A 40 años de las históricas reuniones en La Habana que tuvieron lugar en 1978 durante los días 20 y 21 de noviembre y después el 8 de diciembre siguiente –las que conocemos como el Diálogo-, las que fueron las primeras de estas reuniones entre individuos representativos de la emigración cubana y el gobierno cubano. En ellas se lograron acuerdos trascendentales como, la autorización por parte del gobierno cubano para que los emigrados pudieran visitar a sus familiares en la Isla, por vez primera desde principios de los años sesenta; la excarcelación de miles de presos contrarrevolucionarios; y la aprobación por parte del gobierno cubano para que ellos y sus familiares pudieran radicarse en el extranjero si así lo deseasen. Cobró fuerza el deshielo de las relaciones entre Cuba y su emigración, comenzado un año antes con la visita a la Patria de los 55 jóvenes del Primer Contingente de la Brigada Antonio Maceo. En 1979 un poco de más de 10.000 emigrados cubanos viajaron a la Isla; en Estados Unidos entonces la emigración cubana en este país –los nacidos en Cuba y sus descendientes- no éramos, más de 600.000.
Para otra próxima oportunidad quedan trabajos a fondo sobre el desarrollo de las relaciones entre la emigración, los nuestros en Cuba y el gobierno cubano que tanto han cambiado desde entonces, de manera extraordinariamente satisfactoria, nuestra relación con la Patria.
A pesar de lo mucho que hemos avanzado en estos asuntos la extrema derecha cubano americana sigue empecinada en impedir, por todos los medios posibles, los derechos naturales de la familia cubana en vincularse libremente como es su derecho. Especialmente en estos tiempos cuando la Administración de Trump, atosigada por el rechazo popular a su gobierno del país, se alía a los peores sectores de la extrema derecha nacional. Aquí en la Florida se ha anillado a la extrema derecha cubano americana.
El cierre del consulado estadounidense en Cuba ha conllevado al no otorgamiento en su país de residencia a los cubanos de las visas de inmigrante y de visitante que los nuestros en Cuba tienen derecho por ley y uso. Así logrando la extrema derecha cubano americana su ansiado sueño de paralizar la emigración cubana a este país, así como el flujo normal de visitantes cubanos, quienes son nuestras familias y otros seres queridos, con los que tanto ansiamos y necesitamos compartir aquí también.
En cuanto a las visas de inmigrante, al cierre del Año Fiscal 2018, de acuerdo a cifras oficiales, el gobierno estadounidense otorgó solamente 6,504 de estas visas a nuestros familiares que viven en Cuba, teniendo estos que viajar para que se les considerara y otorgara –increíble e insólitamente- primero a Bogotá y después se les cambió el consulado estadounidense encargado de estos trámites a Georgetown, la capital de Guyana. Por si no se sabe, hay ¡2,244 kilómetros! entre La Habana y Bogotá. Y entre La Habana y Georgetown hay ¡3,159 kilómetros!, ¡915 kilómetros más que a Bogotá!; Nada semejante a esto ocurre en ninguna otra parte del mundo.
¿Por qué todo este hostigamiento y vejámenes contra nuestras familias y contra nosotros? ¿Por qué? ¿No demostró la política de normalización de relaciones con Cuba iniciada conjuntamente por el presidente Obama y el gobierno cubano que ambos pueblos y gobiernos pueden vivir, relacionarse y respetarse en paz?
De acuerdo a las leyes y regulaciones vigentes de inmigración, a los familiares reclamados por los dominicanos y sus descendientes radicados en Estados Unidos, según cifras oficiales, se les otorgaron 49,942 visas de inmigrante durante el Año Fiscal 2018. El Migration Policy Institute citanto cifras de 2016 del Buró del Censo de Estados Unidos mantiene que en 2016 vivían en este país aproximadamente 1.900.000 dominicanos y sus descendientes, (1.100.000 de estos inmigrantes), como se supone un número apreciable de éstos ilegalmente, y como tales no pueden reclamar a familiar ninguno.
En ese mismo año, 2016, citando esas mismas fuentes, vivíamos en Estados Unidos, 2.300.000 cubanos y nuestros descendientes. 57% de nosotros nacidos en Cuba; ninguno residimos en este país ilegalmente.
¿Si a la comunidad dominicana se le otorgó 49,942 visas de inmigrante en 2018, cuántos nos corresponderían anualmente a los cubanos de acuerdo a las leyes vigentes, siendo nosotros 400.000 personas más que los dominicanos residentes en este país, y en nuestro caso, repito, todos residiendo legalmente aquí?
¿Nos corresponderían sólo las 6,504 visas de inmigrante que fueron otorgadas a nuestras familias en el 2018? ¿O serán más de las 49,942 que fueron concedidas, según las leyes vigentes, a las familias dominicanas en 2018?
De hecho nos corresponderían muchas más visas de inmigrante de las “al menos 20.000” anuales que estipulan los acuerdos migratorios ¿vigentes? de 1995 entre Cuba y Estados Unidos…
Increíblemente, pésimo ha sido el reclamo público de la comunidad cubana radicada en el Sur de la Florida a esta flagrante violación de derechos fundamentales y de las leyes y regulaciones de inmigración estadounidenses contra sus familiares en Cuba y contra los derechos de nuestra comunidad aquí. Triste situación ante semejante ultraje. El miedo condiciona la débil oposición pública a tamaña ofensa. Contadas han sido las excepciones.
Las organizaciones de la emigración cubana que en Miami integran la coalición Alianza Martiana se encuentran entre estas dignas excepciones, por ejemplo, convocando a otra próxima caravana de carros para exigir a la Administración de Trump y a sus aliados de la extrema derecha cubano americana el inmediato fin de esta infame política.
Aunque caro ha pagado la extrema derecha cubano americana sus políticas anti cubanas y anti inmigrantes. Aquellas que por sus intereses de clase y su racismo violan los derechos de los más necesitados.
Contundente ha sido el batacazo a sus pretensiones políticas que han significado sus históricas derrotas electorales recientes en Miami y en el Condado Miami Dade, en los distritos 27 y 26 de la Cámara de Representantes federal, y el 40% del voto anti Mario Díaz Balart, último sobreviviente de la extrema derecha cubano americana, obtenido por su desconocida contrincante demócrata en el distrito 25 de la Cámara de Representantes federal, que lo pone en remojo ante su incierto porvenir.
Para la extrema derecha cubano americana perder el distrito mantenido por décadas por la archi reaccionaria congresista, Iliana Ros Lehtinen, su líder natural, que demostraba su poder hegemónico político en el Sur de la Florida, tanto en la Prensa, los corredores del Congreso, así como en la Casa Blanca, es como perder su alma ideológica, si es que seres como esos pudieran tener algún tipo de alma.
Es, adicionalmente, como un recordatorio a todos de la famosa fábula danesa del rey en cueros...
Andrés Gómez, director de Areítodigital
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