lunes, 5 de enero de 2009
El juglar de la revolución cubana
Canto íntimo XIV
Para Silvio Rodríguez en su 60 Aniversario
Se ha consignado que Nicolás Guillén sea nuestro Poeta Nacional. Y es correcto; por asumir el ritmo mezclado y sensual de nuestra identidad; por su cubanía o cubanidad o cuántas palabras encuentren para concretar esta cosa que somos que, tal cual la masa o la carga eléctrica es bien difícil de definir, por lo que es a veces mejor dejar al corazón que las defina.
Como era menester para un verdadero poeta que represente a la institucionalidad intelectual cubana Nicolás Guillén fue un revolucionario intachable, militante del Partido Comunista, Presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y un luchador incansable por nuestra identidad cultural.. Aquel poema del Che Guevara, leído en la Plaza de la Revolución que gritaba ¡Espéranos partiremos contigo! Es mi lema desde que apenas era un bebé.
Poetas...y poetizas (ahora que se anda con aquello de los y las) están por montones y de calidad insuperable en la pequeña isla de Cuba. Baste echar una ojeada a los múltiples premios literarios otorgados.
Esta isla que va creciendo a medida que soportamos las disímiles pruebas del tiempo. En vista que las balas, las amenazas y las mentiras no nos derriten; nuestros enemigos apelan a la variable tiempo. Esa variable inmutable que nos convierte en ancianos, y nos enferma...Como están haciendo con el compañero Fidel. Esperando que el tiempo lo mate, ¡es ya una vergüenza!, ya que los atentados, perfidias y rezos no lo han podido lograr. Se les olvida que el tiempo también hace que crezca mucha gente, que se convierten en expertos luchadores y que nazcan niños llenos de sueños.
Pero dejemos que ellos sigan apelando al tiempo... va y Albert Einstein les pega un buen susto. Quiero compartir con ustedes ahora, sin embargo otro cumple: las 60 velitas de Silvio Rodríguez.
Si Nicolás Guillén es el Poeta Nacional de Cuba, Silvio Rodríguez es el juglar de la revolución cubana.
Y les pido permiso para argumentarlo:
Sin una formación académica en música o poesía ha logrado narrar los movimientos telúricos de este suceso histórico, que es la revolución cubana como nadie, con el mejor ritmo y con el mejor decir... Su guitarra y su voz han crecido al compás de ella. Digo revolución y no de sus desperdicios, (que también a defecar tenemos derecho).
Tal cual la revolución empezó “sin permiso” de nadie, sin utilizar los códigos establecidos por manuales y preceptos, Silvio Rodríguez comenzó “sin permiso”, con una guitarrita corriente y usada, émula de que aquellos siete legendarios fusiles de Fidel. Con unas botas rusas y unos ojos tímidos supo a quién se aliaba para sus empeños, Haydee Santamaría en la Casa de las Américas y Alfredo Guevara con el Grupo Experimentación Sonora del ICAIC.
Al igual que la revolución fue verdaderamente libre al comprometerse consigo misma; trascendiendo cualquier aparato de gobierno de fuerza o cualquier norma puerilmente establecida; Silvio dijo lo que quiso decir: y lo dijo bien, porque era lo que necesitaba ser oído, aunque a decir de José Martí a veces va con la humanidad el que va solo, que todos oyen cuando nadie escucha. Silvio trató como mi revolución de ser olido, aunque en su momento no todos lo supieron escuchar.
Pero en Cuba no hay hechizo. Todos los cisnes se convierten en princesas. Tal cual la revolución movilizó a millones de personas en actos casi imposibles de ser contados, Silvio, fue el heraldo de aquellas epopeyas gloriosas llenas de fango, sudor, semen y fluidos de todo tipo.
En letras, a veces indescifrables a la primera oída, lograba el misterio de enraizarnos en nuestro proyecto sin dejar de hacernos flotar por las aventuras del mundo. Al igual que la revolución cubana, la poesía de Silvio odia al nacionalismo patriotero sin dejar de ser la más cubana de todas.
No sólo cantó Silvio todas las épocas de nuestra revolución. Desde allá cuando Fusil contra Fusil no era terrorismo, y el Cielo debería ser quemado si era preciso...Allá cuando parafraseaba a Federico Engels ridiculizando la institución del matrimonio, allá en Chile, donde rogó (como todos los revolucionarios, a cambiar una cuerda por un saco de bala); o cuando se le perdía un Unicornio Azul, que hizo bromear a mi pueblo en los años ochenta; o cuando entendió la ley de producción capitalista y la plusvalía en la inigualable Canción en Harapos con aquello que en una mesa repleta cualquiera decide aplaudir).
Y cuando llega nuestro poeta a los confusos años noventa, cuando parecía todo perdido.... nos invitó s a ser aparentemente “necios”, esa necedad de asumir al enemigo y de vivir sin tener precio. Eso es: La revolución cubana y Silvio Rodríguez han vivido sin poder ser comprados. Quizás por eso, ambos han vivido criticando de manera obsesiva los estándares, las apologías y la mediocridad.
Silvio es el cantor de la revolución cubana; que es la revolución del mundo. Ésta que es radical, internacionalista y antiburocrática por excelencia. Ésta que ha seguido los pasos desde el 1892 del Partido Revolucionario Cubano de Martí, luego Mella, La Joven Cuba, la Juventud Ortodoxa, el 26 de Julio y el Che ¡Dios! Sobre todo el Che, y por supuesto Fidel... Fidel de verde olivo, travieso, soñador.
Creo que me lo dijo mi madre una vez ¿Habrá que institucionalizar a la revolución cubana? Silvio le canta a eso y es Homero, pero participando de la batalla de Troya. Su guitarra no es la lira de Nerón, es como él mimo dijo “la guitarra del joven soldado que es su mejor fusil”
Ahora en sus 60, sigue siendo su guitarra uno de nuestros mejores fusiles. Y en las batallas que nos espera deberá ser engrasada muy, pero muy bien.
Sus letras fueron siempre lapidarias contra la doble moral y los trajes engomados...Nunca trataron ganar al público con los aplausos banales de canciones conocidas. Silvio exige que se le escuche, porque hay otra realidad que él ha visto y nosotros no y que debemos conocer. Nos ha acostumbrado a la reflexión y no tan sólo al desborde hormonal ¿O será que sí? ¿Qué reflexionando logramos irradiar nuestro sistema hormonal?
Subversivo, irónico, demoledor y sin tratar de encantar a su público ¿A quién se me parece? Sí: cuando el Comandante Fidel tiene que hablar en serio, no trata de encantarnos, ni seducirnos. Lo mágico es que de esa forma, con la verdad en la palabra y en las cuerdas, ambos nos encantan y nos seducen.
Fidel va por 80 años, esperanzados todos los cubanos de verle el día 2 de Diciembre...Silvio 60. Ambos han sido los que mejor han narrado en público los sucesos de la revolución. Claro que hemos tenido escritores maravillosos, pero en público y a diario y con esa belleza...ellos dos. Silvio y Fidel comparten el hecho narrar los sucesos de manera descarnada, confiados ambos de que la revolución planetaria que comenzó en aquel Enero no necesita que le agreguen demasiados colores o adjetivos.
Esa verdad que le agradecemos a Silvio Rodríguez es quien lo convierte en nuestro mejor vocero ¿La verdad de la belleza o la belleza de la verdad? ¿O será que no existen por separado? Eso lo responderá Silvio o Fidel, y nosotros los que somos meros espectadores de estos sucesivos milagros, bendecimos tan sólo tener corazón y oídos para escucharles.
Y Silvio fue también el juglar de los amantes para al menos tres generaciones de cubanos: El último ron de las fiestas terminaba con el amanecer irrepetible de Cuba y con alguna de aquellas canciones de amor que de verdaderas y reales todos y todas pensábamos hecha a nuestra medida. Nos veíamos con el sombrero, pintadas por Chagall; o desnudas y con sombrilla; o estallando nuestros cabellos en alguna almohada por algún internacionalista; o viajando a Camaguey con diez pesos, y así y así
Eso sí siempre con la carga revolucionaria del verdadero amor indomable, irresistible permanente, pero jamás eterno.
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Hace pocos días condecoraron a Silvio y otros compañeros (mi padre incluido), con la medalla Haydée Santamaría.
Siempre me molestó que mi madre se convirtiera en una medalla. En general me molestan las medallas con nombre de personas amadas, José Martí, por ejemplo, pues nadie podrá ser como José Martí, y menos aun debe de serlo. Mas de seguro son resabios míos de pequebú (como tantos me dicen), no es tan grave.
Silvio, como siempre puso las cosas en su sitio. Por esa rebeldía que sus 60 parece acrecentar. Además de criticar en plena escena que a nuestro Roberto entrañable y siempre jugoso no le confirieran la medalla haydée Santamaría. Roberto Fernández Retamar sabía muy bien lo que hacía...él trataría de que mi madre estuviese siempre mucho más adentro del prendedor de la medallita. Y yo lo sé bien, porque veo la luz de mi madre en cada sonrisa de Roberto. Allí cuando él me mira encuentro dulcemente a mi madre.
Sin merecerlo conocí mucho a Yeyé. Ella de seguro le estaría jalando el broche a Silvio hasta rasgarle la camisa ¡Más le vale que se ponga una camisa que no aprecie! Porque Silvio llevará a mi madre allí donde las medallas son innecesarias y más bien molestas.
Entonces Silvio tal como tú dijiste: Haydée te lo dijo clarito con aquella voz aguda y salpicona: “no te lo creas, Silvio, no me cristalices, yo no soy algo inmóvil, yo sigo siendo un alma creadora”
Y así toda mi familia amó profundamente a Silvio Rodríguez por su herética distinción; por su amor a los proyectos; por su concepto de la amistad y por ese candor inigualable, que siempre parece ser el chiquito... aquel que entró en Casa con las botas rusas y la vieja guitarra.
Sin dudas los hermanos Santamaría lo andan felicitando desde donde estén, que nunca será el Cielo; porque los cuatro están a salvo de perdón, parafraseando de nuevo a Silvio.
Para el pequeño Abel quedó aquella canción del Elegido. Abel Santamaría fue sin dudas el Elegido de aquellos hermanos, cuyas tres hermanas tuvieron antes que nadie fe en el poeta que narraba mientras vivía la revolución cubana. Esas tres brujitas derramaron su luz en Silvio Rodríguez para que nos dure por mucho tiempo. Que nadie lo dude.
Yo por mi parte, de Silvio aprendí, sobre todo, aquel lema de que “la revolución soy yo”. Y no un par de burócratas que se creen que lo tienen todo sujeto. Esos mediocres organizados que fabrican fantasmas de papel...Esa frase: “La revolución soy yo” me ha ayudado a superar el miedo, la incertidumbre y la soledad...en estos últimos años.
Entonces gracias a Silvio Rodríguez en nombre de mi generación; en nombre de mis irreverentes tías, pero sobre todo en nombre de mi madre que de seguro en su cumpleaños le esconderá la famosa medalla y se le aparecerá vestida de mariposa para posarse en su guitarra y su garganta.
Gracias por describir mejor que nadie los vaivenes de la revolución del mundo, que fue lo que Haydée hizo que yo más amara y por ser junto a unos pocos más (casi todos muertos) el escudo y la confianza que ella le dejara como legado espiritual a su hijita Celia María, la que gracias a ella es feliz defendiendo esta misteriosa obra en contra de los feroces enemigos que la asechan por fuera, y de los pequeños roedores que la quieren hacer fenecer por dentro. Pues en esta Arca de Noe donde ella colocó a Silvio junto a Fidel y al Che y a dos o tres más, está lo mejor del mundo que Haydée quiso para su niña.
¡Vive muchos años más Silvio!, pues Cuba, y sobre todo el mundo te va a estar necesitando todavía más de lo que lo podremos imaginar para que todos ustedes, los iluminados, sigan viviendo en las hendijas filosas del alma..Allí donde sólo el amor se puede transportar en verso y melodía.
Celia Hart
Rebelión
29-11-2006
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