lunes, 15 de enero de 2018

Faustino Pérez: Ser revolucionario, razón de su vida



El Che lo calificaba de compañero honesto a carta cabal y arriesgado hasta el extremo, mientras que para Fidel era la conducta de la Revolución

En el año de su muerte (1992), unos periodistas colombianos de visita en Cuba quisieron entrevistarlo. No lo hallaron en una oficina de La Habana con aire acondicionado y todas las demás comodidades, sino en un paraje agreste de la Ciénaga de Zapata, en plena labor rodeado de lugareños y vistiendo como ellos.
Ante la extrañeza de los visitantes, Faustino respondió: “Ciertamente, yo podría estar en La Habana, pero me siento más cómodo en este medio donde puedo hacer más de manera más directa, aunque sea modestamente, algo por los que necesitan que se haga algo. Esa es la razón… Esta no es de una responsabilidad tan alta, pero nos sentimos bien; es útil y con eso basta. Lo importante es que seguimos teniendo el espíritu de pelea de cuando vinimos en el Granma, aunque por cuestiones de edad no las mismas fuerzas ni las mismas energías”.
Esa conducta, aclaraba a los periodistas, se identificaba con los principios que predicaba el Che. “Yo diría que nosotros nos sentimos felices y reconciliados con el ser humano, cuando constatamos que estamos siguiendo el camino de hombres como el Che, Martí, Bolívar. Es decir, sabemos que estamos en el buen camino cuando nos vemos transitando en esa dirección”.
No es de extrañar que a Faustino el Guerrillero Heroico lo calificara de “compañero honesto a carta cabal y arriesgado hasta el extremo. De su arrojo tengo pruebas presenciales”; y solía contar cómo en la Sierra, bajo la metralla, “quemó un avión que nos había traído armas desde Miami, descubierto por la aviación enemiga… para evitar que cayera en manos del Ejército (batistiano)”.
Entretanto, su compañero de luchas en la clandestinidad, Arnol Rodríguez, gustaba hablar de su integridad, firmeza, mucha honestidad y confianza en el futuro. Era extraordinariamente responsable ante cada una de las tareas que tenía por delante, agrega; y prefería entonces citar una afirmación de Fidel: “Faustino Pérez encarna la conducta de la Revolución”.
Para Pedro Miret, descolló “como trabajador y cuadro ejemplar, disciplinado y creador, austero y exigente, sobre todo consigo mismo […] ser útil a la Patria y a la Revolución fue en todo minuto la razón de su vida”.
Faustino Pérez Hernández nació el 15 de febrero de 1920 en un hogar numeroso de campesinos consagrados a la tierra, en la actual provincia de Sancti Spíritus. Conoció de pequeño la explotación. Siempre tuvo la pasión de instruirse. Matriculó por la libre el bachillerato y alternaba el estudio con las labores de la escogida de tabaco. Se fue a La Habana en 1943, a hacerse médico y para pagar la carrera, trabajaba como aprendiz ayudante en un laboratorio de la calle Salud. Su sueño era dedicarse a la Pediatría. Pero Cuba estaba desgobernada entonces por la tiranía batistiana y tuvo que convertirse en combatiente (terminó de graduarse en 1959).
Integrante del Movimiento Nacional Revolucionario (MNR) de García Bárcenas, cayó preso con una sanción de más de tres años. Salió de la cárcel con la amnistía de 1955; ese año Fidel creó el Movimiento 26 de Julio y Faustino estuvo entre sus fundadores. Expedicionario del Granma, permaneció junto con Fidel en la dispersión de Alegría de Pío. Después del reagrupamiento de Cinco Palmas, el Comandante en Jefe lo seleccionó como delegado del M-26-7 en La Habana.
Una vez le preguntaron qué significaba para él la figura de Fidel: “La posibilidad de haber conocido a un prócer, a un líder extraordinario… Tiene la capacidad de hacerse sentir compañero y al mismo tiempo maestro, jefe, líder; porque esa es una de las características de Fidel: se siente hermano, se siente compañero. Eso es para nosotros. Los cubanos tenemos el privilegio de tener a Fidel como guía, como líder de esta Revolución y como forjador de una nueva generación de revolucionarios. Es decir, significa tanto para nosotros, él es la Revolución”.
Faustino reorganizó el Movimiento en la capital. Según Arnol Rodríguez, “con él alcanzan un gran desarrollo e impulso integral todos los frentes (de la clandestinidad) y la Resistencia Cívica. No hay un solo mes que no ocurra una acción importante en La Habana”, y para fundamentarlo, menciona la Huelga del 5 de agosto (1957), la noche de las 100 bombas, el secuestro de Fangio…
Tras el revés de la huelga del 9 de abril, Fidel ordenó a Faustino marchar a la Sierra. A propuesta del Jefe de la Revolución, instituyó la administración civil del territorio libre, creó escuelas y hospitales en intrincados parajes, fomentó organizaciones campesinas, organizó la recaudación de fondos para la Revolución.
Después del triunfo, fungió como titular del Ministerio de Recuperación de Bienes Malversados y luego se fue de nuevo a la Sierra Maestra, al frente del Servicio Médico Social, un viejo sueño que compartía con el también comandante René Vallejo desde la etapa insurreccional, como puede verse en la correspondencia de la época entre ellos.
Se le vio siempre dispuesto a asumir la tarea que le encomendaran Fidel y la Revolución. Así, organizó el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, dirigió el Partido en su Sancti Spíritus natal, trabajó con el Poder Popular, representó diplomáticamente a Cuba en Bulgaria, puso todo su corazón y energía en el desarrollo integral de la Ciénaga de Zapata. En esta tarea le sorprendió la muerte, el 24 de diciembre de 1992
En el encuentro con periodistas venezolanos anteriormente mencionado, el cual se publicó en forma de entrevista en la revista venezolana Superguía Dominical, Faustino expresó: “Para muchos ya desapareció el socialismo, para nosotros los cubanos no. Creemos que todavía el futuro tiene mucho que ver con el socialismo y el socialismo con el futuro y me parece que Cuba está demostrándolo y lo va a demostrar mucho más hacia delante”.

Pedro Antonio García
Bohemia

Fuentes consultadas

Testimonios y datos ofrecidos en el año 2000 al autor de este trabajo por la familia de Faustino Pérez, Arnol Rodríguez y Pepe Díaz. Los textos periodísticos La última entrevista del comandante Faustino (Superguía Dominical, marzo de 1993) y Siempre soldado de primera línea, de Pedro A. García (Granma. 15 de febrero de 2000).

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