domingo, 30 de junio de 2013
EE.UU. da cobertura a dos torturadores CIA, asesinos de diplomáticos cubanos
Dos sicarios de la CIA que participaron, en Argentina, en sesiones de tortura de los diplomáticos cubanos Jesús Cejas —cuyos restos han sido entregados a Cuba hace unos días— y Crescencio Galañena, viven tranquilamente desde hace varios años en Estados Unidos bajo la protección absoluta de las autoridades de ese país.
Michael Townley, un norteamericano asesino que fue prestado a la CIA por la DINA —la Gestapo del dictador chileno Augusto Pinochet— y Guillermo Novo Sampol, un viejo cómplice cubanoamericano del agente de la CIA Luis Posada Carriles, reciben una protección integral a la vez del FBI, con el cual siempre colaboraron, de la CIA que le sirvieron de ejecutantes de tareas sucias, y del Departamento de Estado que pretende ignorar su presencia en territorio norteamericano.
Está hoy documentado que Townley y Novo participaron activamente en las sesiones de tortura de los diplomáticos cubanos Jesús Cejas Arias, y Crescencio Galañena Hernández, desaparecidos durante la última dictadura militar (1976-1983).
José Luis Mendéz Méndez, historiador e investigador cubano ha observado durante años la búsqueda de los restos de quienes son considerados mártires por la Revolución cubana.
En su minucioso y arduo trabajo, Méndez entrevistó a Manuel Contreras Sepúlveda, quien fuera jefe de la Dirección de Información Nacional de Chile (DINA), el 19 de julio del 2004.
“Contreras me reveló que viajaron a Argentina, el 11 de agosto de 1976, su agente el norteamericano Michael Townley y el terrorista internacional refugiado en Miami Guillermo Novo Sampol para interrogar y torturar a los diplomáticos cubanos Jesús Cejas Arias y Crescencio Galañena Hernández”.
El hallazgo de los restos de los dos diplomáticos ocurrió en la localidad de Virreyes a 28 kilómetros de Buenos Aires, una zona donde se realizan excavaciones en busca de víctimas de aquel periodo de la historia argentina. Cejas y Galañena fueron secuestrados el 9 de agosto de 1976 en el barrio porteño de Belgrano.
Jean-Guy Allard
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