viernes, 30 de septiembre de 2022

jueves, 29 de septiembre de 2022

El colapso de la economía política de la guerra


La City de Londres se subleva. 

 En las últimas 24 horas tuvo lugar en Londres un fenómeno financiero bien conocido en Argentina: una corrida con la deuda pública británica y la inminencia de un colapso generalizado en la Bolsa de Londres. Como un Massa del tercer mundo, el Banco de Inglaterra salió al rescate de los acreedores del Tesoro británico por medio de un plan de compra de deuda británica de 65 mil millones de libras, escalonado en quince días. Como las deudas públicas en general son adquiridas mediante créditos garantizados por esos mismos títulos, el colapso en el valor de estos habría desatado un reclamo de mayores garantías para compensar la desvalorización de las existentes. Numerosos bancos y financieras habrían caído en una bancarrota y, destacadamente, los fondos de pensión basados en cuentas personales, que se encuentran invertidos en títulos del estado o bonos hipotecarios. Hace varias semanas que los columnistas más destacados de la prensa británica venían advirtiendo que el Tesoro enfrentaba un default, y muchos anunciaron un inevitable rescate del Fondo Monetario Internacional.
 El detonante de este colapso fue la muy anunciada decisión de la nueva primera ministra, Liz Truss, de reducir en forma drástica el impuesto a las ganancias de las empresas, con el pretexto de que favorecería la reactivación de la economía. El agujero fiscal consiguiente sería cubierto por un renovado aumento de la deuda pública. La consistencia fiscal de los estados europeos se encuentra muy afectada por la suba del precio de la energía, como consecuencia de las sanciones aplicadas a Rusia, el principal proveedor de gas y petróleo. El gobierno británico estableció un tope, por supuesto que muy elevado, al aumento de tarifas y de alquileres, como lo han hecho otros países europeos, pero la diferencia con el precio de mercado la debe suplir con subsidios. Además de un considerable déficit fiscal, Gran Bretaña cuenta también con un déficit de cuenta corriente realmente extraordinario, que es la suma del déficit comercial y los pagos de dividendos e intereses a los acreedores extranjeros. Esta brecha enorme es cubierta por el ingreso de capitales financieros, con el resultante abultamiento de su deuda externa. La salida de la Unión Europea, conocida como Brexit, incrementó todos estos desequilibrios económicos. Por último, pero no menos importante, el gobierno incrementó fuertemente los gastos militares para apoyar la guerra de la OTAN. En resumen, la Bolsa de Londres no dudó en votar con la billetera contra el plan de endeudamiento de Liz Trauss, acompañada por Biden, el FMI, la Reserva Federal y los diarios financieros (salvo el trumpista The Telegraph). 
 La elevación internacional de la deuda pública y del sector no financiero de la economía, creció en forma gigantesca con las operaciones de rescate al capital en la pandemia –algo así como 30 billones de dólares, en Estados Unidos, la UE, Gran Bretaña y Japón. La deuda pública del estado nacional ha llegado, en EEUU, al 130% del PBI (a la que habría que añadir la de los estados y municipios). Se trata de un fuerte aliciente a la suba de las tasas de interés y a la inflación. La disrupción de las cadenas de producción debido a la pandemia y a la guerra comercial entre las principales potencias, alimentó todavía más a una y otra. La guerra imperialista y las sanciones económicas le dieron el toque final. Biden ha comprometido una ayuda militar de un billón de dólares a Ucrania, más allá del apoyo financiero para sostener una economía en guerra y, ulteriormente, los costos de reconstrucción. 
 La economía internacional no enfrenta solamente una inflación vinculada a emisiones monetarias gigantescas sino por sobre todo a una suba de costos inmensa en la energía y en todas sus derivaciones, por ejemplo fertilizantes. Holanda, debido a estos costos, ha cerrado la industria láctea. Alemania e Italia han nacionalizado las empresas distribuidoras de gas, como consecuencia del aumento de precios causado por las sanciones de guerra. Los accionistas de estos grupos han sido resarcidos y el presupuesto del Estado se ha hecho cargo de las deudas y de los mayores costos de distribución.
 En estas condiciones, la Reserva Federal y el Tesoro de Estados Unidos han diseñado una economía de guerra, que recae sobre los trabajadores y sobre las economías capitalistas rivales. Consiste en un aumento agresivo de la tasa de interés, con el pretexto de combatir una inflación que no es, sin embargo, de demanda sino de costos y ofertas. Esto significa, en el límite, una política de destrucción parcial de la industria y un enorme desempleo. El aumento de la tasa norteamericana ha provocado una salida de capitales hacia Estados Unidos, que varios países han tratado de contrarrestar con sus propias subas de tasas. Es obvio, sin embargo, que estos aumentos desvalorizan la deuda pública en circulación, que fue adquirida a tasas muy inferiores. El derrumbe de la deuda británica es una evidencia de ello. De otro lado, encarece el endeudamiento próximo y pone en peligro la sustentabilidad de las deudas públicas. Esto ocurre ya mismo en EEUU, donde el crecimiento de la volatilidad de la deuda ha alejado a los fondos del mercado de deuda pública y creado una crisis de liquidez –el preámbulo de su derrumbe. Hay otro aspecto adicional super importante: el mercado de deuda pública condiciona al mercado hipotecario; las tasas hipotecarias en EEUU se acercan al 8% anual, lo cual implica la pérdida de la vivienda adquirida mediante tasas ajustables. Las tasas de interés a las llamadas empresas ‘zombies’ (que reciclan deuda porque no pueden pagarla), llegó esta semana al 10% anual. 
 El hundimiento del mercado hipotecario augura, no ya una recesión, sino una depresión económica. Este derrumbe se encuentra en pleno desarrollo en China, a partir de la quiebra de las grandes desarrolladoras. El gobierno chino no puede competir a la suba de tasas porque agravaría la enorme crisis inmobiliaria; en consecuencia debe hacer frente a salidas de capitales que procura frenar mediantes ‘cepos’. La cuestión habitacional ha creado movimientos de masas, que reclaman la devolución del dinero en la compra de vivienda prefinanciada, y desatado una crisis severa en las industrias vinculadas a la construcción. El rápido viraje de la italiana Giorgia Meloni hacia el capital financiero y el Banco Central Europeo, demuestra la colosal dependencia de los bisnietos de Mussolini de la crisis financiera mundial. ¿Alguien observó que la Bolsa de Milán ni se mosqueó por el triunfo de esta mujer que, para la revista The Economist, tendría la intención de voltear a la Unión Europea? El primer saludo a “la Meloni” (como se dice en Italia) provino de Volodomir Zelensky y recíprocamente.
 El encarecimiento de la tasa norteamericana es un método de succión de capitales de las naciones capitalistas que le van a la rastra. Una competencia entre tasas de intereses a la suba, lleva por lo menos a una gran recesión. La Reserva Federal ha manifestado la expectativa, en forma reiterada, de que la recesión discipline a la fuerza de trabajo y permita una reconversión hacia una economía de guerra. Por ahora ocurre lo contrario –Estados Unidos y Gran Bretaña encabezan el ranking de huelgas a nivel mundial. De otro lado, pone de relieve el compromiso de llevar la guerra imperialista hasta las últimas consecuencias, o sea hasta Moscú, con la expectativa de que una ‘victoria’ asiente la autoridad política internacional de la OTAN.
 La prensa internacional apenas ha levantado el velo de lo que esta guerra a la suba de tasas representa para Japón. Japón tiene la mayor deuda pública del mundo –un 350/400% del PBI. La ha ido reciclando con tasas de interés cercanas a cero. Ahora enfrenta una salida del yen al dólar, que procura detener mediante la venta de sus abundantes reservas. Los operadores de deuda ya han advertido, sin embargo, que este modo de contención no funciona, porque representa incluso un incentivo a una mayor salida de capitales y a una mayor desvalorización del yen. Si, por el contrario, Japón se sube a la guerra de tasas, el edificio de la deuda pública se vendría abajo. La mayor parte de esa deuda se encuentra en manos del Banco de Japón –un caso superlativo del ‘desendeudamiento’ kirchnerista, que utilizaron las cajas del Banco Central, Anses y empresas públicas. Refinanciar deuda a tasas elevadas sería para Japón crear un sistema Leliq y por lo tanto un mecanismo hiperinflacionario. Es probable que, a término, Japón, la tercera economía del mundo, se convierta en la principal víctima de esta crisis. 
 Todo este escenario catastrófico explica las crisis políticas mayores que atraviesan a Europa, como en las elecciones recientes en Italia y Suecia, y en probable caída antes de las fiestas del gobierno conservador en el Reino Des-Unido, y una victoria laborista. O la derrota de Bolsonaro y la salida del uribismo en Colombia. La globalización se ha derrumbado como un castillo de naipes –esta es la causa estructural de un incremento de la guerra, así como la agonía del capitalismo es la razón histórica de la generación de una crisis de la humanidad, incluida amenazas nucleares. Debajo de la superficie geopolítica, la guerra imperialista es un recurso último del capitalismo en declinación. 

 Jorge Altamira 
 29/09/2022

Giorgia Meloni, una fascista en la Unión Europea


Meloni (derecha) y sus aliados Salvini y Berlusconi 

La victoria electoral de la coalición encabezada por Giorgia Meloni y sus “Hermanos de Italia” ilustra la volatilidad política que trae aparejada la guerra imperialista. El centro del debate sobre Italia es qué tan fascista será el gobierno que reivindica abiertamente el fascismo. 
 Los vencedores electorales están abocados a remarcar su moderación. Todos los discursos fueron suavizados, quitando cualquier consiga de ruptura con la Unión Europea y tomando distancia de Rusia. La prensa italiana y sus satélites europeos (propiedad de Silvio Berlusconi), bautizaron el frente como una “coalición de centroderecha”: ni mejor ni peor que las anteriores. 
 El Partido Democrático (PD), cabeza del sector europeísta, se sumó a este juego. Su campaña esquivó la crítica al componente fascistizante del futuro gobierno Meloni, concentrado en agitar contra sus posturas favorables a Moscú. 
 Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, dejó abierta la posibilidad de tomar medidas contra Italia en caso vulnerar libertades. ¿Estamos ante una vocación “democrática” del imperialismo europeo, contraria al fascismo? Lo ocurrido con Polonia y Hungría -donde también gobierna la ultraderecha- hacen pensar que no. En ambos casos, la carta democrática fue utilizada como una extorsión para un encuadramiento económico y archivada sin más al finalizar la disputa.

 Una “marcha sobre Roma” cuesta arriba 

La coalición gana casi todas las circunscripciones, tanto en el Senado como en Diputados, y obtiene un global de un 43-44% (26% Meloni). Pero no son números homogéneos. 
 En el norte gana con cierta holgura y avanza sobre las circunscripciones de histórico voto democrático. Pero el PD retiene sus ciudades bastiones, Boloña y Florencia… y también Torino y Milán -que la derecha aspiraba recuperar. En las dos últimas, el PD y sus satélites hacen elecciones muy altas, pero Meloni gana en los barrios periféricos y en distritos obreros aledaños. Es una dinámica que recuerda lo que ocurre con Marine Le Pen en Francia, donde un sector de la clase obrera tradicional ve en la extrema derecha un vocero de sus reclamos.
 En el sur reduce su ventaja y, a menudo, el partido de Meloni es superado en el primer puesto por el Movimiento 5 Estrellas (M5S). El M5S se queda con la circunscripción de Nápoles y algunas plazas (Palermo). El M5S hizo campaña con mantener el “ingreso de ciudadanía” -un limitado plan social- que Meloni ya anunció que quitará. 
 El ausentismo global alcanzó un record histórico en 36% -y no menos del 50% en el sur y entre los jóvenes. Meloni enfatizó que gobernará “para toda Italia”, pero los comicios mostraron fragmentación y apatía. Italia viene de una seguidilla de gobiernos débiles, montados sobre coaliciones cambiantes con el único fin de aplicar planes de austeridad, que caen rápidamente cuando se demuestra su inviabilidad. 
 También hay dificultades dentro de la coalición. La gran distancia electoral que sacó el partido de Meloni por sobre el pobre resultado de sus aliados de La Liga (Matteo Salvini) altera el equilibrio anterior y acrecientan choques, como los que se están dirimiendo a cielo abierto en el reparto ministerial. 
 Respecto de la guerra, conviven posturas antagónicas. Mientras Meloni es una defensora de la permanencia en la Otan y del envío de armas y dinero a Ucrania, Salvini y Berlusconi sostienen vínculos estrechos con Rusia: el primero en la línea de la derecha soberanista anti-Unión Europea, el segundo desde la libertad financiera de Italia.
 Pero Meloni no levanta su postura pro-Otan en defensa de la UE. Como Polonia y otros países, apuesta por una línea directa con Estados Unidos, desentendiéndose de las pretensiones de liderazgo diplomático y militar de Alemania y Francia. 
 Estamos ante un armado precario que llega al poder por condiciones internacionales excepcionales, y que bien podría saltar por los aires ante un nuevo giro: sea porque el recrudecimiento de la guerra obligue a tomar mayor partido o sea por las consecuencias económicas sobre Italia. Por añadidura, la perspectiva de una victoria de los republicanos en las elecciones legislativas de Estados Unidos podría trastocar el panorama por completo.

 Al fascismo se lo combate 

La deuda pública italiana se eleva al 150% del PBI, la inflación al 8% y el poder adquisitivo cayó en el último período. El PBI sigue estancado, situación que se arrastra desde más de una década. El sistema de salud y otros restos del Estado de bienestar sufrieron recortes terminales. La crisis energética, producto de la guerra, agrava el cuadro. 
 Pero que Meloni no haya integrado gobiernos de austeridad (a diferencia de sus aliados que vienen de formar parte del gobierno Draghi) no explica todo su éxito. Es necesario no perder de vista la prédica política con la cual logró conquistar una adhesión en la población: responsabilizó a las minorías y a la UE de los males de Italia. Su carácter fascista no reside, por el momento, en disolver las organizaciones obreras, sino en instituir los mecanismos de disciplinamiento social que permitan una ofensiva contra los trabajadores. Eso significa su lema “Dios, Patria, Familia”.
 Por otro lado, que ni Meloni ni otros miembros de la coalición reúnan hoy las condiciones políticas para instaurar un nuevo régimen, no opaca que no aprovechen futuros virajes para abrirse paso en esa dirección. Ya fue anunciada su intención de ir a un sistema tipo presidencialista.
 Enfrentar al fascismo requiere nombrar al “huevo de la serpiente” como tal. Para desterrarlo para siempre, hay que terminar con la guerra imperialista y con los regímenes que la promueven y sostienen, e instaurar gobiernos de trabajadores. 

 Luciano Arienti

miércoles, 28 de septiembre de 2022

La depredación de las flotas pesqueras en los mares y océanos de Sudamérica


Flotas ilegales de China, Corea del Sur, Japón, España se entrometen en las Zonas Económicas Exclusivas. 

 Hace décadas se avanza con la depredación pesquera en el Mar Argentino por las flotas de China, Corea del Sur, Japón, España, etc. Sin embargo, el modus operandi de las mismas, en especial los buques con bandera China, se extiende también a los límites de las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) de otras naciones sudamericanas, por ejemplo, Ecuador y Perú en el océano Pacífico. O incluso, con intromisiones dentro de sus aguas jurisdiccionales. 
 Aprovechando la zafra de recursos ictícolas en cada zona, todos los años alrededor de 400 barcos chinos recorren más de 16.000 kilómetros hasta llegar a las aguas del Pacífico y del Atlántico Sur, para situarse en los límites marítimos de países como Ecuador, Perú, Chile, Argentina y Brasil. Allí, en altamar, los pesqueros comienzan sus faenas. Buscan pota o calamar gigante, pero se llevan todo incluso especies en peligro de extinción como los tiburones. 
 Las preocupaciones alrededor de la flota china, considerada la más grande del mundo -compuesta por 17.000 embarcaciones-, además de la pesca ilegal, hay registros de que “en esos barcos suceden otros crímenes como esclavitud, trabajo forzado, tráfico ilegal y trata de personas” (Infobae, 15/9).
 Si bien los centenares de buques en su mayoría son chinos, además lo están de otras potencias asiáticas o europeas alineadas a los Estados Unidos y que llevan adelante por igual practicas violatorias de las relaciones laborales y de la preservación ambiental. Desde luego, el portal Infobae es un vocero del Departamento de Estado norteamericano y solo apunta los cañones hacia China, teniendo en cuenta la guerra comercial y disputas geopolíticas entre estos y que no quieren que China se entrometa en su “patio trasero”. Otro dato muy interesante, es que las flotas son acompañadas por barcos cargueros con combustible para abastecerlas hasta por varios meses sin necesidad que deban aprovisionarse seguido en algún puerto y le impliquen mayores costos logísticos. Aunque, países como Uruguay, les permiten acercarse sin problemas a sus puertos para acondicionarse. También, los cargueros cumplen el rol de recibir las capturas y trasladarla a sus países de origen.
 Como yapa, muchas embarcaciones utilizan la técnica del apagado de los transponder (sensores de posicionamiento) por lo que dificulta su rastreo satelital y la determinación exacta de cuantas son al ocultar su ubicación y existencia. La normativa internacional establece la obligación, para los buques comerciales (de pasajeros, de transporte a granel, petroleros, químicos, etc.) de llevar a bordo un tipo de transpondedor especial llamado SART, como complemento del sistema de alerta de socorro. Transgredir esta reglamentación no solo incurre en una evasión para eludir regulaciones, sino un acto criminal porque de ocurrir un incidente en medio del océano complicaría aun mas las tareas de rescate a la tripulación. 
 A su vez, otras malas prácticas son las de tener embarcaciones gemelas o enarbolar banderas de pabellones latinoamericanos. O de pescar en la famosa “milla 201”, al limite de las aguas territoriales de las naciones pero que afectan de igual modo a los volúmenes de los cardumen.

 Radiografía del saqueo

 En una muy interesante entrevista al portal I-Profesional (diciembre del 2020), a Milko Schvartzman, este describió minuciosamente lo que podemos denominar una autentica radiografía del saqueo. Milko es especialista en conservación marina, derechos humanos en la pesca, colaborador del Círculo de Políticas Ambientales y asesor en la Organización de las Naciones Unidas (ONU) entre 2011 y 2015. Schvartzman es uno de los expertos que mejor estudia y analiza el circuito de la pesca ilegal en esta parte del mundo.
 Milko Schvartzman indica que la cacería empieza en el Ecuador y sus incursiones en torno a las islas Galápagos, una reserva natural protegida y con numerosas especies en peligro de extinción. Por caso, en el 2017 se reportó uno de los casos más emblemáticos sobre pesca ilegal. En aquel entonces, el barco chino Fu Yuan Yu Leng ingresó a las aguas de la Reserva Marina de las Galápagos. Cuando la Armada ecuatoriana detuvo e inspeccionó la embarcación encontró unas 500 toneladas de pesca, incluyendo 12 especies catalogadas como “Vulnerables” o de “mayor riesgo” por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, como tiburones martillo. El Fu Yuan Yu Leng fue retenido y la tripulación fue juzgada y sentenciada. El 20 de noviembre de 2017, la Sala de lo Penal de la Corte Provincial de Justicia del Guayas sentenció al pago de USD 6.1 millones y 3 años de prisión al capitán del buque 999 y a sus tres ayudantes por el delito de pesca de especies protegidas. Los 16 tripulantes adicionales fueron declarados cómplices del hecho con una pena de un año de prisión.
 Continuando por Perú, la situación se va agravando, los pescadores artesanales de ese país han denunciado que dentro del mar territorial peruano tienen encuentros con embarcaciones chinas. Hay una flota artesanal importante dedicada a la pota en Perú. Son estos barcos artesanales peruanos los que denuncian que los pescadores chinos suelen encontrarse dentro del mar territorial. Una investigación periodística publicada en Brasil, asegura que en Perú, la productividad promedio de los barcos pesqueros disminuyó en un 70% en los últimos cinco años como consecuencia de los pesqueros chinos, pues estos capturan buena parte de las 300.000 toneladas de calamar gigante que se pescan anualmente en ese país. Uno de los casos que aún se resuelve en las cortes peruanas es el del Damanzaihao, que fue retenido por tres años en el puerto de Chimbote en Perú y que pertenece a la empresa china Sustainable Fishing Resources. La embarcación es procesada por pesca ilegal de especies.
 El Damanzaihao es conocido como El Sicario de los Mares y en el 2015 la Organización Regional de Ordenación Pesquera del Pacífico Sur lo incluyó en la lista negra de las embarcaciones que realizan acciones de pesca ilegal, no declarada y no regulada. Sin embargo, en el 2018, cuando una acción de la justicia peruana le permitió abandonar el puerto de Chimbote, el buque regresó a China y fue asistido por Panamá, Islas Cook y China durante su trayecto.
 Luego, cuando la flota pasa por las aguas jurisdiccionales de Chile existe una normativa internacional llamada “Paso inocente” que obliga a los países a permitir el paso sin ningún impedimento. Mientras ellos no pesquen, Chile no les puede prohibir el paso para finalmente arribar y atravesar la zona económica exclusiva de ese país y luego se meten en Mar Argentino a través del Estrecho de Magallanes. Chile, igualmente, vigila ese tránsito con barcos y un aviones desplegados, aunque no tiene mucho efecto. 
 Ya una vez internada la flota en el Atlántico, operan más de 500. De las cuales más de 300 son chinos, luego también se acercan a depredar buques de Taiwán, Corea, España y hasta Portugal. Los españoles hacen pesca de arrastre, están todo el año al borde de la zona económica exclusiva. Se llevan la merluza común, la de cola, y la merluza negra, que es una especie protegida. Aquí cada 2 años se captura algún barco español haciendo pesca ilegal. Los chinos y taiwaneses son poteros, o sea que vienen por el calamar. Los coreanos, en tanto, combinan arrastreros con poteros. En cuanto a los portugueses, son arrastreros y les interesan la merluza y el abadejo. A veces también pescan tiburones y rayas. En el caso del calamar, los chinos empiezan a pescarlo hasta 2 meses antes de lo que recomiendan las autoridades científicas.
 Los barcos argentinos, acorde con estas indicaciones, pescan entre fines de enero y el mes de julio. Los chinos, en cambio, comienzan en noviembre y terminan uno o dos meses después que los argentinos. Extraen calamar de manera intensiva durante más de 7 meses al año. El impacto a la biodiversidad y sus tiempos de regeneración es brutal. Y el mayor problema de la pesca no declarada se materializa en la sobrepesca, pues al no contar con estimaciones sobre las poblaciones de peces, los gobiernos no pueden establecer planes y estrategias –como cuotas o vedas– que garanticen los recursos pesqueros a largo plazo. 
Brasil, tampoco escapa a ese cuadro: se han conocido denuncias de pescadores locales que se han encontrado, dentro de la zona económica exclusiva del país, a barcos chinos que están pescando. Incluso en el 2018, un pesquero chino embistió a un barco brasileño hasta que lo hundió. Aunque el número de embarcaciones chinas que se sitúan en los límites de la zona económica exclusiva de Brasil no superaría los 100 barcos, la presencia de los pesqueros chinos cada vez incrementa. 

 Las complicidades locales 

En todo este contexto no se puede soslayar la responsabilidad de los Estados latinoamericanos. En el caso de Uruguay, la mayoría de estos barcos opera en el puerto de Montevideo, donde no reciben sanción alguna ni son controlados. Uruguay incentiva este tipo de pesca mientras pierde a su propia flota de pesqueros, que en los últimos 10 años se redujo a la mitad. Los barcos chinos no pagan ningún tipo de impuesto en Montevideo, ni siquiera el IVA. Y se aprovisionan y descargan permanentemente en su puerto. La gran mayoría no recibe siquiera inspecciones. 
 En Brasil, se vive una paradoja: El mercado brasileño compra una pequeña parte de las exportaciones pesqueras chinas. Por lo tanto, puede estar consumiendo pescados y mariscos capturados por la flota clandestina. En Ecuador y Perú una investigación periodística reveló en octubre del 2021 que los pesqueros chinos que se sitúan cerca de las Galápagos cargaron sin problemas combustibles en el Puerto de Manta (Ecuador) y puertos peruanos. En el caso de Argentina, la contracara del saqueo pesquero es el desmantelamiento de su marina mercante, el agujero negro del comercio exterior y su “soja dependencia” con China. A rio revuelto, se sabe que los Estados Unidos han manifestado su preocupación por la sobrepesca de los chinos pero no dice nada de sus aliados como Corea del Sur o Japón que arrasan también por los mares del mundo. No los mueve una motivación ambiental sino la excusa para intervenir y disponer de los recursos estratégicos de los países de Sudamérica con la excusa de la amenaza china. 

 Explotación laboral 

La depredación de los barcos en nuestros mares, guardan en estos tremendas condiciones laborales para sus trabajadores, ya en grado de esclavitud. Los Estados de los países de origen de estas embarcaciones emplean fuertes subsidios para que impulsen una descomunal productividad a costa de reventar sin límites los recursos ictícolas y la dignidad de sus tripulantes. Los pesqueros chinos emplean a trabajadores indonesios, filipinos o africanos a los que reclutan con promesas que desaparecen apenas el barco empieza a navegar.
 Las paupérrimas condiciones en las que trabajan les provocan enfermedades e incluso la muerte. En 2014, un grupo de 28 africanos desembarcaron de un barco chino en Montevideo y se negaron a retornar al barco. Los trabajadores denunciaron que no habían recibido su salario, que comían un plato de arroz por día, que trabajaban encadenados y que eran golpeados. Incluso algunos tenían tuberculosis. Hace dos años, en el 2020, en un puerto de Indonesia, se confiscaron dos barcos, pues las autoridades fueron alertadas de que el cuerpo sin vida de un marinero indonesio estaba en una cámara frigorífica de uno de los barcos. El cuerpo tenía hematomas, cicatrices y una lesión en la columna, según reveló el examen médico-forense.En el 2021, un reportero de The Associated Press estuvo en altamar en el Ocean Warrior, un buque patrulla observó a 30 pesqueros chinos, de estos 24 tenían antecedentes de acusaciones de abuso laboral, condenas anteriores por pesca ilegal o mostraban signos de posible violación de la ley marítima. 

 Un planteo de salida

 Esta gravísima problemática se perpetúa por la complicidad de los gobiernos capitalistas, tanto “nacionales y populares” como de la derecha o “neoliberales”. Son responsables de décadas de postración de las naciones sudamericanas, de ajuste y privatizaciones. La impunidad del saqueo pesquero no es un mero problema de patrullaje de las fuerzas armadas (totalmente alineadas al Comando Sur de los Estados Unidos). Requiere de una reorganización económica sobre nuevas bases sociales que reactive nuestros astilleros y la industria naval para desarrollar una flota nacional, y que ponga bajo control obrero el control del comercio exterior y la gestión nacionalizada de los puertos; todo lo cual es el punto de partida elemental para incorporar a los trabajadores y profesionales a discutir una política pesquera en armonía con la naturaleza y permitiendo el sustento alimenticio a las mayorías populares.
 Como parte de esa transformación podrá destinarse presupuesto para intervenir y requisar los barcos ilegales, e incluso decomisarlos para reacondicionarlos y que sean parte de las flotas nacionales. Inclusive también plantearía el rescate de sus trabajadores, pudiendo brindarles asistencia en salud y los medios para la revinculación con sus familias del país de origen, o eventualmente para desarrollar una vida en nuestros países con acceso a trabajo genuino, vivienda y demás necesidades vitales. 
 Es decir, la salida por la positiva la va a brindar un gobierno de los trabajadores que realice una transformación social de fondo, que rompa con las ataduras de nuestros países con el capital financiero internacional y el saqueo imperialista. 

 Gastón Fernández

martes, 27 de septiembre de 2022

Abu Aqla: nuevos informes confirman el crimen de guerra sionista


El asesinato de la periodista palestino-estadounidense Abu Aqla había generado una gran conmoción en todo el mundo arábe. A cuatro meses del ataque que terminó con su vida y causó heridas a otro periodista, se han conocido nuevas pruebas e informes que confirman el asesinato a sangre fría por parte de las fuerza de defensa de Israel (FDI).
 Este nuevo informe es una colaboración entre la organización de derechos humanos palestina Al-Haq y la agencia de investigación Forensic Architecture con sede en el Reino Unido. El mismo confirma lo que otra media docena de informes, incluido el elaborado por la ONU, habían indicado -la responsabilidad del ejército de Israel- con la novedad de una enorme cantidad de nuevas pruebas que ha logrado recopilar, incluso nuevas imágenes ofrecidas por la cadena Al Jaazera -para la cual trabajaba Abu Aqla- y una reconstrucción con drones realizada en la ciudad ocupada de Jenin. 
 A principios de septiembre, las autoridades israelíes habían publicado un informe señalando que había una “alta posibilidad” de que Abu Akleh fuera “alcanzado accidentalmente por disparos [de las Fuerzas de Defensa de Israel]”. Esto habría sucedido puesto que los soldados de las FDI estaban disparando contra “sospechosos identificados como pistoleros palestinos armados, durante un intercambio de disparos en el que se dispararon disparos generalizados e indiscriminados que pusieron en riesgo la vida de los soldados de las FDI” (The Intercept, 20/9). 
 Las reconstrucciones presentadas en el informe señalan que no han existido ni pistoleros ni disparos en los minutos previos al ataque contra las periodistas. Incluso se detalla que la línea de fuego “estaba limpia”, lo que indica una ubicación desde la cual se veía con facilidad a los periodistas. Asimismo, se ha confirmado lo dicho por múltiples testigos sobre la clara visibilidad de los carteles de PRENSA que suelen llevar en el chaleco antibalas y los cascos los periodistas en estas situaciones. La conclusión es clara: fue un asesinato a sangre fría. 
 Este informe ha sido presentado ante la Corte Penal Internacional (CPI) en La Haya, por parte de la Federación Internacional de Periodistas, el Sindicato de Periodistas Palestinos y el Centro Internacional de Justicia para los Palestinos, en nombre de la familia de Abu Aqla y de el periodista Ali Al Samoudi, herido durante el ataque. Estas mismas organizaciones habían presentado en abril pasado otra denuncia en la CPI sobre ataques, mutilaciones y asesinatos sistemáticos de periodistas en Palestina, pocos días antes de que fuera asesinada Abu Aqla. 
 A pesar de las declaraciones del secretario de Estado, Antony Blinken, sobre la necesidad de una investigación independiente -Abu Aqla era ciudadana palestino-estadounidense-, hasta ahora, el Departamento de Estado y el FBI sólo han revisado los informes presentados por las autoridades palestinas e israelíes, acusando no poder llegar a una conclusión definitiva. 
 La familia, por su parte, ha emitido un comunicado en el que señala: “Es obvio que los criminales de guerra israelíes no pueden investigar sus propios crímenes. Estados Unidos todavía tiene la obligación de investigar y tomar medidas significativas para uno de sus propios ciudadanos. Pero cuando un estado individual no protege a sus propios ciudadanos, es responsabilidad de la comunidad internacional protegerlos a ellos” (Idem).
 A medida que se acumulan las pruebas, la denominada “comunidad internacional” se aleja de una denuncia e investigación a fondo para condenar a los responsables materiales e intelectuales del asesinato de Abu Aqla. Es una tarea imposible, puesto que esa misma “comunidad internacional” -empezando por la ONU- ha sido la que legitimó la formación del Estado de Israel sobre territorio palestino. Las investigaciones y hallazgos de este caso deben ser utilizadas como una tribuna contra la ocupación sionista y sus crímenes de guerra. 

 Joaquín Antúnez
 26/09/2022

"Inmigrantes: el buen esclavo y el esclavo rebelde". ThinkLab Jorge Majfud


lunes, 26 de septiembre de 2022

Italia: la coalición del fascismo parlamentario


Las recientes elecciones generales en Italia han sacudido a la prensa internacional y al progresismo de todas las latitudes. El resultado arroja como primera fuerza -con el 26% de los votos- a la ultraderechista Giorgia Meloni y su partido Fratelli d'Italia (Hermanos de Italia). Quien al haberse presentado en coalición con La Lega de Mateo Salvini (8,8%) y Forza Italia de Silvio Berlusconi (8,1%) logra sumar un 16,9% de los votos, redondeando un 43% para dicha coalición. En segundo lugar se ubicó el centroizquierdista Partido Democrático (PD) de Enrico Letta con el 19,1% – alcanzando un 26,5% junto a sus socios. Cerrando el podio Giuseppe Conte encabezando la lista del Movimiento 5 Estrellas (M5S) con un 15,4%. Luigi Di Maio, que venía de romper con Conte y el M5S, perdió su banca al sumar el 0,6% del total, hecho que anticipa su renuncia como ministro del gobierno. El abstencionismo fue del 37%, el más alto desde la caída del fascismo en Italia. Las zonas más afectadas fueron al sur del país, lo que perjudicó a Conte que tiene sus mayores porcentajes en dicha zona del país. 
 La derecha internacional ha salido a celebrar el triunfo del tridente Meloni-Salvini-Berlusconi como una victoria que refuerza a las distintas variables derechistas en cada país. Lo cierto es que el sistema electoral italiano permite una distorsión gigantesca de los resultados a la hora de asignar las bancas. Una reforma en la distribución de las mismas otorgará casi el 60% de las mismas al tridente derechista, obteniendo así una mayoría absoluta en el parlamento sin llegar siquiera al 45% de los votos totales.
 Las estimaciones realizadas en la televisión pública italiana (RAI) ubican en 240 bancas (sobre 400) a la coalición derechista en diputados. Para la cámara alta el número ronda las 110 bancas (sobre 200 escaños). El PD obtendría cerca de 95 bancas en diputados y 40 en senadores. Mientras que Conte debería contentarse con 45 diputados y 25 senadores. Durante la campaña electoral Meloni y sus socios advirtieron que de obtener la mayoría absoluta en ambas cámaras buscarían modificar la constitución para dar mayores poderes al ejecutivo, señalando que la crisis italiana está cimentada en el propio sistema de gobierno parlamentario.
 Este solo hecho anticipa choques brutales al interior de una coalición inestable, mientras la prensa coloca a Meloni como Primera Ministra, ignora por todos los medios las sucesivas alusiones de Berlusconi. Quien tras votar durante la mañana del domingo aseguró “yo voy a estar en la cancha para ser el director técnico del nuevo gobierno." (Página/12, 26/9) Por otro lado, Salvini no abandonará tan alegremente sus intenciones de llegar a ser premier. 
 De conjunto, el ascenso de Meloni se ha colado como en el pasado los ascensos meteóricos del M5S y de La Lega de Salvini. Quienes tras su gobierno de coalición tuvieron que entregar rápidamente el poder a Mario Draghi como resultado de su fracaso. Conte buscaba recuperarse tras haber roto con Draghi en el Congreso, hecho que precipitó estas elecciones y con una campaña centrada en otorgar diversos bonos y subsidios a las familias para afrontar los aumentos en las boletas de luz y gas, cercanos al 700%.
 Meloni, quién se muestra como una alternativa novedosa en la política italiana, ha sido ministra de la juventud durante el gobierno de Berlusconi. En 2018 había alcanzado un magro 4,5%. Su ascenso es indisociable del desarrollo de la crisis humanitaria ocasionada por la pandemia y la guerra mundial en desarrollo. 
 Berlusconi, un amigo directo de Vladimir Putin, ha explicado en diversos medios que la solución a la crisis italiana es retirar algunas sanciones a Rusia. Esta visión es compartida por su “pollo”, Salvini. Meloni se ha mantenido férreamente encolumnada con la OTAN contra Rusia. Este solo hecho ha bastado para ser saludada por el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken.
 Los gobiernos europeos y la Unión Europea (UE) han manifestado sus temores ante desvíos autoritarios y la vulneración de derechos. Esto sin sonrojarse por los millones de dólares empleados en armar hasta los dientes a Ucrania y en dejar morir congelados a sus poblaciones, fundamentalmente ancianos y niños. 
 El próximo gobierno no está definido. El 13 de octubre será el momento que asuman los nuevos parlamentarios sus bancas. Hasta ese día, el presidente Sergio Mattarella tiene a su disposición la potestad de convocar a quién considere a formar gobierno, incluso puede convocar a un miembro civil. Históricamente este llamado se ha dado al líder del partido más votado, para eso Meloni debe pasar las pruebas vitales de la burguesía italiana. La bolsa de Milán abrió en alza tras el triunfo de la derecha, mientras las demás bolsas europeas se encuentran en rojo.
 Las próximas semanas serán vitales en la reconfiguración del cuadro político italiano. Que anticipa aún más choques y crisis tanto nacionales como a nivel europeo. 

 Joaquín Antúnez 
 26/09/2022

Introducción a István Mészáros | con Ricardo Antunes


domingo, 25 de septiembre de 2022

Italia: la derecha fascistizante prepara un gobierno subordinado a la Unión Europea


La lista que alcanzaría la primera minoría es la de Hermanos de Italia (FdI), encabezada por Giorgia Meloni. 

 Todos los sondeos sobre las elecciones en Italia indican un triunfo de las listas de las derechas, que estarían en condiciones de formar gobierno. Son grupos que, con matices, coinciden en tres aspectos: una propuesta de ofensiva directa contra las masas y sus conquistas, el alineamiento –a regañadientes- con los dictados de la Comisión Europea y la política de reacción contra los movimientos de derechos democráticos (diversidades, migrantes, ecológicos, entre otros) que tienen un peso cada vez mayor en el activismo popular italiano. 
 La lista que alcanzaría la primera minoría con el 25% de los sufragios es la de Hermanos de Italia (FdI), encabezada por Giorgia Meloni. Se trata de la variante más extremista, que reivindica y procede de la línea política de los partidos fascistas italianos. 
 Este grupo ha pasado de apoyos reducidos a capitalizar el espacio mayoritario de la derecha italiana. En gran medida, esto se debe a su decisión de rechazar el ingreso a los diferentes gobiernos y coaliciones de los últimos años, lo cual le permite aún jugar la carta contra el sistema. A pesar de las poses, Meloni formó parte del gobierno del expremier Silvio Berlusconi, lo mismo que otros referentes. Hermanos de Italia es un partido de lazos firmes con la burguesía. 
 Meloni ha hecho uso y abuso de discursos de odio. Su reivindicación de la familia, la religión y la patria enciende las alarmas sobre una oleada de oscurantismo. Aunque aseguró que, de ganar, no quitaría el derecho al aborto, se esperan nuevos limitantes a su aplicación, camino emprendido recientemente por Hungría. 
 La coalición la completaría La Liga (15%), liderada por Matteo Salvini, y Fuerza Italia (7%), de Silvio Berlusconi. La Liga quedó golpeada tras su participación gubernamental y actúa hoy como la expresión de los nacionalistas conservadores y católicos. 
 El sistema electoral de la Segunda República, orquestado para favorecer a las mayorías, permitiría que esta coalición se alce con cerca del 70% de los escaños. 

 Los dictados de Bruselas 

Las diferentes voces del imperialismo “democrático” están lejos de poner el grito en el cielo ante la amenaza de un gobierno fascistizante en Italia, la tercera economía de la Unión Europea. Por el contrario, se han dedicado a asegurar que no habrá modificaciones significativas en el régimen político.
 Meloni se ha avenido a restringir sus planteos contra la Unión Europea. La mirada que prevalece en el establishment es que gobierne quien gobierne no le quedará más remedio que seguir la ortodoxia marcada por Bruselas. 
En última instancia, serán las políticas de Draghi las que seguirán marcando los designios de Italia. De todos modos, la presidenta de la Comisión Europea dejó picando una amenaza velada en caso de que la situación salga de control, que podría derivar en sanciones como las que se aplicaron contra Polonia o Hungría.
 El eje del debate pasa por la renegociación de la deuda, que representa el 150% del PBI. Lo que inquieta a los banqueros de Bruselas no es tanto las tibias medidas sociales prometidas, sino la mayor tajada de beneficios fiscales que pretende la burguesía italiana. Es probable que ambos tengan que ceder. 
 Con respecto a la guerra en Ucrania, también asistimos a una moderación. Salvini y Berlusconi, con fuertes vínculos con Vladimir Putin, han hecho gestos simbólicos por distanciarse. Meloni se declaró en favor de la Otan y de un refuerzo belicista, sosteniendo los lazos con Estados Unidos. 

 Otras variantes políticas

 El Partido Democrático (PD), el Movimiento 5 Estrellas y otras variantes de rescate del régimen están en retroceso. Si la derecha fascistizante puede avanzar es porque la burguesía europeísta “democrática” ha consumado ajustes sin par.
 A las elecciones también se presenta Unión Popular (UP), la coalición liderada por el exalcalde de Nápoles Luigi de Magistris, que ha ganado simpatías con algunas medidas sociales y un discurso contra la corrupción. Este espacio está alineado con el francés Jean-Luc Mélenchon y con el Podemos español, entre otros.
 Las fuerzas de la izquierda italiana, como el Partido Comunista (PCI) y Refundación Comunista (RC), se han sumado a Unión Popular como salvataje a su propia crisis. También se adhiere Poder al Pueblo, una organización que capitalizó parte del descontento por abajo y se manifestó contra la Otan y la guerra en Ucrania. En ningún caso se presentan delimitaciones con de Magistris ni un programa de reivindicaciones obreras. 
 Otras formaciones, como el Partido Comunista de los Trabajadores (PCL), no lograron una presentación nacional, aunque existe alguna lista local independiente.

 Luciano Arienti

Alemania: ¿se apaga la locomotora?


Entre la crisis energética y las huelgas. 
 Aeronáuticos de Frankfurt en lucha Alemania viene siendo sacudida por una ola de huelgas. 

El mes de septiembre arrancó con un paro de los pilotos de Lufthansa. La aerolínea alemana se vio obligada a suspender 800 vuelos desde y hacia los aeropuertos de Frankfurt y Munich lo cual afectó a 130.000 pasajeros que involucra los viajes previstos en sus principales centros de operación. 
 Esto venía precedido por medidas de fuerzas del personal de tierra de la compañía. Los pilotos están pidiendo 5,5% de aumento hasta fin de año y una compensación automática por inflación a partir de 2023. 
 Las tratativas están estancadas, con lo cual se viene un agravamiento del conflicto, con más razón luego del anuncio del gobierno alemán de que retira la mitad del apoyo financiero que le había dado a Lufthansa durante la pandemia. Entonces compró el 20% del paquete accionario. Ahora, plantea vender hasta quedarse con menos del 10%. El rescate en su momento tuvo un precio muy alto pues implicó la pérdida del 20% de los puestos de trabajo. El nuevo recorte prenuncia, junto a una desvalorización de los salarios, la perspectiva de nuevos despidos.
 Esto empalma con las huelgas de los portuarios, que están protagonizando su mayor acción de lucha en 40 años. Unos 12.000 trabajadores de Bremerhaven, Bremen, Emden, Wilhelmshaven, Brake y Hamburgo, donde se ubican los principales puertos del norte de Alemania, vienen protagonizando medidas de fuerza. Plantean una suba del 14% para los próximos 12 meses. En Hamburgo tuvieron lugar marchas callejeras que enfrentaron la represión policial. Importa destacar que el sindicato ha discutido, tal como lo hicieron los portuarios de Génova (Italia), no participar de la exportación de armas a Ucrania.
 Los maquinistas ferroviarios protagonizaron paros por exigencias laborales. Las protestas provocaron la suspensión de gran parte de los servicios de larga distancia. Cuando hay una huelga con paros en los servicios en Alemania es que se ha llegado muy lejos. El conflicto entre la empresa de trenes alemanes y el sindicato de los conductores de trenes es viejo: los conductores se quejan que su sueldo es bajo comparado con su responsabilidad y alegan que en Francia, por ejemplo, un conductor de trenes gana en promedio un 40% más. 
 Las tensiones salariales son muy fuertes también entre los metalúrgicos. El poderoso sindicato metalúrgico IG Metall está envuelto en un conflicto desde el mes de junio por un aumento del 8,2 por ciento a alcanzar en 12 meses frente la pretensión de las patronales del 4,7 por ciento a alcanzar en un periodo de 21 meses. 

 Inflación récord 

La inflación imparable que podría alcanzar los dos dígitos, la más elevada desde 1949, ha actuado como un combustible de las huelgas y protestas. 
 El canciller de Alemania, Olaf Scholz, anunció un tercer paquete de ayuda frente a las consecuencias de la crisis energética que también se siente en los alimentos que han experimentado un alza a nivel global.
 El anuncio apunta a aliviar el impacto de la inflación en los bolsillos de los ciudadanos y las afectaciones a las empresas, e incluye aumentos en los beneficios y un subsidio al transporte público, así como 1.700 millones de euros en exenciones fiscales para 9.000 empresas que requieren de un gran uso de energía eléctrica.
 Las medidas preventivas hasta la fecha, entre ellas un intento por reducir el consumo, sin embargo, han hecho poco para detener un fuerte aumento en las facturas de los hogares. 
 Y tampoco han impedido la retracción de la actividad económica. La escasez de energía ha alterado la capacidad de producción de las empresas que enfrentan un aumento de sus costos industriales y una reducción de la demanda tanto del consumo interno como a escala internacional. Como resultado de todos estos factores combinados, la principal economía de Europa transita hacia una recesión. 

 Fin de ciclo 

Este escenario no sólo da cuenta de una crisis coyuntural. Alemania, por primer vez en mucho tiempo, ha pasado a registrar una balanza negativa.Ya hay quienes advierten que esto es un indicio de que la locomotora europea, famosa por su potente industria exportadora, podría estar entrando en “un posible fin de un ciclo que ha condicionado sobremanera la construcción europea en las últimas tres décadas” (Economista, 4/7). O sea, las bases mismas de la UE están en riesgo teniendo en cuenta el lugar central de la economía germana. Las tendencias a la desintegración de la UE, ya presentes, tenderán a agravarse. 
 No se puede escapar que una de la claves del éxito alemán se ha debido a los años de energía barata (a partir del suministro del gas ruso) que han permitido a la industria alemana ser competitiva en un mundo globalizado. Esa ventaja energética está desapareciendo y con ella Alemania se podría enfrentar a un éxodo de empresas cuya viabilidad está en el aire si los costes energéticos se mantienen altos por mucho tiempo. 
 Diversos analistas han advertido sobre la amenaza de una desindustrialización (ídem, 14/8). 
 Por lo pronto, el país se está preparando para un invierno duro. A la par de la conflictividad laboral, han empezado las protestas de la población usuaria de los servicios, más en general. Leipzig ha sido el foco de las mismas, aunque se replica en otras localidades bajo la consigna: “Abajo los precios. La energía y la comida se deben poder pagar”. La idea es comenzar con manifestaciones regulares todos los lunes, que vienen siendo impulsadas por la bancada parlamentaria de izquierda representada por Die Linke.
 La ayuda gubernamental no alcanza, pese a lo cual eso no ha sido un impedimento para que esté en marcha un rearme alemán. El Parlamento votó un presupuesto militar de de 100.000 millones de dólares, que fue aprobado tanto por el oficialismo como por la oposición conservadora. Se trata de un giro histórico por referencia a la posición adoptada por la nación germana desde el final de la segunda guerra -opuesta a un rearme. 
 Los males de la economía alemana no acaban allí: la sequía estival no solo perjudicó cosechas con menores rindes, sino que influyó sobre las vías de comunicación fluviales. El Elba, pero sobre todo el Rin con escaso calado, motivó que la navegación fuese restringida y la carga limitada a un promedio del 30% de la capacidad de transporte. 

 Los ruidos en la política 

Quien debe pilotear esta mayúscula crisis es una coalición de gobierno extremadamente endeble. Recordemos que tras cumplir 16 años en el gobierno, la canciller federal Angela Merkel dio un paso al costado. No se presentó a elecciones y su partido conservador perdió a manos de una socialdemocracia que retorna sin una figura excluyente, pero con el nuevo canciller federal (Olaf Scholz, 64 años) como cabeza del Ejecutivo. 
 Y encima con un ajustado triunfo socialdemócrata que terminó en primer lugar con 206 diputados contra 197 de los partidos conservadores. Lejos para cualquiera de los dos de alcanzar una mayoría directa -368 diputados- a fin de formar gobierno sin compañía. Comenzó entonces un largo período de negociación para sumar a los 118 escaños conquistados por los verdes, tercera fuerza, y los 92 liberales, con el cuarto bloque legislativo.
 El resto de los contendientes quedaron relegados al quinto lugar para Alternativa para Alemania -extrema derecha- con 83 escaños y 39 para la izquierda populista Die Linke. Uno de los datos de la elección fue el retroceso de este última fuerza que pasó del casi el 12% a menos del 5%. 
 La coalición gobernante ha ido surfeando el agitado panorama descripto pero empieza a sentir sus efectos. En mayo pasado, el gobierno sufrió su primer revés al perder el primer lugar frente a los conservadores en Renania del Norte-Westfalia, poblada por 18 millones de habitantes. Los verdes concretaron allí una gran elección. De todos modos, la crisis potencia las contradicciones que pondrán a prueba la cohesión de la coalición gobernante. Los planes de reapertura de centrales nucleares y la explotación del carbón en sustitución del suministro ruso entra en choque con los la defensa de la energía limpia postulada por el partido verde, que hasta ahora ha acompañado la política oficial. El rearme alemán es otro frente de tormenta, ante el sentimiento democrático que reina en una parte sensible de la población en la que la memoria de lo acecido en la Segunda Guerra sigue latente. Ni qué hablar de la inquietud y efervescencia que reinan en el pueblo que están en la base de las protestas en curso y de las tendencias huelguísticas. 

 Los desafíos de la izquierda

 La izquierda alemana entra a esta nueva fase en total retroceso. Die Linke viene de una debacle electoral, que ha acentuado la división y el enfrentamiento interno. Al igual que Podemos o Syriza, Die Linke se ha caracterizado por su adaptación al orden social imperante. Ha integrado diversos gobiernos regionales y la línea hoy dominante al interior del partido es una participación en el gobierno federal. Incluso se han dejado de lado “los límites rojos”, según se los denomina en la jerga partidaria (o sea, fronteras que no deben ser traspasadas), tales como el despliegue de fuerzas alemanas en el extranjero. La presencia de tropas en Afganistán fue apoyada por una parte de la bancada de Die Linke. 
 Por otra parte, existe un choque entre los partidarios de “fronteras abiertas para todos” y quienes abogan por una regulación política de la migración. Las controversias giran también en torno a la política exterior y militar y las relaciones con la Otan, Rusia y China y la actitud hacia la Unión Europea. Como se ve no se trata de tópicos marginales. De todos modos, el ala izquierda (que incluye a tendencias que vienen del trotskismo) no saca los pie del plato y la dirección de la organización tiene férreamente en sus manos los hilos del partido. 
 La situación en Alemania coloca a la orden del día el desafío de la izquierda y tendencias combativas por poner en pie una fuerza política revolucionaria basada en la independencia de clase que debe apuntar a que los trabajadores irrumpan en la crisis, que está llamada a agravarse, como un factor independiente. El escenario creado por la crisis y el clima de agitación popular que crece abre un terreno favorable para desenvolver esta perspectiva. 

 Pablo Heller

sábado, 24 de septiembre de 2022

Adónde va la guerra imperialista


Biden y Putin amenazan usar armas nucleares 

 La guerra imperialista se ha agravado considerablemente luego de la operación relámpago que condujo a la recuperación de un extenso territorio en el noreste del país por parte del ejército de Ucrania. La llamada “guerra de desgaste” emprendida por Rusia sufrió un revés estratégico que expuso el límite infranqueable de una guerra de anexión. El operativo fue planificado, organizado y dirigido por la OTAN o, más precisamente, el Pentágono norteamericano. El revés sufrido en el terreno desató la primera gran crisis política en Rusia, que se manifestó en la oposición pública de numerosos parlamentarios, en el pedido de renuncia de Putin y en las críticas feroces de los sectores más chovinistas del establishment ruso.
 En las últimas horas, Putin ordenó la convocatoria de 300 mil soldados de la reserva y dejó abierta la posibilidad de una movilización general. En respuesta a la envergadura de la intervención militar en la guerra, lanzó advertencias explícitas de represalias nucleares. Convocó, asimismo, a referendos de anexión en las zonas ocupadas, que la prensa califica de “ruso-parlantes”. Se trata, en verdad, de una imposición del propio Putin, porque la población de esas regiones ha manifestado el deseo de establecer un régimen político federal, que asegure las autonomías dentro de Ucrania. 
 El presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, fue quien indudablemente elevó las apuestas más que nadie, al plantear que Estados Unidos debía desactivar las bases de lanzamiento nuclear de Rusia por medio de un bombardeo nuclear preventivo. Biden apenas le fue a la zaga: en el discurso en la Asamblea de la ONU advirtió a Putin de que podía recibir una respuesta nunca vista después de la segunda guerra mundial, en alusión a las bombas atómicas descargadas por Estados Unidos en Hiroshima y Nagasaki. El escenario estratégico es contundente: no hay retorno al status quo previo a la invasión rusa. La eliminación de la influencia geopolítica de Rusia requiere un cambio de régimen político en Moscú. No basta con el retiro del ejército ruso de los territorios ocupados en el este: también debe desocupar Crimea y, eventualmente, la base naval de Sebastopol, en el Mar Negro. En la cuenta hay otros rubros –la devolución de las regiones separatistas de Georgia y el corte de toda influencia en el Cáucaso sur. Armenia y Azerbaiján entrarían en la zona de influencia de la OTAN, con una cuota eventual para Turquía. Estaría en juego también la base rusa en Siria, donde la intervención militar de Putin puso fin a la guerra impulsada por las llamadas fuerzas “islamistas”. Este esquema de situación, con obvias variantes o modificaciones, deja al desnudo las limitaciones de los planteos de China e India a Putin, en la reciente reunión de la Organización de Cooperación de Shanghai. El señalamiento del Primer Ministro de India al presidente de Rusia -“esta no es época de guerras”- o el distanciamiento de Xi Jing Pin de la “alianza sin límites” con Rusia, han sido movimientos prematuros. La pelota está en el campo de la OTAN que, hasta nuevo aviso, reclama una rendición sin anestesia de parte de Putin. 
 De todos modos, Ucrania y Europa del Este ocupan una sola parte de la pantalla. La ofensiva norteamericana contra China no ha perdido ímpetu: el boicot a la industria tecnológica de Pekín y a la producción de semiconductores -el insumo vital de la Inteligencia Artificial- gana fuerza todos los días. La flota norteamericana sigue operando en el estrecho de Taiwán, para respaldar la decisión de retirar el reconocimiento de la isla como parte de la República Popular. Por las dimensiones de las fuerzas en juego, la guerra en el Indo-Pacífico supera en mucho lo que se ha puesto en juego en Ucrania. Si Xi Jinping no quiere ir más lejos en la aventura del Kremlin, todavía le queda calcular las consecuencias que tendrá para China un cambio de régimen en Moscú. La Unión Europea no ha avanzado siquiera un esbozo de plan para alcanzar un cese de hostilidades o una paz siquiera precaria. De nuevo, no hay posibilidad de retorno a la situación previa a la invasión. 
 Es que, bien mirado, la OTAN ha organizado esta guerra con todos sus detalles desde hace largo tiempo. Ha armado y entrenado al ejército ucraniano, por lo menos durante una década. Ha puesto en la agenda la incorporación de Ucrania a la OTAN, luego de haber rechazado la misma solicitud de parte de Putin. Ha desarrollado un estado de guerra permanente contra las llamadas regiones separatistas; en marzo de 2021, Zelensky reclamó a la OTAN iniciar una ofensiva de reocupación de esos territorios. Por último, y quizás lo más importante, Biden hizo cancelar la entrada en operaciones del gasoducto NordStream 2, definitivamente construido, bloqueando la alianza económica e industrial entre Alemania y Rusia, tejida laboriosamente por Ángela Merkel. La Unión Europea y Alemania se quejan ahora por el cierre de los grifos del NordStream 1, cuando son los responsables únicos y exclusivos de la falta de gas en el próximo invierno, que deberán comprar a precios veinte veces superiores a las gasificadoras de gas licuado transportado por barco. Putin entró por un aro en esta provocación, alentado por el éxito de sus operaciones anteriores: el ingreso a Siria, la derrota infligida a Georgia, la ocupación de Crimea sin resistencia extranjera y la necesidad de poner fin a las provocaciones de la OTAN contra las regiones separatistas. Todo esto es la expresión más completa del callejón sin salida al que la restauración capitalista ha llevado a Rusia y del carácter reaccionario y contrarrevolucionario de la nueva oligarquía rusa que emergió del partido comunista de la Unión Soviética.
 La etapa otoño-invierno de la guerra está llamada, en estas condiciones, a desarrollar una cadena de crisis a repetición. De un lado, el período de frío y lluvias empeorará la situación de las tropas en el terreno, pero dará preeminencia a los misiles de largo alcance y precisión. En el plano político, la crisis de gobierno en Rusia se verá acompañada con las crisis en la Unión Europea por el desabastecimiento de energía, una carestía insoportable, movilizaciones y huelgas –como ya ocurre en Gran Bretaña, Francia y España. Muchos “otanistas” advierten que la crisis europea podría desbordar a los regímenes existentes y alterar la “unidad” de la que se jacta la OTAN. Todo esto en un marco internacional que apunta a la recesión y al aumento de las guerras comerciales, a partir de las subas drásticas de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal. Japón ha comenzado a revaluar el yen, con alzas de tasas, para cortar la salida de capitales, pero es una amenaza fenomenal a una economía que cuenta con la tasa de deuda pública más alta del mundo –un 350% del PBI. 
 La crisis política en Rusia requiere una atención especial, porque no apunta, por ahora, a desatar una situación revolucionaria, dado que el protagonista fundamental es la derecha, incluso fascista, del régimen. El desarrollo de la guerra ha mostrado la impostura de quienes reivindican la independencia de Ucrania, contra Rusia, que no es más que un apoyo a la guerra de la OTAN, que sostiene la guerra con un paquete de 100 mil millones de dólares; la de la izquierda rusófila que ha presentado a Putin como un baluarte contra el imperialismo mundial; y del pacifismo en general, que no entenderá nunca que las guerras son inevitables en tanto exista el imperialismo capitalista. 
 No existe una campaña internacional contra la guerra imperialista en nombre del internacionalismo de la clase obrera. En Argentina tampoco, donde los parlamentaristas usan el parlamento para cualquier ocurrencia que les dé visibilidad, pero para nada contra esta guerra de manifiesto carácter mundial. Esta campaña es más urgente que nunca, cuando todos los bandos en disputa coinciden en hacer uso de la guerra nuclear.

 Jorge Altamira 
 22/09/2022

América - Silvio Rodríguez


jueves, 22 de septiembre de 2022

Escala la guerra imperialista


Después de calificar como “chantaje nuclear” a las advertencias militares de la OTAN, Putin afirmó que Rusia estaba dispuesta a responder “con la misma moneda”.
 Estas amenazas ponen de manifiesto que asistimos a una guerra de destrucción recíproca, sin intermedios de ‘paz’. 
 La OTAN quiere llegar a Moscú, o sea dictar a Rusia una salida política a partir de una redoblada ofensiva militar. El territorio de Rusia se convertirá en el escenario de una guerra mayor, con la participación de un mayor número de protagonistas. 
 Putin ha decidido anexar una parte de Ucrania, como si esto le pudiera servir de escudo político. La oligarquía restauradora del capitalismo en Rusia es una banda reaccionaria y opresora. 
 Una victoria militar de la OTAN daría paso también a otra guerra, o sea con China, cuyos preparativos están en marcha. 
 La guerra ha sido siempre el recurso último del imperialismo frente a su definitivo impasse histórico. Luego de haber celebrado como el final de la historia la restauración del capitalismo y la disolución de la Unión Soviética, el imperialismo se ha enfrentado a crisis económicas internacionales enormes, a pandemias auto-inducidas, a crisis climáticas más y más severas, y a una feroz crisis social en las mismas metrópolis. Hace un año y medio, una tropa fascista conducida por Trump estuvo a punto de consumar el primer golpe de estado en Estados Unidos. 
 ¡A movilizarse contra la guerra imperialista y sus estados y gobiernos! 

 Política Obrera N°53

miércoles, 21 de septiembre de 2022

Estalla Haití ante el alza en los combustibles


Estalla Haití ante el alza en los combustibles 

 El anuncio oficial de una duplicación en los precios de los combustibles desató una nueva ola de piquetes y movilizaciones en Haití. Desde el discurso del primer ministro Ariel Henry, el domingo 12, la población enfurecida ganó las calles en Puerto Príncipe, Gonaïves y Jérémie, entre otras ciudades. Este domingo, el dirigente haitiano hizo una nueva alocución en la que no dio marcha atrás con el tarifazo y prometió que se despejarán todos los bloqueos. Pero después de esas palabras, la lucha se reactivó en muchos lugares. 
 Hace apenas un mes, las protestas habían ganado la isla ante el aumento de los precios, la escasez de los combustibles y el accionar de las bandas criminales que controlan buena parte del país, lo que redunda en asesinatos y secuestros que afectan a los barrios más humildes y a la población trabajadora.
 Al igual que el mes pasado, el combustible volvió a escasear en los últimos días. El gobierno argumenta que ya no puede sostener la factura de subsidios y sostiene que esos desembolsos impiden financiar programas de ayuda social. Pero no dice nada de la recurrente evasión fiscal de la clase capitalista que desfinancia al fisco ni de los enormes negociados del imperialismo que son los que en verdad empobrecen al país. 
 Duplicar los combustibles en una nación como Haití, donde más del 40% de la población sufre inseguridad alimentaria, no podía tener otra consecuencia que la actual ola de protestas. Los manifestantes afirman que la situación social es desesperante y reclaman la salida de Henry del poder.
 Entre tanto, se han producido también ataques a comercios, bancos y oficinas de gobierno. 
 El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, justificó el aumento en los combustibles y propuso un plan para reforzar la Policía Nacional Haitiana. Estados Unidos condenó las manifestaciones, con el pretexto de la violencia, y uno de sus funcionarios, Juan González, le dijo al Miami Herald que son financiadas por “actores económicos”, sin explayarse en el punto. 

 El cuadro político

 Henry asumió su cargo el año pasado, tras el asesinato del presidente Jovenel Moïse. Pertenece al mismo partido, el PHTK (Tet Kale, los cabezas rapadas). Con los acuerdos del 11 de septiembre del 2021, forjó una alianza con otras fuerzas políticas (como el Sector Democrático y Popular -SDP- y Fusión de los Socialdemócratas) para ampliar su base de sustentación. Sin embargo, no ha podido avanzar en su proyecto de una asamblea constituyente para reforzar sus atribuciones de mando. En agosto de este año, una fracción del SDP y la Agrupación para Salvar a Haití (Rasambleman pou Sove Haiti) abandonaron la coalición, según la agencia Telesur (16/8). 
 En rechazo a Henry, numerosas fuerzas opositoras impulsaron los acuerdos de Montana (por el hotel en que se suscribieron) que llevarían a comienzos de este año a la designación de un presidente alternativo, Fritz Jean (un viejo funcionario del área económica que pertenece a la derechista Unión Patriótica –Unité), y un primer ministro paralelo, Steven Benoit (Liga Alternativa por el Progreso y la Emancipación Haitiana, LAPEH, del excandidato presidencial Jude Célestin). 
 Pero este ensayo no prosperó, ya que no logró concentrar el poder real. Las partes (que se disputan el aval de las potencias) han llevado a cabo negociaciones, pero al momento se encuentran rotas. Según el diario dominicano Listín (19/9), el presidente del Senado, Joseph Lambert, planteó este fin de semana que Henry debe renunciar, a la vez que ratificó la línea de un “consejo de transición”. 
 Para reposicionarse en la interna opositora, en junio los seguidores del expresidente Jean Bertrand Aristide (del partido Fanmi Lavalas) se manifestaron en Puerto Príncipe en una especie de operativo clamor por el regreso a la isla del mandatario, reclamándolo como cabeza de un gobierno transicional.
 Frente a la actual ola de protestas, la Oficina de Monitoreo de los acuerdos de Montana calificó como una “provocación” el aumento en los combustibles por parte del gobierno de Henry. En tanto, algunas fuerzas opositoras, como la plataforma Pitit Dessalines (liderada por el exsenador Jean-Charles Moïse), venían realizando manifestaciones en las últimas semanas. 
 Por boca de Juan González, Washington volvió a alentar un diálogo entre las distintas fuerzas políticas para tratar de encarrilar la situación. 
 El alza en los combustibles, que guarda relación con la guerra en Ucrania, es un factor explosivo a nivel global. Ha provocado rebeliones en Sri Lanka y Ecuador, y protestas en Albania, Sudán, Bangladesh y Panamá, entre otros países. En algunas ciudades italianas, hubo quemas públicas de boletas. Y en el Reino Unido, el nuevo gobierno de la conservadora Liz Truss debió desistir del megatarifazo que entraba en vigor en octubre, por temor a la reacción popular. 

 Gustavo Montenegro

lunes, 19 de septiembre de 2022

Contraofensiva ucraniana: ¿un giro en la guerra?


El alcance de los avances de Ucrania y la retirada rusa. 
 El retroceso de Rusia en Ucrania mella la imagen de fuerza que busca proyectar Putin. 

En cuestión de pocos días, Rusia perdió casi 6.000 kilómetros cuadrados de territorio que había ocupado en el nordeste de Ucrania. Lo que más sorprendió no fue la contraofensiva ucraniana que ya venía siendo anunciada hace casi un mes sino los avances logrados en un lapso brevísimo de tiempo, entre el 6 y el 12 de septiembre; la contracara es la huida de las tropas rusas que fueron acompañadas por el abandono de importante material bélico que se suman a las bajas provocadas por la acción de las tropas ucranianas. 
 El alto mando ucraniano se valió de un ardid pues venía proclamando que la contraofensiva se iba a concentrar en la reconquista de Jersón, en el sur, en tanto el blanco elegido era el noreste donde se concentró efectivamente el ataque. Los mandos rusos reforzaron con sus mejores tropas la región sur, que constituye un estratégico eslabón entre el Donbass y Crimea, donde Putin se proponía celebrar un referéndum de anexión antes de fin de año y dejaron desguarnecidos el territorio donde tuvo lugar el avance. El mando ucraniano sorprendió eligiendo presionar al Donbass por el norte, recuperando la ciudad de Kupyansk, un nudo ferroviario a 40 km de la frontera rusa, y la estratégica Izium, atravesada por una ruta que une Járkov con la ciudad de Slaviansk, en el Donetsk.
 Asistimos a un golpe táctico finamente elaborado, facilitado por una muy buena inteligencia militar, un armamento de máxima eficacia suministrado por los aliados, unas tropas muy bien entrenadas. Se dice que el sistema satelital puesto a disposición por las potencias de la Otan desempeñó un papel clave para identificar la ubicación de los centros de suministro, el desplazamiento de armamento y los movimientos de las tropas rusas. Las fuerzas rusas dejaron abandonados equipos y armas cruciales que a Moscú le resultará difícil reemplazar. Según estimaciones preliminares en su repliegue Rusia dejó atrás 40 tanques, 50 vehículos de infantería, 35 vehículos blindados y dos aviones a reacción.
 Esta operación rompe la situación de equilibrio que se venía prolongando durante varios meses a lo largo de un frente de 1.100 km que ha separado a las tropas rusas de las ucranianas, en la que nadie lograba sacar ventajas sensibles. Se puede trazar un paralelo con lo que fue la guerra desgastante de trincheras entre Alemania y Francia en la Primera Guerra Mundial.
 Aunque todavía es prematuro para un juicio definitivo, hay quienes señalan que estamos frente a un punto de inflexión. Lo cierto es que la retirada desordenada -más bien el desbande- revela el agotamiento de las fuerzas del gobierno de Vladimir Putin. Según los analistas militares eso abre la perspectiva de que las fuerzas rusas hayan agotado su capacidad ofensiva, al menos en un futuro inmediato e, inclusive, de que ni siquiera cuente con los recursos para defender la totalidad de los territorios ocupados. La agrupación rusa de análisis militar de código abierto, Conflict Intelligence Team, que ahora opera desde Tiflis, capital de Georgia, estima que las pérdidas de equipamiento militar y de tropas fueron tan terribles que el ejército ruso en Ucrania pasó de tener “capacidad de ataque” a tener “capacidad de defensa limitada” (La Nación, 12/9).
 Un problema muy serio es el deterioro que se viene registrando en el número de tropas. No olvidemos que las bajas superarían las 80.000, incluidos oficiales de alta graduación, de las cuales 15.000 han sido fatales.
 A corto plazo Rusia no tiene efectivos suficientes para defender los territorios que ocupó en el sur de Ucrania y al mismo tiempo sostener sus avances en la región del Donbass, en el este del país.
 El estrepitoso colapso del frente ruso cerca de Jarkov “refleja los problemas estructurales de reclutamiento y baja moral de las tropas de un ejército sobreexigido”, dice Michael Kofman, analista militar del grupo de investigaciones CNA, con sede en Virginia. “Las fuerzas rusas están exhaustas, tienen problemas para retener a los soldados y exhiben un deterioro sostenido de su eficacia en combate” (La Nación, 12/9). Pero, a la par de la falta de efectivo, se une la baja moral de los soldados unido a su baja preparación y experiencia. Son innumerables los testimonios que relatan la falta de entusiasmo y motivación. A esto hay que agregar que una parte son mercenarios. Incluso, el alto mando ha apelado a presos a los cuales se les han conmutado las penas a cambio de alistarse para la invasión. Putin ha evitado, hasta ahora, la convocatoria a un alistamiento masivo. El eufemismo de la “operación especial técnico-militar”, entre otras cosas, le ha permitido sortear este llamado que se hubiera vuelto inevitable en caso en que el Kremlin la reconociera como una guerra. Pero una decisión así es altamente impopular y peligrosa y abre el peligro de provocar protestas y revueltas. 
Putin quiso vencer en Ucrania sin que afectara la vida diaria ni recurrir al reclutamiento entre las clases medias de las grandes ciudades y especialmente en San Petersburgo y Moscú. Si las victimas falales empiezan a hacerse sentir en los principales centros urbanos, el humor popular puede pegar un giro violento. Por otra parte, aunque Putin asumiera el riesgo político de una movilización general, entrenar y equipar a nuevos soldados llevaría meses, y muchos de los problemas actuales de Rusia en campo de batalla seguirían sin resolverse.
 El otro escollo que cada vez resulta más insalvable es el que provocan los problemas logísticos, de abastecimiento y la pérdida de equipamiento bélico: el gobierno no está en condiciones de reponer el material perdido. No cuenta con los recursos ni los insumos y en el contexto de estas carencias se improvisan salidas de apuro y, por supuesto, precarias. La falta de chips provoca que se termine utilizando piezas de dispositivos de lavavajillas y lavarropas. 
 Aunque el Kremlin ha tratado de minimizar los perjuicios, se confirma que las sanciones, con el pasar de los meses, no son inocuas sino que están haciendo sentir sus efectos. El monto de las importaciones en junio fue un 40 % inferior en maquinarias y dispositivos mecánicos, 60 % menor en equipos eléctricos y 65 % inferior en motores para autos que el promedio del trimestre previo al comienzo de la guerra. La caída pronunciada en el uso de misiles revela hasta qué punto su capacidad de producción se ha visto afectada por ese hecho. Las aerolíneas rusas han informado que han comenzado a “canibalizar” sus flotas de aviones en la medida que las sanciones bloquean su acceso a equipos y material de mantenimiento (The Economist, 5/9). Aunque Moscú ha tratado de sortear el bloqueo económico de Occidente, apelando a otros países o a una triangulación, eso está lejos de poder reemplazar los faltantes. Aunque no se cumplieron los pronósticos iniciales de Occidente, la caída del PBI de Rusia sería del 6 %, lo cual constituye un perjuicio enorme en momentos que un despliegue bélico como el que está haciendo Moscú plantea reunirse de la mayor cantidad de recursos para esa finalidad. En la cumbre que acaba de tener lugar entre Putin y Xi Jinping, el líder chino fue reservado en su apoyo a Moscú. Pekín, hasta ahora, no aprueba ni condena las acciones del Kremlin en la guerra y ha puesto límites a su colaboración, en particular, se ha abstenido en lo que se refiere al envío de armas. Esta línea fue ratificada en la reunión de ambos mandatarios. 

 Repercusiones

 El retroceso de Rusia en Ucrania hace mella en la imagen de fuerza que busca proyectar Vladimir Putin. 
 El avance de las fuerzas ucranias en el este del país sobre posiciones que llevaban meses en manos rusas ha abierto las primeras fisuras en el discurso político en Rusia, hasta ahora poco dado a ventilar discrepancias sobre la línea oficial marcada por el Kremlin. Los líderes de la propaganda rusa acusan a los comandantes por su responsabilidad por el enorme territorio perdido. Esto empalma con otras voces entre los propios aliados de Putin quienes le empiezan a pasar factura y reclaman acciones más contundentes. 
 Ramzán Kadírov, el autócrata de la región de Chechenia, en el sur de Rusia, que ya envió miles de sus propios soldados para ayudar a Putin en Ucrania, ha hablado abiertamente de “errores” en la estrategia del Kremlin. Serguéi Mirónov, líder del partido pro-Putin en la Duma, el Parlamento ruso, criticó al gobierno por celebrar el Día de la Ciudad de Moscú, esta semana. “Debido a algunos errores que no conocemos, se está perdiendo el control de los procesos políticos”, disparó desde las redes sociales Sergey Markov, un analista pro-Kremlin que suele aparecer en la televisión estatal. “Le garantizo que esta confusión va a durar poco, pero por el momento, es todo un caos”. Desde los influyentes blogs militares que propagandizan la ocupación (milbloggers) se han lanzado pedidos de reemplazo del ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, por el jefe militar del Grupo Wagner, Yevgueni Prigozhin. 
 El histórico dirigente del Partido Comunista Ruso, Guennadi Ziugánov, a su turno, dijo que la campaña de Rusia en Ucrania ya no puede calificarse de “operación militar especial”: “Durante los últimos dos meses, la operación especial en Ucrania y Donbass se ha convertido en una guerra. Y toda guerra exige una respuesta. En primer lugar, exige la máxima movilización de fuerzas y recursos”, dijo Ziugánov (El País, 13/9).
 Por el momento, los rusos que apoyan la guerra culpan de los reveses del fin de semana a los burócratas de Moscú y a los altos mandos militares. Pero la primera señal de que la frustración de la opinión pública puede horadar el prestigio del propio Putin apareció por la red social Telegram, cuando Moscú decidió seguir adelante con los festejos por los 875 años de la fundación de la ciudad, justo el día más humillante para el ejército ruso en el campo de batalla desde que comenzó la invasión. “No vamos a apoyar a este gobierno en las elecciones de 2024″, publicaron los administradores de una cuenta de Telegram a favor de la guerra que tiene más de 400.000 seguidores, en referencia a las presidenciales previstas para ese año. “Se veía venir, pero esto es la gota que rebalsó el vaso.” 
 Esto coincide con un nuevo desafío de la oposición, aunque debilitada no deja de ser significativa. Con el acceso al Parlamento nacional vedado, la política rusa se desarrolla en buena parte en las Juntas de Distrito de las grandes ciudades. Más de 40 concejales de las dos mayores ciudades de Rusia, San Petersburgo y Moscú se han dirigido al Parlamento para proponer el cese de Putin, bajo la acusación de alta traición, una iniciativa que va ganando adeptos conforme avanzan las horas. Hasta el momento, los concejales son objeto de un proceso administrativo que puede acarrear multas, aunque no hay que descartar que las represalias puedan profundizarse. 
 El descontento era palpable incluso en Moscú, una ciudad que el gobierno se ha ocupado de blindar contra los sinsabores y los costos de la guerra.

 Perspectivas 

Llegado a este punto, está claro que marchamos a un agravamiento de la guerra. 
 Hay señales de que el Kremlin intenta escalar su campaña militar. Los rusos acaban de atacar la infraestructura ucraniana. Mientras Ucrania consolidaba sus avances, Putin redobló la brutalidad de su campaña bélica, como una concesión a los reclamos de los partidarios de la guerra en las redes sociales y la televisión rusas. Con ataques con misiles sobre la infraestructura eléctrica de Ucrania central y oriental, Putin dejó a oscuras a gran parte del país. 
 Habrá que ver hasta dónde está dispuesto a ir a Putin, con más razón si se siente a acorralado con sus arsenal cibernético, químico y nuclear. Y si se intensifica la política de tierra a arrasada a la que apelaron en la guerra de Chechenia 
 Por su parte, los éxitos militares obtenidos por Zelensky van a ser un acicate alentado por la Otan para redoblar la apuesta. Entre los planes dirigidos a profundizar la contraofensiva, uno de los objetivos sería la reconquista de Jersón, un enclave de importancia que le podría abrir las puertas para marchar sobre Crimea. Esta tentativa hasta ahora no ha sido exitosa y ha implicado para Kiev una enorme cantidad de bajas. En los planes está también avanzar hacia el este a partir de la ciudad de Zaporiyia, lo cual sería un golpe muy serio a Rusia porque cortaría la circulación entre el Donbass y Crimea. 
 Cualquiera sea la variante que prospere o una combinación de todas ellas, lo cierto que vamos a un verdadero baño de sangre. Habrá que ver también las huellas y reacciones que provoca en la población ucraniana. Y también es necesario seguir con atención el impacto que provoca una prolongación del conflicto en los países occidentales. La guerra ha representado un salto en la crisis capitalista mundial, que está haciendo estragos en todos los planos. Asistimos a una catástrofe alimentaria, energética migratoria y humanitaria de grandes proporciones de la cual nadie ha salido indemne y tampoco Europa y está golpeando con virulencia a todos los países del viejo continente. El descontento en la población viene creciendo al calor de la inflación que se ha vuelto intolerable y la recesión que empieza a asomar la cabeza y que ha ido de la mano de un aumento de la conflictividad laboral y de las tendencias huelguísticas. 
 Ni que hablar que una escalada de ambos bandos abre las puertas para su extensión más allá del territorio Ucrania y plantea el peligro de una conflagración mundial. Por lo pronto, estamos asistiendo al estallido de nuevos conflictos bélicos como el de Armenia-Azerbaiyán (que involucra nada menos que a Irán e Israel), o el que está teniendo lugar en Serbia, en el territorio de lo que fuera la ex Yugoslavia. Detrás de ellos, de una u otra manera, apoyando a uno u otro bando, están los principales actores de la guerra de Ucrania.
 Llamamos a hacer frente a esta amenaza por medio de una acción internacional común de los trabajadores que debe ser encarada sin dilaciones. Guerra a la guerra. Pongamos fin a la guerra, poniendo fin a los gobiernos que la promueven. Por gobiernos de trabajadores y la unidad socialista de Ucrania, Rusia, Europa y de todos los pueblos del planeta. 

 Pablo Heller

domingo, 18 de septiembre de 2022

Elecciones generales en una Italia turbulenta


Italia enfrenta las elecciones generales para todos los escaños parlamentarios tras la decisión del presidente Sergio Mattarella de disolver ambas cámaras luego de la caída del Primer Ministro Mario Draghi. Esta convocatoria a elecciones fue rechazada, en primera instancia, por todos los partidos salvo por los “Fratelli d'Italia” (Hermanos de Italia), un partido de extrema derecha dirigido por Giorgia Meloni. 

 Gobierno agotado 

La caída del banquero Draghi debe ser vista en una doble matriz: por un lado, asociada al alza inflacionaria así como la recesión económica -que se ha disparado desde la disolución del gobierno- y, por el otro, como una crisis dentro del principal partido de gobierno, el Movimiento 5 Estrellas (M5S).
 En el plano económico, Draghi había llegado a Premier tras el fracaso del gobierno de coalición inaugurado en 2018 por el propio M5S y la Lega de Salvati. El principal eje del gobierno de Draghi era lograr un equilibrio en los gastos estatales, es decir, un ajuste feroz. Italia, que es la tercera economía de Europa, presenta un endeudamiento a niveles “griegos”, por encima del 150% del PBI. Esto nunca se ha resuelto, incluso se ha agravado en el marco de la pandemia y los lockdowns. Todo este contexto explosivo fue detonado por la guerra imperialista. Italia enfrenta un alza sin precedentes en las tarifas de gas y electricidad. Draghi, al igual que Boris Johnson, era reacio al envío de ayudas económicas a las familias. 
 El Banco Central Europeo (BCE) había anunciado que continuaría comprando deuda pública de Italia, España y Portugal - como lo había realizado durante 2020 y 2021 - para evitar un escenario de quiebres masivos. Lo cierto es que la tendencia decreciente ha retornado a los bonos italianos, que si no han descendido a niveles de default es porque son absorbidos por el BCE - algo similar a lo que sucede en la Argentina con los títulos nacionales. Esta situación es completamente irregular, puesto que obliga al BCE a emitir billetes para lograr absorber los bonos que circulan promoviendo una devaluación más feroz del Euro, con resultados explosivos para todas las monedas del mundo, empezando por la libra esterlina y el dólar. 
 Según la prensa, Draghi había logrado gobernar 18 meses el país con “estabilidad” gracias a una unidad nacional que involucró a todos los partidos a salvedad de Meloni. Esto había permitido sortear los quórums necesarios para aprobar todas las medidas de gobierno. La fractura del M5S no había colocado esta mayoría numérica en crisis, pero ha hecho que diversos partidos, como la Lega o Forza Italia del ex primer ministro Silvio Berlusconi, se sumaran al pedido de Meloni de convocatoria a elecciones anticipadas, lo que finalmente ha ocurrido.

 Ascensos y caídas meteóricas 

Las elecciones han deparado un interesante panorama en favor del tridente derechista Meloni-Berlusconi-Salvini, quienes en conjunto alcanzarían el 45% de los votos. Sin embargo, la gran protagonista es Meloni en soledad, que concentra una expectativa de votos cercana al 25% siendo la primera fuerza del país. Es secundada por el Partido Democrático - del presidente Mattarella - y en tercer lugar figura una desgastada Lega con el 14% de los votos. El M5S orilla un 11% de los votos. Berlusconi, por su parte, alcanza un humilde 7%. Se espera que la abstención sea récord, superando el 30%. El M5S, que obtuvo el 33% en las elecciones generales del 2018, se ha convertido rápidamente en una sombra. Esta formación había surgido como una respuesta “antisistema” a los partidos tradicionales en el marco de la crisis mundial.
 El M5S, fundado por el actor Beppe Grillo en 2009, había prometido a sus votantes no formar gobierno de coalición, en rechazo a la casta política. Finalmente, al obtener la mayoría tranzó un gobierno de coalición. Primero con los derechistas de Salvati y tras el fracaso de este, con la casta del Partido Democrático.
 La ruptura entre Di Maio y Conte se da en el marco de esta conversión a la “casta” que comenzaron denunciando ambos ante sus electores. Di Maio es un defensor acérrimo de la guerra de la OTAN contra Rusia hasta sus últimas consecuencias. Mientras que Conte se ve más preocupado por enviar algunos cheques a las familias para no perder votantes y se muestra algo más escéptico sobre la guerra. Di Maio se ha quedado con la “casta” y ha roto con Conte, que no ha logrado entusiasmar a nadie con su recurso refritado. 
 Esa “rebeldía” al sistema fue aprovechada por Meloni en su rechazo a integrar el gobierno de Draghi. A medida que el gobierno se derrumbaba las encuestas fueron sumando puntos a los Hermanos de Italia. 

 Una coalición endeble 

El tridente Meloni-Salvati-Berlusconi se encuentra atravesado por una fuerte disputa interna por el liderazgo. Esta coalición podría obtener una mayoría absoluta en ambas cámaras, lo que habilitaría la votación de reformas constitucionales de manera directa y la posibilidad de concentrar poderes extraordinarios en el Primer Ministro. El acuerdo de estos partidos es que será primer ministro quien obtenga más votos, lo que llevaría a Meloni a ese lugar. Por esta razón, Salvati se ha convertido en los últimos días en el mayor rival de su futura socia de gobierno. En concreto, la ha acusado de no contar con un plan para hacer frente a la crisis energética. Lo curioso es que Salvati tampoco lo tiene. 
 Por otro lado, Salvati se encuentra realizando serios cuestionamientos a la guerra de la OTAN señalando que las consecuencias han sido más graves para Occidente que para Rusia. En la otra vereda, Berlusconi y Meloni han defendido el desarrollo de la guerra. 
 Tanto Salvati como Meloni se reclaman soberanistas italianos y han señalado varias veces que Italia no debe arrodillarse ante Europa. Berlusconi se muestra más equidistante ante estos dichos puesto que ha sido Europa, con préstamos cercanos a 200 mil millones de euros a tasas especiales, la que ha evitado que Italia se desplome.
 Como se ve, las votaciones del 25 de septiembre no avizoran ninguna solución a la crisis de gobierno en Italia. Las huelgas contra la carestía ocasionada por la guerra comienzan a hacerse sentir, hace solo días los aeropuertos de todo el país se vieron paralizados por una enorme huelga de los trabajadores portuarios, mediante una convocatoria conjunta de distintos gremios del sector. 

 Joaquín Antúnez 
 16/09/2022