miércoles, 11 de febrero de 2015

De la amistad y la firmeza




Tun, tun, ¿quién es? – La paloma y el laurel… ¡Abre la muralla!,
Tun, tun¿Quién es? – El alacrán y el cienpiés… ¡Cierra la muralla!
Nicolás Guillén, 1958

Al tiempo que nos expresamos acerca de los peligros que la nueva dinámica bilateral y la necesidad de estar alertas y preparados, lo hacemos sin perder de vista lo fundamental de los hechos recientes: que el giro del gobierno Obama hacia el restablecimiento de relaciones con nuestro país y la excarcelación de nuestros héroes son una victoria de nuestra resistencia y nuestros principios, y que avanzar hacia una progresiva y mutuamente beneficiosa “normalización” es algo a lo que damos plena bienvenida.
Por otra parte, no es nuevo que los objetivos subversivos de la política estadunidenses se formulen melosamente, como si fueran a tendernos la mano, y que sigan anunciando que tratarán de “promover la democracia” en Cuba y articular o financiar programas para “ayudar al pueblo”. El énfasis que el que subscribe y muchos otros hacemos en la necesidad de conocer tales planes y los subterfugios de aproximación del enemigo histórico de nuestra nación es bien pertinente.
Pero es asimismo muy importante que, junto a tal posicionamiento, no vayamos a caer en actitudes defensivas simplistas o extremas, ajenas a nuestro proceder. De ninguna manera nuestro pueblo ni nuestras instituciones confundirán a quien nos visita – y que acogemos –, con los planes del enemigo – que rechazamos. Alertas sí, pero sin alarmismo. Mientras mejor informado, nuestro pueblo estará en mejor capacidad para ello.
Una efectiva defensa debe partir de no desnaturalizarnos, sino crecernos y ser como somos por naturaleza: abiertos, cálidos, y amistosos…, que están entre las cualidades con que siempre nos hemos ganado a la gran mayoría de quienes nos visitan y que aquí ven desmentidas, por nuestra imperfecta pero admirable realidad, las horrendas historias que les han narrado en la prensa amarilla predominante en muchos lugares.
Muchos en EE.UU. y en el mundo han saludado con legítima emoción el anuncio conjunto del 17 de diciembre. Siempre hemos sabido diferenciar entre el pueblo y el gobierno de EE.UU. Ello ha sido un concepto y casi un principio que se desprende de todos los planteamientos de Fidel y nuestra revolución, desde el mismo enero de 1959. Y muchos en Cuba hemos tenido ocasión de conocer a muy amistosos ciudadanos de EE.UU., provenientes de círculos muy diversos, no pocos de los cuales después se han sumado a la solidaridad.
Estoy convencido – pues lo he palpado – que la muy extendida opinión adversa en la población norteamericana respecto a nuestro país y su sistema de gobierno tiene un sustento muy superficial, epidérmico. Cuando uno rasga esos “criterios”, cuando nos movemos fuera de ciertos círculos de Washington y del sur de la Florida, el ciudadano estadounidense no tiene, en general,una opinión formada sino solo una imagen simplista alimentada por los medios, que se desarma cuando conoce y trata con un “cubano de la isla” y, más aun, cuando visita Cuba.
Así que demos la bienvenida a los intercambios y reforcemos los contenidos nuestros en los llamados “contactos pueblo a pueblo”, al tiempo que nos mantenemos informados y preparados para enfrentar los planes de confundirnos y para “matarnos con amor” del gobierno estadounidense.
Podemos convivir con el vecino del norte, pero no hay razón para que queramos al país imperial y prepotente. Queremos como dijo Martí a la patria de Lincoln, no a la deCutting – y agregaríamos que tampoco a la del Ku Klux Klan, ni la del macartismo. Recordamos y queremos, pues son parte de los que hacen posible la meta de una verdadera normalización de relaciones, entre otros, a todos los que han formado parte de los 45 contingentes de la Brigada Venceremos, de las 23 caravanas de Pastores por la Paz que lideró el ReverendoLucius Walker; los millones que apoyaron el derecho del niño Elián a regresar con su padre a Cuba, y los otros tantos que – en ese país – se solidarizaron con nuestros Cinco Héroes.
Es la tierra también de Henry Reeve y Pete Seeger, de Martin Luther King y MalcomX; de Harry Belafonte, Ángela Davis, Sandra Levinson y Danny Glover; de Leonard Weinglass y muchos otros abogados solidarios; de SaulLandauy toda una gama de académicos e intelectuales amigos, entre muchos otros. Es además la tierra donde residen un millón de cubanos los que en su inmensa mayoría mantienen fuertes vínculos familiares y de todo tipo con nuestro país.
Es aquella una nación cuyas mujeres han estado a la vanguardia en la lucha por los derechos femeninos. Es la patria, entre otros muchos, de los millones movilizados contra la guerra en Vietnam, contra las armas nucleares y por detener esa furia de agresiones que desde allí se originan, incluyendo las que se han producido contra nuestro país, los que seguramente se mantendrán activos en contra del bloqueo y de cualquier nueva forma de agresión.
Por eso, junto con la necesidad de mantenernos alertas en defensa de nuestra soberanía y a la urgencia de restañar vulnerabilidades y resquicios, estas líneas se hacen sin menoscabo de la amistad entre nuestros pueblos. Estos temas deben estar sobre la mesa porque el momento lo exige y porque aquella sociedad aún está dominada por estructuras y una lógica imperial.
Pero con el mismo énfasis, sumo mi voz a la de muchos otros que acerca de estos temas tratan de situar las cosas en multicolor, en todos sus matices, lo que incluye que entendamos las complejidades, que evitemos las rigideces, o una eventual paranoia, improbable por ajena a nuestra naturaleza.
Como pueblo culto, patriota y comprometido con esta Revolución, nos posicionamos y estaremo svigilantes ante toda acción irrespetuosa u hostil; y no cometeremos deslices ni ingenuidades ante aproximaciones sutiles que están a la orden del día y pretenden inocular el veneno.
Y a la vez, simultáneamente, seguiremos siendo como somos, seguros de nosotros mismos, acogedores con quienes nos visitan, revolucionarios con las dosis de amor que mencionara el Che y con el concepto martiano de ¡Patria es Humanidad!.

Fernando M. García Bielsa

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