Luis Posada Carriles es protagonista confeso de innumerables asesinatos, atentados y torturas en distintos lugares del mundo. Es un terrorista orgulloso de su profesión, formado y protegido por el gobierno de Estados Unidos.
Dedicada a la memoria del español José Acosta, el italiano Fabio di Celmo y las hermanas venezolanas Brenda y Marlene Esquivel, todos víctimas mortales de actos del terrorista cubano al servicio de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) del gobierno de Estados Unidos Luis Posada Carriles, ha visto la luz una nueva edición del libro “La historia íntima de Luis Posada Carriles dentro de la CIA” presentada por su autor, el jurista e investigador titular de la Universidad de La Habana José Luis Méndez Méndez, con prólogo de la intelectual argentina Stella Calloni y edición por la Editorial de Ciencias Sociales de Cuba e impresa por SOYGRAF en la provincia norte oriental cubana de Holguín.
El libro describe, desde delitos comunes realizados por natos malhechores, hasta asesinatos por contrato, relaciones con las mafias estadounidense y colombiana, empleo de sustancias como el veneno paralizador conocido por “curare” para sus experimentos de torturas y para dominar la voluntad humana, falsificaciones de monedas de Venezuela y de Estados Unidos, y muchas otras fechorías realizadas con impunidad oficialmente garantizada.
El prólogo de la también periodista y escritora Stella Calloni revela que Luis Posada Carriles no solo puso en práctica los más siniestros planes de sus mandantes de la CIA, con quienes aparece registrado desde 1965, sino que, incluso, realizó por su propia cuenta múltiples acciones terroristas tan temibles y desmedidas, que en alguna ocasión lo enfrentaron a sus propios jefes.
En el libro se aprecian documentos publicados por el Archivo Nacional de Seguridad de Estados Unidos (NSA, por sus siglas en inglés) que han revelado la asociación personal de Posada con la CIA en las décadas de 1960 y 1970. En ellos se describe a Posada Carriles, por su nombre clave, AMCLEVE/15, desde que era agente a sueldo con salario de $ 300 al mes, utilizado como instructor en el entrenamiento de otros agentes.
Lo publicado incluye elementos del expediente de Posada en la CIA, entre ellos varios documentos previamente publicados por el NSA. Aparece, por primera vez en línea, la acusación de la fiscalía de Panamá, por cargos de intentar asesinar al líder de la revolución cubana, Fidel Castro, con 200 kilos de dinamita y explosivos C-4. La acusación describe la capacidad destructiva de los explosivos que se encontraban en posesión de Posada en la ciudad de Panamá, donde el líder cubano asistió a la Cumbre Iberoamericana en noviembre de 2000: “Este explosivo tiene la capacidad de destruir cualquier vehículo blindado, edificios, puertas de acero, y los efectos pueden extenderse hasta 200 metros… si una persona estuviera en el centro de la explosión, aunque se encontrara en un vehículo blindado, no podría sobrevivir”.
En el libro se muestran documentos oficiales de la CIA y el FBI en los que se identifica inequívocamente a Luis Posada Carriles como autor intelectual del estallido del vuelo 455 de Cubana de Aviación en el que perecieron las 73 personas que iban a bordo.
Tal vez lo más sorprendente de lo revelado es que Posada Carriles también espiaba para la CIA a sus supuestos aliados, como Jorge Mas Canosa, considerado el líder más prominente de la comunidad anticubana y otros líderes del llamado exilio anticastrista de Miami desde mediados de los años 60 del siglo pasado.
El libro demuestra documentalmente que Luis Posada Carriles participó en una operación terrorista contra buques soviéticos en el puerto de Veracruz, en México.
Peter Kornbluh, director del Proyecto Cuba en el Archivo de Seguridad Nacional, organización independiente de investigación y documentación sobre política exterior de Estados Unidos que divulgó los documentos, ha considerado que Posada se esforzaba por congraciarse con la CIA, “tal vez en un intento por comprarse un grado de protección al desarrollar su carrera de terrorista”.
La falsa imagen con que las autoridades estadounidenses presentan a Posada Carriles cual paradigma de la lucha contra el comunismo en Cuba, se desmitifica al mostrarlo con la crudeza de su histórico comportamiento como malandrín de la peor ralea.
Méndez Méndez concluye preguntándose: ¿Cuántas fechorías más habrá cometido que quedaron impunes por la complicidad de sus superiores? ¿Cuántos secretos oficiales del proceder de la CIA conocerá este terrorista que lo han hecho invulnerable a la justicia norteamericana?
Es posible que se los lleve a la tumba o que en el futuro sean conocidos como pruebas de esta larga historia de agresiones del país más poderoso del mundo contra un diminuto y rebelde archipiélago cuyo pueblo está decidido a ser por siempre libre, independiente y soberano”.
Manuel E. Yepe
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