Palabras del autor pronunciadas el 5 de julio de 2017 en la Universidad de las Artes, con motivo del otorgamiento del Doctorado Honoris Causa a Desiderio Navarro y publicadas en La Jiribilla.
A pesar de estar sobrecargado de trabajos, he recibido como un honor y una alegría la solicitud de decir estas palabras, que serán pocas pero sinceras, con motivo del merecidísimo otorgamiento por la Universidad de las Artes del Doctorado Honoris Causa al compañero Desiderio Navarro, quien desde hace muchos años es uno de los mayores y más admirados protagonistas de nuestra vida intelectual.
El conocimiento del casi millonario currículo de Desiderio me provocó dos comentarios. Uno lo haré de inmediato, y otro más tarde. El primero es que me recordó la petición que hizo James Joyce de un ser humano dedicado de por vida a leerlo. No menos haría falta para devorar y asimilar como Dios manda todos lo extraordinarios materiales propios traducidos que Desiderio ha estado dando a conocer durante cerca de medio siglo, así como asistir a los casi incontables coloquios que ha organizado en Cuba, adonde ha traído a una pléyade de intelectuales extranjeros de primer orden, y las varias reuniones fuera del país en que ha participado, e incluso auspiciado, brillantemente.
Accediendo a una cariñosa conspiración de mi hija Laidi a propósito de un inminente arribo mío a una numerosa edad Desiderio me escribió unas cálidas, generosas y sonrientes líneas con el título “¿Así que yo, a pesar de tanto ‘coger lucha?’, llegaría, bastante sano y salvo, a verlo a usted cumplir sus 85 años”. En esas líneas me dijo: “todavía en Camagüey, en los años sesenta, recorría yo ávidamente las páginas de su Idea de la estilística”. Y más adelante: “ya en La Habana, en 1970, lograba entrar de oyente a sus clases de Teoría literaria en la Escuela de Letras –a las que pronto (ya a tercera) me impediría el acceso la Decana- “Curiosamente, que este hecho azaroso significó algo en la vida de Desiderio lo prueba que pasado el tiempo me dedicara un ejemplar de Criterios así: “Para Roberto, 25 años después de aquel furtivo oyente de sus clases. Con un abrazo. Desiderio”
Se sabe que he disfrutado del privilegio de tener en mis aulas a no pocas criaturas que serían (o acaso eran ya) notables escritores y escritoras, quienes estoy seguro de que no tomarán a mal que diga que aquel joven procedente de lo que en La Habana llaman el interior, a quien solo se le permitió entrar de oyente dos o tres veces a mis clases, llegaría a saber más de Teoría literaria no solo que ellos y ellas, sino que yo y cuantos en nuestra América tienen que ver con esa disciplina.
Volviendo a aquellas palabras suyas, Desiderio evocó “cuando ambos, animados por aquellos círculos de Praga y Moscú, soñamos fugazmente con un circulo teórico-literario de La Habana –que solo el temor setentesco de algunos a lo sospechoso de las reuniones intelectuales extrainstitucionales no dejó siquiera nacer- “a lo cual debo añadir dos cosas: que también compartió aquel sueño la argentino-cubana Basilia Papasmatiú, quien había sido en París alumna de Roland Barthes, que ella me presentó en esa ciudad, y que, a pesar de todo, como he explicado en otra ocasión tal circulo llegó a existir, y se llama Desiderio Navarro.
Por ultimo mencionaré palabras de Desiderio “cuando compartimos textos y referencias a propósito del eurocentrismo y de su frontal lucha teórica contra este, a la que dediqué mi texto de homenaje en ocasión de su 50 aniversario”
Se trata de “Un ejemplo de lucha contra el esquematismo eurocentrista en la ciencia literaria de América Latina y Europa”, que publicó en 1980 en la revista Casa de las Américas, la cual se ha enriquecido en varias ocasiones con textos de Desiderio.
A propósito del importante ensayo de Desiderio “Eurocentrismo y antieurocentrismo en la teoría literaria de la América Latina y de Europa”, de 1982, Luis Álvarez Álvarez, después de citar palabras suyas, añadió “Por eso el ensayista aborda en su texto una problemática principal: la urgencia de una reflexión teórica cabal generada desde nuestro continente. Navarro comentando algunas ideas de Fernández Retamar, enfatiza una cuestión de gran relieve intelectual”. A continuación, Álvarez transcribe juicios atinados de Desiderio, ratifica su coincidencia con líneas fundamentales del pensamiento martiano (sobre lo que volveré), señala como aquellos juicios desembocarían en la necesidad de una teoría de la cultura latinoamericana, lamenta que el ensayo de Desiderio no haya sido suficientemente aquilatado en Cuba, y contrasta este hecho con la resonancia que ha tenido en otras latitudes. Como ejemplo de lo último, aporta esta cita del teórico eslovaco Dionýz Durisin, a quien Desiderio considera “la principal figura mundial de la comparatística marxista”:
En el estudio de Desiderio Navarro vemos una de las primeras tentativas de analizar de manera totalmente consecuente la problemática de los centrismos y resolver así, entre otras, la mencionada tarea de la actual teoría del proceso interliterario. //En este sentido, es preciso valorar altamente su intento de distinguir el eurocentrismo en el plano metodológico y el eurocentrismo en el plano teórico, si bien en estos aspectos en muchos casos se interprenetran y a veces se funden. Desde el punto de vista historiográfico es muy valioso el señalamiento de la necesidad de conocer y analizar el material literario de muchas comunidades interliterarias no europeas, como es, por ejemplo, la comunidad de las literaturas latinoamericanas, que se recibe una atención especial en su trabajo. Esta exigencia, ciertamente, no puede ser cumplida sin una investigación colectiva más ampliamente concebida. Es valiosa sobre todo porque, por su carácter es activa y estimula a salvar, mediante una actividad histórico-literaria concreta, un obstáculo que a menudo era concebido como un dilema insoluble del estudio histórico-literario. Así, es preciso subrayar de nuevo la necesidad de la reprocidad del estudio, tanto de parte de la ciencia literaria “centrista” (en nuestro caso la europea o la euroccidental) como también —y hasta tal vez, ante todo- desde la posición de las llamadas comunidades periféricas—.
Pero me he adelantado en el tiempo, y debo remitirme de inmediato a una época anterior. Luis Álvarez Álvarez ha recordado también con razón, a propósito de Desiderio, que:
su extensa obra crítica empieza a gestarse […] en sus juveniles indagaciones sobre literatura y teatro en su ciudad natal. Es revelador que, en unos años en que la vida cultural cubana empezaba a orientarse en una dirección más bien unilateral y restrictiva, aquel muchacho, a pesar de ello, se interesara particularmente en una apertura esencial al pensamiento estético y critico internacional, en consonancia plena con esa actitud cultural que José Martí consignó en términos de injertar el mundo en el tronco de [la] América Latina, precisamente para logar lo que solo un injerto consigue: la apertura fundamental de la creación y el pensamiento. Navarro se atuvo, desde su primera juventud, a este principio y a la advertencia martiana acerca de que el tronco esencial había de ser el de nuestra propia cultura. Creo que pocos tuvieron una perspectiva tan clara del problema que había formulado Martí como aquel jovencísimo aprendiz de critico que, desde las páginas del periódico de su provincia, alentaba sobre la necesidad de una perspectiva ancha sobre la creación artística.
El propio Desiderio ratificaba más tarde aquella filiación al escribir: “Martí, el latinoamericano que en su ‘voraz asimilación del mundo’ incorporó a nuestra cultura mayor caudal de creencias foráneas que ningún otro, afirmó: ‘Conocer diversas literaturas es el modo mejor de librarse de la tiranía de algunas de ellas’.”
Desde muy temprano, y prácticamente hasta hoy, Desiderio ha venido difundiendo notables artículos y ensayos suyos en muchas revistas culturales de Cuba y en algunos de sus periódicos, y también, a menudo traducidos, en numerosas revistas extranjeras: al menos una entrega de tales revistas le fue dedicada por entero. Pero fue sobre todo al publicarse el número 100 de La Gaceta de Cubaen febrero de 1972, elaborado por él, cuando su vida daría un vuelco fundamental. Apareció allí su artículo introductorio “Coordenadas actuales de la crítica” seguido de textos y traducciones, algunas suyas, que inauguraron la sección Criterios, la cual está cumpliendo ahora cuarenta y cinco años de fértil existencia, y por la imbatible tenacidad de Desiderio conocería varias encarnaciones hasta asumir, al principio de los años ochenta del siglo pasado, su forma y su título definitivos: Criterios, Revista Internacional de Teoría de la Literatura y las Artes, Estética y Cultorología. En su estela se crearían más tarde la Colección editorial Criterios, que da a conocer antologías representativas de un autor, país, problemática o enfoque, y el Centro Teórico-Cultural Criterios. Todos son hechura personal de Desiderio, de quien se ha dicho (yo también lo he dicho) que vale por si solo lo que una gran institución que se respete.
En los inicios, la meta principal de Desiderio en Criterios era publicar estudios, procedentes de países europeos que eran o se decían socialistas, seleccionados y traducidos por él. Siendo Cuba un país socialista, era lógico el propósito de difundir creaciones de otros países al parecer de similar orientación, con el marxismo como pensamiento común. Y Desiderio asumiría y desarrollaría ese pensamiento con los caracteres que Margarita Mateo, quien ha estudiado con acierto en más de una ocasión, incluso risueñamente, su labor, explicó: “Coordenada medular de Criterios es la perspectiva marxista, pero no la de un marxista adocenado y dogmático, sino la que proviene de una asimilación crítica y original de esta herencia, y contribuye a su actualización.”
Por otra parte, Desiderio desbordó los límites del comienzo, y no paró hasta que su faena alcanzara la dimensión internacional que con toda justicia proclama el título de su revista. La propia Margarita Mateo citó palabras de una carta que hace tiempo envió a ella y a otros colegas Desiderio y mantienen plena vigencia:
he dedicado más de 35 años de mi vida a abrirles horizontes del pensamiento teórico mundial a mis compatriotas, porque en mi concepción del socialismo creo que tienen derecho a conocer por lo menos lo mejor, lo más importante o lo más influyente de lo que pasa en el pensamiento cultural más allá de las costas de nuestra isla, derecho a ser revolucionarios o socialistas o marxistas no por ignorancia, por forzoso desconocimiento de todo lo demás, sino como yo, justamente por el máximo conocimiento personalmente posible de lo que ocurre en el pensamiento a escala mundial.
Poco antes, al presentar un número de Criterios, había mencionado Desiderio
la posibilidad de dedicar más de un año a la lectura, selección, correspondencia internacional, traducción, revisión y demás trabajos que la publicación de un volumen teórico monográfico internacional implica, y la aparición del primer fruto de esa labor no en España o México, sino en Cuba, mi país de nacimiento y elección, cuyo pensamiento socio-cultural tan necesitado está de una apertura al conocimiento y diálogo con lo mejor del pensamiento realmente mundial, esto es, del “Norte” y del “Sur”, del “Occidente” y del “Oriente”.
En su revista, Desiderio hace gala de una amplísima y renovada in formación en muchas disciplinas, y aborda los más variados temas, por lo general de viva actualidad, trátese de la globalización, la repolitización del arte, el racismo o las homofobias. Creo, para poner un solo ejemplo, que es el introductor en nuestra lengua de los estudios semióticos. Y en su pasmoso crecimiento llegó a traducir al español, por el momento, trabajos escritos en veinte lenguas, lo que hace un émulo criollo de Mitridates Eupator, quien según Jorge Luis Borges “administraba justicia en los 22, idiomas de su imperio”. Gracias a lo cual Desiderio ha podido hacer publicar en Criterios, en español, medio millar de estudios debidos a una multitud de relevantes autores pertenecientes, como ha dicho él mismo, al Norte, el Sur, el Occidente y el Oriente, quienes lo han autorizado a traducir dichos estudios. Es imposible nombrarlos a todos, y sería injusto hacerlo con solo unos pocos. La revista de Desiderio no tiene parigual en nuestra lengua, y quizá (los modestos cinco idiomas que leo no me autorizan a absolutizar) en ninguna otra lengua.
Los ingentes trabajos que implica la edición de una revista como la suya, y a los que él ha eludido según cita reciente, no le han obstaculizado encontrar tiempo para presentar, en antologías aparecidas en Cuba y en otros países, textos relativos a muy variados asuntos y autores, a los cuales con frecuencia ha dado a conocer en español; y tampoco le han impedido producir libros propios como Cultura y marxismo. Problemas y polémicas, Ejercicios del criterio, ideología y sociedad, las causas de las cosas, A pe(en)sar de todo.
No quiero dejar de mencionar el papel de Desiderio cuando en 2007 aparecieron en la televisión cubana imágenes edulcoradas de quienes habían sido responsables directos de medidas que implicaron, entre otras cosas infelices, el torpísimo estrechamiento de nuestra vida intelectual en la década del setenta del siglo pasado, que el compañero Ambrosio Fornet, el gran nombrador, llamó el Quinquenio Gris, y algunos han considerado más dilatado y más oscuro. Muchos de los afectados por dichas medidas, u hostiles a ellas, protestamos por diversas vías, especialmente a través de e-mails. Había la sospecha de que aquellas apariciones inesperadas fueran el preludio del regreso de las medidas de marras. En ese ambiente polémico, Desiderio le propuso al Ministro de Cultura, el compañero Abel Prieto, también disgustado por dichas extrañas apariciones, la organización de un ciclo de conferencias sobre el tema, y Abel asintió. Con habitual humor, le escuchamos decir que lo acusarían por encomendar la extinción de un incendio a un pirómano. La verdad es que quizá nadie en Cuba estaba tan autorizado para la labor como Desiderio, quien, entre otros materiales, había escrito su memorable ponencia “In medias res publicas”, que apareció en español en 2001 y sería republicada después en muchos países e idiomas. Allí Desiderio abordo la presencia de los intelectuales en la Cuba revolucionaria. Con ese y muchos otros avales organizó el ciclo de conferencias, de sano espíritu crítico, la mayoría de las cuales se recogió en 2008 en el libro La política cultural del período revolucionario: memoria y reflexión, que editaron Eduardo Heras León y Desiderio y publicó el Centro Teórico-Cultural Criterios con prólogo de este último titulado “¿Cuántos años de qué color? Para una introducción al Ciclo”.
Cuando Criterios cumplió treinta años, La Gaceta de Cuba, en cierta forma su buque madre, le dedicó un valioso dosier con colaboraciones de un grupo de intelectuales cubanos entonces jóvenes. En aquella ocasión, Víctor Fowler llamó a Desiderio “uno de los animadores culturales más grandes que jamás haya tenido el país”. Y al cumplir la revista de Desiderio cuarenta y cinco años, es decir en nuestros días, Fowler escribió el artículo “La alegría de tener Criterios”, donde saludó el carácter descomunal de la tarea que desempeña su director y alma, sintetizó la historia de la revista, recordó que ella fue en 2007 una de las publicaciones culturales escogidas a nivel mundial por Documenta Magazines, parte de Documenta 12, en Kassel, Alemania, se refirió a otras creaciones que también llevan el sello de Criterios, y añadió:
De estas, mis favoritas son esa obra única de generosidad y perseverancia que son las cinco entregas de 1.001 textos (de estética y teorías del arte y la literatura) en las ya populares “Noches de Criterios” y el envío por e-mail de los artículos de la serie Denken Pensée, uno de los más grandes ejemplos entre nosotros de teoría transformada en herramienta de lucha ideológica y en activismo social urgente.
Fowler concluye así su artículo:
Y es que Desiderio–Criterios son el trabajo de un obrero minucioso, y su obra en construcción permanente el edificio de la ciencia y el conocimiento, pero también una fiesta del saber universal, de defensa de la cultura nacional y un arma firme en las batallas que organizan y definen el campo simbólico //Gracias, amigo promotor, traductor, crítico, organizador cultural, polemista. //Es un privilegio estar en tu época […]
Quiero aprovechar estas últimas palabras para llamar la atención sobre hecho de que, al involucrarse Desiderio con mucha frecuencia en discusiones, importantes o no, de varia naturaleza, algunas personas hayan tenido a desconocer, o no han sabido nunca, que contar con Desiderio entre nosotros es un verdadero privilegio, como ha dicho Fowler, y como saben bien las numerosas hornadas de intelectuales jóvenes y no tan jóvenes que aprecian altamente cuando él ha estado ofreciendo de manera ejemplar.
Dije al principio que el conocimiento del currículo de Desiderio me había provocado dos comentarios. Expuse el primero y anuncié que abordaría más tarde el segundo Helo aquí: sorprendentemente, en dicho currículo, a pesar de su vasta riqueza, no se menciona que él haya concluido estudios universitarios. Desiderio Navarro, el sabio insondable y poliglota, es pues lo que Giambattista Vico llamara un autodidascalo, el prodigioso maestro de sí mismo. Y el título de Doctor Honoris Causa que la Universidad de las Artes, con total acierto, le ha otorgado teniendo en cuenta sus gigantescos aportes es, por increíble que parezca, el primero de esa clase que recibe en su vida admirable.
Roberto Fernández Retamar
Cubadebate
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