Las fuerzas armadas detuvieron y depusieron a comienzos de esta semana al presidente Roch Kaboré, quien se hallaba en el poder desde 2015. En una declaración firmada por el nuevo hombre fuerte del país africano, el teniente coronel Paul-Henri Sandaogo Damiba, se anuncia también la suspensión de la Constitución, la disolución del parlamento, el cierre de fronteras y un toque de queda nocturno. El derrocamiento se suma a los recientes golpes en Malí, Guinea y Sudán, y a la crisis en Chad, si bien cada uno de estos sucesos tiene sus características particulares.
La tensión entre el presidente y los militares venía creciendo al calor de las derrotas ante Al Qaeda y el Estado Islámico. Según el corresponsal del diario español El País, hoy el Estado “apenas controla la seguridad de la capital y su entorno y de las grandes ciudades del país” (24/1), en una nación mayoritariamente rural, donde el 90% de los trabajadores se desempeña en el sector agrícola. Más de 7 mil personas murieron en los últimos siete años de conflicto y hay más de un millón de desplazados, sometidos al hambre, la falta de agua y de atención médica.
El episodio que marcó un salto en la crisis entre el presidente y el sector castrense fue en noviembre, cuando 53 efectivos murieron en un ataque islamista. Los militares redoblaron sus exigencias de mayores recursos y atribuciones.
El progreso de los grupos islamistas en Africa Occidental, que comenzó en Malí en 2012, muestra los serios problemas que está encontrando Francia en el terreno. En 2013, el imperialismo galo desplegó 5 mil soldados para proteger sus intereses económicos y políticos en el Sahel, una región rica en recursos minerales (como bauxita y manganeso), en una misión que lleva actualmente por título “Operación Barkhane”. En 2021, frente a los obstáculos, Macron anticipó una reducción de tropas, mientras presionaba por un mayor involucramiento de los ejércitos nacionales africanos.
En el caso de Burkina Faso, el presidente Kaboré aceptó la presencia de tropas francesas en las inmediaciones de la capital, Ougadougou, como parte de la operación “Sabre”, pero recelaba de Barkhane. Francia venía presionando al mandatario para que adoptara cambios en su política de seguridad y defensa.
Por eso, aunque París condenó formalmente el golpe, hay dudas de si no pudo haber desempeñado un rol en el mismo, o bien dejarlo correr. Nada menos que la cadena estatal France 24, publicó un artículo con el título: “Burkina Faso: ¿jugó Francia un papel en el derrocamiento del presidente Kaboré?” (26/1). Allí se señala, citando fuentes, que “desde septiembre, oficiales y diplomáticos franceses estaban trabajando en escenarios para una toma de posesión por parte de los militares”.
La presencia de soldados galos ha generado el rechazo de la población burkinense, como la de otros países de la región (Malí, Chad, Senegal). En noviembre pasado, un convoy francés que se dirigía a Malí fue detenido por manifestantes cerca de Ougadougou.
Francia despliega unidades militares y esquilma los recursos del continente, mientras las masas se encuentran sumergidas en la miseria. Planteamos: fuera el imperialismo de Africa.
Gustavo Montenegro
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