martes, 12 de enero de 2010
Homenaje a Celia Sànchez Manduley
La inolvidable Celia Sánchez Manduley fue protagonista de muchos hechos audaces durante su vida. Con este fragmento del Libro inédito Los amores de Celia quiero rendir homenaje a su trayectoria ejemplar a 30 años de su entrada en la eternidad el 11 de enero de 1980.
FUGA ESPECTACULAR.
Sonríe, olvidada de esos malestares crecientes en su ultimo diciembre. De pronto siente el mismo impulso de aquella escapadade dentro de las manos de los soldados de Batista. Era diciembre también pero de l956 en la cafetería de Campechuela a donde había llegado soñando con un trago de café.
Y estando allí, de momento un revolico muy grande. Yo no sabía que era y eran tres perseguidoras de Manzanillo, con la policía, unas cananas por aquí, las ametralladoras, un despliegue... otra perseguidora que llega después y el primero que aparece y me ve es Hatuey. Hatuey era uno del ejèrcito que tenìa fama de plan de machete en la represión a las luchas obreras, pero no dijo nada. Los otros fueron los que me identificaron. Me sentaron con policías alrededor, pero visible a esperar que la gente viniera. Como un señuelo me dejaron allí. Yo temía mucho que Pesant viniera y que la gente del movimiento fuera a hacer contacto conmigo. Yo sabia que a mí me iban a matar de todas formas, me iban a torturar y empecé a pensar como escapar de aquello pero estaba acorralada.
Había una vidriera que vendía cigarros, fosforosas, chicles, caramelos y entonces yo fui a encender un cigarro y pedí permiso para pararme y comprar una caja de fósforos. Vine me senté otra vez. Entonces le pregunte a la muchacha que estaba en la vidriera: ¿tu tienes chicle? Y me dijo que sí. Yo volví a pedir permiso. Voy a comprar una cajita de chicles y no acabe porque la vidriera estaba pegada a la misma puerta. Sorprendí. Cuando fui a la vidriera prendí una carrera. Había una acera alta y allí mismo me tire y me mande a correr. Parece que la sorpresa los paralizó y no sabían que hacer, si tirarme. Sé que corrieron detrás de mí, que la gente allí se alborotó, porque ya estaban alborotadas. Los vecinos salieron, gritaban, salían de las casas, tiraban puertas, otros se encerraban y yo por toda la calle, corre corre. La policía atrás. Tiraron dos tiros al aire. Y yo corriendo, doblo una esquina, doblo otra. Nunca pensé meterme en una casa porque me acorralaba. Y corrí, corrí, doblo esta esquina, otra, un solar,y en el solar lleno de hierba aterricé, y me quedé tranquilita para que no se moviera la hierba, ni nada, porque era muy bajita. Pasaron ratos y ratos. Horas. Cuando pensé que ya por allí no había nada, ni nadie, me seguí arrastrando hasta entrar en un marabuzal, aguantando las espinas. Pero allí él ejèrcito no se iba a meter a perseguirme. Entonces me desorienté, no sabia ni por donde estaba.
Quería orientarme y trataba de orientarme por el oído, buscando el ruido de los carros. Me seguí arrastrando. Yo no sé calcular el tiempo que yo estuve. Sé que llego la tarde, y desde por la mañana, como a las once, yo estaba huyendo. Cuando ya no sentí ruido fui a salir del marabuzal y me encontré que era el patio del cuartel de Campechuela. Y tuve que volver atrás arrastrándome. Así volvíy caminé mucho otra vez, pero me orienté hasta que llegué a la carretera, pero me quedé en la hierba, que estaba baja y podía sacar la cabeza cada vez que sentía ruido de un carro y había mucho movimiento de tropa ya. Por lo que era yo no lo sabìa, pero erael día del desembarco.
Ya en la carretera de Campechuela a Manzanillo, vi una maquina, con un civil y le hice seña para que parara. Entonces pasó y resultò ser Graña, un señor que yo conocía en Manzanillo, que tapizaba automóviles y él me tapizaba el carro, me arreglaba los cristales. Cuando Graña me viò se sorprendió de verme en aquella facha y yo le dije: Graña? ¿Me puede llevar a Manzanillo? Me dice, sí, como no. Pero,¿Por qué està en esas condiciones? Yole dije: Ah... es que se me rompió la maquina, ha llovido y mire en la facha que ando y tengo que llegar a Manzanillo. Hay un compañero que me fue a buscar una pieza de la maquina, así que tenemos que recogerlo ahí.
Nos encontramos a Pesant y lo montamos también. Pero yo no podía entrar a Manzanillo, ni Pesant tampoco. Graña me contó que lo habían cogido a èl, que lo habían registrado, que había una movilización muy grande. Bueno, pues mire, Graña, mi familia no està en Manzanillo y yo tengo que bajar en una finca que està cerca y me están esperando con la maquina, le expliqué. Entonces nos bajamosantes de llegar a Manzanillo y llegamos a casa de un compañero del Movimiento para saber que había pasado. Después salimos a un cañaveral por ahí nos arrastramos y salimos al aeropuerto de Manzanillo.
Allí había un movimiento de tropa, de aviones y dijimos para atrás otra vez y fuimos al Barrio de Or, en casa del primo de Estadillo. Una familia muy humilde. El padre había muertohacia 15 días y el compañero estaba alelado. Pasamos la noche allí. Como a las cinco de la mañana compramos un litro de leche porque no habíamos comido, ni tomado nada. Y fuimos a dar a una loma de Manzanillo pero había un guardia que reconoció a Pesant y le dio una carrera. Pensamosir a casa de otro compañero, cerca de la Casa verde. Después que nos dispersamosnos encontramos con los mismos guardias y fuimos a dar al lugar que habíamos pasado. Había una casa de bailes de cairoas, prostìbulo. La noche estaba agitada. Hubo tiroteos. Nosotros no nos acostamos buscando armas a ver como nos podíamos defender. Bueno, nada, no teníamos escapatoria por allí y a las cinco de la mañana volvimos a coger la loma y a bajar.
Nos dispersamos otra vez porque había uno guardias que nos pararon y nos escapamos. De ahí Pesant se fue por un lado y yo por el mío. Bajé aquella loma por distintos recovecos y distintos lugares y me encontré con el jeep de Larramendi. Le dije lo mismo. Yo había tenido que dejar la maquina, que con las cosas como estaban, que yo quería que me llevara hasta la casa nada más. Él cogió mucho miedo y me dijo: Pero como tú andas así. Si tù sabes como están los momentos, que están muy peligrosos, a ti te van a matar, tu sabes como tú estas de perseguida. Y yo lo vi con mucho miedo y le dije: Bájame aquí mismo. Entonces me bajé en la calle. La casa más cercana era la de una señora que yo conocía, Cira Escalona.
Allí me quedé y empecé a mandar a buscar gentes, a saber noticias, a mandar a buscar el mèdico, porque tenìa mucho dolor de cabeza, las piernas las tenìa con tumores de las espinas de marabú. Un mèdico me viò, me sacó las espinas de marabú. Eran tres espinas enconadas. Me inyectó, me curó y entonces yo tenìa que ir a Santiago a ver a Frank de todas maneras. Había muerto Pepito Tey. Había muerto Otto Parellada, Tony Aloma. Tenìa que saber noticias del propio desembarco. Aquí, en Manzanillo, me enteré ya del problema del desembarco, de Alegrìa de Pío, que se habían dispersado y todas las noticias aquellas: Fidel muerto.
Elsa Castro vivía en la calle Doctor Codina 88, esquina Soly en calle Sol vivía Chela Sánchez, hermana de Celia, cuando los sucesos de diciembre de 1956. Ella recuerda que Celia salió de la casa de Chela con unos compañeros. Pasaron algunos días y el domingo día 2, Chela me dice, vamos a la iglesia. Cuando vamos a la iglesia Chela no sabia donde estaba Celia. Es Cira Escalona quien nos avisa: aquí esta la paloma. Chela me manda para allá, cuando llegue también estaba Ana Irma. Celia estaba con el pelo erizado y llena de heridas. Cira le estaba tibiando agua para que se bañara. Ana Irma y yo le quitamos las espinas. Celia le manda a pedir a Chelauna antitetánica y una frazada, porque era muy friolenta. Compramos las medicinas en la farmacia de Matico. Chela me dice llévale todo eso a Celia y cuando yo iba a pasar la calle Masò pasan dos camiones llenos de guardias rurales, que fueron los primeros que mandaron a la costa. La gente dice que en Niquero ha habido problemas. Le informo. Se volvió loca. Eso no puede ir para allá, eso no puede pasar. Ella no me dice que ella viene de allá. Es la única vez que la vi desesperada. Yo le dije: Celia, ¿pero quien va a impedir eso? Después se fue para Santiagocomo clandestina y empezó el peregrinaje y sus solicitudes para garantizar las cosas de la gente de la Sierra Maestra.
Soledad Cruz
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario