Sundar Pichai, el CEO de Google, acaba de anunciar en su blog el lanzamiento de News Showcase, un escaparate que ofrecerá “un nuevo tipo de experiencia noticiosa”. El producto, que circulará primero en dos países (Brasil y Alemania), resulta de la asociación entre el gigante digital y empresas periodísticas que proveerán noticias “de alta calidad”, “sobre las historias que importan”, para “desarrollar relaciones más profundas con sus audiencias”.
El negocio involucra a 200 publicaciones, como Der Spiegel, Stern, Die Zeit, Folha de S.Paulo, Band e Infobae. El CEO declara una inversión inicial de mil millones de dólares para costear esas noticias y contribuir al financiamiento de la industria de noticias.
Si no puedes contra Google…
Antes que a una pacífica convergencia, asistimos a una forzada capitulación de la industria periodística que viene denunciando a Google, desde hace por lo menos un lustro, por prácticas monopólicas y por hacer dinero con los contenidos ajenos.
En marzo de 2019, el Parlamento Europeo aprobó una reforma de los derechos de autor para habilitar a los editores a cobrar a las plataformas en línea que presentan más que breves extractos de sus artículos. El resultado concreto de la iniciativa es bastante limitado. Por el momento, solo en Francia se implementaron algunas regulaciones.
Desde hace un año, los lectores franceses solo pueden ver los titulares y no las primeras líneas ni la imagen en miniatura de las noticias, a las que solo pueden acceder con autorización expresa de los editores. Por otra parte, en junio la Autoridad de la Competencia dictaminó que Google tendrá que iniciar conversaciones con las empresas periodísticas para acordar los términos de pago a las agencias noticias y empresas francesas por la reutilización de las noticias (DW, 9/04).
El caso alemán, por su parte, provee la historia más ilustrativa: Google accedió a presentar solo los contenidos autorizados por los editores, pero eso llevó que, ante una caída espectacular en el tráfico, el grupo Axel Springer SE, uno de los más grandes de Europa, “finalmente tuvo que ceder y entregar sus contenidos de forma gratuita” (El Ciudadano, 13/4). Es decir, con Google pierden su negocio; sin el tráfico del gigante, desaparecen.
Ecosistema
El dilema de la industria periodística no encuentra salida en sus propios términos. El último reporte de Reuters (Digital News Report 2020, publicado el 16/06) ratifica las principales tendencias de consumos de noticias que se profundizaron en tiempo de pandemia: el 84% de los encuestados no paga por acceder a noticias on line, la cuarta parte elige comenzar su jornada informativa a través de un sitio web o aplicación, el uso de Instagram como fuente de noticias se ha duplicado en los últimos años entre los jóvenes, más de la mitad de las personas declara haber utilizado un grupo online abierto o cerrado para compartir información.
En los más recientes estudios de comunicación se ha puesto de moda el concepto de “ecosistema” informativo o comunicacional. Una analogía que puede servir para aplicar aquel refrán del pez grande que se come al más chico. De hecho, las grandes industrias periodísticas que hoy se enfrentan a Google son ellas mismas empresas monopólicas que desplazaron a otros tantos medios locales (y de otros países) y que han consolidado desde hace veinte años grandes grupos multimedia. Todo ese proceso estuvo –lo sigue estando- marcado por los cierres de medios de prensa, despidos, mayor precarización laboral y creciente desaparición de eso que hacen culto las democracias de Occidente: la diversidad informativa.
Con todo, lo que aquí se termina imponiendo no es la lógica natural de la supervivencia del más apto sino la lógica histórica de la maximización del beneficio. En ese sentido, no parece difícil predecir que la vidriera que acaba de instalar Google para promover sus productos controlará no solo la circulación y el consumo sino también la producción de las noticias. Se pasará de guglear noticias a leer noticias gugleadas, modeladas no para informarse –ese bien no está en juego en la disputa- sino para vivir una “nueva experiencia” como las que ofrecen otras tantas plataformas de otras tantas mercancías en los escaparates del mundo.
Santiago Gándara
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