[…] Los cubanos que hoy en el Norte luchamos por defender al pueblo cubano nos debemos a la tradición y a los ideales martianos establecidos por el Apóstol y concretizados con la fundación en la emigración del Partido Revolucionario Cubano.
De la Declaración de la Brigada Antonio Maceo a propósito de su 15 Aniversario
Del artículo titulado En Cuba y con Fidel:
“La Brigada Antonio Maceo, compuesta por jóvenes cubanos que vivimos en Estados Unidos, conmemora este año quince años de fundada. La lealtad a los principios, la entereza y la constancia con que ha afrontado la labor política, la probidad en el manejo de cuestiones financieras, la honestidad tanto en el planteamiento de los problemas que confronta la emigración cubana en su relación con la Patria y en aquellos otros producto de su vivencia en esta sociedad, así como las propuestas que ofrece para la gradual y eventual solución de los mismos y, por último, la valentía que ha demostrado su membresía en el cumplimiento del deber le ha ganado a la Brigada respeto tanto en la emigración como en Cuba.”
[…]
La Reunión con Fidel
Indudablemente el momento culminante de este viaje a la Patria fue una memorable reunión con Fidel que sostuvimos la noche del 1ro de Enero de 1993. En un salón de reuniones del Palacio de la Revolución presidido por el impresionante óleo de Armando Menocal representando la muerte en combate del glorioso Mayor General Antonio Maceo –cuyo nombre lleva con honor esta Brigada- conversamos por cuatro horas un grupo de compañeros miembros de la Brigada con el máximo dirigente nacional.
Conscientes estábamos del alto honor que se nos hacía de tener la oportunidad de reunirnos con el presidente cubano precisamente un Primero de Enero, marcando ese día treinta y cuatro años del triunfo revolucionario. Sabíamos también que aquel era la primera vez que Fidel oficialmente se reunía con cubanos y cubanas que habían decidido emigrar por el Mariel (1980) y en años posteriores.
Esta ni era concebida como una reunión protocolar ni resultó ser tal, sino fue una notable conversación durante la cual tratamos franca y afectuosamente temas de mucho interés para los cubanos todos.
No es fácil tener la responsabilidad de participar en una conversación con Fidel Castro. No es que nada dicho o hecho por él de alguna manera contribuyera a la tensión nerviosa que en un principio todos nosotros sentimos, sentados en una misma mesa con Fidel al frente; al contrario Fidel es un caballero y la gentileza envuelve su proceder, sino que esta tensión ocurre sencillamente por quién él es y por lo que él representa.
Primeramente se interesó por Miami, que es la ciudad donde vivimos todos menos uno de los que con él estábamos reunidos. Entre muchas cosas se interesó conocer sobre su trazado urbano, su extensión territorial, su composición poblacional y sobre los problemas sociales que confronta. Continuamos conversando sobre diversos temas de interés general, seguido, por parte de él, de un sinfín de preguntas, desde la más ingenua hasta la más específica que una inteligencia detallista pudiera interesarle.
Creo que esta primera parte de la conversación tenía como propósito permitirnos entrar en calor y coger confianza para entonces tratar a gusto, como ocurrió, los temas relacionados a la emigración que eran los que primordialmente nos interesaba tratar a fondo con él esa noche.
Le expusimos nuestro entendimiento del proceso migratorio cubano y la necesidad de avanzar de manera precavida pero firme en el establecimiento de los vínculos que deben existir entre Cuba y los cubanos emigrados en los Estados Unidos. Sobre esto tratamos consideraciones políticas, económicas, sociales, culturales y aquellas de índole familiar. Le expusimos a Fidel que son los cubanos emigrados en el año 1980 y después los que actualmente en los Estados Unidos componen la mayoría de los que activamente luchan contra el Bloqueo y de todas las medidas de agresión mantenidas por los gobiernos estadounidenses en contra del pueblo cubano.
Entramos en una explicación del lento y accidentado desarrollo político en nuestras comunidades emigradas, así como también sobre las medidas arbitrarias que los sectores intransigentes de la derecha en Estados Unidos utilizan para ejercer el control político y económico en nuestras comunidades.
Conversamos largamente sobre el terrorismo en nuestras comunidades, el racismo y las otras injusticias que sufren muchos en éstas y que son manifestaciones tanto de la sociedad mayor que lo permite como de los sectores intransigentes en nuestras comunidades que las alientan.
Le señalamos que se necesitaba llevar estas cuestiones al pleno conocimiento de la membresía del Partido (PCC), así como al resto de la población para que existiera la posibilidad de un mejor entendimiento sobre estas importantes cuestiones. Fuimos claros en decirle que hasta ese momento la información y el análisis brindado por la prensa nacional sobre estos asuntos era muy limitado y deficiente y que se necesitaba un cambio sustancial en cuanto a esto.
Durante el largo tiempo que tomó nuestras explicaciones Fidel mantuvo una cuidadosa atención. Al final nos dijo que comprendía nuestro entendimiento sobre la emigración y que estaba de acuerdo con lo por nosotros expuesto.
Conversamos también sobre nuestra Brigada y el trabajo realizado durante todos estos años, y como ahora la Brigada juega un papel director y unitario en muchos de estos asuntos.
Le explicamos sobre los muy positivos resultados del trabajo en conjunto con la Alianza de Trabajadores de la Comunidad Cubana (ATC) en Miami y en Chicago, y con la Casa de las Américas en Nueva York.
Hablamos así sobre otros temas como el movimiento de solidaridad a favor de Cuba en Estados Unidos, la vida en ese país y las actuales dificultades de la sociedad estadounidense, así como el nuevo gobierno en Washington.
El tiempo pasó volando, ya eran las dos y media de la madrugada cuando nos dimos cuenta de la hora. Todos nos sentíamos muy satisfechos. La reunión que terminaba culminaba un largo y difícil camino comenzado muchos años atrás, y sentaba un claro entendimiento para el futuro.
Más no podíamos pedir. Aunque sí quedaba pendiente más adelante una entrevista con Fidel para Areíto.
Publicado originalmente en la Revista Areíto, Mayo de 1993, Número 13, Volumen 4, Segunda Época.
Andrés Gómez, director de Areítodigital
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario