jueves, 14 de octubre de 2021

Perú: las petroleras derriban al jefe de Gabinete


Castillo y Mirtha Vásquez, nueva jefa de Gabinete. 

Golpe derechista con complicidad centroizquierdista. 

 A tres meses de su asunción, el presidente Pedro Castillo ha obligado a renunciar al jefe de Gabinete Guido Bellido; al ministro de Trabajo, Iber Maraví y a otros cuatro ministros. Con esta medida, Castillo ha producido una ruptura con Perú Libre, el partido -acusado de ser “extremista”- que lo llevó a la presidencia. 
 En lugar de Bellido, el presidente ha nombrado a Mirtha Vásquez como jefa de Gabinete. Esta fue diputada del Frente Amplio -otro pequeño partido centroizquierdista- hasta que la resistencia popular al golpe dado por Manuel Merino, en noviembre pasado, destituyó a este y a las autoridades del Congreso. Fue nominada entonces presidenta de la Unicameral.
 El propósito que las clases dominantes le encomendaron a Francisco Sagasti, “elegido” entonces presidente provisional, y a Vásquez, presidenta del parlamento, fue el de desmontar la agitación popular y encauzar todas las energías en la elección que se realizaría seis meses después.
 El descabezamiento del gabinete de Castillo arrancó a la semana de haber asumido, cuando el presidente y Bellido hicieron renunciar al ministro de Relaciones Exteriores por haber insinuado la posibilidad de que Perú se retirara de la Mesa de Lima, organización de gobiernos derechistas latinoamericanos, montada por Trump, para acompañar la ofensiva yanqui contra Venezuela. El parlamento había amenazado con no dar el “voto de confianza” al gabinete de Castillo-Bellido, lo cual significaba su caída. Presidente y jefe de Gabinete cedieron ante la derecha.

 El poder de Camisea

 Una de las promesas más promovidas durante la campaña electoral por Castillo y Perú Libre, era la renegociación de las concesiones con las mineras para que aportaran una mayor distribución de sus fabulosas ganancias. Y en particular, con el monopolio Camisea, que extrae gas y lo exporta, mientras hay 3 millones de familias (algunas a pocos kilómetros del yacimiento productor) que no tienen gas. Los que sí tienen, lo pagan al precio del mercado mundial, cuando los costos nacionales son sensiblemente menores. Después de muchos retrasos de la empresa para iniciar negociaciones, Bellido envió al directorio de Camisea una nota citándolo para negociar con el Estado el precio, los impuestos y las obras de gas necesarias. Camisea es un consorcio donde hay dos empresas argentinas que tienen una fuerte participación en el capital empresario (Pluspetrol, 27% y Tecpetrol, 10%) junto a otras empresas yanquis, etc. Ante la demora en responder, Bellido declaró que si no se progresaba en las negociaciones, pensaba proponer la nacionalización de Camisea.
 El directorio de Camisea le respondió al jefe de Gabinete que estaba dispuesto a iniciar discusiones para extender la red de gas siempre y cuando le respetaran los precios y plazos firmados en los contratos iniciales. ¡Nada! 
 Esta respuesta fue el punto de partida de una intensa campaña de toda la burguesía para calificar de comunista a Bellido y renovar sus acusaciones de que el jefe de Gabinete tenía relaciones con terroristas de Sendero Luminoso. Los medios periodísticos y el parlamento a la cabeza acusaban que se estaba cerrando las puertas a las “inversiones” extranjeras, creando inseguridad jurídica, etc. Días antes, el presidente Castillo y su ministro de Economía, Pedro Francke, venían de realizar una gira internacional (OEA, Estados Unidos, etc.) donde se cansaron de dar seguridad e invitar a los inversionistas extranjeros.
 Esta ofensiva derechista fue acompañada por un nuevo inicio de desestabilización económica, forzando el avance de la inflación contra el pueblo, el aumento del dólar, etc.
 Finalmente, el presidente Castillo le pidió la renuncia a Bellido y nominó en su lugar a Mirtha Vásquez. Esta medida fue tomada con entusiasmo por las bancadas derechistas, los medios de prensa y las entidades empresarias. El dólar volvió a retroceder. 
 Junto con la destitución de Bellido cayó también el ministro de Trabajo, Iber Maraví, reemplazado por Betssy Chávez, de la derecha de Perú Libre. 
 La “acusación” fundamental contra Maraví es que tuvo relación con el Movadef, una organización de derechos humanos que brega por la amnistía a los presos políticos y que estaría ligada a Sendero Luminoso. La acción de Maraví en el ministerio fue pobre. Por un lado, le dio personería al sindicato docente que dirigió la gran huelga del 2016: la Federación Nacional de Trabajadores de la Educación (Fenate). Este sindicato tuvo entre sus fundadores al actual presidente Castillo y se creó para superar la parálisis de la burocracia del Sutep, dirigido por el stalinista Patria Roja, que torpedeó la histórica huelga y mantiene paralizado el accionar sindical (ahora que fue destituido Maraví, la burocracia del Sutep se ha presentado reclamando a la nueva ministra la anulación de la personería que habilita al Fenate a participar de las discusiones paritarias). La necesidad de un aumento salarial, frente al aumento del costo de vida, no fue tomada por el ministro, siguiendo las declaraciones en contra de su par de economía Francke, que se opuso al aumento del salario mínimo porque aumentaría los costos y trabaría la reactivación económica. Sobre la resolución vigente de “suspensión perfecta” que habilita a las patronales, mientras dure la pandemia, a efectivizar estas en forma rápida, el ministro renunciante solo suspendió el decreto de emergencia hasta fin de año. Pero la ley sigue vigente y se aplica con determinados pasos previos. 

 La crisis de Perú Libre 

La dirigencia de Perú Libre (Vladimir Cerrón), el ex jefe de gabinete Bellido y la bancada de diputados de esta corriente (dirigida por el hermano de Cerrón) se adaptaron por completo a Pedro Castillo y acompañaron una política de contemporización con los factores de poder y las clases dominantes. Frente al pedido de renuncia de Bellido por parte del presidente Castillo, quedaron paralizados. Se sentaron a esperar los nuevos nombramientos, limitándose a reclamar que se incluyeran ministros de Perú Libre. ¡Una pusilanimidad total: la “lucha” por tener un lugar en el gasto del presupuesto estatal! La dirigencia de Perú Libre protestaba porque las otras fuerzas que apoyaron a Castillo en las elecciones (Frente Amplio, Juntos por Perú) estaban “bien servidas” en materia de cargos ministeriales; reclamaban la cuota que le correspondería a Perú Libre. Finalmente quedó solo uno: Bettsy Chavéz en Trabajo, alineada con la derecha de Perú Libre y aceleradora de la ruptura de un bloque de la bancada parlamentaria contra la dirigencia de Cerrón y a favor de Pedro Castillo. 

 La pusilanimidad del nacionalismo burgués y la centroizquierda frentepopulista

 Un par de días antes, los partidos que se reclaman nacionalistas burgueses y centroizquierdistas que apoyaron en la segunda vuelta electoral a Perú Libre, sacaron una declaración llamando a “forjar la más amplia unidad en torno al liderazgo de Pedro Castillo”. En la misma, las reivindicaciones quedan totalmente diluidas; se insiste en el “diálogo social” para introducir una reforma laboral que recupere derechos de los trabajadores, como si las patronales estuvieran dispuestas a devolverlos y no debieran ser arrancados y recuperados por la lucha de las masas. Firmada por Perú Libre, el Frente Amplio y Juntos por Perú, los dirigentes de los dos últimos estaban pactando la destitución de Bellido-Maraví y el giro derechista del gobierno. Hombres de esos partidos pasaron a integrar el nuevo gabinete. Verónika Mendoza, líder de Juntos por Perú, se entrevistó (semi) secretamente con Castillo para consensuar la crisis de gabinete. El Frente Amplio, que en la reciente elección quedó totalmente marginalizado (no logró superar el cupo mínimo fijado por ley y se quedó sin ningún diputado en el nuevo parlamento), tiene varios ministros (Trabajo, Salud).

 La asamblea constituyente será arrancada por la lucha revolucionaria o no será nada 

El punto central de la campaña electoral de Perú Libre (y también de los otros dos partidos centroizquierdistas) era la convocatoria a una asamblea constituyente para anular la votada por la dictadura de Alberto Fujimori y abrir una salida “nacionalista” y progresista para Perú. Castillo ha renunciado de entrada a esto, porque pretende que cualquier convocatoria en tal sentido sea realizada por el parlamento dominado por la derecha, que ha anunciado su rotunda negativa. Perú Libre lanzó entonces una campaña nacional, para juntar 2,5 millones de firmas por la constituyente. Un entretenimiento para justificar que el gobierno no tomará medidas radicales hasta que no se reúna la constituyente que, eventualmente, las vote. Castillo, que inicialmente había coqueteado con la juntada de firmas, ya hizo mutis por el foro. Y la nueva jefa de Gabinete declaró que esto quedó postergado para el futuro, para que una vez que se pacifique el país y se salga de la crisis económica ver si se podía modificar en el texto de la Constitución actual. 
 Las clases dominantes temen la convocatoria en la actualidad de una asamblea constituyente porque esta podría ver reflejada las broncas, frustraciones y radicalizaciones elementales de los trabajadores, como ya sorprendió el voto a Pedro Castillo hace unos meses. Y como también sucedió en Chile, donde el resultado de las elecciones constituyentes colocó como primera minoría a los independientes que habían estado al frente de la rebelión popular. 

 La confusión política de la vanguardia

 La vanguardia de la lucha de los explotados (obreros, estudiantes, campesinos, izquierda) atraviesa por una gran confusión política. La irrupción electoral no esperada de Perú Libre y Castillo creó la ilusión de que este sería un gobierno transformador. Pero se ha hecho una experiencia rápida sobre la cobardía política y las limitaciones de este régimen que juega con la verborragia, mientras mantiene en pie todo el edificio reaccionario construido desde el fujimorismo hace más de 20 años. Para justificar el golpe ministerial se ha dicho… que ahora hay tres mujeres en el gabinete como rasgo de avance del feminismo. Se hablará un poco más de derechos humanos, pero viene a reforzar el corset al avance de las luchas populares. En las zonas agrarias de comunidades indígenas es donde hay, en este momento, picos más agudos de movilizaciones populares. Comunidades indígenas han ocupado la estación de bombeo del oleoducto Norperuano (el mayor de la Amazonía), cansados de esperar soluciones, reclamando remediación ambiental y servicios básicos, etc. 
 Los trabajadores y explotados pueden sacar conclusiones: es necesario organizarse en forma independiente del gobierno, las patronales y los partidos del régimen. Elaborar pliegos de reclamos y salir a imponerlos con medidas de acción directa (paros, marchas, etc.). Lógicamente, se plantea la necesidad de unificar estas luchas para que la masa trabajadora se transforme en un factor político nacional. 
 La central obrera (CGTP), dirigida por una burocracia stalinista, que ha apoyado sin falta a casi todos los gobiernos, también lo hace con Castillo. Un reciente plenario nacional (25/9) votó el apoyo a Castillo y llamó a una jornada de lucha nacional para el 7 de octubre que rápidamente levantó cuando estalló el golpe contra el gabinete, pese a que el plenario había culminado al grito cerrado de “Bellido no se va”, “Maraví no se va”. Días después, estaban siendo destituidos sin que la CGTP levantara un dedo para intervenir. 
 La dirección burocrática de la CGTP ha convocado a su 15° Congreso Ordinario del 16 al 19 de noviembre. Poco se puede esperar de un congreso rutinario y burocrático orientado por una dirección subordinada a los gobiernos de turno y partidaria de integrar y subordinar a los frentes de colaboración de clases. 
 Es necesario impulsar un plenario nacional de aquellas fuerzas de la izquierda y del movimiento obrero que ven necesaria la necesidad de la lucha por la independencia política de la clase obrera y los explotados. Por un congreso con delegados electos en las bases para fijar una orientación independiente, un pliego de reclamos y un plan de lucha para imponerlo, dando expresión a la bronca desorganizada del pueblo.
 Gas para todos: disminución de las tarifas. Nacionalización de Camisea y demás empresas energéticas, bajo gestión de los trabajadores. Control obrero de las mineras para terminar con la evasión impositiva de los monopolios; apertura de sus libros por los trabajadores para verificar el verdadero monto de sus ganancias. Hay todo un programa antiimperialista y anticapitalista para imponer como emergencia frente a la crisis: aumento salarial de emergencia, etc., etc. 
 Castillo y sus aliados centroizquierdistas han ido entregando en bandeja de plata la cabeza de los ministros que la derecha y los capitalistas consideraban inconvenientes. Pensaban que así aplacarían a la derecha y le darían cierta estabilidad al gobierno. Vanas ilusiones. La derecha está ensoberbecida y se propone utilizar a fondo el arma de amenazar con la vacancia (destitución constitucional) del presidente si este no se va plegando incondicionalmente a sus reclamos. Y lo hará llegado el caso. Castillo se ha convertido en una nulidad política. Ha enajenado el apoyo del partido Perú Libre que lo llevó a la presidencia y se sostiene solo porque los “factores de poder” creen que así pueden manipularlo. Está haciendo un fuerte trabajo de desmoralización de las masas que la derecha aprovechará. Es inevitable que surjan corrientes y militantes que saquen este balance y estén dispuestos a organizarse (incluyendo sectores de Perú Libre posiblemente) en forma independiente. 

 Rafael Santos

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