domingo, 30 de junio de 2013
Internacionalismo
El internacionalismo, incluido el internacionalismo proletario, supone lisa y llanamente solidaridad activa con todos los procesos de liberación nacional. Supone creer en un mundo de pueblos libres y solidarios entre ellos descartando la competividad capitalista y esquemas de sumisión. Supone empatizar con la clase trabajadora de todo el planeta en un proyecto de liberación social emancipatorio mundial. Pueblos y personas libres.
El internacionalismo también es un concepto apasionante y que ha sido fuente de muchos debates dentro de la izquierda. Apasionante en relación a que esa solidaridad realmente supone ternura de y entre los pueblos en un sentido en mi opinión bastante literal.
De entre los debates más absurdos que genera cabría destacar esa corriente de opinión especialmente originada en estados imperialistas donde se quiebran derechos nacionales como el de la autodeterminación donde algunas izquierdas han llegado incluso a contraponer el término internacionalista al nacionalismo. Eso sí, un nacionalismo metafísico que son incapaces de definir con claridad pero lo que realmente se traduce de ello es su negación de realidades nacionales y su posición contraria a proyectos de liberación nacional.
Confunden inter(entre)-nacionalismo(s) con anti-nacionalismo, pero siempre desde la perspectiva del gran nacionalismo estatal del que se sienten apéndices, aunque sea en algunos casos de una forma involuntaria frente a un nacionalismo o patriotismo de liberación, frente a un nacionalismo revolucionario en muchos casos. No puede existir internacionalismo como el propio término indica sin nación, no puede haber solidaridad entre los pueblos si se niega la existencia de estos y si no se da cobertura a los procesos de liberación nacional de las naciones oprimidas. Y una nación a la que se le niega el derecho de autodeterminación es una nación oprimida. Eso es un axioma fundamental de la izquierda.
El imperialismo no es tonto tampoco, en los últimos tiempos ha intentado reforzar ese concepto de nacionalismo haciéndolo sinónimo de “radicalidad”, “luchas étnicas”, “guerra”, “extremismo”… mientras que el nacionalismo de estado, el imperialista, era ocultado. Posiblemente el estado español es uno de los ejemplos mundiales más claros en ese sentido donde no verás prácticamente a ninguna persona declararse nacionalista español, cuando el nacionalismo español de carácter imperialista es el eje vertebrador del sistema español tanto para la derecha como para la socialdemocracia y desgraciadamente aún con mucha influencia en sectores de izquierda incluso en los comunistas y anarquistas.
Otro punto de polémica ha sido el carácter que se le da a ese internacionalismo. Algunos sectores de izquierda creyéndose en posesión de la verdad pese a no ser partícipes de procesos y de las realidades nacionales de diferentes pueblos se creen con el derecho y el deber de hacer dirección política sobre esas realidades. Algo así como usar un mando a distancia esperando que tenga alguna incidencia en una realidad en la que no se es partícipe. O en su defecto utilizar las realidades de otros pueblos para potenciar su agenda particular en su propio contexto. La cuestión es que no existe realmente una sola verdad. Cada pueblo y movimiento tienen las suyas y están construidas en procesos largos y complejos. Verdades de las que se puede aprender, contrastar, compartir en mayor o menor medida pero muy difícilmente tener la capacidad de profundizar de tal manera en ellas como para dar autos de fe. Estas maneras peligrosas de enfocar el internacionalismo estarían encuadradas más bien en un posible dirigismo e injerencia de dudosa utilidad. En el colmo de esa falta de visión política, diferentes estrategias y opciones tomadas a miles de kilómetros de distancia son usadas en un sentido u otro para dinamitar procesos propios y sembrar la discordia.
¿A quién corresponde juzgar la legitimidad de las diferentes estrategias y posturas de un movimiento de liberación o revolucionario del que no se ha sido nunca partícipe y de un pueblo donde jamás se ha vivido?. ¿Respetar la autodeterminación de los pueblos es negar la solidaridad internacionalista por no compartir métodos de lucha o ciertas visiones?. Cada pueblo y cada proceso de lucha ya tiene las suficientes problemáticas y dificultades,sin ir más lejos en Euskal Herria, donde el laberinto político resulta de difícil análisis como para a partir de esquemas vagos intentar sentar cátedra sobre como deberían transcurrir procesos de lucha en lejanos lugares.
Internacionalismo por tanto también supone respeto a las decisiones de los sujetos emancipadores en cada contexto y marco de lucha de clases diferente. De lo contrario se crea un internacionalismo imperialista basado sobre todo en intereses partidistas o particulares, en el caso de Europa, eurocéntricos, y en el caso de estados opresores pudiendo llegar a mimetizarse con la misma opresión nacional. Si además de todo ello se intenta sentar cátedra cuando no hay posibilidad de que te metan electrodos, te vuelen la cabeza o vayas medio siglo a la cárcel, ese supuesto internacionalismo al final se convierte en una caricatura o un mero divertimento típico de las clases acomodas burguesas.
¿Es que acaso no hay suficiente experiencia histórica de fracasos, dirigismo, fragmentaciones y sectarismo?. La futura y necesaria internacional de los pueblos y de clase, que tendrá que ser construida en algún momento de la misma forma que la internacional imperialista y capitalista está construida actualmente, será plural, desde abajo y para los de abajo, no partidista, no “unificadora con rodillo” sino con respeto a la biodiversidad revolucionaria y basada en la unidad básica del socialismo incluido el libertario que no es otra cosa más que la soberanía de los pueblos y la legítima defensa de éstos y la clase trabajadora. Todavía está lejos la izquierda de tal paso debido al personalismo, las ideología-persona y el dogmatismo (que no es marca registrada de ninguna corriente concreta) pero el futuro sin capitalismo también pasa por ahí, o no lo habrá.
Borroka Garaia
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