que su vicepresidente, Hussein al-Sheikh, elogiara los esfuerzos del yanky por alcanzar una «paz justa basada en una solución de dos Estados».
La versión obtenida por The Washington Post durante el fin de semana mostraba que la Autoridad Palestina con sede en Cisjordania acabaría gobernando Gaza. Netanyahu eliminó esa formulación.
“Por un lado, todo el mundo quiere que se ponga fin al genocidio y por eso la Autoridad Palestina y todos los países árabes se han alineado para apoyar el acuerdo”, dijo Diana Buttu, exnegociadora de paz palestina. “Pero, por otro lado, se trata de un paquete completo que otorga a Israel el control perpetuo de la Franja de Gaza y el veto israelí. ¿Qué va a garantizar que Israel se retire a cualquiera de esas líneas? ¿Quién les obligará a retirarse?», se preguntó.
En Israel, el líder de la oposición Yair Lapid también adhirió, pero le preocupaba que hubiera «lagunas» que pudieran aprovecharse para reanudar las hostilidades. «Netanyahu por lo general, dice “sí” en Washington, frente a las cámaras de la Casa Blanca, sintiéndose como un estadista innovador, y “pero” cuando regresa a casa y la “base” le recuerda quién manda».
La “base”, los ministros colonos, pusieron el grito en el cielo, pero no tanto como para retirarse del gobierno, como amenazaron tantas veces. El poderoso fascista Bezalel Smotrich dijo que la tregua propuesta supondría una «oportunidad histórica perdida» y culpó a Netanyahu y al ejército israelí por no actuar más rápidamente para conquistar Gaza.
«¿No hay otra opción y esto es lo máximo que se puede conseguir en este momento?», dijo Smotrich en una declaración el domingo. «Esto también acabará en lágrimas. Nuestros hijos se verán obligados a luchar de nuevo en Gaza».
Desde otro ángulo, el Financial Times evalúa que es difícil la desarticulación completa de Hamas y más difícil que Netanyahu “vaya a abandonar su guerra eterna. Así que predice que el escenario más probable “es que la guerra se prolongue y el colosal número de muertos aumente aún más” (FT 29/9).
Finalmente, es el aire de los tiempos. Mientras reclamaba el Nobel de la Paz, Trump y el jefe del Pentágono dirigían un conclave con cientos de jefes militares norteamericanos y los instaba a “prepararse para la guerra”: eliminando lo “políticamente correcto” del Pentágono, lo que ha resumido como “no más culto al cambio climático, no más división, distracción o delirios de género”. Un nuevo paso hacia la barbarie.
Olga Cristóbal
30/09/2025