viernes, 29 de marzo de 2013
Cuba y Haití, los dos extremos de la desigualdad sanitaria latinoamericana
Un estudio comparativo resalta las diferencias de la salud pública de los países latinoamericanos. Los que logran mejor nota son Cuba, Argentina, Uruguay, Chile y México mientras que en el pelotón de cola están Haití, Guatemala, Bolivia, Venezuela y Honduras.
Uno de los grandes indicadores del bienestar social de los países es el estado, nivel y funcionamiento de sus servicios de salud. Y aunque no son determinantes únicos, son una parte decisiva para medir el tamaño de las desigualdades sanitarias entre países. Con ese espíritu, investigadores de Colombia y Argentina midieron la calidad de los distintos sistemas de salud de 20 países de Latinoamérica y el Caribe usando 16 indicadores simples, objetivos y estandarizados, como la tasa de mortalidad infantil o la densidad de médicos. El resultado de sus análisis muestra una gran desigualdad entre naciones, con diferencias de hasta 17 años de esperanza de vida media.
El índice utilizado para comparar los distintos parámetros deja un grupo de cabeza liderado por Cuba, seguida por Argentina, Uruguay, Chile y México. El país cuyo sistema sanitario saca peor nota es Haití, seguida en el pelotón de cola por Guatemala, Bolivia, Venezuela y Honduras. “La brecha entre los países latinoamericanos todavía es amplia. Estos hallazgos se convierten en señales de alarma para los estados latinoamericanos”, advierten los autores del estudio, publicado en Gaceta Sanitaria.
Entre los distintos indicadores usados para deducir la nota total de cada país, destaca la esperanza de vida al nacer, que es de 73,7 años de media en toda la región, siendo la menor los 61,5 años de Haití y la mayor los 79 años de Costa Rica y Chile. Esos casi 74 años de esperanza de vida en Latinoamérica son cuatro menos de los que suma EEUU, seis menos que Alemania y ocho menos que España.
En cuanto a la tasa de mortalidad infantil, el promedio en la región es de 20,5 por cada mil bebés nacidos vivos. Pero se trata de un número muy poco representativo debido a la notable heterogeneidad de los números de cada estado: desde las 64 defunciones de niños menores de un año por cada mil en Haití al fallecimiento de cinco niños cubanos. En España son 11 y en EEUU son 14.
Haití, con diferencia el país con la sanidad más precaria, tiene los peores números en muchos otros parámetros, como en mortalidad materna, porcentaje de partos atendidos por personal de salud cualificado, inmunización contra el sarampión, gasto en salud per cápita y población con acceso a agua potable.
Otros países con malos datos concretos son Nicaragua, que presenta la menor proporción de médicos por habitante; Guatemala, con el menor porcentaje de camas hospitalarias; y Bolivia, el país de América Latina que destina menos proporción del PIB al gasto en salud. Venezuela a pesar de figurar como uno de los países con mayor PIB y se encuentra dentro del pelotón de cola “debido fundamentalmente al menor gasto destinado a salud, lo cual puede observarse en los indicadores de recursos sanitarios”, según el estudio.
Ajustes que perjudican seriamente la salud
“Para disminuir las desigualdades en salud”, advierte el estudio, “debería actuarse sobre los factores estructurales que afectan en gran parte las condiciones de vida de las personas. Éstos, también llamados factores contextuales, resultan de la combinación nociva de políticas injustas, situación económica precaria y mala gestión política”. Según se explica en este trabajo, algunos estudios previos han demostrado como ese contexto ha marcado negativamente, o hundido, los indicadores de salud. ”En América Latina y el Caribe, durante la década de 1980, el ajuste de las políticas macroeconómicas tuvo un efecto negativo sobre los indicadores sociales, específicamente sobre los relacionados con la situación de salud”, aseguran.
Un estudio publicado en la Revista Panamericana de Salud Pública en 2006 describía cómo el adelgazamiento del Estado y la reducción del gasto público en los países de América Latina y el Caribe en la década de 1980 provocó “una ralentización del incremento de la esperanza de vida y del descenso de la mortalidad infantil”. “Fue ahí [en Latinoamérica] donde se sintió de manera más temprana el impacto macrosocial de esos ajustes sobre la salud, lo que demuestra que en solo una década de ajuste, las políticas macroeconómicas pueden causar efectos mensurables sobre los indicadores sociales”, explicaban.
En cualquier caso, a pesar de ese frenazo sufrido hace dos décadas, la situación en la región parece avanzar muy lentamente. Al comparar los resultados obtenidos en el estudio de Gaceta Sanitaria (que centra su atención en la evolución entre 2005 y 2010) con un estudio previo similar (entre 2001 y 2005), “puede señalarse que las condiciones de inequidad en la región permanecen en el tiempo”, afirman los autores.
Por último, el estudio reconoce que no se han detenido a comparar las notables desigualdades que se dan dentro de los propios países, poniendo la situación mexicana como ejemplo: ”En el caso de México, en la quinta posición tras Cuba, Argentina, Uruguay y Chile, se ha observado que hay grandes desigualdades en los indicadores de salud entre sus estados”, destaca.
La sanidad cubana, hegemónica y fuente de disputas
Cuba siempre ha considerado su sistema sanitario como uno de los puntos fuertes del régimen y es un tema recurrente en las controversias que tratan de confrontar sistemas políticos como si fueran naipes. En el estudio reseñado, que coloca al país caribeño con la mejor nota para su Sanidad, se usaron 16 parámetros distintos. Y las fuentes de las que se recogieron merecen toda la credibilidad: la Organización Mundial de la Salud en diez parámetros, el Banco Mundial en tres y otros tantos de la Comisión Económica para Países de América Latina y el Caribe (CEPAL). “El país mejor posicionado es Cuba, una nación que aunque no tiene el mayor PIB muestra los mejores indicadores de salud y de dotación de recursos sanitarios en la región”, dicen los autores.
Hace tres años, Science publicaba un estudio en el que se aplaudían los méritos de la sanidad isleña justo cuando se cumplían cinco décadas de embargo: “[En EEUU] tenemos la oportunidad de aprender de Cuba valiosas lecciones acerca del desarrollo de un sistema de salud verdaderamente universal, que hace hincapié en la atención primaria”, decían sus autores, investigadores de la Universidad de Stanford. El 29 de abril de 2010, exactamente un día antes del Science, otra prestigiosa revista, The Lancet, publicaba un análisis de cómo había evolucionado la mortalidad entre adultos en el mundo entre 1970 y 2010. Uno de los países peor parados en la comparación era precisamente Cuba, que era el tercer país del mundo con menor mortalidad en adultos en 1970 y hace tres años había caído hasta el puesto 36º.
Javier Salas
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