domingo, 27 de marzo de 2016
Rolling Stones en Cuba: la diplomacia del rock
En un recital gratuito ante más de 400 mil personas en La Habana, la legendaria banda de Jagger y Richards aportó no sólo rock & roll, en el marco del descongelamiento de las relaciones entre Cuba y EE.UU.
Y finalmente llegó el día esperado por el público cubano amante de la música: los Rolling Stones tocaron gratis en la Ciudad Deportiva de La Habana, con la asistencia de una verdadera multitud de casi medio millón de personas. Quienes no pudieron acercarse al escenario lo siguieron en vivo desde pantallas gigantes colocadas en las inmediaciones. Según algunos cálculos, por otros medios más remotos el show fue seguido por un total de casi dos millones de personas, aunque no hubo televisación oficial. Un auténtico fenómeno.
El repertorio de los Stones y la puesta en escena (luces, sonido y escenario), al nivel de cualquier show internacional de una banda como los Rolling -espectáculo no muy habitual en La Habana-, no variaron demasiado de lo que mostraron en el resto de Latinoamérica en el marco de su gira “Olé tour 2016”. Abrieron con el clásico “Jumpin´ Jack Flash” y la catarata de hits no se detuvo durante todo el concierto.
La diplomacia del Rock
Como plantea el enviado especial del diario Clarín, Gustavo Sierra, si la cumbre Raúl Castro-Obama abrió una especie de “diplomacia del béisbol” (en referencia a uno de los deportes más populares de ambos países), el show de los Rolling Stones fue en algún sentido la continuidad, algo así como una “diplomacia del Rock”. Los propios músicos británicos se encargaron de manifestarlo apenas pisaron el Aeropuerto Internacional José Martí: “Creo que él [por Barack Obama, NdeR] ha causado una gran impresión, dijo algunas cosas muy interesantes. Fue muy encantador y estamos muy contentos de estar aquí después de él”, declaró Mick Jagger, a lo que Keith Richards acotó “Es un gran hombre”.
La mayoría de los medios obvió –por desconocimiento o adrede- que el de los Stones no era el primer recital importante de una banda anglosajona. En el año 2001, fueron los galeses Manic Street Preachers quienes obtuvieron permiso para tocar en Cuba, claro que en un contexto muy distinto. En aquel momento habían pasado pocos años de la crisis que desembocó en la huida de centenares de cubanos en balsas (“crisis de los balseros”) intentando zafar las consecuencias del brutal bloqueo aplicado por el imperialismo; además estaba en auge el fenómeno “No global” de jóvenes que en los propios países imperialistas denunciaban las políticas de sus gobiernos bajo la idea de la “globalización”. En ese contexto, el recital de los Manic Street Preachers significaba un gesto de respaldo (de manera acrítica por parte de los músicos hacia el régimen castrista) hacia uno de los pueblos que resistía el ingreso a las reglas de la “economía de mercado”. El recital del viernes de los Stones puede entenderse en sentido contrario.
En el marco del descongelamiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos, la aceptación de parte del régimen de Raúl Castro de algunas medidas de apertura al capital extranjero y el interés de empresas norteamericanas de no quedar afuera de ese proceso, el show de los Rolling Stones puede leerse como una muestra de las “ventajas de la apertura”. Aunque las visitas de Obama y los Stones no estuvieron directamente relacionadas, no podemos dejar de observar que ni el imperialismo yanqui, ni Raúl Castro y el PC Cubano, ni los propios Stones dan “puntada sin hilo”.
En notas anteriores de La Izquierda Diario se describe la prohibición por parte del gobierno de Cuba de la música de los Beatles o los Stones, considerada una especie de “desviación ideológica” entre fines de los ´60 y principios de los ´70 (justamente la época más prolífica de la banda de Jagger-Richards). En imágenes de los noticieros de todo el mundo que cubrieron el show Stone de ayer en Cuba se destacan testimonios de personas que promedian los 50 años (adolescentes en aquel tiempo) que resaltan esa situación y se alegran de la posibilidad de poder verlos ahora. Este recital era una cuenta pendiente para varias generaciones.
Pese a las posturas políticas de los Stones y las maniobras del gobierno cubano, la concreción de esa “cuenta pendiente” puede ser para la juventud cubana una oportunidad para luchar por el derecho inalienable a la libertad cultural, artística, de pensamiento y orientación sexual, y reforzar la perspectiva de conquistar libertades políticas en el marco de la defensa de las conquistas de la Revolución del ´59 y el proceso de nacionalizaciones y no en el sentido contrario que le quiere imprimir el imperialismo.
Augusto Dorado
@AugustoDorado
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