Maestro José Martí, como un homenaje y juramento en este 166 aniversario de su natalicio, renovamos estas palabras suyas: “La lucha no ha cesado… La nueva generación es digna de sus padres… Sólo con la vida cesará entre nosotros la batalla por la libertad.”
Maestro, permítame que le llame de esta forma tan conocida por el pueblo cubano y que refleja un aspecto cardinal de su misión en vida y la siemprevida de estos 166 años que se celebran en estos momentos, y permítame también que, viviendo en Santiago de Cuba, muy cerca, apenas a unos minutos, de donde Ud. reposa y lucha, acompañado de Céspedes, Fidel, Mariana y una pléyade de héroes y mártires de nuestro pueblo, en el cementerio de Santa Ifigenia, intente conversarle en espíritu sobre asuntos que en su tiempo fueron desvelos y ocupación suyos, porque lo eran de su patria y de nuestra América, y que hoy permanecen vigentes, claro que con sus variantes de épocas y circunstancias, y rondan en nuestras existencias y en el destino de nuestras naciones, como si hubieran cambiado poco, en este largo lapso, la filosofía política, ideológica, cultural y social.
Así que, Maestro, su grito estentóreo de recién nacido fue la confirmación de que había nacido el primogénito hijo de Mariano Martí y Navarro, sargento primero del Real Cuerpo de Artillería, natural de Valencia, y de Leonor Pérez y Cabrera, natural de Santa Cruz de Tenerife. Era el viernes 28 de enero de 1853, en la casa No. 41 de la calle Paula en La Habana, Cuba.
Maestro, años después Ud. escribiría en sus apuntes: "A la calle de Paula se le llamó antes de San Francisco de Paula, por el hospital de ese mismo nombre que había en el extremo de ella".
Maestro, estos fueron algunos hechos importantes de aquel año de 1853: murió Félix Varela en San Agustín, La Florida, Estados Unidos, de quien se dijo que fue "el primero que nos enseñó a pensar". Y para aumentar el despojo a México, los Estados Unidos compró parte del territorio mejicano.
Maestro, también los Estados Unidos hicieron su primera proposición a España de compra de Puerto Rico, ¡Qué triste y qué indignante!, que también el primero de enero de 1899, 46 años después de su natalicio, la nación calificada por Ud. como “la Roma americana”, obtuviera de España a nuestra hermana isla, como botín de guerra y por derecho de conquista rapaz, que dura hasta hoy.
Maestro, en este mundo actual y en este momento particular de la historia, la comunicación entre los hombres de uno a otro confín se realiza con una prontitud y fidelidad antes insospechadas a pesar de que aún no esté al alcance y se halle, hasta vedada, a una parte mayoritaria de la humanidad que es víctima de la pobreza, la marginación y la incultura.
En este mundo que vivimos, extenso y disímil, con grandes contrastes en la distribución de sus riquezas materiales y espirituales, con extraordinarios desafíos para el alcance de su pleno desarrollo y felicidad, nos corresponde actuar y contribuir con una obra nacida de lo mejor de nosotros mismos, como Ud. lo hiciera en su época, a que, paso a paso, la humanidad se conozca mejor, se empeñe en convertir en realidad viejos y nuevos sueños, se transforme en protagonista de su propio destino y viva al fin liberada del miedo y la miseria en un clima de prosperidad y paz. Por un mundo mejor vale la pena luchar un día y otro y hasta toda la vida. Es parte del deber desinteresado que todos los hombres tenemos con esta humanidad que constituye la patria común de todos. Para suerte de Ud., Maestro, su frase “Patria es humanidad”, es esencia de la política cubana.
Por una consecuencia de su legado, Maestro, la vida y la obra buena de todos los hombres y, en especial, la de los grandes hombres que han descollado por su consagración y aportes al desarrollo de las mejores causas de los hombres y de los pueblos, debe ser el cimiento sólido sobre el cual se erija la construcción de una humanidad más plena, unida y feliz.
Maestro, nuestra Patria de hoy, la suya, acosada todavía por el mismo “vecino hostil”, que Ud. denunciara, se rige por esta idea esencial: “La Revolución ha venido a enseñar, a Cuba, cómo está constituida, y qué puede esperar o temer del porvenir”.
Y para esos trasnochados, Maestro, para aquellos que odian y pretenden aún deshacer el fruto alcanzado gracias a la Revolución Cubana, la obra más acabada y trascendente de nuestro pueblo a lo largo de sus duras batallas por la felicidad, cabe ponerles enfrente el valladar de sus palabras: ”Cuba reclama su independencia a que tiene derecho por la vida propia que sabe que posee, por la enérgica constancia de sus hijos, por la riqueza de su territorio, por la natural independencia de éste, y, más que por todo, y esta razón está sobre todas las razones, porque así es la voluntad firme y unánime del pueblo cubano”.
Y, Maestro, Ud. que les conocía por dentro las mezquindades y codicias a las grandes potencias, y las influencias nefastas de las oligarquías vendepatrias, señaló que no reconocerían esas grandes naciones a los pueblos menores, pues “esas grandes naciones solamente reconocen .los hechos consumados, por monstruosos que ellos sean”.
Hoy Venezuela sufre las embestidas de una coalición miserable encabezada por los Estados Unidos, ¿cuándo cambiará ese “vecino avieso”, “ese Norte brutal que nos desprecia”, y secundado esta vez por países de la Unión Europea,, que son seguidos como arria sumisa por algunos gobiernos de nuestra América?
¡Qué bién Ud. lo supo expresar, Maestro, con aquella frase lapidaria en una coyuntura similar respecto a Cuba: “Bribones”, les calificó, y ante sus estupideces era necesario castigarlos como se merecían. Porque era su convicción de que República es el mundo: de muchos, el valor de todos, igual mérito; ódiese la bajeza, el disimulo, la hipocresía, la falsa virtud, la vileza que suele enmascararse con frases llameantes y hasta simpáticas. ¿Cuánta bajeza y cuanta sinrazón esgrimieron los países que pretendieron condenar a Venezuela en el Consejo de Seguridad de la ONU?
Por el contrario, ¿cuánta hidalguía y cuánta verdad en voz del Canciller de Venezuela, y en los discursos de las naciones grandes y pequeñas que desnudaron las intenciones malévolas de los Estados Unidos y sus marionetas grandes y pequeñas?
Porque allí se debatía algo similar a lo que le llevó a escribir el 27 de abril de 1876, cuando Ud. tenía 23 años de edad, o sea, una cuestión que dependía “en gran parte en los Estados Unidos de la imponente y tenaz voluntad de un número no pequeño ni despreciable de afortunados agiotistas que son los dueños naturales de un país en que todo se sacrifica al logro de una riqueza material”.
Y en lo que respecta a todos esos gobiernos coaligados con la traición, la injerencia, la violación de los principios vigentes del derecho internacional, son atinadas y aplicables, y resultan contundentes estas ideas suyas: “Podrán los gobiernos desconocernos (añado: gobiernos infames), los pueblos tendrán siempre que amarnos y admirarnos”.
Y a modo de conclusión para esta era que es una prolongación del pasado vivido por Ud,, Maestro José Martí, como un homenaje y juramento en este 166 aniversario de su natalicio, renovamos estas palabras suyas: “La lucha no ha cesado… La nueva generación es digna de sus padres… Sólo con la vida cesará entre nosotros la batalla por la libertad.”
Wilkie Delgado Correa
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