Aquellos que sumieron al pueblo cubano en luto y dolor, al asesinar y torturar a quienes se oponían a la dictadura sangrienta del tirano Fulgencio Batista, ahora sus hijos condecoran y premian a los llamados “disidentes” cubanos.
Así sucedió en días recientes en Miami, capital de la mafia terrorista anticubana, cuando otorgaron el premio del Instituto La Rosa Blanca, a sus asalariados Jorge Luis García Pérez, conocido por Antúnez, y a Felicia Guillén Amador, hermana de uno de los participantes en las bandas ubicadas en las montañas del Escambray, zona central de Cuba, entrenados y abastecidos por la CIA para sembrar el terror y la muerte entre los campesinos y maestros alfabetizadores.
El acto se llevó a cabo en la Universidad Internacional de la Florida, respaldada financieramente por la organización de corte terrorista Fundación Nacional Cubano Americana, donde estuvo presente la más rancia representación de los grupos contrarrevolucionarios, muchos de ellos hijos de asesinos y torturadores del gobierno batistiano, así como otros vinculados a acciones terroristas ejecutadas contra el pueblo cubano durante los últimos 58 años.
La Rosa Blanca fue la primera organización contrarrevolucionaria conformada en Miami el 28 de enero de 1959, con apoyo de la CIA, dirigida por el ex ministro de Batista, Rafael Díaz-Balart, quien abandonó la Isla semanas antes que el propio dictador, y padre de los congresistas Mario y Lincoln.
Para tener una idea exacta de lo que significa dicho premio, basta señalar los integrantes de La Rosa Blanca, todos con estrechas relaciones con el tirano Fulgencio Batista Zaldívar.
Su secretario general era Rafael Díaz-Balart y lo acompañaron el ex Coronel Merob Sosa, criminal de guerra por sus acciones genocidas cometidas contra campesinos de la Sierra Maestra durante la lucha insurreccional; Luis del Pozo Jiménez, hijo del ex alcalde de la Habana; Roberto Martín-Pérez Rodríguez, hijo de uno de los más sangrientos personajes de la dictadura, todos participantes también en la conspiración desarrollada por el dictador dominicano Leónidas Trujillo, para invadir a Cuba en agosto de 1959 con el asesoramiento del gobierno estadounidense.
En esa conspiración estuvieron presentes el ex general batistiano Eleuterio Pedraza, los ex coroneles Esteban Ventura Novo, Conrado Carratalá Ugalde, Corzo Izaguirre y Ángel Sánchez Mosquera, con largos expedientes de asesinatos y torturas durante su participación en los órganos represivos de Batista.
Presentes en la entrega del premio estaban otros miembros de la mafia anticubana, como la congresista Ileana Ros-Lehtinen, hija de Enrique Ros, testaferro de Batista y el Representante Carlos Curbelo; además de Silvia Iriondo y Orlando Gutiérrez, ambos con largas hojas de acciones subversivas contra Cuba.
No podían faltar al festín otros cubanos asalariados de Washington que se auto proclaman “disidentes”, entre ellos Danilo Maldonado, apodado “El Sexto”, por ser la única frase que conforma su “amplia obra artística”, Antonio González-Rodiles y María Elena Alpízar, “Dama” de Blanco que disfruta de su salario en Miami.
En el show intervino como maestra de ceremonia Ana Carbonell, señalada como “estratega del partido republicano”, quien definió el objetivo del Instituto La Rosa Blanca, y según afirmó pretende “profundizar, estudiar y reflexionar sobre las ideas del doctor Rafael Díaz Balart, las que fueron el resultado de toda una vida de estudios y pensamientos sobre su patria”.
Para quienes desconocen lo que le esperaría a una Cuba sin Revolución, de vuelta al pasado oprobioso que obligó al pueblo a luchar por su libertad, es necesario saber lo que allí expresó el ex congresista Lincoln Díaz-Balart, sobre el pensamiento de su padre expuesto en un libro:
“Este es el plan que nos dejó para la reconstrucción de Cuba, la construcción de una Cuba próspera, una comunidad económica con los Estados Unidos de América. ¿Se imaginan lo que va a significar, las inversiones multimillonarias que va a recibir la Cuba Libre cuando tengamos esa comunidad económica con los EE.UU.? Será un capitalismo, pero un capitalismo con todos y para el bien de todos”.
“Mi papá explica los mecanismos que la futura república tiene para crear millonarias inversiones que lleguen a los trabajadores cubanos en forma de financiamiento. Para, si quieren, ser accionistas en las empresas donde trabajen. Y lograremos la creación de cientos y cientos de miles de pequeñas empresas para que Cuba pueda ir de un país de proletarios a un país de propietarios”.
El cierre lo hizo el asalariado Antúnez, al asegurar:
“Acciones como estas refuerzan mi compromiso con la lucha por la democracia de Cuba”.
Triste papel al pensar que en una vuelta atrás en la historia cubana, él de raza negra, sin preparación profesional y con antecedentes penales por hurto y falsificación de documentos públicos, podrá sostener relaciones con esos inversionistas yanquis que desean arrebatarle la soberanía al pueblo cubano.
Han pasado casi 60 años y los asesinos, torturadores y sus hijos, no han podido derrocar el proceso revolucionario, se enriquecieron con el oficio de contrarrevolucionarios y siguen soñando con la anexión de Cuba a los Estados Unidos y retrotraer el país a 1958, cuando el analfabetismo, el desempleo, el hambre, la discriminación racial y de género, las enfermedades hacían estragos en la mayoría de la sociedad, mientras solo un pequeño grupo disfrutaba de los resultados de las inversiones yanquis.
Vigencia plena tienen las palabras de José Martí cuando expresó:
“…la intriga de la anexión será el recurso continuo de los que prefieran la unión desigual con un vecino que no cesará de codiciarnos al riesgo de su propiedad o a la mortificación de su soberbia”.
Arthur González, cubano, especialista en relaciones Cuba-EE.UU., editor del Blog El Heraldo Cubano .
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