La Asamblea Nacional de Cuba estrenó un nuevo esquema de gobierno al ratificar una restructuración con la que busca mejorar la gestión, y que incluye el nombramiento de Miguel Díaz-Canel como presidente y la salida del Consejo de Estado de los últimos representantes de la generación de la revolución.
Bajo la guía de la nueva Constitución proclamada el 10 de abril último tras un referéndum, la Asamblea Nacional del Poder Popular (Parlamento) designó a Miguel Díaz-Canel y Salvador Valdés Mesa como presidente y vicepresidente por un periodo de cinco años, prorrogable a un mandato adicional.
Díaz-Canel, ingeniero de 59 años que en 2018 sucedió a Raúl Castro, tendrá ahora tres meses para designar un primer ministro que encabece el Consejo de Ministros y a los gobernadores de las 15 provincias, nuevos cargos.
Así, Cuba resucita el cargo de presidente desaparecido hace 43 años, durante los cuales el Ejecutivo recibía los títulos de presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, además de ocupar el puesto de primer secretario del Partido Comunista. La nueva estructura se entiende como un reparto del poder que se había concentrado, y un parcial relevo generacional.
También se eligieron a los miembros de un Consejo de Estado en el cual excluyeron los últimos representantes de la generación de la revolución. Esteban Lazo, líder de la Asamblea Nacional, fue designado presidente del Consejo de Estado de 21 miembros, que excluye ahora a los comandantes Ramiro Valdés, de 87 años, y Guillermo García, de 91, los últimos representantes de la generación que combatió con Fidel.
Raúl Castro, quien también es diputado y estuvo presente en la sesión parlamentaria, seguirá desempeñándose como secretario del poderoso Partido Comunista de Cuba.
El diseño trata de separar poderes, fortalecer a los gobiernos provinciales y liberar al presidente del día a día de los asuntos gubernamentales y distribuir los poderes entre varias figuras en consonancia con la Constitución que entró en vigor en abril. El Consejo de Estado es el principal órgano de la Asamblea, el Poder Legislativo del Estado comunista.
El cambio de esquema de gobierno no representa una modificación del modelo unipartidista en la isla. En su discurso ante los diputados, Díaz-Canel dijo que la sesión de la Asamblea Nacional tiene lugar cuando lo peor de la escasez de combustible terminó, pero advirtió que continuarán las medidas de austeridad. El mes pasado, el transporte público quedó paralizado, ante el bloqueo estadounidense del petróleo suministrado por Venezuela y bueyes remplazaron a los tractores por la falta de diésel.
Aunque poco conocido fuera de la isla, el proceso de redacción, discusión y puesta en vigor de la nueva Constitución suscitó un intenso debate interno y movilizó a la ciudadanía en torno a la actualización de la institucionalidad. Así, la elección del primer Gobierno surgido de la reciente Constitución trasciende lo cosmético y supone una restructuración de los órganos del Estado dentro de la visión cubana de cambio ordenado con objetivos de largo plazo.
Estas transformaciones políticas irán acompañadas de modificaciones en la política económica vigente, que actualice las pautas para el desarrollo sin extraviar el sentido social, manteniendo los logros de la revolución, salteando las barreras de la rigidez y el burocratismo, salvaguardando la soberanía del país.
Este cambio político coincide con el recrudecimiento de la ininterrumpida ofensiva de sanciones y bloqueo estadounidense contra Cuba que ya dura seis décadas. El anterior presidente, Barack Obama, trató de normalizar las relaciones, pero Donald Trump volvió a aplicar las más brutales políticas de asfixia económica, con criminales efectos devastadores sobre la población cubana.
Entre ellas, el bloqueo sistemático de la llegada de combustibles, prohibición a empresas de todo el mundo a sostener relaciones con entidades cubanas, restricciones a ciudadanos estadounidenses para viajar a la isla, bloqueo al envío de remesas y prohibición de transacciones bancarias.
El presidente Díaz-Canel señaló que “tras la escasez de combustible, generada por la terquedad del gobierno de Estados Unidos, el país volverá a la normalidad, pero no será con los mismos modos de hacer. Si algo bueno tuvieron estos días de tensión fue que sacaron a flote las enormes reservas con que cuenta Cuba para trabajar de manera más eficiente”.
“Por eso pondremos mayor énfasis en disminuir los gastos y ahorrar; en sistematizar las buenas soluciones nacidas de los años más duros del Período Especial, atemperadas a nuestra realidad, es decir, tomar en cuenta los avances tecnológicos y del conocimiento que pueden convertir un principio de trabajo, como el ahorro, en un motor del desarrollo”, dijo. “N adie va a quitarnos la confianza en el futuro que les debemos a nuestros hijos en la Patria que los padres nos ganaron de pie”, remarcó.
Desde el triunfo de la revolución, en 1959, los cubanos se han visto obligados a pensar su institucionalidad en el contexto de una guerra, que si bien hoy no es militar, se ampara en vías jurídicas, propagandísticas, diplomáticas, políticas y económicas.
Elmer Pineda dos Santos. Periodista cubano asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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