En el centro de la escena vuelve a aparecer el mismo motivo impulsor: el arribo a un nuevo programa con el Fondo Monetario Internacional. Esto se cristaliza en que hace tan solo unos días Gustavo Beliz, el secretario de Asuntos Estratégicos de la Presidencia, se reunió con Jake Sullivan, el consejero de Seguridad Nacional de los Estados Unidos. El motivo fue discutir una “agenda compartida y un diálogo estratégico” (Infobae, 23/10) y las negociaciones de Argentina con el FMI. No debe sorprender entonces la votación de este “programa” de alineación con la política de seguridad y de injerencia del imperialismo yanqui; para la que todos los partidos del régimen pusieron su voto favorable.
Pero también hay que tener en cuenta otro aspecto. Amén de un acuerdo votado en consonancia con la agenda que el imperialismo exige sobre el país para dar con un nuevo programa con el Fondo, este ingreso se produce también en un cuadro de reclamos de militarización, y acciones en ese sentido, en el país. El cercamiento de la extranjerizada Patagonia por verdaderos batallones de gendarmes enviados por el gobierno, bajo el fantasma del “terrorismo mapuche” y la criminalización indígena para defender los negociados capitalistas sobre sus tierras son la muestra cabal.
Vale destacar las notables coincidencias con el gobierno de Macri, que en 2018 autorizó el ingreso de tropas estadounidenses a suelo nacional bajo la misma premisa de un “programa de ejercicios combinados”. Con la diferencia, claro, de que algunos cabecillas del actual gobierno nacional lo repudiaban a los cuatro vientos. Como bien denunció el bloque del Frente de Izquierda – Unidad en el Congreso, no se trata de los “acuerdos bilaterales”, del “robustecimiento de las tropas nacionales” y otros argumentos que se esgrimieron. Se trata de la avanzada del imperialismo sobre la soberanía nacional como parte inseparable del pacto colonial de pago de la deuda externa al FMI. Se inscribe en el mismo sentido que la base militar yanqui en Neuquén, a kilómetros de Vaca Muerta y la ruta del petróleo. Base militar que, hay que recalcar también, se comenzó a radicar bajo el gobierno de Macri y fue avanzando en operaciones y en edificaciones también con el gobierno de Fernández.
En la reunión de Sullivan con Beliz, en Washington, el funcionario argentino anunció un “acuerdo” por 2 mil millones de dólares con el Banco Mundial para “proyectos prioritarios de desarrollo” y un programa “de financiamiento” de “préstamos de inversión, préstamos regionales y préstamos de rápido desembolso” con el Banco Interamericano de Desarrollo. Es decir: el gobierno que una y otra vez le achaca al macrismo el préstamo del FMI se sigue endeudando con los organismos de crédito alineados a Estados Unidos. Esto seguirá profundizando el sometimiento de la Argentina a las directivas del imperialismo yanqui y europeo, que trae luego esta misma radicación de bases y tropas militares en suelo nacional.
La votación en el Congreso cristaliza que la “grieta” es para la tribuna. En esencia hay todo un régimen represor comandado desde las oficinas de Washington. Radicales, peronistas variopintos, derechistas y bloques provinciales están indisolublemente unidos por el hilo enhebrador de los negociados capitalistas defendidos a fuerza de militarizaciones, del FMI y del sometimiento imperialista. Constata, también, que la única alternativa a la injerencia y la dependencia nacional es el Frente de Izquierda – Unidad.
Somos la única fuerza que defiende, en concreto, la causa de la soberanía nacional frente al sometimiento imperialista, que repudiamos la militarización de la Patagonia. Contra el carácter colonial de estos acuerdos edificados en aras de la renegociación con el FMI, votemos masivamente al FIT-U este 14 de noviembre y llenemos la plaza de trabajadores este sábado 30 de octubre.
Manuel Taba
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