Desde hace varios años existen evidencias de que en ciertos sectores de las iglesias evangélicas radicadas en Cuba se denotan manifestaciones de fundamentalismo religioso, sobre todo, en aquellas cuyos gérmenes proceden de Iglesias homólogas nacidas en Estados Unidos o Brasil, y que tras la explosión neoliberal de los 90 en América, han producido y se adscriben a la llamada Teología de la prosperidad, muy común en los definidos por los especialistas, como Nuevos Movimientos Religiosos, que en su vertiente más numerosa se adscriben al llamado neopentecostalismo.
Estos movimientos son de más corta data en este país, nacieron en lo fundamental en la década de los 90 y los 2000, durante los años más duros de la crisis económica que sacudió a la isla tras el desplome del bloque socialista, o en las décadas posteriores, tras no resolverse eficientemente el deslave de los 90. Es pertinente reconocer que estas actitudes de parte del campo religioso nacional, aún no muestran explícitamente las pretensiones de sus homólogas continentales: formar agrupaciones políticas con base ética en su propuesta teologal y acceder a las estructuras de gobierno o ser grupos de presión en relación a este.
La alarma sonó quizás por primera vez con fuerza aquí, entre agosto y septiembre del 2011, y tuvo lugar en derredor de la iglesia Evangélica Pentecostal Fuente de Vida de la denominación Asambleas de Dios, situada en el cruce de las calles de Santa Marta e Infanta, esta última una concurrida arteria de La Habana. De acuerdo con los hechos recopilados por diversas fuentes [1], a finales de agosto de 2011 casi un centenar de fieles, se encerraron en el citado templo con su líder, el ex reverendo Braulio Herrera Tito.
Según algunos cronistas, los antecedentes de este suceso son los siguientes:
“Desde el 2010 Herrera Tito venía presentado problema con la sede de su denominación. La causa del conflicto era la prédica y proclamación con carácter profético de una doctrina llamada de “la perfección”, la cual es contraria al corpus doctrinal de su Iglesia. Cuando se le interrogaba al respecto, esgrimía el mismo argumento de Antoñica Izquierdo [2]: que era un mandato divino, y escuchaba la voz de Dios mismo, que le hablaba y le revelaba mensajes”[3].
Algunos de sus seguidores, tras la desautorización de la dirección de su congregación en relación a las poses de Herrera, quien, al decir de sus superiores, separó familias y violó principios bíblicos fundamentales, “…se hicieron voceros de una prédica apocalíptica en la cual se anunciaba una suerte de cataclismo inmediato sobre Cuba por sus pecados y pactos con el demonio. A pesar de que no habían puesto una fecha límite para el Armagedón que estaba por venir, los seguidores de Braulio comenzaron a almacenar en el templo agua, provisiones, ropas y demás avituallamientos para poder sobrevivir al evento venidero, en el que morirían millones de personas a largo de la Isla. Luego tendría lugar una conversión masiva por parte de los sobrevivientes que no habían escuchado el mensaje de salvación de los labios del propio Braulio. Aquello sería el punto cero de una nueva era cristiana global”[4].
Sin embargo, para clasificar a estas Iglesias o agrupaciones de fundamentalistas o no en Cuba, primero sería pertinente adentrarse en la génesis, conceptualización y caracterización de las prácticas de esta actitud religiosa, también presente en el ámbito de la política, la filosofía, el arte o donde quiera que haya un canon de espiritualidad que se considere insuperable, omnisciente o paradigmático.
Varios autores consideran que el término “fundamentalismo” tiene su origen en una serie de panfletos publicados entre 1910 y 1915 en Estados Unidos, previo y durante la Primera Guerra Mundial, proceso bélico que aceleró la modernización del país, su secularización, y hegemonización dentro de Occidente, por el rol de avituallador que jugó en relación a los dos bloques en conflicto. Con el título “Los Fundamentos: un testimonio de la Verdad”, los panfletos escritos por pastores protestantes en Estados Unidos, se repartían gratuitamente entre las iglesias y los seminarios, en contra de la pérdida de influencia de los principios evangélicos en América durante las primeras décadas del siglo XX. Era la declaración cristiana de la verdad literal de la Biblia. Estas personas se consideraban guardianes de la verdad”[5].
El fundamentalismo es entendido como una corriente religiosa o ideológica que promueve la interpretación literal de sus textos sagrados por encima de una interpretación contextual, o por la aplicación intransigente y estricta de una doctrina o práctica establecida.
Por lo que considera un determinado libro, como autoridad máxima, ante la cual ninguna otra autoridad puede invocarse y la que incluso debería imponerse sobre las leyes de las sociedades democráticas.
Sin embargo, como prácticas, es tan antiguo como los martirologios cristianos en la Roma imperial, las Cruzadas medievales, la expulsión de musulmanes y judíos de la España del siglo XV, o la célebre matanza de San Bartolomé en agosto de 1572, y que no fue otra cosa que el asesinato en masa de hugonotes[6], todos estos hechos fueron justificados por presuntas causales doctrinales o de fe y con múltiples hechos de crueldad extrema. Es perentorio recordar que desde entonces no han cesado sucesos de esta naturaleza en casi todas las regiones del planeta, por tanto, cuando se habla de fundamentalismo no se debe pensar únicamente en inofensivas actitudes teológicas de un grupo, Iglesia o institución religiosa, casi únicamente vinculadas a las llamadas religiones de libro: judaísmo, cristianismo e islamismo, sino a prácticas violentas explícitas en muchos casos.
¿Por qué el fundamentalismo religioso se da casi únicamente en las llamadas religiones de libro?
Según los entendidos porque “…en otras religiones (budismo, confucianismo) existen diversidad de leyendas, mitos, figuras divinas y legendarias, conceptos filosóficos, que ofrecen una multiplicidad de interpretaciones. Dada esta multiplicidad, no se cumple con rigor un criterio de la definición del fundamentalismo religioso…”[7] y que está contenido en su definición: “…el conjunto de postulados que afirma la inamovilidad de la tradición, una infalibilidad literal de los textos sagrados.
En segundo lugar, las religiones monoteístas se caracterizan por ser “religiones de libro”, existe un texto considerado como sagrado, en donde se manifiesta una revelación hecha por Dios a los hombres a través de un arcángel o de un profeta. Esto significa que se ha estructurado una interpretación de los respectivos textos sagrados [8].
Una de las fuentes más significativas del fundamentalismo religioso suele ser la figura del sacerdote, entendido como: “pastor, ayatolá, rabino, Papa, a quien pertenece el derecho exclusivo de interpretar la Palabra de Dios y cuyas interpretaciones se consideran como verdad absoluta o normas infalibles para el resto de la comunidad religiosa” [9].
El fundamentalismo en sus nuevas configuraciones tiene por lo menos dos grandes etapas, la primera se extendió por las décadas de los 60 y los 80 del siglo XX, y la otra es un producto básicamente del período posterior a la caída del socialismo real, del desbanque del marxismo –leninismo como ideología de estado en las naciones de ese extinto bloque militar y político, o como instrumento de fe y fuente de dogmatismo ideopolítico dentro de las estructuras de la izquierda, de inspiración stalinista o maoísta en todas partes del mundo, y se extiende hasta hoy.
Durante estas etapas, el fundamentalismo a adoptado por lo menos 3 formas de manifestarse: como fundamentalismo estatal, extraestatal o semiestatal y comunitario, los dos primeros fueron mucho más típicos de su primer período, mientras que el comunitario caracteriza el status actual de esa actitud y se configuró con más fuerza a partir de la década de los 90, aunque en muchos lugares hoy siguen manifestándose y avanzando en sus otras dos formas precedentes.
El fundamentalismo en su primer momento quería “… instaurar la ley religiosa como la única capaz de integrar a toda la sociedad sobre la base de certezas y valores absolutos. Estos son fundamentalismos tradicionales, que se caracterizan por su oposición manifiesta a la modernidad, una interpretación estricta de los textos religiosos, una proclama por rescatar las raíces históricas del estado y la sociedad”[10]. A partir de los 90, y sobre todo en los 2000 han optado en lo fundamental por incidir en la llamada sociedad civil y en las normas de vida cotidiana de los grupos humanos donde están insertos o de los que forman parte.
Los fundamentalismos estatales son aquellos cuya forma de organización y función está centrada principalmente en el estado, y operan sustentados presuntamente en la religión, siguen existiendo los casos de Irán y Arabia Saudita como los más paradigmáticos, pero no son los únicos. Mientras los “…fundamentalismos extraestatales o semiestatales tienen una función mixta, que combina su rol en el estado con la que ejercen en el sistema político parlamentario”[11]. Son ilustrativos la existencia de senadores republicanos, apoyados por la Nueva Derecha Cristiana en el Congreso de Estados Unidos o la presencia de parlamentarios con esa filiación en países como Brasil, Costa Rica u Honduras, por citar tres en el contexto latinoamericano, y que cada vez muestran tener más influencia política y capacidad de presión al sistema.
Por su parte, los fundamentalismos comunitarios se corporizan fundamentalmente en forma de iglesias y movimientos evangélicos protestantes, que sería hasta ahora, la expresión única de existencia en Cuba. Por ser el ámbito cultural del que forma parte esta isla, es preciso acotar que en América Latina los fundamentalismos religiosos se manifiestan en forma más indirecta y menos abierta que en otras partes del mundo, y como norma no vinculado a experiencias o movimientos internacionales, sino nacidos de las propias dinámicas sociales y espirituales del subcontinente, en lo que coinciden con el caso nuestro.
En Cuba, ¿cómo se manifiesta el fenómeno?
Volviendo al principio, es preciso aclarar que en Cuba no son frecuentes las alarmas por manifestaciones de fundamentalismo o fanatismo religioso, la propia idiosincrasia de nuestra religiosidad, que es tendencialmente ainstitucional, relativamente horizontal y muy permeable a la transmigración de un credo o actitud de fe a otra entre los creyentes, así como la existencia de un ambiente en que tanto cristianos como no cristianos conviven en clima social de respeto, flexibilidad y tolerancia. A esto sumamos el hecho de que en nuestra estructura social aún existe un generalizado espíritu inclusivista, en el cual puede apreciarse una constante permeabilidad en las relaciones sociales, que en algunos casos llegan a la transgresión de los espacios personales y privados. Esta conjugación de elementos ha hecho difícil la radicalización por parte de sectores sociales en el terreno sociorreligioso. Visto así, el extremismo religioso en nuestro país es algo extraño a la naturaleza psicosocial de los cubanos [12].
Pero no por ello se debe dejar de estar alerta ante la presencia de manifestaciones de este tipo, que ahora vuelven a aparecer en la palestra pública, con no menos agresividad visual y verbal, ante la presunta inclusión de un artículo en el nuevo proyecto de Constitución, que modificaría el concepto de matrimonio, y por tanto, las bases constitutivas de la definición de familia, reconociendo la existencia de estructuras familiares que se alejan del canon tradicional monogámico y heteronormativo.
Tal asunto provocó recientemente que cinco iglesias de diferentes denominaciones, emitieran un comunicado público oponiéndose con palabras duras a la inclusión del artículo 68 de marras en el Proyecto constitucional, y pretendieran convocar hasta manifestaciones y marchas públicas para oponérseles, generando enfrentamientos verbales entre las partes en conflicto, que han trascendido en lo esencial a las redes sociales, y a ciertos espacios públicos, en que se han pegado propaganda a favor o en contra de lo que se aspira a legislar, hechos no comunes en las practicas cívicas cubanas de los últimos 60 años.
En los días sucesivos, se han denotado en varios espacios públicos de La Habana, la reunión de cantidades significativas de creyentes de estas Iglesias o denominaciones, convocando a transeúntes a escuchar sus prédicas y argumentos, que presuntamente, implican una lectura literal de la Biblia, donde se explica la naturaleza sagrada del matrimonio y la familia tradicional, nada incomún a las construcciones éticas de una parte importante de las Iglesias cristianas, incluso de algunas con posturas más liberales en sus tratados teológico-hermenéuticos de los “textos sagrados”. Por ello, hay que delimitar con estudios de casos mucho más responsables, si se tratan o no de actitudes fundamentalistas todas aquellas que impugnan el llamado matrimonio igualitario o la ideología de género, cuando estamos ante un asunto tan sensible para esas comunidades, en el orden de la aprehensión de lo moral, como son los casos que ocupan la actual polémica.
Todo esto, independientemente de la existencia de “nuevas eucaristías” en otras denominaciones, donde se incluyen a las minorías sexuales, como legítimas en sus manifestaciones morales y formas de explicar y asumir su ámbito amatorio, porque, en definitiva, siguen siendo excepción en la larga historia de construcción de juicios éticos sobre la sexualidad, en el tortuoso devenir del judaísmo y el cristianismo dentro de la controvertida cultura occidental.
Tras precisar, si hay fundamentalismo o no, en las cada vez más manifiestas Iglesias o grupos eclesiales pertenecientes a los llamados Nuevos Movimientos Religiosos en Cuba, se hace necesario darles seguimiento perpetuo, para que no desestructuren los “equilibrios” del peculiar cuadro religioso nacional, en tanto, se van caracterizando por
“…concentración de grupos por regiones que lo es también en recursos y liderazgos, (repercutiendo) en no pocos casos, en un fortalecimiento del poder de convocatoria a nivel barrial, provincial o regional. Algunos que despuntan exitosamente, ejercen funciones incluso más allá de lo propiamente religioso. Hablamos de la conformación de posibles “barrios evangélicos”[13],
donde el grupo emergente logra nuclear las redes sociales, generar empleos, ofrecer servicios, ofertar actividades recreativas y trasladar a la comunidad normas que rigen el funcionamiento religioso”[14].
Y toda esta articulación de estructuras religiosas que no siempre están registradas y no tienen legalidad, pero si legitimidad en ciertos espacios comunitarios, pueden tender a cambiar las dinámicas de aprehensión de lo religioso, hacia formas enajenantes a las tradiciones identitarias nacionales de la llamada religiosidad popular, creando quintas columnas, que pueden tender a la intolerancia, o a la violencia contra aquellas grupos o estructuras humanas, que dentro de la nación no se correspondan a sus credos o posturas éticas, filosóficas, teologales o incluso estéticas.
Por ello en ocasión del “incidente en la Iglesia pentecostal, ya comentado precedentemente, el Reverendo Bautista Ebenezer Raúl Suárez Ramos [15] señalaba:
“…el fundamentalismo nace como reacción dentro de las iglesias a los cambios que se estaban dando en la relación ciencia-fe e iglesia-sociedad” y explica que se trata de sectores proclives a aceptar los milagros, teorías del fin del mundo, la sanidad divina, la santidad absoluta de los creyentes y “hasta los suicidios colectivos”. Finalmente, Raúl Suárez propone que se cree una ley que regule las actividades religiosas como ocurre en otros países, “yo estoy recopilando las leyes que tienen Argentina, Uruguay o Chile porque lo cierto es que Cuba solo hay una ley de asociaciones que ya no es suficiente”[16].
Por consiguiente, la existencia de un cuerpo de leyes que regulen debidamente las prácticas y credos religiosos, la asunción con responsabilidad, por parte del Estado, de la delimitación laica de su existencia y funcionamiento, sumado a reasunción de la educación espiritual del ciudadano, como un proceso integral y no sectario, podría evitar en el futuro que el fundamentalismo religioso asome con sistematicidad su oreja peluda en Cuba, y podamos impedir actos tan horrendos como el “…suicidio ritual, homicidio ritual, sexo ritual, drogadicción ritual y terrorismo ritual, (que) son rasgos de algunas denominaciones, que van dejando una estela de sangre y devastación paralela a la de otros fundamentalismos en el mundo de hoy”[17].
Maximiliano Trujillo Lemes
La Tizza
Notas:
[1] Se pueden revisar las publicaciones tanto digitales, como impresas, que sobre todo en el otoño del 2011, se ocuparon del asunto, unas con gran algarabía, y otras solo emitiendo notas de prensa.
[2] Fue una mujer que vivía en la zona montañosa de Viñales conocida como Cayos de San Felipe, la cual supuestamente recibió la revelación de curar con agua. Los periódicos de la época y el acercamiento posterior de investigadores al respecto coinciden en que el hecho desencadenante de los “milagros” de Antoñica ocurrió cuando uno de sus hijos enfermó de gravedad y en medio de la angustia ella sintió la voz de la Virgen María que le ordenaba bañar a su hijo agonizante en un arroyo, el hijo se curó, ella creyó que podía curar con agua, y ello desencadenó una avalancha progresiva de fanáticos y creyentes que creían en sus capacidades para hacer milagros con el preciado líquido, tras su reclusión y posterior muerte, en la zona se creó una especie de secta conocida como Los acuáticos, que está ya en proceso de extinción.
[3] Johan Moya Ramis: Fundamentalismo y fanatismo religioso en Cuba: una historia casi desconocida, en http://www.espaciolaical.org, revisado el 20 de agosto del 2018.
[4] Ídem
[5] Pineda Martínez: ¿Qué es el fundamentalismo religioso? En www.webislam.com del 30 abril, 2013, revisado el 17 de agosto del 2018
[6] Cristianos protestantes franceses de doctrina calvinista que fueron masacrados durante las guerras de religión de Francia del siglo XVI, como expresión de la rivalidad política entre católicos y protestantes. El rey Carlos IX y su madre, Catalina de Médici, temían que los hugonotes alcanzaran el poder. Por este motivo, ordenaron el asesinato de miles de ellos. La matanza comenzó en París el 24 de agosto y se extendió a las restantes provincias del país.
[7] Isaac Caro/ Evguenia Fediakova: Los Fundamentalismos Religiosos: Etapas y Contextos de Surgimiento, Mérida — Venezuela — ISSN 0798–3069 — AÑO 10 — Nº 29 — SEPTIEMBRE — DICIEMBRE - 2000–453–468 tomado de www.fundamentalismoreligioso.ve
[8] Ídem
[9] Ídem
[10] Ídem
[11] Ídem
[12] Johan Moya Ramis: Fundamentalismo y fanatismo religioso en Cuba: una historia casi desconocida, en http://www.espaciolaical.org, revisado el 20 de agosto del 2018.
[13] Sobre todo, se verifican en áreas del Occidente con alta concentración de emigrados procedentes de zonas orientales, quienes en busca de mejores oportunidades no siempre se aglutinan en lugares con las condiciones necesarias para asimilarlos. (nota aclaratoria aparecida en Colectivo de autores: Los Nuevos Movimientos Religiosos en Cuba, Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas y Publicaciones Acuario, La Habana 2013 )
[14] Colectivo de autores: Los Nuevos Movimientos Religiosos en Cuba, Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas y Publicaciones Acuario, La Habana 2013
[15] Aguacate- 1935. Cursó estudios en el Seminario Bautista y la Universidad de la Habana. A partir de los años 60 desempeñó importantes responsabilidades en el movimiento ecuménico cubano, hasta llegar a ser presidente del Consejo Ecuménico de Cuba. Ejerció ininterrumpidamente el pastorado en varios lugares del Occidente de Cuba, desde la Ciénaga de Zapata hasta su jubilación, en el 2006, en la Iglesia Bautista Ebenezer de Marianao. En 1987 fundó el Centro Memorial Dr. Martin Luther King. Jr., institución macroecuménica de inspiración cristiana.
[16] Tomado de “El fundamentalismo cristiano se asoma a Cuba” en https://www.elnuevodia.com, miércoles, 14 de septiembre de 2011–6:05 AM, revisado el 20 de agosto del 2018
[17] Aurelio Alonso: El fundamentalismo de aquí y de allá, en https://revista.ecaminos.org/, Última modificación: 0 de abril de 2012 a las 12:51, consultado el 19 de agosto del 2018
Maximiliano Trujillo Lemes es Doctor en Ciencias y Profesor Titular del Departamento de Filosofía para la especialidad en la Facultad de Filosofía, Historia y Sociología de la Universidad de la Habana<
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