Otro país que no necesitó de la DEA para erradicarla
Preocupa mucho a la población latinoamericana el avance del narcotráfico y lo que eso conlleva en violencia y deterioro de la salud de su gente. Cuba está a la vanguardia de esa lucha, sin necesidad de la DEA, FBI, Comando Sur ni IV Flota.
El sábado 23 de abril, en esta columna fue elogiada la gestión de Evo Morales en sus campañas contra el narcotráfico. El presidente aymara había logrado notables avances a partir de 2008, cuando expulsó a la agencia antinarcóticos estadounidense (DEA) y al embajador Philip Goldberg.
Ahora es el turno de analizar la experiencia cubana, realizada a pesar y en contra de su mal vecino durante la mayor parte de los 57 años de revolución. Recién tras la reanudación de relaciones diplomáticas hubo reuniones bilaterales donde se examinaron posibles acciones en común contra ese flagelo. Los logros cubanos en la materia son absolutamente suyos. A lo sumo ahora hay entidades norteamericanas que hoy admiten esos avances y antes denostaban la isla al punto de incluirla por décadas en la lista de patrocinantes del terrorismo.
Como las drogas han adquirido una dolorosa actualidad para la región, Raúl Castro le dedicó un tramo de su discurso en la I Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) realizada en Santiago de Chile, el 28 de enero de 2013. Dijo entonces: “Cuba no es un país atractivo para los traficantes. Estos problemas hay que enfrentarlos cuando son pequeños, nonatos; en Cuba no hay droga ni habrá. Hay más de 250 detenidos extranjeros por intentar introducirla”.
Relató que no había sido una tarea fácil, pues debieron detener a cerca de 5.000 implicados, sobre los cuales cayeron con todo el peso de la ley penal. Admitió que algunos centenares eran inocentes y fueron liberados, pero que “la batalla contra la droga tiene que ser a sangre y fuego, la pena de muerte está en reserva, pero ahí está”.
El cubano, que en esos días asumía la presidencia pro-témpore de la Celac, apuntó sobre el gran responsable del narcotráfico. Dijo: “pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”. Insistió: “el problema fundamental es que donde reciben la droga nunca he leído en la prensa de una gran operación contra los traficantes, pero sí películas de bandas de traficantes”.
Estaba llamando la atención sobre que el 60 por ciento o más de toda la droga del mundo se consume en ese país, con grandes ganancias para los carteles de narcos y los bancos lavadores de dinero.
Por eso, en afinidad con ese enfoque cubano, el presidente boliviano en la reciente cumbre de Naciones Unidas sobre lucha antinarcóticos, del 19 al 21 de abril, planteó que se disuelva la DEA y sea abolido el secreto bancario, medidas que por supuesto el mundo capitalista no adoptará.
Modelo de Cuba
El modelo cubano tiene una sólida estructura con la Dirección Antidrogas del Ministerio del Interior (Minint), a cargo del coronel Juan Carlos Poey, más la labor estricta de la Aduana y las Tropas Guarda Fronteras (TGF).
No siempre esas organizaciones estuvieron a salvo de dirigentes que se desviaron por el camino de la corrupción y el delito, incluso el de las drogas. En esos casos, como el descubierto en 1989 respecto al general Raúl Arnaldo Ochoa y el capitán Antonio de la Guardia, se los llevó a juicio y la condena fue a muerte. En su afán de lucro habían llegado a entrevistarse con Pablo Escobar cediéndoles rutas marítimas y aéreas de Cuba para enviar estupefacientes a EE UU.
Ese grave caso ocupó en esos días la prioridad para las autoridades cubanas. Raúl Castro relató: “en cuanto a Fidel, debo decirles que en el ministerio de FAR y considerando exclusivamente y a partir del día 12 de junio, ha dedicado a este problema, 153 horas en mi despacho” (“Raúl Castro, Un hombre en Revolución”, Nikolai Leonov, pág. 226).
O sea que la revolución cubana no vaciló en aplicar la pena de muerte a un héroe de la república como Ochoa, con tal de mantener los principios contra el narcotráfico.
Y eso se mantiene hasta hoy. Por eso en el programa televisivo “Mesa Redonda” de días atrás, el coronel Poey del Minint, declaró que “nuestras fuerzas nunca permitirán que el territorio cubano sea tomado como tránsito o almacén de estupefacientes”. Era una forma de recordar que la condena a Ochoa sigue firme.
En ese programa de TV se informó que el objetivo de la fuerza pública es evitar que la droga impacte, que surjan organizaciones criminales internas y se instalen otras internacionales.
El saldo de 2015, documentado por el Minint, fue la incautación de 1.266 kilogramos de drogas. Se pusieron a disposición de la justicia a 1.363 personas, de ellas 44 extranjeras, con juicios y condenas de 6 a 10 años.
El ejemplo cubano no descansa sólo en una fuerza bien entrenada y con alta moral. Es un importante elemento, que otros países carecen pues sus estructuras policiales y judiciales están permeadas y hasta ganadas por los carteles de narcotraficantes. En este momento se sustancia en Córdoba un juicio que tiene en el banquillo de los acusados a ocho oficiales de la División Drogas Peligrosas de la Policía Provincial, incluido su jefe el comisario Rafael Sosa.
El sector antidrogas del Minint es clave pero no sería nada sin el esfuerzo del pueblo y su gobierno, mentalizados en enfrentar ese flagelo.
Salud y Educación
En la I Celac, el expositor cubano recordó la importancia de una población con sentido de igualdad y solidaridad, conciencia política, alto nivel cultural y organización. Recordó que en su lucha antidrogas contó con el apoyo de organizaciones de trabajadores y campesinos. También se apeló a las familias cubanas para “ubicar y proceder legalmente contra quienes empezaban a introducir entre la juventud la marihuana y la cocaína”.
En la reciente Mesa Informativa estuvieron Alfredo González, viceministro del Ministerio de Salud Pública, y la ministra de Educación Elsa Velázquez, que dijeron lo suyo.
González explicó que lo principal es trabajar en la recuperación de las personas y por eso el sistema de salud cubano está siempre dispuesto a prestar ayuda a los enfermos, para recuperarlos e insertarlos en la sociedad.
Velázquez resaltó que la escuela es el espacio ideal para potenciar los factores protectores. “Nuestra labor va encaminada a prevenir que estos hechos ocurran y evitar que los estudiantes lleguen a consumir drogas; junto a otras instituciones hacemos un trabajo comunitario con los jóvenes para centrar su atención en actividades deportivas, culturales y recreativas de sano esparcimiento”, señaló.
Todas estas cosas llevan su tiempo. Cuba creó en 1989 la Comisión Nacional de Drogas, en 1993 aprobó un Plan Maestro para combatir el tráfico y en 1999 el Programa Nacional Integral para prevenir su uso indebido.
En 2009 estuvo en la isla el director de la Oficina contra las Drogas y el Delito de las Naciones Unidas (ONUDD), Antonio M. Costa. Y calificó de excelente el enfrentamiento y control de las fronteras internas sobre el narcotráfico. El país suscribió 36 acuerdos bilaterales de cooperación antidrogas y 27 para cooperar en la vigilancia.
Los logros fueron espectaculares y el 21 de marzo de 2015 el Departamento de Estado se vio obligado a reconocer que “Cuba es ejemplo en combate antidrogas”. El informe anual admitió que “la producción y el consumo interno de Cuba siguen siendo bajos debido a la vigilancia activa, estrictas sentencias y los programas nacionales para la prevención y la educación”. El reporte agregó que la isla “dedica importantes recursos para prevenir las drogas ilegales y evitar que su uso se extienda, y los traficantes regionales suelen evitar Cuba”.
Provocaciones anticubanas
Pese a esos logros antinarcóticos, siempre habrá intereses que quieran desprestigiar a Cuba. Es fácil imaginar quiénes son: sospechosos principales son los narcos y la mafia cubano-americana, que suele compartir negocios narcos.
Así buscan embarrar a la isla con contrabandos de cocaína que no son tales, como cuando en este abril EFE y agencias internacionales dijeron que contenedores con miel cubana salida de Sancti Spíritus habían sido detectados en Panamá con 400 kg de cocaína. La isla documentó que la miel salió de Mariel libre de esa droga, que quizás fue colocada en el istmo. La carga llegó bien a Bélgica, su destino original, sin reproches del cliente y la calumnia cayó por su propio peso.
Hay otras jugadas de menor cuantía. Un diario progresista de Argentina, “Hoy Día Córdoba”, dedicó las dos páginas centrales de su edición del 27 de abril al artículo “Criminalidad y narcotráfico en América Latina”, de Mariano Bartolomé. A pesar de su notable extensión (12.816 caracteres) no reconoce ningún mérito a Cuba en su lucha antinarcóticos. Peor aún, dice de su gobierno: “existe una clara vocación de los gobiernos (a excepción del cubano, todos ellos elegidos a través del voto) por resolver de manera dialogada y pacífica sus disputas”.
El cronista quiso saber quién era Bartolomé. Resultó ser un “especialista en Seguridad” egresado del Centro de Estudios de Defensa Hemisférica “William J. Perry” de EE UU, perteneciente al Departamento de Defensa, vulgarmente conocido como Pentágono. Así se entienden su menosprecio hacia Cuba, así como su negativa a considerar la pobreza regional como factor agravante del crecimiento del narcotráfico.
Emilio Marín
La Arena
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