sábado, 19 de octubre de 2019
La historia del creador de Goofy: Art Babbit, un genio comprometido
Ahora todos saben que el personaje es un perro, pero pocos conocen la historia de su creador, el líder de la huelga de Disney de 1941.
Goofy, el tercer personaje más popular entre los clásicos de Disney -después de Mickey y de Donald- estuvo en boca de todos A veces en las redes se viralizan noticias absurdas que se retroalimentan a través de múltiples medios que divulgan el hashtag del momento. A fines de septiembre, durante varios días, el comentario en portales y programas radiales fue el dato simpático de que por fin se saldaba una duda supuestamente histórica.
En todas partes la misma nota de color: Goofy es un perro, no una vaca. Es de la misma especie que Pluto, aunque uno camina en dos y el otro en cuatro patas. La que es vaca es Claudette, con la que inclusive alguna vez Goofy tuvo un romance. La respuesta a semejante interrogante fue brindada por la cuenta de atención a los huéspedes del parque de diversiones Walt Disney World.
Es una ocasión propicia para recordar a Art Babbit, el animador que a mediados de la década del ‘30 creó la personalidad definitiva de Goofy, con su forma de moverse tan característica, con las articulaciones quebradas y ese un movimiento de sube y baja, que acompañan su simpatía despistada.
Babbit –nacido como Arthur Babitsky en 1907, muerto en 1992- comenzó muy joven a trabajar en los estudios Disney. Desde el principio se destacó por su talento, participando en el fundacional y controvertido filme Los tres chanchitos, en 1933. Con su animación le dio vida a personajes y escenas que quedaron en la historia del cine, como a la Reina Malvada de Blanca Nieves y los siete enanitos (1937), a Geppeto, de Pinocho (1940) y al baile de los hongos en Fantasía (1940).
A partir de la iniciativa de Babbit se introdujeron en Disney clases de arte para los animadores, además de incorporarse el registro fílmico y la observación de la realidad como método de trabajo, lo que permitió un salto en calidad notable. Con la forma en la que trabajó la psicología y los movimientos de Goofy se inauguró un estilo de trabajar a los personajes que aun sigue vigente.
Su último trabajo de importancia en el estudio fue en marzo de 1941, en Dumbo, que se estrenó a fines de ese mismo año. Allí creó a la cigüeña de Western Union que trae al bebé elefante al circo. Y animó una escena que cobra especial relevancia al conocer lo que sucedió poco después. Ese fue su último trabajo para Disney: darle vida al momento en el que se ve la sombra de los payasos mientras cantan “golpeemos al gran jefe por un aumento”, un gag que en el doblaje se pierde.
El motivo por el que esta ridiculización (o guiño) a quienes reclaman aumento tiene mucho significado es porque en ese entonces Babbit se había sumado al Screen Cartoonist Guild, el primer sindicato independiente en el rubro de la animación, surgido durante la Gran Depresión de la década del 30, en reemplazo del sindicato dirigido por la mafia y de un sindicato pro empresarial creado por Disney. El animador estaba disgustado por el contraste entre los privilegios -que el mismo gozaba- y la situación de quienes cobraran los peores sueldos, entre ellos su ayudante, a quien él mismo le dio dinero para compensar la desigualdad salarial. Las mujeres que trabajaban en la sección de tinta y pintura eran las que menos ganaban.
La situación se había agravado con el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. En lugar de pagar los bonos que había prometido mientras hacían Blanca Nieves, película para la que los animadores trabajaron a destajo y que fue un éxito internacional, en Disney decidieron invertir las ganancias en mudarse a unos nuevos estudios ubicados en Burbank, sobre las colinas de Hollywood, en Los Ángeles.
Las nuevas instalaciones tenían lujos, como un gimnasio y aire acondicionado, pero solo para el selecto grupo premiado por Walt. El malestar se expandió entre los trabajadores. Babbit tomó partido por sus compañeros.
En febrero del año `41 Walt decidió dar un discurso a su personal, donde defendió la existencia de privilegios. Pero no surtió efecto. Los reclamos continuaron. Sin embargo, la empresa no quería reconocerle legitimidad del nuevo sindicato. A mediados de mayo despidió a dos docenas de empleados. El sindicato hizo una declaración en protesta. La respuesta fue el despido de Babbit, que había sido elegido como el representante del sindicato en Disney. Para Walt, eso fue una ofensa personal. El 29 de mayo comenzó el histórico paro de Disney, que duró nueve semanas. Babbit fue el principal organizador, junto al líder del sindicato, Herbert Sorrell.
“Representamos a la mayoría de los animadores del estudio. Exigimos el reconocimiento de nuestro campo de acción y un contrato colectivo. Exigimos recomposición salarial y el mejoramiento de las condiciones de trabajo. Queremos que nos paguen los bonos que nos prometieron y que nunca nos pagaron, queremos sacarnos de encima a los hombres de la compañía que están sobre nuestra nuca cada vez que nos damos vuelta”, le dijo Babbit en pleno conflicto al Daily Worker , el diario del Partido Comunista estadounidense.
La huelga fue histórica. Desde el principio, unos 300 trabajadores montaron un campamento frente al estudio para garantizar el piquete de huelga. Tuvieron mucho apoyo. El sindicato de actores se sumó con entusiasmo. El sindicato de chefs montó una cocina para sostener la alimentación de los huelguistas. La central obrera de Los Angeles manifestó su apoyo. Los trabajadores de Technicholor anunciaron el boicot a las producciones de Disney. Una columna salió desde la Warner Brothers y marchó escenificando la Revolución francesa, con una guillotina, con la consigna “liberté, egalité y close-shopé (contrato colectivo)”, según contó muchos años después Babbit en el documental Art Animation.
Todos los días hacían asambleas, mañana y tarde. La creatividad era desbordante. Proliferaron los carteles e intervenciones artísticas en las que se utilizaron los personajes de Disneytanto en la puerta de los estudios como en los cines donde se proyectaban películas de la compañía. Nunca había habido una huelga así. Los medios de la época se hicieron bastante eco del conflicto. Disney empezó ver como se degradaba su preciada imagen. Fue un antes y un después en la industria cinematográfica. El animador Bill Melendez, que participó de la huelga siendo muy joven, comentó respecto a Babbit y a Bill Tyla (que animó a Gruñón de Blancanieves), que fueron una excepción entre los más reconocidos animadores al sumarse a la huelga. “Estos dos héroes, dieron su carrera, eran de los que más ganaban y dieron todo para apoyar a un grupo de rebeldes, les doy el crédito por el mínimo de decencia que encontré en Hollywood”, reconoció Melendez, que se hizo famoso trabajando en la serie Peanuts.
La huelga se solucionó cuando Walt tomó distancia. Por consejo de Nelson Rockefeller y del Departamento de Estado, emprendió junto a un grupo de acompañantes un viaje por Sudamérica, que lo llevó a conocer la Argentina.
Fruto de ese viaje, nació el forzado Goofy gaucho, que aparece en Saludos Amigos, de 1942, una película concebida como parte de una política de “buena vecindad” para que los países del sur se sientan seducidos para sumarse a los Aliados.
En ausencia de Walt, intervino el National Laboral Relation Board (algo así como la Secretaria de Trabajo) que instó a que se firme un contrato colectivo de trabajo con el sindicato y sean reincorporados los despedidos. Su hermano Roy, socio y cofundador de la empresa, con pragmatismo accedió a los pedidos de los huelguistas. Sin embargo, en noviembre de ese año, Babbit fue despedido. El animador no se rindió. Inició acciones legales y se fue a pelear a la Guerra, como integrante de la Marina. Cuando volvió, en 1945, había ganado el juicio y pudo volver a su puesto de trabajo.
Pero el clima era irrespirable y en 1947, Babbit se fue definitivamente a trabajar a otro estudio, en donde participó de la creación de Mr. Maggo. Ese mismo año, Walt Disney denunció a cuatro integrantes del sindicato, entre ellos a uno de sus animadores, Dave Hiberman, ante el Comité de Actividades Antiestadounidenses.
En plena caza de brujas contra los comunistas, insistió con que la huelga de 1941 había estado dirigida por Moscú. Lo que nunca pudo evitar Walt, es que las conquistas que consiguieron Babbit y sus compañeros sean borradas de un plumazo, ya que desde entonces, en la fábrica de fantasías animadas existan aun hoy negociaciones salariales colectivas y reconocimiento a la organización sindical.
Tomás Eliaschev
Periodista | @TomasEliaschev
Jueves 17 de octubre | 22:34
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