La votación del referendo tuvo lugar el mismo fin de semana que la sorprendente victoria de la Revolución Bolivariana contra el intento estadounidense del golpe de Estado (23 de febrero) a través de la “Ayuda humanitaria.
Los −excelentes− resultados finales fueron anunciados el 1 de marzo del 2019. No obstante, con base en mi visita a Cuba, realizada en los pasados meses de septiembre y octubre en el transcurso del debate, observé cómo la gente tuvo la oportunidad de revisar el proyecto (¡lo que efectivamente hicieron y llevaron hacia la “izquierda”!) Adicionalmente luego de mi reciente visita a La Habana, a finales de enero y principios de febrero, no estoy en absoluto sorprendido por los muy positivos resultados.
La campaña y la votación se llevaron a cabo en condiciones muy difíciles. Una campaña en contra de la obtención de resultados positivos, concertada por los más diversos sectores en Estados Unidos y dentro de la misma Cuba, constituye uno de los ejemplos más feroces en la historia reciente de la guerra ideológica, política y cultural que se está librando contra la opción socialista cubana.
Un exdiplomático cubano y académico residente en La Habana, por ejemplo, fue citado en los medios corporativos justo antes de la votación:
“Toda esta propaganda [por el SÍ] ha creado la imagen de una fuerte presión sobre la gente para votar por el SÍ; y votar por el NO significa que hay algo mal con usted. A partir de esto puedo afirmar que si se suman los votos del NO, las papeletas en blanco o nulas y las abstenciones, estamos en algún lugar entre el 20 y el 30 por ciento del total del padrón electoral. Eso significaría que sólo alrededor del 60 por ciento votó por el SÍ. Y los votos válidos serían entre el 70 y el 80 por ciento, y no el 97 por ciento como lo fue en el [referendo] de 1976. El país ha cambiado”.
En primer lugar, no es posible comparar los resultados del referendo de 1976 (donde se presentó alrededor del 97% del número de votantes, cuando cerca del 97% de ellos estuvo a favor de la Constitución) con los resultados del referendo de 2019. Hacerlo sirve, conscientemente o no, para colocar deliberadamente la vara muy alta con el fin de desacreditar el proceso actual. Las condiciones históricas de 1976 y 2019 son totalmente diferentes, y están más allá del alcance de este breve artículo.
De hecho, el número de votantes en las elecciones nacionales, celebradas cada cinco años, ha venido disminuyendo regularmente así: 1993 (99.57%), 1998 (98,35.9%), 2003 (97.64%), 2008 (79,90%), con la caída más importante en 2013 (90.88%) y otra en las últimas elecciones de 2018 (82,9%).
En el mismo sentido que la primera fuente citada anteriormente, un periodista extranjero acreditado en La Habana realizó una activa campaña por el NO, o al menos por la abstención, lo que además fue una apuesta por la idea preconcebida de que Cuba ha “cambiado” y que se está alejando del socialismo (por cierto, ¿nadie emprende cargos en contra de este periodista por interferir en el proceso electoral en Cuba?). Se titulaba: “Los cubanos esperan una voz opositora sin precedentes en el voto constitucional”, cuyo contenido fue similar a este: “La oposición a la nueva Carta podría alcanzar una cuarta parte de los votos, dijo un analista Cubano, un aumento considerable con relación a la baja cifra de un solo dígito de la última votación”.
Por su parte, un tercer ejemplo lo constituye el del corresponsal de la CNN (ingl és) en La Habana, quien se atrevió a titular un artículo así: “¿Tiene futuro el socialismo? Los cubanos están golpeando las urnas”. Y continúa: “Millones de cubanos están a punto de decirle al mundo SÍ −o algo así espera La Habana”. ¿Espera La Habana? Como si millones de trabajadores y otros cubanos no hubiesen participado en el debate constitucional. Y en realidad, se trata de “cambiar” para acercarse más al socialismo e incluso incluir el ideal del comunismo, que fue suprimida del anteproyecto.
Esta orientación mediática acerca de la sociedad cubana, dirigida por el pensamiento único estadounidense que decide que los cubanos no pueden realmente desear el socialismo, es parte de la guerra ideológica y política para dar la impresión de que el gobierno cubano está forzando a los cubanos a votar por el SÍ. Para hacer esto aún más abominable, el corresponsal acreditado de la CNN inglés, después de citar las habituales fuentes disidentes, concluye con una muy siniestra nota:
“En un vídeo producido por el gobierno acerca de los medios de comunicación social, el exespía cubano y ex prisionero de Estados Unidos, Gerardo Hernández, eleva las apuestas: ‘ Voy a votar por el SÍ, porque hay dos grupos, el del SÍ y el del NO’, dijo. ‘Quienes nos llaman a votar NO son los traidores, los enemigos de Cuba’”.
¡Vaya! ¡Los cubanos están asustados! El ‘hermano mayor’ [Big Brother] ¡los está vigilando!
Existen muchos otros ejemplos similares.
¿Cuáles fueron los resultados y por qué estuvieron tan desacertadas sus predicciones?
Según el Consejo Nacional Electoral (CNE), estos son los resultados finales de la tabulación del conteo oficial de votos en los colegios electorales locales (de los cuales fui testigo presencial durante las elecciones de 1997-1998 y nuevamente en 2007-2008, en virtud de lo cual nada puede ser más transparente):
Referendo:
Participación electoral: 90,15% de los votantes elegibles
SÍ: 86,85%
NO: 9,00%
Votos en blanco o nulos: 4,50%
El número de votantes fue muy superior al de las últimas elecciones generales de 2018 las cuales, como se mencionó anteriormente, registraron un 82,9%. Se debe tener en cuenta que la guerra mediática en contra de las últimas elecciones parlamentarias de 2018 fue menos feroz con relación al referendo de febrero de 2019. Esta guerra cultural fue iniciada mucho antes del período del referendo en sí mismo. No obstante, a pesar de las condiciones adversas la participación electoral de febrero de 2019 representa, por primera vez desde 1993, una inversión de la tendencia al descenso de votantes.
Un factor muy importante: el referendo de 1976 no tuvo que enfrentar la ofensiva mediática liderada por Estados Unidos a través de los medios sociales de comunicación, que por supuesto no existían en 1976.
No obstante, éste obtuvo el más importante resultado:
SÍ: 86.85%
NO: 9,0%
Esto representa una muy fuerte mayoría.
De esta manera, mi conclusión inicial es que en efecto Cuba ha “cambiado” y está atravesando por un proceso de cambio, aun cuando no se trata del tipo de cambio esperado por algunos. Teniendo en cuenta los debates en la base (barrios, centros de trabajo y educacional) entre mediados de agosto y mediados de noviembre, y la campaña del referendo como tal, Cuba ha cambiado −y está cambiando− hacia un modelo cada vez más socialista y renovado.
¿Hace esto parte del resurgimiento de lo que algunos creían ya muerto y sepultado, la llamada “ola rosada?” La votación del referendo tuvo lugar el mismo fin de semana que la sorprendente victoria de la Revolución Bolivariana contra el intento estadounidense del golpe de Estado (23 de febrero) a través de la “Ayuda humanitaria”. ¿Hace esto parte de un nuevo despertar de América Latina y el Caribe, representado en los cambios que infunden miedo en los corazones de los enemigos de la Revoluciones Bolivariana y Cubana? En las próximas semanas y meses veremos cómo se desarrollan los acontecimientos rápidamente. Soy optimista.
Arnold August
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