domingo, 22 de agosto de 2010

Mujeres excepcionales


A tres mujeres extraordinarias de la historia más reciente de Cuba: Vilma Espín Guillois, Celia Sánchez Manduley y Haydee Santamaría Cuadrado, dedica la Federación de Mujeres Cubanas su medio siglo de existencia.
Con historias propias cada una, pero concurrentes en el devenir patrio, Vilma, Celia y Haydée nos dieron una lección de amor y de ejemplo insuperable de rica y brillante trayectoria revolucionaria. Alma y vida de la FMC
Qué decir de Vilma Espín Guillois. Desde jovencita consagró su vida a combatir los males que padecía la patria, alentando con su optimismo y convicciones las más ambiciosas metas, los más difíciles obstáculos. Ella fue la combatiente clandestina que enfrentó a la dictadura en las calles de su Santiago de Cuba natal, la guerrillera del Segundo Frente, la trabajadora perseverante, la tenaz dirigente de los días fundacionales de la FMC, la compañera respetuosa y solidaria, la esposa amorosa de Raúl y la madre tierna y comprensiva de cuatro hijos y ocho nietos.
Cómo dijo Fidel, incesante fue su batallar por las mujeres y los niños cubanos. No hubo tribuna nacional o internacional a la que dejara de asistir para alzar su voz en defensa de la patria agredida y de las nobles y justras ideas de la Revolución.
Ella vive en cada mujer enaltecida que recuperó su dignidad y hoy se siente orgullosa de sí misma; en los indicadores que muestran la capacitación y empuje femeninos y, muy especialmente, en la defensa de la igualdad de derechos y oprtunidades de la mujer, protagonista hoy de una organización en la que la voz firme, dulce y oportuna de Vilma, según Fidel, todavía parece escucharse.
Y si esa gran fuerza que desde los primeros momentos fue la Federación de Mujeres Cubanas, cuyo medio siglo de constitución celebramos, gana cada vez mayores tareas y trincheras, a Vilma se le debe. A fin de cuentas, la querida Presidenta lo sigue siendo por derecho propio.

Sensibilidad humanista

Armando Hart, revolucionario y martiano permanente, dijo de Celia Sánchez Manduley: “Quienes quieran saber el sentimiento humano que alberga un corazón comunista, quienes deseen conocer la sensibilidad humanista que hay en el corazón de los revolucionarios cubanos, deben estudiar la vida de Celia”.
Una existencia de inquietudes políticas y actividades contra el régimen del Batistato llevó a Celia a ingresar tempranamente en el Movimiento 26 de Julio y a dedicarse a la labor preparatoria en apoyo al desembarco del Granma en 1956. Continuó en las filas de la clandestinidad en el indómito Oriente, desde donde se enroló en la lucha guerrillera en la Sierra Maestra.
Quienes tuvieron el privilegio de conocerla, de tratarla y trabajar con Celia, aprendieron a respetarla y amarla, pues en ella las raíces cubanas alcanzaron las más altas escalas de la espiritualidad.
Sensible ante los problemas ajenos, su laboriosidad y lealtad a Fidel y a Cuba, cobraron vida en esta mujer de gracia inigualable y espíritu de infatigable combatiente. Se le recuerda como la más cabal imagen del pueblo.

Heroína del Moncada

Estuvo con su hermano Abel Santamaría en el asalto al cuartel Moncada en 1953. Juntos lucharon contra el golpe militar del 10 de marzo de 1952, etapa en que conoció a Melba, la otra heroína moncadista y a Fidel. De ahí nació su adhesión sin límites al líder único.
El ataque fue abortado y una nebulosa de sangre y humo llenó el corazón de Yeyé. Entre los torturados y asesinados, estaban Abel y su novio. Fue a parar a la cárcel con su compañera de infortunios, Melba hernández. Liberadas, se encargaron de la divulgación clandestina de La Historia me Absolverá, entre otras tareas y luchas.
La víspera del arribo del Granma, en 1956, Yeyé estaba entre los organizadores del alzamiento que en apoyo a los expedicionarios sacudió a Santiago de Cuba el 30 de noviembre de ese año. También otras mujeres heroicas, como la propia Vilma Espín. Después subió a la Sierra Maestra y viajó a los Estados Unidos en busca de fondos y armas para la guerrilla. Tras el triunfo, asumió funciones en el sistema educacional y se hizo luz al frente de la Casa de las Américas. Creó una familia y tuvo dos hijos.
Simbiosis de ternura y fortaleza, su nombre pervive desde aquel día en que se refundó la historia patria, para estar siempre en la madrugada fundadora del Moncada.

Marilys Suárez Moreno - Revista Mujeres.-

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