El ejército busca quedarse con el poder y desactivar la rebelión.
La primer ministro de Bangladesh, Sheikh Hasina, renunció a su cargo y huyó en un helicóptero hacia la India este lunes 5 en medio de un levantamiento popular. Los manifestantes se habían lanzado a las calles masivamente el domingo para exigir la salida de la mandataria, responsable de un baño de sangre (cerca de 300 muertos) contra el movimiento estudiantil que protestaba desde el 1 de julio contra el desempleo juvenil y un sistema de cuotas que dificultaba su ingreso al empleo público.
El levantamiento de este fin de semana se extendió por numerosos distritos del país, e incluyó la toma del palacio presidencial. Las fotos de los corresponsales de prensa muestran a manifestantes apostados en los techos, o sentados en sillones dentro del edificio. Estas imágenes recuerdan la rebelión popular de Sri Lanka en 2022, cuando el presidente Gotabaya Rajapaksa escapó en un avión militar hacia las Maldivas después de la toma de su residencia. La movilización, protagonizada por la juventud, se dirigió también contra dependencias policiales y sedes del partido de gobierno, la Liga Awami, en el poder desde 2009. Pese a la declaración de un toque de queda en la noche del domingo, las protestas continuaron durante este lunes.
“La cuestión ya no son las cuotas de empleo”, sostuvo una manifestante el domingo. La Corte Suprema había fallado a mediados de julio en contra del sistema que aseguraba más de la mitad de los puestos públicos para familiares de veteranos de la guerra de independencia y otras minorías, en un intento por descomprimir la revuelta. Pero la juventud reclamó entonces justicia para los muertos por la represión estatal y el restablecimiento de las comunicaciones, bloqueadas para evitar el contagio revolucionario. En un intento final por mantenerse en el poder, Hasina propuso una reunión el fin de semana a los sublevados, que rechazaron el convite.
Ante la caída de Hasina, y sin que aún se disipen las protestas, los militares buscaban este lunes capturar el poder y desactivar la rebelión. El jefe del Ejército, Waker-Uz-Zaman, quien asumió el 23 de junio, anunció la formación de un gobierno provisional y llamó a los estudiantes a desmovilizarse. “El deber de los estudiantes es mantener la calma y ayudarnos”, indicó. “El país está atravesando un período revolucionario (…) Les prometo a todos que haremos justicia por todos los asesinatos y todas las injusticias. Les pedimos que tengan fe en el ejército del país”, añadió, soslayando que las fuerzas armadas colaboraron en la represión.
Zaman se reunió con dirigentes de los principales partidos de la oposición, el Partido Nacionalista de Bangladesh (BNP, por sus iniciales en inglés) y el islamista Jamaat-e-Islami . Tras este cónclave, el secretario general del BNP, Mirza Fakhrul, también hizo un llamado a la calma.
En tanto, uno de los coordinadores de la plataforma juvenil que lidera las protestas (Estudiantes contra la Discriminación, SAD según sus iniciales en inglés), Nahid Islam, llamó a continuar las manifestaciones, pero cuestionó los saqueos que se están desarrollando en el país. Al mismo tiempo, según el portal Prothom Alo (5/8), planteó un gobierno provisional con participación de estudiantes, docentes y representantes de la “sociedad civil”. Poco antes de la caída de Hasina, la Red de Docentes Universitarios había hecho un llamado similar, añadiendo que los integrantes de dicho gobierno sean seleccionados por los estudiantes, todo ello en la perspectiva de una nueva elección democrática. El gobierno de Hasina detuvo alrededor de 11 mil personas en las últimas semanas y era fuertemente cuestionado por la persecución y represión de los opositores.
Tras la victoria que implica la caída de Hasina, el movimiento de protesta enfrenta ahora una tentativa de liquidación de su rebelión por parte del ejército. Ese aparato represivo debe ser desmantelado, las reivindicaciones de la revuelta tienen que ser satisfechas, y el poder asumido por un gobierno de las organizaciones en lucha.
Gustavo Montenegro
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