Cuba comienza un año que podría ser crucial en la vida de sus habitantes, con el estreno en abril de un nuevo presidente y la esperanza de mayores avances en el proceso de transformaciones hacia un modelo económico eficiente, productivo y con más equidad social.
Fiel a su promesa de no esperar una reforma de la Constitución para dejar el mando gubernamental al cumplir su segundo período de cinco años, Raúl Castro reiteró en su último discurso de 2017, que el 19 de abril de 2018 concluye su mandato al frente del Consejo de Estado y de ministros.
Antes de esa fecha deben realizarse las elecciones generales de delegados a las Asambleas provinciales del Poder Popular y diputados de la Asamblea Nacional (parlamento unicameral), definida en la Carta Magna como órgano supremo de poder del Estado y único con potestad constituyente y legislativa.
El nuevo parlamento elige el 19 de abril, de entre sus miembros, al Consejo de Estado, integrado por un presidente – que es jefe de Estado y de gobierno-, un primer vicepresidente, cinco vicepresidentes, un secretario y 23 miembros más. Este órgano ostenta la “suprema representación del Estado cubano”, según la Constitución.
Pero Castro, de 86 años, podría permanecer en el escenario político hasta el Octavo Congreso del gobernante Partido Comunista de Cuba (PCC), previsto para 2021, cuando cumplirá su segundo período de cinco años como Primer Secretario de esa organización política, única permitida en el país.
“Ojalá que quienes sucedan en el gobierno a la generación histórica, hagan algo bueno para mejorar de una vez la economía”, comentó a IPS una maestra de primaria de 49 años, quien dijo estar “convencida” de que mucha gente que emigra no lo hace por descontento político, sino para ayudar a sus familias que permanecen en Cuba.
La mujer, que pidió no publicar su nombre, se abstuvo de opinar sobre el más probable candidato a la Presidencia en 2018, Miguel Díaz-Canel, 57 años, a quien sus biógrafos describen como el “político cubano nacido después del triunfo de la Revolución con más alto rango dentro del gobierno revolucionario cubano”.
Desde su cargo como primer vicepresidente del Consejo de Estado, Díaz- Canel tiene el mandato constitucional (artículo 94) de sustituir “en caso de ausencia, enfermedad o muerte” al presidente de ese órgano de carácter colegiado y que representa al parlamento entre uno y otro periodo de sesiones.
Es además miembro del Buró Político del PCC desde 2003. Al proponerlo para ese rango ante el Comité Central, Raúl Castro, resaltó su “tenacidad y sistematicidad en el trabajo”, “espíritu autocrítico y su constante vinculación con el pueblo”, “alto sentido del trabajo colectivo y de exigencia con los subordinados” y su “sólida firmeza ideológica”.
Si bien suele mantener un bajo perfil mediático, en un video con una intervención suya supuestamente de febrero de 2017 ante militantes del PCC, Díaz-Canel critica la política de Estados Unidos hacia Cuba, así como a algunos medios de prensa y sectores de la oposición interna, sin reconocimiento legal en el país, entre otros asuntos.
Las expectativas ante la sucesión presidencial, considerada el mayor acontecimiento de este año, son diversas, y van desde quien no espera nada nuevo, hasta quien, como la profesora Reina Fleitas, aspira al avance de transformaciones que ayuden a “construir un modelo económico productivo, que fomente la equidad social”.
“2018 será importante desde el punto de vista de la sustitución generacional en la política si queremos garantizar la continuidad de una sociedad justa”, señaló la académica y socióloga, al ser consultada por IPS.
Pedro Ramírez, ingeniero de 50 años, quisiera que “las personas que asuman el liderazgo en el país en el inminente cambio de gobierno, se apoyen para gobernar en el fortalecimiento de roles y en el empoderamiento progresivo del parlamento cubano”.
A su vez, el investigador social Ovidio D´Angelo espera “la concientización y disposición” de avanzar decididamente en temas económicos, como mayores aperturas reguladas a las diversas formas económicas, eliminación gradual de la doble moneda y mayor calidad de vida e ingresos de la población.
El especialista enumeró también asuntos jurídicos –reforma constitucional y leyes de municipio, empresa y de asociación-, entre los “pendientes” para 2018.
“No obstante, queda la expectativa de si el nuevo equipo de gobierno será capaz de afrontar decididamente estos temas –con el menor costo posible para la población-, cuando las instancias decisoras del Partido no tendrán cambio alguno hasta el próximo congreso (del PCC)”, conjeturó D´Angelo.
En datos oficiales, Cuba finalizó 2017 con un crecimiento de 1,6 por ciento, superior a la proyección de 0,5 divulgada por la Comisión Económica para América Latina (Cepal), aunque igualmente insuficiente para las necesidades de desarrollo del país.
El resultado es insatisfactorio, pero fue logrado en un contexto de restricciones financieras, insuficiente disponibilidad de combustibles, el impacto de la aguda sequía sostenida durante tres años y ”las cuantiosas afectaciones provocadas por el huracán Irma”, señaló Castro el 21 de diciembre ante el parlamento.
Continuar restañando las secuelas de Irma, que azotó este país entre el 8 y 10 de septiembre y cuyos daños ascendieron a 13.000 millones de dólares en esta nación caribeña, figura entre las prioridades en 2018. Los daños totales o parciales en más de 179.000 viviendas elevaron considerablemente la falta de casas.
A mediados de 2017, el crónico déficit habitacional fue estimado oficialmente en 883.050 inmuebles, un sector que desde hace años se mantiene como el más grave problema social, agravado por los frecuentes huracanes que azotan a la isla y la falta de recursos de muchas familias para construir o evitar el deterioro habitacional.
Entre los muchos desafíos que tendrá que enfrentar el sucesor de Castro, el de mayor complejidad y cuya “solución no puede dilatarse más”, según señaló el mandatario, es la dualidad monetaria y cambiaria. Otro reto no menos importante apunta a lograr el incremento de la inversión extranjera y, en general, avanzar en el proceso de reformas.
Funcionarios gubernamentales han reiterado que el país necesita un flujo anual de capital foráneo de unos 2.500 millones de dólares para aspirar a un crecimiento de seis por ciento, meta fijada para lograr el desarrollo. Pero trabas burocráticas internas, no solo el bloqueo estadounidense, desestimulan la entrada de inversiones.
La dualidad monetaria y cambiaria –en la actualidad coexisten el peso y el llamado CUC que reemplaza al dólar estadounidense en la circulación interna, además de varios tipos de cambio–, es uno de los mayores problemas de la economía cubana, cuya solución se ha demorado por su posible impacto social y político, entre otras complejidades.
En la esfera política, expertos coinciden en que el mayor reto de quienes asuman las riendas del país a partir de abril apunta a propiciar “un modelo más colectivista y democrático de dirección”, “ampliar los espacios públicos de deliberación política” y una participación ciudadana más activa.
“Los debutantes tendrán que mostrar competencia, forjar nuevos consensos, construir su liderazgo, y hacer méritos en otros escenarios”, escribió el analista político cubano José Gómez Barata, en su columna de opinión del diario mexicano Por Esto.
Patricia Grogg
IPS
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