Acaba de concluir la segunda y última de las dos rondas de conversaciones que cada año sostienen los gobiernos de Cuba y Estados Unidos sobre temas migratorios. Según lo difundido por las delegaciones participantes, en ellas Washington ratificó su compromiso con la Ley de Ajuste Cubano y el Cuban Medical Professional Parole Program (CMPPP), instrumentos que los gobiernos involucrados en la actual acumulación de miles de migrantes cubanos en Centroamérica han cuestionado como generadores de esa compleja situación y que Cuba lleva decenios condenando.
La Ley de Ajuste es una legislación de la Guerra Fría que da a los cubanos acogida automática en cuanto pisan territorio estadounidense, a diferencia de cualquier otro emigrante, y el CMPPP es una creación del gobierno de George W. Bush para robar profesionales del prestigioso sistema de salud cubano, afectando a sus pacientes en terceros países y la atención médica a la población de la Isla. Estas herramientas funcionan como alimentadoras de la propaganda contra el socialismo cubano en una prensa que no asocia en lo más mínimo sus carencias al bloqueo -intacto aun después del 17D- que busca generar en la vida cotidiana de los cubanos “el desengaño y el desaliento mediante la insatisfacción económica y la penuria”, según memorándum del Secretario de Estado asistente Lester Mallory, el día 6 de abril de 1960, donde se instruía la política a desarrollar desde entonces por las administraciones norteamericanas para liquidar la Revolución.
Aun hoy, el bloqueo, como la Ley de Ajuste y el CMPP, es utilizado como un mecanismo de chantaje para mover a Cuba hacia el cambio de régimen. El 2 de octubre de este año el Secretario de Estado John Kerry declaró en entrevista con Amaro Gomez-Pablos de la Televisión Nacional de Chile,reproducida por la embajada de EEUU en Venezuela:
“no puedo decirte cuándo se levantará el embargo, porque este depende realmente, en gran medida, de las decisiones que tomen los cubanos. Tienen que hacer lo posible para que se levante el embargo. Hay como ha de entenderse fuerte preocupación en el Congreso de los Estados Unidos por los derechos humanos, la democracia, la capacidad de la gente para expresar lo que piensa, la posibilidad de congregarse y de hacer cosas. Y quisiéramos ver – no pedimos que haya un cambio de la noche de la mañana, pero queremos ver un cambio de dirección en Cuba, y tenemos la esperanza de que así será”
Y actúan en consecuencia, ni la inversión en la Zona Económica Especial de Mariel de una fábrica estadounidense de pequeños tractores para agricultores privados cubanos ha podido autorizar la flamante nueva política hacia Cuba de Barack Obama, y sus muy publicitadas medidas en el terreno de las telecomunicaciones chocan con la imposibilidad de transacciones financieras directas entre ambos países, la desautorización a Cuba para operar en dólares estadounidenses y las multas multimillonarias que bancos de terceros países siguen recibiendo por operar cuentas cubanas.
La olla de presión perfecta lejos de desactivarse sigue a todo fuego: debajo el calor del bloqueo económico para provocar carencias y escasez; por encima el silbante vapor mediático amplificado con medidas migratorias que, haciendo sinergia con los logros de la Revolución en Derechos Humanos, permiten que los cubanos puedan insertarse más exitosamente en las sociedades receptoras que sus similares de cualquier otro país.
Esos logros, a pesar de ser invisibles para falsimedia, son apreciables en quienes ahora mismo esperan en Costa Rica para acceder a Estados Unidos: cero desnutrición, alto nivel educativo, elevado estandard de salud con vacunación contra trece enfermedades desde niños, sonrisa que evidencia atención dental universal, habilidades para el uso de las TIC reconocidas por la Unión Internacional de Telecomunicaciones y posesiones en Cuba con valor de miles de dólares que pueden ser vendidas para financiar su largo trayecto a manos de mafias traficantes de personas para finalmente acogerse en EEUU a la Ley de Ajuste.
Pero nada de eso tiene que ver con la emigración. Si ante la evidencia de que en una coyuntura como la actual EEUU no modificará su política migratoria como instrumento de guerra contra Cuba y seguirá en pie el robo de médicos, el gobierno cubano ha vuelto a condenar esa política y ha anunciado, en aras de garantizar los servicios de salud gratuitos que se ofrecen a todos los cubanos, que en el caso de los trabajadores de la salud “se analizarán las fechas de salida del país, teniendo en cuenta el relevo de cada profesional, para propiciar un ordenamiento laboral que garantice la accesibilidad, calidad, continuidad y estabilidad del funcionamiento de los servicios de salud”, es previsible cómo la maquinaria mediática, que a regañadientes aceptó mencionar la Ley de Ajuste como causante de la actual situación con emigrantes cubanos en Centroamérica pero calló sobre el bloqueo, se rasgará las vestiduras y convertirá la víctima en victimario: “El gobierno cubano viola la libertad de viajar de los médicos que huyen del castrismo”, es lo que leeremos allí, no “El gobierno de EEUU tiene una legislación para dejar sin médicos a Cuba” ni tampoco “Cuba se esfuerza por garantizar a sus ciudadanos servicios de salud universales y gratuitos a pesar de maniobras estadounidenses”. Por supuesto, para quienes han permanecido a salvo del socialismo, sin nada que vender que no sean sus brazos, los desnutridos, cariados y semianalfabetos ante cuyos ojos jamás se ha detenido un médico y que viajan en el tristemente célebre tren “la bestia” con la esperanza de fregar los platos del sueño americano no hay titulares.
Para los medios quienes están en los albergues improvisados en Costa Rica son víctimas de la Revolución y de la reforma económica cubana, a pesar de que esas reformas son las que le han permitido vender sus propiedades o realizar otros negocios para obtener miles de dólares con los que salir legalmente desde Cuba hacia Ecuador y atravesar ilegalmente Colombia, Panamá, Costa Rica, Honduras, Nicaragua, Guatemala y México, en un territorio que su cercanía con EEUU -principal mercado de armas y drogas del mundo- ha tranformado en uno de los más violentos del planeta, minado por el narcotráfico y la violencia armada, con decenas de miles de muertes cada año. Gracias a su sistema diferente, Cuba es el único país de ese entorno –tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos– que no sufre esa plaga.
Al que menos le conviene que esa excepcionalidad de Cuba cambie y se transforme en otro corredor de drogas hacia territorio estadounidense es al vecino del Norte. Pero cualquiera que haya seguido las relaciones entre Cuba y EEUU sabe que Washington solo ha llegado a acuerdos o modificado sus políticas cuando no ha tenido otra alternativa. Fueron las crisis migratorias de Camarioca (1965, durante el gobierno de Johnson), Mariel (1980, durante el gobierno de Carter) y la de los balseros (1994, durante el gobierno de Clinton) las que condujeron a posteriores convenios migratorios y fue la negativa en pleno de América Latina a asistir a la Cumbre de las Américas de Panamá y el rechazo universal al bloqueo la que obligó a Barack Obama a aceptar la presencia de Cuba allí y negociar el restablecimiento de relaciones diplomáticas con La Habana.
La particular política migratoria de EEUU hacia Cuba es un instrumento de propaganda y desestabilización al que Barack Obama no se atreve a renunciar porque su objetivo sigue siendo derrocar la Revolución pero no debe olvidar que esa política se volvió una peligrosa bomba para tres administraciones demócratas y a una de ellas (la de Carter) le costó las elecciones.
Hace cuatro meses, cuando aun no había estallado la actual crisis con emigrados cubanos en Centroamérica: escribí un artículo titulado “Otra crisis en el horizonte”:
“Lo único inteligente que puede hacer el gobierno estadounidense es adelantarse a los que -a juzgar por la prensa de Miami- quieren conducirlo a una nueva crisis migratoria con Cuba y cesar la discrecionalidad que le permite la Ley de Ajuste Cubano. En paralelo, su popularidad en Miami y entre los cubanos de la Isla aumentaría si acompañara esa decisión con un incremento en el otorgamiento de visas en proporción con las cifras de emigrantes ilegales que anualmente admite desde Cuba. Sería muy consecuente después de décadas estimulando la emigración ilegal desde la Isla y desactivaría la bomba que, muy visiblemente, en los mismos EE.UU ., algunos están tratando de colocarle en el camino de su nueva política hacia La Habana.”
Y como el dinosaurio de otro centroamericano, Augusto Monterroso, cuando EEUU despertó: la crisis estaba ahí.
En el escenario internacional, esta política comienza a tener costos políticos para EEUU. Como elemento novedoso ya el Sistema de Integración Centroamericana (SICA) compuesto por países en su mayoría muy dependientes de Washington, ha cuestionado la Ley de Ajuste Cubano y el CMPP y es muy probable que en foros internacionales menos amistosos como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, el ALBA, el Movimiento de Países No Alineados y la ONU, EEUU empiece a ser cuestionado, además de por el bloqueo contra Cuba, por su doble rasero migratorio y su pretensión de dejar sin atención médica los millones de personas que en países del Sur reciben los beneficios de los programas de colaboración cubana en la salud. Adversarios a EEUU le sobran y aliados a Cuba también, además de la razón.
Iroel Sánchez
La pupila insomne
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