La terrible cifra la brinda el semanario médico The Lancet, tal vez el más prestigioso del mundo, publicado desde hace un siglo en Gran Bretaña, en su edición del 5 de julio pasado.
Este cálculo significa que aproximadamente el 8 por ciento de la población de la Franja ha sido asesinada por bombardeos aéreos, inanición o enfermedades y problemas de salud crónicos debidos a la falta de servicios básicos de salud. El sionismo ha sido y es implacable en la ejecución de la limpieza étnica de Palestina.
The Lancet explica que todas las guerras tienen consecuencias sanitarias indirectas más allá de quienes mueren por efecto de la violencia, pero que en el caso de Palestina esas muertes se multiplican por la destrucción masiva de las infraestructuras sanitarias; la grave privación de alimentos, agua y refugio; la incapacidad de la población para huir a lugares seguros y la pérdida de financiamiento de la RAWA, la Oficina de Naciones Unidas para los refugiados palestinos, una de las pocas organizaciones humanitarias que aún están en el territorio.
En este contexto, advierten, “seguirá habiendo muchas muertes indirectas en los próximos meses y años por causas como las enfermedades reproductivas, transmisibles y no transmisibles”.
La escalofriante cifra a la que llega la revista surge de un cálculo que ella misma califica como “conservador”. The Lancet explica que hay acuerdo en que en los conflictos recientes por cada víctima detectada se produjeron entre 4 y 15 muertos más. Llega así a los 186.000 palestinos asesinados cuadruplicando, o sea, con la más baja de las opciones.
Si se utiliza un indicador más alto, el número de víctimas podría alcanzar a decenas y cientos de miles. Una proporción de diez muertes indirectas por cada muerte directa, aún dentro del rango de “conflictos recientes” citado por The Lancet, produciría una estimación de más de 400.000 muertes.
Y señala que “es esencial un alto el fuego inmediato y urgente en la Franja de Gaza, acompañado de medidas que permitan la distribución de suministros médicos, alimentos, agua potable y otros recursos para las necesidades humanas básicas”.
Para encontrar ejemplos comparables al genocidio palestino, hay que remontarse a la invasión nazi a la Unión Soviética, que exterminó 500.000 personas en seis meses.
La masacre perpetrada por el Estado sionista solo es posible por la provisión constante de armas desde Estados Unidos, Alemania y otros países. El 69 % de las importaciones armamentistas israelíes provienen de EE.UU., y eso incluye “unas 14.000 bombas de 2.000 libras, que pueden aplanar varios edificios a la vez”. El otro 30 % proviene de Alemania.
A las armas de destrucción masiva que han arrasado con por lo menos la mitad de las viviendas y aniquilado la infraestructura sanitaria y educativa, hay que sumarle el uso de la hambruna como elemento bélico. La prohibición del ingreso de alimentos y la destrucción deliberada de los campos de cultivo y el ganado ha llevado a que uno de cada cinco gazatíes “pase días enteros sin comer nada”. Nada. Más de la mitad de la población no tiene alimentos para comer en casa y el 96 % se enfrenta a la inseguridad alimentaria a niveles de “crisis”, que es la fase tres en la escala de cinco fases del IPC, dice la ONU.
La utilización del hambre como arma de guerra, prohibida por la legislación internacional, ha contado con el beneplácito de los aliados de Netanhayu. El portal de WSWS recuerda que el recién elegido primer ministro británico Keir Starmer hizo la infame declaración en una entrevista de radio el año pasado de que Israel tiene el “derecho” de cortar la electricidad, el agua, el combustible, los suministros médicos y alimentarios a Gaza en nombre de la “autodefensa”.
El 24 de julio, Netanhayu, el carnicero de Tel Aviv, visitará Washington para proporcionar un informe a los demócratas y republicanos que lo invitaron sobre cómo progresa la “solución final” de la cuestión palestina en Gaza. Hoy, ordenó la evacuación de la ciudad de Gaza, entre cuyos escombros viven todavía 250.000 palestinos. En los últimos días han bombardeado escuelas-refugio.
Solo la clase obrera puede frenar esta barbarie.
Olga Cristóbal
11/07/2024
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