jueves, 20 de marzo de 2014

Una cronista de la historia de Fidel




El líder cubano prologó un libro sobre la periodista argentina Stella Calloni. “Siempre he percibido, en esa combatiente incansable por la unidad, su origen humilde, sencillez y alto sentido de justicia. Es una mujer muy observadora de los detalles”, escribió Castro.

Los periodistas platenses Julio Ferrer y Héctor Bernardo todavía no salen de su asombro. Fidel Castro les prologó su libro Stella Calloni íntima, una cronista de la historia, que presentaron el viernes por la noche en Rosario. Una idea en apariencia inalcanzable, pero que se pergeñó en la casa de la anterior jefa de prensa de la embajada de Cuba en Argentina, Zulan Popa Danel y su compañero Raúl. “Allí, mientras almorzábamos, charlábamos de política y del libro, surgió este sueño. Gracias al apoyo de Zulan, al del embajador Jorge Lamadrid Mascaró y de la actual jefa de prensa de la embajada, Beatriz Parra, y de otros compañeros, fue posible esta utopía y la pluma del comandante”, cuenta uno de los autores.
El trabajo, una extensa entrevista a la prestigiosa periodista argentina, hizo que el líder revolucionario cubano se interesara en él por una serie de razones. Algunas las cuenta en el prólogo: “Recuerdo que tuve la oportunidad de conocerla en 1986. Desde entonces, han sido muchos los encuentros distendidos que hemos sostenido acerca de los más diversos temas. Siempre he percibido, en esa combatiente incansable por la unidad, su origen humilde, sencillez y alto sentido de justicia. Es una mujer muy observadora de los detalles y domina el arte de extraer de sus interlocutores su pensamiento político”.
Esta virtud que Fidel destaca en Calloni se refleja en el libro editado por Continente. Sus autores transcriben en el último capítulo varias entrevistas que la periodista les realizó a Castro, Hugo Chávez, Evo Morales, Omar Torrijos, Muammar Khadafi y el obispo Arnulfo Romero, entre otros. Bernardo está seguro de que nadie reporteó a tantos presidentes de América latina como ella: “Su destreza consiste en guiar al entrevistado con la misma intensidad por la vida política, cultural, espiritual y otros aspectos que dejan de él un documento imprescindible”.
El legendario revolucionario cubano describe la “intensa y apasionada vida de esa admirable mujer, en la que se entrelazan sus sueños mágicos, el amor del hogar, la sed por saber y la audacia para alcanzar los objetivos trazados”. Y hasta detalla su infancia apacible en el campo, “a orillas del arroyo Feliciano, el despertar con el vuelo y el canto de los pájaros, la mirada sobre el mar de trigo y lino, la fragancia de los árboles y el olor del río…” que influyeron en la poesía de Calloni, un género mucho menos difundido que su obra periodística.
Nacida en 1935 en Pueblo Leguizamón, Entre Ríos, sus versos están contenidos en 16 poemas breves y Vocación de Buenos Aires (1968), Los Subverdes (1975), Carta a Leroi Jones (1983) y sus cuentos en “El hombre que fue yacaré” (1998).
Los autores le agradecen el prólogo a Fidel, al que definen en su libro como “figura central de las luchas revolucionarias del mundo contemporáneo”. Más allá del valor que tienen para Ferrer y Bernardo las palabras que el líder cubano aceptó dedicarle a la autora de Operación Cóndor (una investigación nodal sobre el plan represivo de las dictaduras sudamericanas en los ’70), el personaje que le da vida al libro es ella. La periodista comprometida que recorrió casi todos los países de nuestra América donde sucedía algo importante en las décadas del ’70, ’80 y ’90. Sobre todo, cuando los pueblos se rebelaban contra el imperialismo y sus socios, los dictadores de turno. Nicaragua, El Salvador, Panamá y Chile son algunas de las naciones donde trabajó.
Calloni siempre dijo desde dónde investiga lo que investiga, desde dónde escribe lo que escribe y desde dónde dice lo que dice, y contextualiza su profundo rechazo a la injerencia de los Estados Unidos en nuestro continente y el resto del mundo. En sus textos hay coherencia, desde los tiempos de su primera cobertura importante, la asunción de Salvador Allende como presidente chileno en 1970, hasta este presente de hegemonía unipolar en que batalla contra la intervención extranjera en Siria.
En 1976, después del golpe cívico-militar, tuvo que exiliarse en México. Ese mismo año volvió al país para llevarse a sus hijas, pero fracasó en el intento. En el ’78 cumplió su objetivo, como cuenta el libro en la cronología que antecede a la extensa entrevista: “Nuevamente regresa a la Argentina, esta vez de manera clandestina, para buscar a sus dos hijas, Adriana y Alejandra. El presidente panameño, general Omar Torrijos, ordena a su embajador en la Argentina proteger a Calloni y a sus hijas, quienes pueden salir y llegar a Panamá”.
Identificada con las trayectorias periodísticas del polaco Ryszard Kapuscinski y de Rodolfo Walsh (“creo que no ha sido superado”, dice del autor de Operación Masacre), no duda en acusar a la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) porque “en todos los documentos desclasificados sobre las dictaduras de América latina surge la complicidad y el apoyo de la SIP a los dictadores y los ataques y las maniobras contra los gobiernos populares y democráticos”. Stella Calloni íntima ya se presentó en febrero durante la Feria del Libro en La Habana. En la Argentina, acaba de conocerse por primera vez en Rosario.

Gustavo Veiga

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