La medida se enmarca en una estrategia de presión creciente sobre el gobierno de Nicolás Maduro, con la intención de lograr un cambio de régimen a favor de Corina María Machado, que desde hace años viene pidiendo una invasión yanqui contra su país.
Estados Unidos estuvo reforzando su presencia militar en el Caribe constantemente en el último mes, su última carta fue el arribo del portaviones USS Gerald Ford, el más poderoso del mundo, en estos días. También ha desplegado misiones de reconocimiento y bombardeo de barcazas con -hasta ahora- cerca de 60 víctimas, próximos a la costa venezolana para amedrentar y estudiar las capacidades defensivas de Caracas, que dispone de sistemas antiaéreos rusos S-300.
La Administración Federal de Aviación (FAA) anunció este viernes la prohibición de vuelos en la zona de Ceiba, en el este de Puerto Rico y sede de una base militar estadounidense hasta marzo de 2026, por “razones especiales de seguridad”.
A pesar de que Maduro le ofreció a Trump -en negociaciones que mantuvieron hasta hace unas semanas- una participación mayoritaria en todos los recursos naturales de Venezuela, el fascista del norte está empeñado en conseguir un cambio de régimen y en lograrlo por algún nivel de fuerza, magnificando el escenario lo más posible para que sirva como método de presión para todo el continente. En consonancia con esto es que Trump anunció el reinicio de pruebas nucleares -poco antes de reunirse con Xi Jinping-, lo que sería una violación del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares.
En agosto, Maduro había firmado un acuerdo de 1.000 millones de dólares con China para empezar a producir otros 60.000 barriles diarios en el Lago de Maracaibo. La asonada de Trump paralizó toda esta operación.
Hace apenas una semana Maduro declaró que Venezuela cuenta con más de 5.000 misiles antiaéreos rusos listos para el combate y ordenó ejercicios de defensa en zonas estratégicas del país.
Este viernes advirtió sobre la posibilidad de un ataque inminente por parte de Estados Unidos y anunció que pidió ayuda militar a tres potencias aliadas -Rusia, China e Irán- para reforzar la defensa del país. Según reveló The Washington Post, el gobierno venezolano solicitó a Rusia asistencia técnica para reparar y modernizar su flota de cazas Sukhoi Su-30, además de nuevos juegos de misiles y sistemas de radar. A China le pidió acelerar el envío de equipos de detección y a Irán el suministro de drones de largo alcance, sistemas de interferencia de GPS y equipos de detección pasiva.
En respuesta, Rusia reafirmó su apoyo a Venezuela y denunció cualquier intento de “intervención externa”, mientras China pidió “moderación”, pero defendió el derecho de Caracas a proteger su soberanía. Irán, por su parte, ofreció “cooperación técnica y militar” y denunció la política “imperialista” de Washington. Pero de nueces, nada. China viene de firmar una tregua con Trump en la que, sin declaraciones al respecto, este se aseguró una clara delimitación de territorio.
Así como en Afganistán la excusa fue la lucha contra el terrorismo, hoy el narcotráfico es la “razón” que usa el imperialismo para tirar sus bombas donde sea.
Con esa excusa intervino en Colombia durante décadas. En el caso de Venezuela, el primer blanco es un régimen cuestionado por fraude electoral por la opinión pública mundial, pero en la lista siguen todos aquellos países que no se sometan a Trump en su disputa con China. Cuba, Colombia, Honduras y México son también objetivos a disciplinar o cambiar de régimen. Los Bolsonaro, por su parte, reclaman bombardeos en Brasil.
La amenaza de caos fue esgrimida para condicionar al electorado argentino y apuntalar a un gobierno desahuciado. Sin embargo, el caos de la desregulación, la reforma laboral, el ajuste permanente y el hambre salarial es lo único que tienen para ofrecer Trump y sus laderos en toda América. Es necesario discutir entre los trabajadores cómo enfrentarlo.
Aldana González
03/11/2025


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