78% para el "Apruebo" y la elección por el voto del 100% de los constituyentes
Con un 62% de las mesas escrutadas, el “Apruebo” a una reforma constitucional se estaría imponiendo con un 78% de los votos contra el 22% del “Rechazo”. También se estaría imponiendo, con porcentajes similares, la “Convención constituyente”, que establece la elección por el voto popular del 100% de los convencionales, contra la “Convención mixta”, que establece que la mitad de los convencionales serían los actuales parlamentarios. Se trata de tendencias irreversibles. Estos resultados fueron adelantados por la votación registrada en el extranjero, donde en países como Francia, España y Alemania el “Apruebo” superó el 90%. A su vez, el plebiscito pareciera marcar un alza significativa de la participación de las masas en el proceso electoral, en comparación a la participación en la última elección presidencial, que no superó el 50%. Por estas horas, nutridos grupos de manifestantes llegan a la rebautizada plaza de la Dignidad, para celebrar este triunfo aplastante.
Todos estos elementos, es decir, el alza de la participación de las masas en los comicios, el amplio margen del triunfo del “Apruebo” y de la opción “Convención constituyente”, y las masivas concentraciones que están teniendo lugar en los centros políticos de todo el país, son la constatación de que las masas chilenas conciben a este proceso constituyente como un producto de su propia rebelión, iniciada el 18 de octubre del año pasado.
Desde el estallido de la rebelión la exigencia de la caída de Piñera y el reclamo de una asamblea constituyente fueron las consignas de mando de las masas sublevadas. No hacía falta ningún plebiscito para constatar la voluntad de las masas de avanzar en transformaciones de fondo. Justamente, el triunfo aplastante del “Apruebo” pone en evidencia que el plebiscito no fue más que una maniobra dilatoria de Piñera y de la oposición política que firmó el “Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución” para tratar de estirar en el tiempo una tendencia irrefrenable del pueblo chileno. Es lo que acaba de reivindicar Piñera en su discurso ante la prensa, a dos horas de concluido el plebiscito. Aquel “Acuerdo”, además, es el que garantiza que la convención emanada de este plebiscito será una constituyente amañada, es decir tutelada por el propio Piñera y donde la derecha contará con poder de veto, ya que se necesitarán dos tercios de los constituyentes para concretar una reforma de fondo.
Ahora se inicia una nueva etapa. Desde el inicio de la rebelión a esta parte, todas las reivindicaciones que motorizaron la rebelión popular se han recrudecido. Las masas no esperan de la constituyente un simple cambio dse letra, sino una salida de fondo a problemas sociales agudos, a saber: poner fin a los bajos salarios y a la desocupación, poner fin al sistema previsional privado (AFP), terminar con la educación y la salud privadas, recuperar los recursos estratégicos del país (agua, cobre, etc) que se encuentran privatizados. Por su carácter amañado, la constituyente será incapaz de dar respuesta y salida esos problemas.
Los resultados de hoy se encuentran precedidos por un alza significativa de la movilización popular. El domingo pasado, cuando se cumplió el primer aniversario del inicio de la rebelión popular, se desarrolló la movilización más importante desde el comienzo de la crisis pandémica en Chile. De conjunto, se empieza constatar un cuadro de mayor agitación social. Apoyados en el triunfo en el plebiscito, de lo que se trata es de profundizar el camino de la movilización, en la perspectiva de la huelga general, hasta que caiga Piñera e imponer una Constituyente verdaderamente libre y soberana.
Olga Aguirre, Pablo Giachello
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