Entrevista a José Luis Martín Romero. Doctor en Ciencias Sociológicas. Trabajó en el Gobierno Provincial de La Habana (1977-1984), en el Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas – CIPS (1984-2004) y en la Escuela de Altos Estudios de Hotelería y Turismo (2004-2008). En la actualidad es Investigador Titular del Centro de Estudios Demográficos (CEDEM) de la Universidad de La Habana. Colaborador habitual de la revista Temas. Ha participado como ponente y público en las sesiones de Último Jueves.
Fernando Luis Rojas: En las discusiones más recientes sobre el socialismo en Cuba, da la impresión que las nuevas etiquetas como “socialismo próspero y sostenible” aceptan la necesidad de un proyecto nuevo. En ese sentido, ¿qué debe distinguirlo? y ¿qué implicaría un término como “prosperidad”?
José Luis Martín Romero: Que sea profunda y crecientemente democrático, esencialmente alegre, económicamente desahogado, ecológicamente responsable y muy solidario a lo interno y a lo externo.
Pienso que la prosperidad implica, por ejemplo, crecimiento económico. De otro modo no sé de qué hablamos; y también es fundamental el desarrollo humano, sobre todo si lo vemos tanto desde el punto de vista individual como colectivo. El socialismo debe ser el modo de vivir que apueste esencialmente por la reproducción ampliada del capital social del que hablaba Bourdieu, es decir las ventajas y ganancias que resultan de las relaciones y de la confianza entre las personas. Hay que recordar que el socialismo es, ante todo, un modo de convivencia, un paradigma civilizatorio. No es un modelo de sociedad y mucho menos una sociedad modelo, es un modo de vida en permanente construcción.
Tomando el otro componente de la frase que se refiere a la “sostenibilidad”, considero debe ser un socialismo ambientalista aunque solo fuera por oposición al capitalismo, que es ecológicamente omiso por diseño; pero con o sin capitalismo, el socialismo por su esencia humanista tiene un compromiso de origen con el ambiente. Autárquico no, ¿a quién se le ocurre?, eso es imposible hoy día y tal vez siempre lo fue, sobre todo para un país como el nuestro. Austero tampoco, racional sí, que es otra cosa. Lo incorrecto es despilfarrar, ostentar o “especular”, como dicen muchos no sé con qué idea del español. Sostenible parecería que se refiere a su permanencia, a su capacidad de supervivencia y reproducción, lo cual es sinónimo de desarrollo sostenido, además de sostenible.
Carolina García Salas: Me llama la atención en su respuesta sobre el socialismo que se espera, que debería tener Cuba, la frase “esencialmente alegre”; porque es una idea poco repetida a la hora de conceptualizar el socialismo.
JLM: Y yo no sé por qué. Debe ser por la lucha de los comunistas, por la historia de la izquierda que es una historia muy sufrida, muy dura en todos los órdenes: muchos mártires, torturas, desapariciones, represiones. Entonces el tema de la lucha parece permanente, como algo sempiterno en la existencia de las izquierdas, y todas han sido muy reprimidas. El socialismo realmente existente tuvo que enfrentar enemigos muy poderosos, y sigue enfrentándolos.
Tal vez por eso el tema del sacrificio, el tema de la lucha, el tema de dar la vida empieza a tomar un corte casi identitario, empieza a formar parte de la cultura, y entonces las visiones simpáticas, irónicas, satíricas, como la del santiaguero Paul Lafargue con su Elogio de la Pereza, fueron cada vez más extrañas en la producción ideática del socialismo. Después se convirtió en cotidiano el llamado a “vamos a sacrificarnos”, “vamos a echar el resto”; con el molesto peligro de que quien convoca no es siempre el primero que echa el resto, ni el más austero, ni el más modesto.
Esa vocación elegíaca tiene que cambiar y sin olvidar el compromiso eterno con quienes lo dieron todo, el socialismo tiene que llegar a nosotros como la civilización de la alegría. Hay que gozar y disfrutar la construcción de una sociedad con carga civilizatoria positiva, que le pase a la gente el gusto de vivir, el placer de vivir, de disfrutar la libertad, de irla conquistando poquito a poco porque la libertad no te la va a dar nadie, siempre es una conquista, solo que el socialismo es quien único nos enrumba por ese sendero.
¿Cuándo vamos a ser libres, cuándo vamos a ser felices?, cuando podamos dar un aporte mejor. Para eso hay que estudiar, ahí sí hay que sacrificarse buscando el conocimiento, pero eso es un goce, eso es un sacrificio que se disfruta. Siempre hay en el disfrute una cuota de entrega, es un toma y daca con la vida, con la sociedad y con la naturaleza; pero es eso que haces lo que te da el goce definitivo, y de eso se trata, de disfrutar esa conquista, tanto a escala individual como colectiva. Al mismo tiempo no hay que resaltar programáticamente el sacrificio, está bien cuando haya que sacrificarse, pero no sacrificarse por plan, no ir a pasar trabajo porque hay que pasar trabajo para ver si algún día podemos enfrentar el reto de pasar más trabajo aún. ¿Qué cosa es eso?, ¿qué manera es esa de ver la vida?, así no va. Así puede haberlo pensado alguien pero eso no es el socialismo que necesitan nuestro país y el mundo.
Tenemos que extender la juventud y el sistema socioeconómico en el que vivimos tiene que facilitarnos esa tarea y es el socialismo quien tiene que asumir esa responsabilidad. La gente cuando pierde la juventud pierde la alegría. Hay que estimular el amor en todas sus facetas, en todas sus manifestaciones. El socialismo tiene que ser la sociedad del amor más libre que exista en todos los órdenes en los que se nos ocurra pensar: absoluta libertad sexual, absoluta libertad política, absoluta libertad económica, absoluta libertad cultural, ¿qué libros prohibidos, ni artistas prohibidos, ni canciones prohibidas? No me prohíbas nada, déjame a mí saber lo que es y lo que no es, y no me coartes la libertad para escoger, para caer en cuenta por mí mismo. Ah, eso sí, alértame sobre las claves de la manipulación, edúcame, enséñame sin que eso signifique que pienses por mí.
Es una tarea del socialismo recuperar o restablecer una relación transparente del ser humano con los productos culturales y con los placeres y disfrutes de la vida, legitimar socialmente la alegría y lograr que esta se acompañe del ingrediente de la eticidad, o sea, que la alegría de unos no se levante sobre la tristeza de otros.
FLR: Es interesante el juego de palabras que usted utiliza desde el punto de vista de la lectura del individuo: la diferencia entre joven y viejo, la identidad que se crea entre viejo y amargado, la visión que puede haber de desgaste. Eso que usted aplica a lo individual, ¿lo aplicaría a un proceso histórico, por ejemplo, como el que inició Cuba en 1959?
JLM: Todos los procesos humanos pueden emblematizarse en el individuo, y casi todo lo que le pasa al individuo le puede pasar a los pueblos, le puede pasar a las generaciones, a las naciones. En fin, puede ser.
Los procesos tienen elementos de desgaste y elementos de renovación, y eso es absolutamente natural, como nos pasa a los seres humanos; ahora, ¿cuándo empezamos a envejecer?, cuando es más lo que desgastamos que lo que renovamos. Así en las personas, así también en los procesos. Y se trata entonces de que los procesos tengan el suficiente cambio de aguas, la suficiente renovación interna para que las nuevas ideas fluyan, para que los nuevos retos se enfrenten, porque siempre hay nuevas demandas de la vida. Claro que envejecen los procesos también, ¿o es que la Revolución cubana está por encima de las leyes naturales y sociales? Lo que hay es que estar conscientes de eso para entonces, de manera volitiva, de manera si quieres planificada, si quieres consensuada, razonada, lleguemos a una buena lógica que nos permita ir dando esos elementos de renovación que nos mantengan alegres, creativos y flexibles para que nos hagan perdurar. Si todos los días buscamos cómo podemos darle más poder a la gente, cómo empoderamos a nuevos sujetos populares daremos probablemente con el secreto de ser eternamente jóvenes, es decir, hay que preguntarse todos los días cómo hacemos a la gente un poquitico más feliz, cómo la gente se va a sentir un poquito mejor y qué podemos hacer por eso.
Decía Martí: “Todos los niños cuando no aprenden algo nuevo deben echarse a llorar”. Todos los sistemas políticos que la izquierda genere debieran llorar en masa cuando pasa un día que no han pensado y no han hecho algo por la felicidad de todo el mundo; de eso se trata, y eso es lo que renueva. Lo que te hace joven es eso, no ir para atrás, porque hay generaciones que van para atrás, hay jóvenes que son retardatarios y tremendamente reaccionarios y conservadores; ese no es sólo un tema etario.
José Ingenieros hablaba de eso en El hombre mediocre, un libro maravilloso que ha dejado de ser lectura recurrente en estos tiempos. Ingenieros analiza el tema de la vejez y la mediocridad, cómo se vinculan, y él hablaba de Ameghino, el arqueólogo argentino, quien hasta el último día vivió acompañado de sus discípulos, buscando nuevas cosas y lo pone como ejemplo de alguien que nunca conocería la vejez, que nunca llegaría a la mediocridad. Al socialismo le toca estimular y convertir en modo de vida ese amor al saber, un amor dedicado a fortalecer la solidaridad, el amor entre la gente. Eso hay que convertirlo en una meta de la sociedad y solo el socialismo es capaz de identificar esas metas y promover que todos luchemos por alcanzarlas.
El socialismo es la única civilización que permite la coexistencia de la juventud con la experiencia, porque identifica la búsqueda del saber y la experiencia con la prolongación de la juventud, hace de la juventud un constructo humano.
GS: En esa búsqueda de la novedad en el caso cubano, particularmente en el terreno económico, una de las claves de la transformación se encuentra en las relaciones de propiedad. Quizás ha llegado el momento de repensar lo que se ha definido como “propiedad social”. En su criterio, ¿a qué se refiere el término? ¿La propiedad social implica solo la estatal? ¿Incluye la propiedad cooperativa?
JLM: Claro, de hecho la propiedad estatal, de por sí, no define su carácter social. Hay propiedad estatal en el capitalismo y, aunque sea pública, explota fuerza de trabajo y reproduce explotación. La propiedad es social cuando es la sociedad (y sus grupos) quien diseña, gerencia, controla y disfruta (o paga el precio si la cosa sale mal) de los resultados. Lo que la hace social es su pertenencia orgánica (con todo el sostén jurídico, político, etc. que sea necesario) y su razón de ser comprometida con la sociedad, no hacia un interés privado. Marx distinguía en la cooperativa y el arriendo las formas básicas del quehacer económico comunista, la propiedad estatal la veía como algo marginal y también temporal, en tanto y cuanto el Estado caminaría indefectiblemente hacia su extinción en no mucho tiempo. La historia planteó otros plazos, redujo el socialismo a una forma pretendidamente distinta de Estado, que no a una nueva pauta de relacionamiento y ordenamiento social y esto provocó que la propiedad estatal adquiriera el protagonismo que hoy tiene en Cuba y que tuvo en el llamado y extinto socialismo real y encarnara la propiedad socialista por antonomasia. Eso ni es así en razón teórica, ni es bueno que lo sea en la vida práctica.
CGS: Al mismo tiempo, está la discusión sobre el lugar que corresponde al sector privado en el socialismo, ¿qué podría diferenciar el funcionamiento de este respecto al capitalismo?
JLM: Eso no tiene una manera única, ni una regla que pueda establecerse de forma general; depende del lugar del mercado en tiempo y escenarios históricamente determinados y del grado de conflictividad o complementariedad que tenga con la planificación. La planificación y el mercado se necesitan mutuamente y no tienen por qué ser antagónicos; pero eso no es un resultado espontáneo ni natural de la relación entre ambos.
Hay preguntas clave para dirimir este vínculo: ¿Dónde se determina el movimiento económico? ¿Desde dónde se determina el nivel y la calidad de vida de la gente y la producción y reproducción de la vida? ¿Desde la planificación o desde el mercado? Es el complemento entre ambos el que debe garantizar ese movimiento y las consecuentes respuestas del aparato productivo y de servicios, pero eso solo puede ser armónico –entendiendo que puedan establecer sinergias funcionales a la vida- si la planificación se impone como mecanismo regulatorio fundamental porque hace y logra lo más importante para la sociedad, y porque determina el cumplimiento de los planes de vida de la gente.
Esto no sale por decreto, porque si se decreta se está cometiendo traición al proyecto y es lo mismo que firmar la rendición frente al mercado, pues sucede entonces que el mercado va a regular desde lo ilícito y eso significa que, al mismo tiempo que regula, en la vida real dinamita el orden institucional ajeno a la planificación.
Es el protagonismo de la planificación lo que determina la complementariedad del mercado. También es importante entender que esto no se logra a la inversa. Esto se logra, en suma, cuando la planificación se imponga en el plano de la producción, en el plano de la entrega, desarrollo y mantenimiento de los servicios y en el plano de la construcción de los ideales de consumo.
FLR: Precisamente, en muchos espacios se ha estado legitimando al sector privado, a los denominados “nuevos emprendedores” como el componente más activo de la sociedad civil cubana contemporánea. A estas alturas, ¿cree usted que existe una sociedad civil socialista?
JLM: Existe como una verdad de proclamación, no de constatación. No tiene personalidad, no es autónoma ni va a serlo nunca en los fundamentos actuales y por eso es básicamente infuncional, al tiempo que tiene una infraestructura obsoleta o muy en ciernes en el caso del empresariado de los sectores emergentes. El socialismo es aun gerencialmente adolescente.
Vivimos la etapa del socialismo caracterizada por el control partidista-gubernamental, o sea, estamos en la prehistoria del socialismo. El socialismo desarrollado será el dominio generalizado de la sociedad civil (armada en una nueva y aún no imaginada infraestructura institucional), que va progresivamente sustituyendo al Estado.
Puede pensarse con razón que para eso falta mucho; pero todo lo que se retrase ese desarrollo será una acción de refuerzo a la prehistoria, será un retardo al socialismo. Si algo distingue al estado socialista de los anteriores es que paradójicamente, mientras más se refuerza la institución “estado socialista” más se debilita el proyecto que pretende sostener. El socialismo será triunfante e irreversible cuando deje atrás su etapa partidista-gubernamental. Eso demora, es cierto y apurar las cosas irreflexivamente puede ser una ingenuidad muy cercana a la autoinmolación; pero aceptar la demora resignadamente es tanto o más peligroso porque la construcción civilizatoria propiamente dicha queda para las calendas griegas y pasa lo que dicen los cínicos y los miserables de este mundo, que el socialismo se convierte en un largo camino para llegar al capitalismo. Sucede que hay cosas fundamentales que se pueden hacer ahora mismo, por ejemplo: convertir a los sindicatos en escuelas de administración, como dijera Lenin. También se puede hacer mucho más en el terreno de la participación política.
CGS: Creo que estamos conectando con un asunto que siempre genera polémica, el de la democracia. ¿Cuáles serían en su criterio los requisitos de un sistema político democrático?
JLM: Hay teoría al respecto y recuerdo, por ejemplo, escritos de Robert Dahl que tratan el asunto con una serie sustantiva de aciertos, aunque no falten limitaciones que son hijas seguramente de los condicionamientos ideológicos de Dahl. Sucede que ese es un tema no resuelto teóricamente y menos técnicamente a mi juicio. De todos modos creo que es algo que hay que pretender con sinceridad para que algún día cada pueblo, comunidad o conglomerado humano pueda encontrar su sistema. Esta pretensión sincera de que hablo debería partir del involucramiento creciente de los diferentes grupos sociales en el trazado de políticas, en su puesta en práctica, control y evaluación; o sea, en todos los momentos propios de la gestión administrativa. Creo que todo eso lleva, ya en el orden técnico, buenas dosis de experimentación; y en cada lugar y en cada momento los pueblos, de acuerdo a su cultura e idiosincrasia podrán encontrar la mejor fórmula, sabiendo también que siempre será perfectible. Todo consiste en lograr la forma de socializar de manera creciente el poder, el saber y la propiedad. Si eso se logra, ese es el socialismo y esa es la democracia.
En el terreno político hay que hacer muchos cambios. Esta no es exactamente el área donde yo he reflexionado, pero no dejo de tener algunas ideas que estaría dispuesto a discutir hasta con las personas que saben mucho más que yo de eso, porque me siento muy convencido de algunas cosas.
Primeramente, la reestructuración de la infraestructura participativa con que contamos; en segundo lugar, erigir el trabajo y los espacios laborales en escenarios de decisión estatal. Los delegados al Poder Popular, los representantes del pueblo, más allá de si es la figura del delegado o del diputado, tienen que salir también de los espacios laborales. El hombre no puede estar representado sólo como un consumidor, tiene que estar representado como productor, como hacedor, como creador, no sólo como el que consume, como el que recibe, como el que disfruta. Esa es una idea que desarrollaron algunos filósofos cubanos hace algunos años, en la que no creo que se ha insistido como merece y que comparto con ellos.
Ya hablé del estado socialista y de lo que pasa cuando, al reforzarse como Estado, debilita el proyecto. La única forma que tiene y tendrá el estado socialista de fortalecer el proyecto, aun conservando la institución Estado, es ir derivando cada vez más hacia el gobierno y hacia la administración por la sociedad civil, o sea, es la sociedad civil la que va a sustituir al Estado. Eso debe ir haciéndose ya. Hay condiciones externas e internas que hacen imposible que ese Estado desaparezca, hay que seguir cargando con ese fardo durante un buen tiempo; pero entender que esa es una tarea de larga data y sentarnos a esperar que pasen los años, a ver si algún día aparece la oportunidad, es otra cosa.
Un ejemplo concreto está en los sindicatos. Te decía que los sindicatos tienen que ser escuelas de administración, tienen que aprender a dirigir; no es sustituir a los directivos ni decirles que no ni que sí y sentirse por encima de quien ha sido elegido o designado para tomar decisiones, es saber y tener capacidad de negociación y de discusión en el trazado de las líneas que se van a seguir en cada cosa, y como te digo que debe estar representado en un centro de trabajo, tiene que estar representado a todos los niveles de dirección del Estado.
No resolvemos el asunto con poner al secretario general de la CTC en el Buró Político, aunque está muy bien que así sea. Eso puede ser necesario, pero no suficiente; el problema no es darle poder a él, el asunto es que ese poder lo tengan los sindicatos, que estén en todas partes y estén, además, capacitados para establecer ese diálogo. Ya he dicho que aquella metáfora de las poleas transmisoras no funciona para el sindicato, ya no funciona. Si vamos a hablar de metáforas de la física –siempre digo lo mismo- vamos a hablar de vasos comunicantes, y eso es lo que se puede ir haciendo ahora mismo.
Otro ejemplo, la Federación de Mujeres Cubanas tiene ese nombre porque era un conjunto de organizaciones femeninas que se federó, que se juntó, esa es la historia de esa organización, con el liderazgo que ya sabemos de Vilma Espín. Mi madre fue una destacada luchadora y dirigente dentro de la FMC, fue tremendo lo que hizo y lo que hicieron las federadas en este país, esa historia no se ha escrito pero es importantísima: cuántas mujeres se incorporaron al estudio, al trabajo, cuántas se superaron, cuántas llegaron a tales y cuales logros. Ese fue un tremendo avance de la Revolución, pero ya las cosas están mucho más complejas, las mujeres no son lo mismo ni están en la misma situación, las mujeres son las dos terceras partes de los científicos de este país, tienen banderas que defender como mujeres, pero no son las mismas banderas las de las mujeres de grupos sociales distintos; quizás hubiera que pensar en una diversificación dentro de la Federación, no estoy hablando de desmembrar nada, sino de especificaciones, de áreas de interés, de grupos de presión, si vale el término, en función de intereses particulares que puedan tener y tienen las mujeres.
En Cuba no se han resuelto los problemas del color de piel. A todos nos dieron las mismas oportunidades, pero es que ellos arrancaron de atrás, y entonces el gap, la franja, sigue manteniéndose. Por lo tanto hay que buscar la forma de estructurar acciones afirmativas, medidas en la política educacional, cultural, económica que puedan potenciar a la gente para que todos los cubanos estemos en el mismo nivel de poder aportar y recibir de la sociedad lo que la sociedad merece y lo que merecemos de la sociedad. Todas esas cosas hay que irlas actualizando.
Yo siempre he despotricado del pluripartidismo, dondequiera que lo veo, veo que no sirve para nada. Si el pluripartidismo hubiera resuelto algo en Cuba o resolviera algo en alguna parte sería el primero en reconocerlo. El pluripartidismo no garantiza para nada que los mejores análisis que se hacen de la sociedad sean asumidos por este o aquel partido, curiosamente los mejores análisis ningún partido los toma, porque todos están para el poder político y después repartirse las cosas, y aquello queda al margen del asunto. Por tanto yo no estoy en contra de que haya un solo partido, pero si el partido es uno, entonces vamos a pensar ese partido: tiene que ser el poder y la oposición al mismo tiempo, allá adentro tienen que estar todos los debates, todas las plataformas de discusión que sean importantes para la sociedad; y entonces, si la Constitución dice que el partido dirige la sociedad a todos los niveles, a todos los niveles tiene que resolverse satisfactoriamente el vínculo entre el partido y la sociedad.
Por eso todos los dirigentes máximos del Partido a todos los niveles, desde el centro de trabajo hasta el municipio, la provincia o la nación, tienen que someterse a escrutinio popular; tienen que ser ratificados por el conjunto del pueblo, porque el pueblo va a ser dirigido por el Partido y ninguna institución por sí sola puede estar por encima del pueblo, en tanto y cuanto la nación radica en el pueblo, la sede de la nación es el pueblo y su mentalidad, el pueblo y su construcción mediática, el pueblo y su memoria, el pueblo y su trabajo, el pueblo y sus sueños. Esa es la nación, y nada puede estar por encima de eso. Todo el que tenga autoridad aunque sea muy bien ganada, por más que tenga los méritos y todo el prestigio del mundo, tiene que someter a escrutinio popular esa autoridad, no puede darse el caso que un grupo escoja por todo el mundo al que realmente toma las decisiones.
FLR: Es que la cuestión de la representatividad y la famosa fórmula del centralismo democrático han calado con fuerza en la organización institucional, no solamente en el partido.
JLM: No se puede entender la representatividad estadística de la población como sinónimo de la representatividad de las ideas, tú no puedes suponer que si tienes una muestra representativa de la población de un lugar tienes también, cuando le preguntes lo que piensan, una muestra representativa de las ideas de esa nación.
Hay veces –quizá muchas o la mayoría de las veces- que de las minorías salen las ideas, porque las ideas más elaboradas, lo dice la palabra, no se pueden hacer en una asamblea nacional del pueblo cubano, en la Plaza de la Revolución. Así no se producen las ideas, las ideas llevan estudio, análisis, investigación, experimentación, o sea, siguen otro curso. Después esas ideas deben ser divulgadas, debatidas, extendidas, para que todo el mundo pueda tener una noción sobre qué es lo que se discute y por dónde van las cosas, y cuál es la opinión personal sobre eso que se está discutiendo. Pero la producción intelectual no obedece a los patrones de la producción industrial, no es una producción masiva, no es producir azúcar o níquel, tiene otro cauce, otras direcciones, otras complejidades; entonces no se puede pensar que la representatividad estadística de la población es también lo que te va a reproducir la representatividad de las ideas. Tal vez, en el mejor de los casos, te represente la diversidad de los intereses, y cierto cuadro, quizás más o menos aproximado, de la estructura de las necesidades de la población. No más.
Las ideas no obedecen a la necesidad exactamente, no son un reflejo stricto sensu del problema que tú tienes. En primer lugar porque el hombre no piensa como vive como alguien ha simplificado el principio materialista de la historia. No recuerdo haber leído eso en ninguno de los clásicos del marxismo. Una cosa es decir que en última instancia las condiciones materiales de existencia determinan las formas del pensamiento y del reflejo que se hace y otra hacer aquella afirmación tan elemental. Se decía “el hombre piensa como vive” como si fuera una palanca de push and pull, una puerta de entrada y salida de un hotel o de una tienda, eso no es así, la vida es muchísimo más que eso.
Ahí tienes a los marginales de todas las sociedades que viven en la pobreza más severa, una pobreza que se les ha hecho cultura, como decía Oscar Lewis y te enteras que van a las elecciones y venden su voto y no respaldan las propuestas que pudieran y que les son programáticamente beneficiosas.
Esto es un ejemplo para que no pensemos mecánicamente que la representatividad estadística de la población lo es también de las ideas. Un verdadero centralismo democrático crea y busca espacios para todos, pero también debe hacerlo para todo lo que viene del pueblo. Y ya que hablo de esto, pienso en la intelectualidad cubana de hoy que es un fruto legítimo y una creación de la Revolución cubana, que es tan pueblo como lo es un campesino y un obrero, por no decir que no los aventaja en sus condiciones de vida materiales. Tampoco se puede identificar a la intelectualidad con una organización que reúna a un grupo de ellos. En un país con más de un millón de profesionales, pensar la intelectualidad y su papel no se resuelve hablando con una organización, tiene que pensarse para ese enorme conglomerado humano, complejo y diverso, pero profundamente patriótico y esencialmente revolucionario.
CGS: Pero se supone que desde el punto de vista de gobierno, esa estructura participativa son los órganos de Poder Popular, ¿en qué medida estos ejercen su papel?
JLM: Todavía de un modo muy precario e incompleto porque el tema recursos mediatiza todas las funciones y lo que he llamado, hablando de la cultura del trabajo, la marca de la existencia en precariedad le impregna un sello distintivo a la cultura de gestión; pero aún con recursos sería incompleto porque faltan los mecanismos para la socialización creciente del saber, el poder y la propiedad de la que hablaba y no se está experimentando lo suficiente ni bien. Las experiencias de Mayabeque y Artemisa no parecen estarse estudiando adecuadamente en cada uno de esos territorios –aunque estoy seguro que hay personas capaces de hacerlo- y todo queda como que es una buena idea que no encuentra las personas idóneas para llevarla a cabo. Quizá algo de eso hay, pero ¿por qué no aparecen las personas idóneas en todo caso?
Insisto en que el problema es de filosofía. No tenemos programas políticos que permitan distinguir y aclarar las posibilidades de los cuadros. No puede existir un solo plan hecho por otra gente o a otra instancia y que este cuadro que nos dirige y que tal vez elegimos solo deba ejecutarlo lo mejor que pueda. Los planes, las visiones administrativas tienen que confrontar y tienen que tener lecturas propias en los territorios, con adecuaciones consensuadas allí. Pasa igual a escala nacional. La vida política tiene que tener más debate, más estudio, más análisis críticos, más experimentación y los órganos del Poder Popular no parecen estar diseñados para lograrlo. Esa institución merece reconceptualizarse, como todas quizá, pero hablamos de esta.
El problema de la nominación, excepto para el caso del Delegado de circunscripción, obedece a un mecanismo esencialmente desconocido, nada público ni donde el ciudadano común pueda influir y da la impresión que parte del supuesto esencialmente falso que te mencionaba de que la representatividad estadística de la población refleja de modo más o menos exacto la estructura, diversidad y riqueza de las ideas. En la práctica sucede que las mejores ideas están fuera de los órganos de poder legislativo y no se discuten en los gobiernos, se escuchan en los eventos científicos de ciencias sociales, en eventos culturales –de artistas, escritores, etc.-, a veces aparecen en la prensa, pero no las escuchas en las sesiones de la Asamblea Nacional o en las Asambleas Provinciales. En esos cuerpos están compañeros y compañeras que en su absoluta mayoría son excelentes personas, eso no lo duda nadie porque uno los conoce; pero eso no es suficiente para que sean portadores del dinamismo que necesita la política. De hecho la figura del político ha ido desapareciendo y ese papel lo necesita la sociedad. Todo parece indicar que la institución Poder Popular no construye esa figura y tampoco la alienta.
FLR: Relativa a esta socialización del poder que menciona como expresión de socialismo y democracia, ¿usted cree que todas y todos los cubanos, todas las personas, caben?
JLM: Absolutamente sí, con una excepción: los que apoyen el proyecto que no tiene que ver con la independencia y la soberanía de la nación. ¿Por qué?, porque el de ellos es otro. Lo que define la inclusión es tu adherencia al proyecto nacional. Si tú eres patriota, si tú crees en la independencia y en la soberanía de Cuba, estás incluido pienses lo que pienses, seas lo que seas. Yo no te voy a preguntar si tú eres liberal, si tú eres anarquista, no me interesa, tú eres cubano y quieres el bien de la nación, y quieres la prosperidad para nuestro pueblo; pero si tú quieres, con cualquier retórica, desmontar el proyecto este, que además tiene el apellido socialista, entonces no porque tu proyecto es diferente al escogido por la mayoría absoluta del pueblo y sostenido a lo largo de la historia. Da lo mismo donde tú nazcas, mi padre nació en Santa Cruz de Tenerife y era tan cubano y tan güinero como el más güinero y más cubano que hay en Cuba y en Güines; nació en Santa Cruz de Tenerife y murió con un carnet del Partido en el bolsillo.
La nación es, por un lado, a veces un accidente geográfico, un accidente histórico. Muchas veces empieza por ahí, no se puede evitar esa parte del asunto, pero en realidad es una elección de vida, una vez que eres consciente de las cosas y una vez que optas pues estás optando también por un proyecto de vida.
Como ves, es una forma de repetir lo dicho por Fidel en las palabras a los intelectuales: dentro de la Revolución todo y fuera de la Revolución nada, pero la Revolución tiene tantos caminos como caminos tiene la vida. No te hablo de nada raro si te digo que cuando los babalaos hacen un trazado de rutas posibles, cada una tiene detrás una cantidad de leyendas, una cantidad de historias, que finalmente resumen filosofías de vida.
Eso es la Revolución también, si cabe esta imagen cubanísima, caracoles que se tiran todos los días y que nos abren rutas diferentes a la emancipación y a la libertad de nuestro pueblo, que nos dan la clave de qué hacer para llegar a los objetivos estratégicos de la nación; y entonces esto es una elaboración cotidiana y a la vez periódica de todas las generaciones, unas detrás de las otras. Todas tienen que plantearse y replantearse el proyecto una y otra vez: cómo lo estamos haciendo, cuál era la idea iniciática, qué pensó Varela, qué pensó Martí. Fue Martí quien nos inició en esta idea de la cubanía y todos le hicimos y le seguiremos haciendo caso a lo largo del tiempo; pero ya tú ves, hay muchos tipos de martianos, los ha habido y los habrá, no es nada raro. No se trata de interpretaciones manidas y no manidas, manipuladas y no manipuladas; esto es un poquito más amplio que eso, se trata de la ruta de la nación, de los caminos de la cubanidad que se van construyendo por cada uno de los sujetos sociales que van tomando parte y van integrándose en su desarrollo.
FLR: En una de las entrevistas que forman parte de esta serie se insistió en el olvido de una categoría como la del trabajo en los procesos de reformas de los noventa y el actual. ¿Usted pudiera insistir en este particular?
JLM: Me encanta que lo hagamos, porque además, sabes que ese es el foco delirante que he llevado a lo largo de los años.
Pudiéramos decir que el primer trabajo estrictamente sociológico que se produce, ya con independencia, vamos a decir, disciplinaria para la Sociología, viene de Durkheim, que es La división social del trabajo, y él empezó a explicar todo el movimiento de la sociedad a partir justamente de la división social del trabajo. Sabemos que Durkheim es uno de los padres fundadores. Marx también lo fue y lo que hace Marx es básicamente una articulación entre la sociología del trabajo y la sociología económica. Y del mismo modo Weber, en Economía y sociedad, hace un trabajo extensísimo en esa dirección.
Se entiende que la sociología del trabajo, sin embargo, nace paralelo con Marx y con Babbage. Desde entonces se trazan dos caminos, una variante reformista y una variante crítica; la primera: vamos a trabajar con la gente para armonizar esto y ponernos de acuerdo y llevarnos todos bien y seamos amigos; y la otra: vamos a derrocar este sistema y poner otro donde rijan los trabajadores y el trabajo se imponga sobre el capital, o sea, que la sociología del trabajo fue uno de los espacios académicos donde primero se bifurcaron los caminos de las ciencias sociales como ciencias del orden o como ciencias del cambio.
Pero la sociología del trabajo, que fue fundacional de la disciplina toda, ha venido últimamente en descenso, ha perdido centralidad científica por la pérdida de la centralidad del trabajo, de su objeto de estudio, no sólo en Cuba, en todas partes. El último congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología del Trabajo se dedicó justamente a eso: a la recuperación de la centralidad del trabajo. Lo que molesta es que en Cuba pase también, que tengamos que luchar por esa recuperación, que sigamos vibrando en la misma cuerda de todo el mundo, como si fuéramos neoliberales, porque el trabajo para los neoliberales es una conducta de mercado, la sacan de su centralidad social, que sería reconocer la verdad: que los más importantes procesos vitales se determinen en el trabajo. Ellos creen que esa centralidad no está en los procesos sociales, sino en las instituciones que rigen la concurrencia, que es para los neoliberales la única forma de existencia de lo social.
El trabajo como proceso social no llama la atención del denominado pensamiento único, justamente porque el trabajo los llevaría al análisis directo de una categoría social que es el trabajador, los trabajadores, las trabajadoras, y este es otro asunto que ellos no quieren tocar, ellos quieren tratar con todo el mundo de forma individual. Ahí vemos el ejemplo de la categoría competencia, que es un avance científico en muchos sentidos, pero cuya única expresión es individual. Nunca se habla de competencias colectivas, de competencias grupales.
No se hace porque el tema de la competencia tiene como telón de fondo a la negociación individual sustituyendo a la negociación colectiva, que hizo posible una buena parte de las conquistas obreras en la historia. Todo lo que se avanzó en la precisión y análisis de las competencias es desarrollo de la ciencia, pero no podemos perder de vista qué es lo que está pasando detrás, la intención política que mueve eso.
El socialismo se construye, sobre todo, en la esfera del trabajo porque esa es la esfera que hace libre o esclaviza al ser humano; el trabajo en el socialismo no puede ser objeto de explotación y por eso no puede ser salarista, no puede ser el espacio donde se reciben mandatos gravitacionales que “bajan” desde este o aquel centro decisor. Tiene que ser un espacio de poder de los trabajadores que construyan el plan de acuerdo y en diálogo con todas las instancias, que planifiquen sus ingresos y su quehacer, donde se elijan sus directivos de acuerdo a un proyecto para el colectivo laboral. La libertad hay que construirla desde el trabajo. No se puede pensar en diseñar los procesos igual en el capitalismo que en el socialismo ¡y nadie me diga que los capitalistas son los que saben, porque eso además es falso! Si el socialismo no ha triunfado sobre el capitalismo es porque no ha sabido hacerlo desde los procesos de trabajo. No digo que sea fácil; digo con toda responsabilidad que es posible.
El socialismo es una pauta civilizatoria. Solo el hombre dueño de su proceso de trabajo puede ser dueño de su vida y el hecho de que esa condición se ejerza solo en colectivo es una oportunidad inédita para construir sus condiciones de existencia en paralelo con la construcción humana de cada cual. Siempre que omitamos el trabajo de nuestras proyecciones y análisis estamos también sacando al socialismo de la conversación.
FLR: En relación con esto, a mí me preocupa que la transformación actual en Cuba esté más enfocada en el acercamiento a cuestiones económicas, pero que no se considere esto que estábamos hablando del trabajo.
JLM: Hay por ahí la idea de que crecimiento no es desarrollo y es una idea correcta, el crecimiento no es igual al desarrollo, pero acto seguido hay que aclarar que sin crecimiento no hay desarrollo. No vamos tampoco a llevar las cosas a un extremo que prácticamente crecer económicamente sea un asunto de segundo orden. Este es un asunto de primerísimo orden, tiene que ser así.
Ahora, si de desarrollo humano se trata entonces no estamos hablando de cualquier prosperidad, fíjate que la palabra prosperidad se parece más, o parece que tiene que ver más con el consumo que con cualquier otra cosa, ¿verdad?, y no hablamos de cómo vamos a producir lo que vamos a consumir, ¿con qué vamos a ser prósperos?, ¿de dónde sale lo que nos hace prósperos?
El socialismo tiene un problemita adicional que resolver, no sólo tiene que producir más y mejor, y más barato, y más duradero, y más lindo, y más simpático, tiene que hacer todas esas cosas y tiene que ser más democrático; o sea, los sujetos y los objetos, los bienes y servicios tienen que estar impregnados de una voluntad de crecimiento humano, de actos de crecimiento humano, el hombre tiene que crecer. Hacemos gorras de pelotero, puede haber mil millones de gorras de pelotero, pero el socialismo tiene que ser donde cada gorra sea la tuya, tiene que pensar en cada persona.
Pero decía, lo más importante es que lleve libertad, y la libertad se ha definido de mil maneras. Sabemos que los filósofos dicen que es la conciencia de la necesidad; pero me quiero referir a la libertad política, a la libertad social y para definirla no encuentro nada mejor que repetir que es el derecho de todo hombre a ser honrado y a pensar y hablar sin hipocresía. Sucede que la libertad política es la madre de todas las libertades, el capitalismo llegó hasta su reconocimiento jurídico, pero después llegas a la conclusión de que si no tienes libertad económica, si no eres un sujeto libre en el trabajo, no tienes realmente libertad, como se preguntaba desconcertado Segismundo en su soliloquio calderoniano: “¿Y teniendo yo más alma/tengo menos libertad?”, lo cual nos lleva entonces al punto de partida. Volviendo a la pregunta, no puedes ser libre en el trabajo si en la comunidad tampoco eres libre; tienes que ser libre donde vivas, donde trabajes, donde te desarrolles, las relaciones tienen que ser de libertad, donde haya la plena garantía de que puedas dejar tu impronta personal en todo lo que hagas, en todo lo que digas. Ese es justamente el desarrollo al que algún día la humanidad llegará, porque es la única forma en que va a preservarse, si no, desaparece absolutamente.
El único hombre que va a sobrevivir es el hombre libre, quien no sea libre no va a sobrevivir, ni el esclavista ni el esclavo. Cuando hay esclavitud, aunque sea asalariada, todo el mundo está preso del sistema de explotación. El capitalismo, por ejemplo, lo que hace es refinar la esclavitud, llevarla a terrenos tales que sea casi una sutileza de buen gusto estar y no en la condición de explotados, vale decir de esclavos con salario. Eso es lo que tiene que resolver el socialismo, acabar con cualquier grado, gramo, ápice, de esclavitud que quede en las relaciones humanas, y crear las condiciones para que jamás, y bajo ningún concepto se vuelva a reproducir de algún modo una forma tal o cual de esclavitud. Para eso tiene que acabarse el Estado, el socialismo cuando refuerza el Estado refuerza la coerción sobre los que son sus aliados, sobre los que son sus sostenedores, los que son el alma de su proyecto, y los está convirtiendo en personas reprimidas, y les está matando la posibilidad de acceder individual y colectivamente a la libertad. Ese es el gran problema, por eso hay que trabajar cada día y sin descanso por la extinción del Estado, por más que sea una meta a largo plazo. Y no estoy hablando solamente del socialismo cubano, no, el socialismo, dondequiera que se pretenda, es la búsqueda continua, permanente y sostenida del reino de la libertad.
¿Entonces cómo nos lleva esto al trabajo? Ya hablé de esto antes, ahora lo digo de otra forma: el trabajo es la esfera fundamental de las actividades humanas en las que se construye la libertad. ¿Por qué?, porque tú no trasciendes por lo que eres sino por lo que haces, el mundo nos conocerá a cada uno de nosotros por lo que hagamos más que por quienes seamos.
Todo el mundo no necesita la misma libertad, ni todo el mundo hace lo mismo con ella. ¿Cuándo la sociedad será un lugar, un espacio donde merezca la pena vivir?, cuando todo el mundo tenga la posibilidad de descubrirse a sí mismo y ver dónde puede hacer lo mejor por los demás, ese es el lugar, y para eso tenemos que construir la libertad en el trabajo. Para eso tenemos que empezar a empeñarnos desde hoy, construyéndolo para el llamado comunismo, que dicho así es una palabra, es una consigna, es una bandera, comunismo es la parte quizá mística del sentimiento de libertad, de la libertad humana, que tiene que organizarse de alguna manera. En los siglos anteriores, en el xix y el xx, parecía que una sociedad así se podía delinear, Marx desde el principio sabía que eso no era así, Marx sabía que eso no era un modelo de sociedad, y muchísimo menos una sociedad modelo.
FLR: Hablamos antes de las transformaciones en el terreno de la propiedad, y en otro momento de la entrevista usted se refirió con fuerza a los sindicatos. En la actualidad se está hablando de más de la cuarta parte de la fuerza laboral del país vinculada al sector no estatal, ¿en qué medida esos espacios son de débil influencia para organizaciones como la central de trabajadores existente en la actualidad?, ¿y en qué medida usted percibe que fuera necesaria otra variante organizativa?
JLM: La idea que tengo del sindicato en las condiciones actuales, considerando su funcionamiento actual, prácticamente no me sirve para el sector estatal ni para el no estatal. Ahora, el problema de la representación política de todos los trabajadores, de todos los grupos sociales, es otro asunto; ahí entramos en la diversificación, el crecimiento y el enriquecimiento que tiene que tener la infraestructura participativa.
La adscripción sindical es algo ínsito a la cultura participativa de los cubanos porque los sindicatos fueron, en su conjunto, una de las fuerzas que trajo el despertar de la conciencia nacional en las primeras décadas del siglo XX. El sindicato de Alfredo López, y después el de los comunistas, de Lázaro Peña, ese sindicato caló en la entraña popular porque defendió los más caros intereses de las clases trabajadoras, sobre todo con líderes fabulosos como Jesús Menéndez, Aracelio Iglesias o el propio Lázaro, en fin, grandes líderes. Al margen de otras consideraciones políticas, a todos ellos los admiro infinitamente como dirigentes sindicales, como luchadores por la clase trabajadora y por los intereses de la clase obrera. Esa es la verdad de la historia, y discutir eso o negarlo es sencillamente virarle la espalda a la realidad.
Ahora necesitamos que los sindicatos tengan una diversidad mayor, y sobre todo que tengan tareas políticas importantes, espacios de discusión, que tengan influencia sobre las leyes que se toman. Yo no me aferraría tanto al esquema de los sindicatos ramales como sí a la amplitud y diversificación de la representación política, desprejuiciar un poco ese pensamiento y no creer que hay una sola manera de estructurar esa representación. Tampoco se puede ser ingenuo en esas cosas, nosotros solos no pensamos en eso, y ante rótulos tan atractivos como “diversificar la representación” alguien construye una plataforma, busca una consigna y viene un fondo en divisas, de ya sabemos dónde, a financiar a un grupito que funciona como quintacolumna dentro del país. Es imposible evitar que cualquier idea de cambio no se inscriba dentro de los desafíos de la lucha política, la cual será, y sobre todo desde ahora en adelante, cada vez más compleja.
Pero no puede pensarse que hay una sola forma de movilizar a los trabajadores, ni que la forma tradicional es también la única. Yo no creo que haya que renunciar a las tradiciones, pero tampoco que haya que cerrar los ojos o virar la espalda ante nuevas maneras de hacer las cosas, y yo creo que hay que irlas pensando. El sindicato tiene que ser objeto de una profunda investigación que ellos mismos debieran alentar; tiene que autoestudiarse, ser estudiado desde afuera y desde dentro, ver todas las posibilidades y cotejarlas con la realidad.
FLR: Tengo entendido que en la sede de la CTC nacional existe un Consejo Científico.
JLM: Ellos una vez tuvieron un Consejo Científico pero ya no lo están manteniendo, yo fui parte de él. Te puedo decir que la vida y la historia de ese consejo no fue exactamente una experiencia buena, porque chocaba con todas estas posiciones adscritas a la lógica de las poleas trasmisoras, habían presupuestos que no se podían saltar; tampoco creo que los investigadores, por lo menos yo, tuviéramos la suficiente madurez para haber pasado los mensajes de la mejor manera, ni creo que los compañeros y compañeras de la Central estaban completamente preparados para entender y poner en práctica las mejores ideas.
Dejando atrás esa experiencia, lo cierto es que pasó todo lo que pasó en el mundo y el socialismo real salió de la historia viva y pasó al capítulo de los malos recuerdos. Es muy injusto, pero fue así. Eso es una experiencia para la humanidad, para nosotros también, y yo creo que podemos ver ahora desprejuiciadamente los nuevos retos, con nuevas miradas y con nuevos lentes también.
Está claro que los sindicatos tienen que desempeñar un papel protagónico, y que la esfera del trabajo tiene que estar en el centro de los análisis. Si hacemos quinientos lineamientos, una parte importante de ellos tienen que ir a la esfera del trabajo, y entender el trabajo como categoría sociológica, filosófica, histórica o incluso antropológica. Tenemos que ver al trabajo desde esos ángulos y desde otros, por ejemplo como sujeto de la comunicación. El trabajo es objeto y sujeto de la comunicación; toda la esfera comunicacional en Cuba tiene que reestructurarse, tiene que pensarse mejor, tenemos que comunicar alegría, decía eso, pero no sólo alegría, tenemos que comunicar razonamientos claros, mensajes inteligentes, tenemos que pasarle a la gente un mensaje inteligente de la vida, pero siempre con la convicción de que todos vamos a considerar más la inteligencia cuando la podamos usar, cuando nos sea útil para vivir.
Los gustos se construyen, en las preferencias se influye mucho, y eso hay que planificarlo también. No es manipular a la gente, porque tú puedes informar y construir conciencia, es más, si construyes conciencia es porque no manipulas, si no lo que construyes son ideas hijas de otras, y de otras, y generalmente son estereotipos y cositas chiquiticas para que se las aprendan rápido y sin pensar, pero la construcción de conciencia es bastante más ambiciosa y emocionante, lo que supongo que deba traducirse en un gran proyecto comunicativo. Creo que el socialismo no ha encontrado aún su proyecto de comunicación y estamos viendo dondequiera lo decisivo de esa esfera.
CGS: En la concepción de la transformación actual en Cuba prevalecen procesos que han mirado más a lo estructural, a lo macro, y no tanto a los microprocesos; que en el tema del trabajo se han preocupado más por la propiedad, y digamos, menos por los derechos de los trabajadores, ¿cómo está siendo el correlato entre los decisores y las ciencias sociales en ese sentido, y cuánto usted concibe que estas disciplinas, la sociología del trabajo y la antropología por ejemplo, pueden aportar a ese proceso de cambios?
JLM: Creo que la necesidad de un diálogo, yo diría que casi una sinergia -algo más intenso- entre los decisores y la ciencia tiene que ser permanente sobre todo en nuestro socialismo.
Veámoslo desde este ángulo: el socialismo es una obra de alta cultura, el proyecto nacional cubano es también una obra de alta cultura desde su propio nacimiento. Es una construcción de muchos, viene desde Varela, pero sobre todo de Martí, es un conjunto de elaboraciones en sucesión que llega a Martí y él les da molde y cocción definitivos. Es un orgullo nacional porque, sin pecar de chovinista, no abundaban en América Latina ni en Norteamérica, en ese momento histórico, pensadores de la talla intelectual como los que nutrieron, de un modo o de otro, la idea nacional cubana.
Nosotros necesitamos tener esa construcción culta de nuestra idea iniciática nacional y ese monitoreo especializado constantemente, porque somos un proyecto que se hace a contrapelo de otros, eso no les sucede a todos; pero el nuestro surgió junto con el de Estados Unidos, y el de ellos decía que nos incluía, y el de nosotros decía, desde Varela, que podíamos asociarnos a otros menos al de los Estados Unidos. El elemento Cuba tenía ese extrañísimo y singularísimo rol, pues aquel proyecto imperial lo incluía por razones de seguridad, de economía, y el de acá, emancipatorio y nacionalista, establecía por muchas otras razones su total rechazo a esa posibilidad. Entonces somos un proyecto en confrontación, somos un proyecto que tiene que imponerse al no-proyecto o al anti-proyecto que nos presentan y que nos quieren imponer de mil maneras, desde la televisión, la radio, la música, o las más disímiles formas ideáticas contentivas de alguna visión de futuro.
Si nos adscribimos a la más justa verdad, nunca las ciencias sociales han tenido tanto diálogo con el poder como después de los Lineamientos, porque hay un momento determinado en que los decisores se percatan de que están ante un problema que reclama movilizar un conjunto amplio y diverso de saberes por lo demandante de las tareas a llevar a cabo y se percatan además de que esos recursos humanos e intelectuales están en el país y, con toda la razón y con todo el derecho del mundo, acuden a su academia, la convocan. Se creó un consejo científico asesor de la puesta en práctica de los Lineamientos, donde están buena parte de las más importantes instituciones científicas del país y eso nunca había sido así, jamás se había lanzado esa convocatoria. Después la práctica ha dicho que algunas propuestas han caminado y se han entendido mejor que otras, y que algunas cosas han levantado una plataforma de diálogo y otras aún no lo han logrado suficientemente, lo cual quiere decir que sigue habiendo un espacio donde no hay todavía el diálogo que aspiramos y necesitamos.
En el caso de los estudios del trabajo, se acaba de realizar una reunión nacional con sociólogos, antropólogos, economistas, psicólogos, etc. en el mes de marzo que fue muy exitosa. Hicimos una convocatoria amplia y la respuesta fue fabulosamente positiva. Eso quiere decir que las cosas se van moviendo independientemente de que uno esté o no al tanto; o sea, que quizás estamos en presencia de un proceso en que las cosas van llegando a un momento de saturación, que se van acumulando saberes que de todas maneras llegarán a alguna buena parte.
Tenemos que aprender mejor a comunicar lo que sabemos, tener mejores armas, hace tiempo que muchos investigadores estamos pensando en eso y experimentando vías y métodos. Tenemos que lograr que en la televisión, en la radio, se presenten las sinopsis de las investigaciones y así de lo que pensamos sobre muchos aspectos de la realidad. Tenemos que llevar a Mesas Redondas, o como fuere que se les llame, los debates de los temas sustantivos de las ciencias sociales, tenemos que ganar esos espacios y colocarnos ahí. Y la dirección del país tiene que acostumbrarse a escucharnos, tiene que aprender, y nosotros aprender cómo le comunicamos las cosas, tiene que ser un aprendizaje mutuo; yo creo que ahora hay mejores condiciones para eso que nunca, pero también creo que siguen vivas toda una serie de limitaciones para ese diálogo, que van a seguir acompañándonos un tiempo, al fin y al cabo esa es la historia de todos los prejuicios. Me gusta creer que esa realidad va a seguir evolucionando positivamente.
Y la dirección del país tiene que acostumbrarse a escucharnos, tiene que aprender, y nosotros aprender cómo le comunicamos las cosas, tiene que ser un aprendizaje mutuo; yo creo que ahora hay mejores condiciones para eso que nunca, pero también creo que siguen vivas toda una serie de limitaciones que radican en desconfianzas y resquemores mutuos, que van a seguir acompañándonos un tiempo, como es la historia de todos los prejuicios.
CGS: Finalmente, durante la entrevista se ha insistido en la importancia del estudio de la historia, sobre todo porque usted ha hecho énfasis en el tema de cómo comunicar el socialismo que estamos construyendo. Yo creo que también habría que pensar cómo hemos comunicado la historia de nuestro socialismo, ¿no?, lo que hemos hecho hasta ahora, y nuestras propias memorias, la memoria del socialismo cubano. Quería saber su opinión al respecto.
JLM: Alguien ha dicho que fuimos capaces de hacer la historia, pero no de escribirla. La historia de las revoluciones es particularmente difícil, por las muy diversas y complejas formas en que se expresa la condición humana y por la propia naturaleza convulsa de los procesos que ocurren a su interior. La defensa de nuestra revolución pasa por el cabal conocimiento de su historia y creo que hay episodios, procesos, figuras, cuerpos políticos y circunstancias insuficientemente estudiadas o conocidas y que necesariamente deben ser abordadas con trasparencia, valentía política y objetividad en los análisis. Por poner ejemplos, no está clara la participación de la Organización Auténtica en todo el proceso insurreccional y sería bueno conocer qué papel jugó exactamente en la organización de la expedición del yate Granma. Sucede, por otro lado, que esa organización aportó mártires que no pueden ser olvidados ni desconocidos y ahí están los sucesos del desembarco del Corinthia o del asalto al cuartel Goicuría en Matanzas. Tenemos que incluir todo eso en la historia, con sus análisis correspondientes, como el propio papel de Prío y su desentendimiento del proyecto revolucionario, aun cuando regresó a los pocos días del triunfo quién sabe con qué ideas en la cabeza.
Esa historia tenemos que saberla de verdad para entender las cosas. Tenemos que saber cómo se expresaron los fenómenos del sectarismo, quién fue el delator Marquitos, qué hicieron las distintas organizaciones revolucionarias, cómo se superó aquella etapa, tenemos que saber quién era Aníbal Escalante, qué fue la Microfracción, y saber, en suma la historia con todas sus verdades y con todas sus visiones. Tenemos que conocer de contradicciones y errores como la existencia de la UMAP, a quién se le ocurrió, ¿por qué algo así pasó?
A fin de cuentas la Revolución cubana tiene menos páginas negras que muchas otras, y un sinnúmero de páginas de gloria. En la Revolución francesa hubo matanzas de opositores, en la rusa también, a veces curas, a veces miembros de la familia real; aquí no hubo nada de eso, ni se practicó la venganza o el atentado contra enemigos violentos y criminales. Y entonces la Revolución cubana puede sacar sus ropajes al sol y decir: “Aquí nos equivocamos y aquí también; pero mira, hicimos esto y esto, que nadie lo hizo”. La historia de la Revolución hay que hacerla, pero como parte de ella la historia del trabajo, y la historia de la cultura cubana en revolución, no solo la historia política. Ya se han dado algunos adelantos valiosísimos como el libro El 71 de Fornet. Pero se necesita mucho más.
Los procesos humanos no son fácilmente inteligibles, sobre todo cuando hablamos de grandes conmociones sociales. La historia con todas sus verdades casi que se ha escrito sólo por excepción. La historia nunca ha tenido la suerte de disfrutar una comunión muy fuerte con la veracidad que reclama la cultura humana, porque la historia siempre está hecha por los que les interesa narrarla de tal o cual manera. Eso no niega que se hayan hecho aportaciones de alta calidad, pero hay que hacer la historia de la Revolución como lo que es: la mayor conquista y la más impresionante proeza de nuestro pueblo, con todas sus virtudes y originalidades, con todas sus contradicciones y dificultades, porque la única manera en que las nuevas generaciones pueden, entender primero y defender después este proceso, es si lo conocen de verdad, no una versión más o menos construida a los intereses de alguien para que se entienda esto, aquello y lo de más allá.
Si alguien puede decirlo todo, y todo es todito, somos nosotros. No le debemos prendas a nadie. Aquí no se ha sido asesino nunca. Aquí se han cometido errores de idealismo, de extremismo, de ignorancia y de estupidez a veces. Pero no solo errores, también contamos con una mayoritaria creación cultural y social sin precedentes en el llamado Tercer Mundo.
La nuestra es una historia que cuando entras en ella se devela la explicación de muchas cosas, y hay que reconstruir bien todo eso para que entendamos cómo ha sido. En definitiva, la mejor historia de Cuba es la que nos queda por hacer y por escribir.
Carolina García Salas, Fernando Luis Rojas
jueves, 29 de septiembre de 2016
miércoles, 28 de septiembre de 2016
Las sanciones económicas, principal obstáculo para el desarrollo de Cuba
Introducción
A pesar del establecimiento de un diálogo histórico con La Habana el 17 de diciembre de 2014 y pese a la visita oficial del presidente Barack Obama a la isla en marzo de 2016, Washington sigue aplicando sanciones económicas contra la población cubana, suscitando la incomprensión de la comunidad internacional. Establecidas en 1960, en plena Guerra Fría, las sanciones perduran más de medio siglo después, ocasionan importantes dificultades a la economía cubana e infligen sufrimientos inútiles a las categorías más vulnerables de la población. Su costo elevado y su alcance extraterritorial motivan el rechazo unánime de la comunidad internacional. No obstante la resolución de este conflicto asimétrico depende del poder ejecutivo estadounidense, que dispone de las prerrogativas necesarias para desmantelar gran parte de la red de sanciones impuestas a la isla.
Costo de las sanciones económicas
El 13 de septiembre de 2016 Barack Obama volvió a renovar por un año la Ley de Comercio con el Enemigo, una legislación de 1917 utilizada por primera vez por el presidente John F. Kennedy en 1962 para imponer sanciones económicas totales a Cuba, que prorroga el estado de sitio contra la isla. Esta ley, prorrogada cada año por los nueve presidentes de Estados Unidos desde esa fecha, sólo se aplica contra La Habana [1].
Una vez más el impacto de las sanciones ha sido dramático para la economía y la sociedad cubanas. En un año, de abril de 2015 a marzo de 2016, costaron 4.680 millones de dólares a la isla según Bruno Rodríguez, ministro cubano de Relaciones Exteriores. En su informe anual sobre las sanciones económicas, las autoridades cubanas estimaron los daños causados a nivel nacional. Resultaron afectados particularmente tres sectores. Primero las exportaciones, ya que Cuba no puede vender bienes ni servicios a Estados Unidos. Luego el costo producido por la búsqueda de mercados alternativos geográficamente alejados de la isla. Y finalmente el impacto financiero, pues Cuba todavía no puede usar el dólar en sus transacciones internacionales, a pesar de las declaraciones del presidente Obama sobre la supresión de esta restricción. “No existe elemento en nuestras vidas en el que no esté presente su impacto”, concluyó Bruno Rodríguez [2]. En total las sanciones económicas han costado 125.000 millones de dólares a Cuba desde su implementación en los años 1960 [3].
Otros sectores vitales, como el de la salud, resultan afectados por las sanciones económicas. Sólo para citar un ejemplo, Cuba no puede adquirir los estimuladores cerebrales profundos, que permiten tratar las enfermedades neurológicas, que produce de modo exclusivo la empresa estadounidense Medtronic. Varios centenares de pacientes cubanos con la enfermedad de Parkinson, que podrían beneficiar de una mejor calidad de vida gracias a este equipo, se ven privados de él a causa de un diferendo político que opone Washington a La Habana desde hace más de medio siglo [4].
Aspecto extraterritorial de las sanciones
A pesar del acercamiento histórico de diciembre de 2014, varias entidades internacionales fueron fuertemente sancionadas después de esa fecha por realizar, en perfecta legalidad con el derecho internacional, transacciones financieras con Cuba. Así, en mayo de 2015, el banco francés BNP Paribas fue condenado a una multa record de 8.900 millones de dólares por mantener, entre otros, relaciones financieras con Cuba [5]. En octubre de 2015 otro banco francés, Crédit Agricole, tuvo que pagar una multa de 1.116 millones de dólares por el mismo motivo. Conviene recordar que BNP Paribas y Crédit Agricole no violaron ninguna ley francesa y respetaron escrupulosamente el derecho europeo y el derecho internacional. Washington aplicó de modo extraterritorial, es decir ilegal, sus sanciones contra Cuba. Otras entidades financieras también fueron fuertemente sancionadas. Así el banco alemán Commerzbank tuvo que pagar una multa de 1.710 millones de dólares y puso término a todas sus relaciones con Cuba [6]. El poder ejecutivo estadounidense tomó todas estas decisiones.
Margen de maniobra del presidente Obama
No obstante, el presidente Obama lanzó varios llamados al Congreso convidándolo a poner fin al estado de sitio anacrónico, cruel e ineficiente. Expresó varias veces su oposición al mantenimiento de medidas de retorsión económica que además de afectar gravemente el bienestar de los cubanos han aislado a Estados Unidos en la escena internacional. Durante su histórico viaje a Cuba admitió lo siguiente: “La política de Estados Unidos ha fracasado. Debemos tener la valentía de reconocer esta verdad. Una política de aislamiento elaborada para la Guerra Fría no tiene ningún sentido en el siglo XXI. El embargo sólo hace daño al pueblo cubano en vez de ayudarlo. Es una carga de otro tiempo que pesa sobre el pueblo cubano”. La comunidad mundial, favorable a la resolución pacífica de este conflicto, aplaudió este discurso marcado por la lucidez [7].
Sin embargo la retórica constructiva de Barack Obama no ha sido corroborada por hechos tangibles, a pesar de sus prerrogativas como jefe del poder ejecutivo. Es verdad que el presidente de Estados Unidos restableció el diálogo político con Cuba en diciembre de 2014, amplió el número de categorías de ciudadanos estadounidenses autorizados a viajar a la isla en enero de 2015, retiró a Cuba de la lista de los países patrocinadores del terrorismo en mayo de 2015, restableció los lazos diplomáticos con la reapertura de embajadas en Washington y La Habana en julio de 2015, autorizó la exportación de bienes y servicios en el campo de las telecomunicaciones en marzo de 2016 (sólo hacia el sector no estatal) y facilitó la reanudación del transporte marítimo de pasajeros entre ambas naciones en mayo de 2016 y de los vuelos comerciales en agosto de 2016.
No obstante, más allá de estas medidas positivas pero muy limitadas, el presidente de Estados Unidos dispone de todo el margen de maniobra necesario para desmantelar la casi totalidad de la red de sanciones impuestas desde 1960, sin necesitar la autorización del Congreso. Barack Obama podría autorizar a las empresas cubanas a abrir cuentas bancarias en Estados Unidos para facilitar las transacciones comerciales y financieras. Podría también poner fin a la persecución financiera contra Cuba, de la cual han sufrido muchos bancos internacionales. En total la administración de Obama infligió multas por un importe total de 14.000 millones de dólares a diversas entidades bancarias del mundo por sus relaciones con la isla del Caribe. Del mismo modo, la Casa Blanca podría permitir el comercio bilateral entre las empresas cubanas y estadounidenses (importaciones/exportaciones). También podría consentir a los capitales estadounidenses la posibilidad de hacer inversiones en Cuba. Por fin, podría, por ejemplo, eliminar la restricción que impide que todo barco, cual fuere su origen, que transporte mercancía a Cuba, entre en un puerto estadounidense durante los siguientes seis meses [8].
Sólo hay cuatro sectores que el poder ejecutivo no puede tocar sin el acuerdo del Congreso. El Presidente Obama no puede autorizar el comercio entre las subsidiarias de las empresas estadounidenses ubicadas en el exterior y Cuba (Ley Torricelli de 1992). En cambio, puede permitir el comercio entre la empresa matriz instalada en Estados Unidos y las empresas cubanas, lo que hace que resulte de facto inútil toda transacción con una subsidiaria establecida en un tercer país [9].
Del mismo modo, Barack Obama no puede permitir el turismo ordinario en Cuba (Ley de Reforma de las Sanciones Comerciales de 2000). En cambio puede perfectamente multiplicar el número de categorías de ciudadanos autorizados a viajar a la isla y ampliar su definición. Así, la Casa Blanca podría redefinir la noción de “viaje cultural” e integrar por ejemplo la visita de un simple museo. De este modo todo ciudadano que se comprometa a visitar un museo durante su estancia en Cuba podría beneficiarse de la categoría “viaje cultural” [10].
Sin el acuerdo del Congreso, el presidente Obama tampoco puede autorizar la venta a crédito de materias primas alimenticias (Ley de Reforma de las Sanciones Comerciales de 2000). En cambio puede perfectamente consentir la venta a crédito de todo producto no alimenticio, lo que limitaría considerablemente el impacto de la sanción [11].
Finalmente la Casa Blanca no puede permitir las transacciones con las propiedades estadounidenses nacionalizadas en los años 1960 (Ley Helms-Burton de 1996). No obstante, puede abrir la vía a todo negocio que implique las demás propiedades de la isla [12].
Rechazo unánime de las sanciones
Todos los sectores de la sociedad estadounidense están a favor del levantamiento de las sanciones económicas. El mundo de los negocios, mediante la Cámara de Comercio de Estados Unidos, desea fuertemente su fin pues ve un mercado de 11 millones de habitantes a 150 kilómetros de las costas estadounidenses que acoge a otros inversionistas internacionales. La opinión pública favorece a más del 70 % la normalización completa de las relaciones bilaterales entre ambas naciones, pues no entiende por qué su gobierno le prohíbe viajar a Cuba para hacer turismo ordinario. Las autoridades religiosas, mediante el Consejo Nacional de Iglesias, han condenado las sanciones por el sufrimiento que infligen a la población de la isla. Los cubanoamericanos, con un 63 % según un sondeo de septiembre de 2016, también son partidarios del levantamiento de las sanciones, pues saben que las medidas económicas hostiles afectan a sus familiares en la isla [13]. Por fin conviene recordar que en 2015, por vigesimocuarta vez consecutiva, 191 países sobre 193 pidieron el fin del estado de sitio contra la isla durante la reunión anual de la Asamblea General de Naciones Unidas [14].
Un conflicto asimétrico
Algunos observadores consideran que Cuba debe responder a los gestos que realizó el presidente Obama con cambios de orden interno. Olvidan de hecho el carácter asimétrico del conflicto. En efecto, en el diferendo que opone Washington a La Habana, la hostilidad es unilateral. Cuba no impone sanciones económicas a Estados Unidos, no ocupa de modo ilegal una parte de su territorio soberano (Guantánamo), no financia abiertamente a una oposición interna con el objetivo de conseguir un “cambio de régimen”, no roba el capital humano como lo hace la Ley de Ajuste Cubano, no realiza transmisiones ilegales destinadas a fomentar la subversión interna –como es el caso con Radio y TV Martí- Por otra parte, Cuba es una nación independiente y según el derecho internacional y desde el Congreso de Westfalia de 1648, que reconoce la igualdad soberana entre los Estados, los cambios en la isla son competencia exclusiva del pueblo cubano, el único que puede decidir su sistema político y su modelo de sociedad.
Conclusión
Las sanciones contra Cuba son anacrónicas, crueles e ineficientes. Tienen un impacto desastroso sobre la economía cubana y afectan durablemente el bienestar de la población de la isla. A pesar de las declaraciones constructivas de la Casa Blanca a favor de un levantamiento de este estado de sitio, no se ha adoptado ninguna medida de envergadura para aliviar a los cubanos de este estrangulamiento económico que dura desde hace más de medio siglo y que la comunidad internacional condena de modo masivo. Desde luego, ninguna normalización completa de las relaciones será posible mientras esté en vigor esta política hostil.
Salim Lamrani
Alainet
Notas:
[1] EFE, «Obama renueva Ley de Comercio con el Enemigo que sustenta el embargo a Cuba”, 13 de septiembre de 2016.
[2] Óscar Figueredo Reinaldo, José Raúl Concepción & Layrene Pérez, «En un año el bloqueo restó cuatro mil 680 de dólares a la economía cubana», 9 de septiembre de 2016.
[3] Ibid.
[4] República de Cuba, “Informe de Cuba sobre la resolución 70/5 de la Asamblea General de las Naciones Unidas titulada ‘Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba’”, junio de 2016. http://www.cubadebate.cu/wp-content/uploads/2016/09/Necesidad-de-poner-fin-al-bloqueo-econ%C3%B3mico-comercial-y-financiero-impuesto-por-los-Estados-Unidos-de-Am%C3%A9rica-contra-Cuba.pdf (sitio consultado el 19 de septiembre de 2016).
[5] Le Monde, « La BNP Paribas formellement condamnée à une amende record aux Etats-Unis», 1 de mayo de 2015.
[6] Bruno Rodríguez, «Le blocus économique, commercial et financier appliqué à Cuba continue d’exister pleinement et complètement», 28 de octubre de 2015. http://fr.granma.cu/mundo/2015-10-28/le-blocus-economique-commercial-et-financier-applique-a-cuba-continue-dexister-pleinement-et-completement (sitio consultado el 19 de septiembre de 2016) ; República de Cuba, “Informe de Cuba sobre la resolución 70/5 de la Asamblea General de las Naciones Unidas titulada ‘Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba’”, op. cit.
[7] Barack Obama, «Remarks by President Obama to the People of Cuba», The White House, 22 de marzo de 2016. https://www.whitehouse.gov/the-press-office/2016/03/22/remarks-president-obama-people-cuba (sitio consultado el 17 de septiembre de 2016).
[8] República de Cuba, “Informe de Cuba sobre la resolución 70/5 de la Asamblea General de las Naciones Unidas titulada ‘Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba’”, junio de 2016. http://www.cubadebate.cu/wp-content/uploads/2016/09/Necesidad-de-poner-fin-al-bloqueo-econ%C3%B3mico-comercial-y-financiero-impuesto-por-los-Estados-Unidos-de-Am%C3%A9rica-contra-Cuba.pdf (sitio consultado el 19 de septiembre de 2016).
[9] Ibid.
[10] Ibid.
[11] Ibid.
[12] Ibid.
[13] EFE, «Mayoría cubanoamericanos quiere fin embargo, pero no cree en cambios en Cuba», 14 de septiembre de 2016.
[14] Nations unies, «191 países piden en la Asamblea General el fin del bloqueo contra Cuba», 27 de octubre de 2015. http://www.un.org/spanish/News/story.asp?NewsID=33704#.V-ACGXrj-2U (sitio consultado el 19 de septiembre de 2016).
Salim Lamrani. Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de La Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Su último libro se titula Cuba, ¡palabra a la defensa!, Hondarribia, Editorial Hiru, 2016.
http://www.tiendaeditorialhiru.com/informe/336-cuba-palabra-a-la-defensa.html
lunes, 26 de septiembre de 2016
Gagarin, un hombre en el espacio
La conquista del cosmos fue algo que conmovió a la humanidad, cuando se escriba la historia del siglo XX, no se podrá ignorar este acontecimiento. Pero, ¿quién era Yuri Aleseievich Gagarin? El filme Gagarin, un hombre en el espacio, nos muestra en retrospectiva o flash back sus orígenes.
El padre es un carpintero que quiere que su hijo siga su camino, le dice cosas interesantísimas sobre la madera y la naturaleza, pero Gagarin quería tener un destino diferente. La madre, era la típica madre rusa, sobreprotectora y llena de presagios sobre el destino de su hijo.
El filme, dirigido por Pavel Parkhomenko, tiene una constante en su narrativa: es muy exacto y no incurre en triunfalismos o en grandes secuencias para decir la verdad. Se eligió un tono menor para narrar esta proeza.
La película se rodó en el escenario natural de Baikonur, centro de operaciones espaciales en esa época. Se puede apreciar la precariedad de los instrumentos, así como la dureza del entrenamiento. No era etapas de refinamientos en el diseño, sino de buscar soluciones para llevar a cabo esta tarea que parecía un sueño de ciencia ficción.
Este hombre que fue enviado al espacio el 12 de abril de 1961, existió, y la película se basa en hechos absolutamente reales. Gagarin era un personaje proveniente de las filas del ejército soviético. Era solamente un teniente. Junto con un grupo de jóvenes con quienes comparte el entrenamiento, que supervisa un oficial soviético de alto rango que no aparece en uniforme, sino con un sobretodo negro. Este oficial que también existió en la vida real, no solo supervisa el entrenamiento, sino que tenía una relación de padre a hijo con los jóvenes soldados.
El actor que encarna a Gagarin es, Yaroshlav Zhalnin, quien se sometió a un entrenamiento a la altura del desafío, trabajando con un entrenador personal antes de empezar a rodar y probando todo tipo de maniobras.
Entre otras difíciles pruebas vemos cómo suceden las pruebas en sus situaciones más extremas. El tiempo pasa y del grupo quedan dos de los cuales saldría el primer hombre al espacio. Eran Gagarin y Titov.
Las secuencias finales son en una pequeña habitación con dos camas pequeñas, allí los dos candidatos pasan la noche en víspera del lanzamiento. No saben quién irá primero. Eso solo se revela en el momento preciso. Los dos jóvenes, según se suponen que duermen, se saben observados, es necesario para deducir su estado de ánimo. Bromean un poco sobre la historia y el futuro. No hay envidias ni competencias. En un momento determinado, Titov le dice a Gagarin: “No te preocupes, se enviarán muchos hombres al espacio, pero siempre recordarán al primero”.
El día decisivo llaman a Gagarin, se hace un silencio enorme en todo el cosmódromo. El joven avanza hacia la nave Vostok, y en su camino algunos miembros del equipo lo miran con admiración y ¿por qué no?, algo de envidia.
El joven se instala en la nave, conoce los mecanismos, porque los ha ensayado miles de veces en la tierra. Lo interesante es que de todos, me refiero incluso al alto oficial, el que parece estar más relajado y evidentemente eufórico, es el joven piloto.
Se produce el despegue con la ansiedad que despierta, sobre todo en tierra, el rugido con el que comienza esta proeza. La nave va tomando su curso y Gagarin es constantemente chequeado por un puesto de mando. Gagarin –en el mejor momento de su magistral actuación- comienza a narrar lo que ve: la corteza terrestre, luego dice: “aquí está Rusia”, sigue avanzando y con un tonito un poco humorístico dice: “ahora paso sobre los Estados Unidos”.
Todo parece transcurrir con naturalidad, y entonces se produce una situación de alarma, algunos circuitos automáticos están fallando, Gagarin no se entera de esto, mientras que en tierra, todos tratan de que la misión continúe. Se restablece la calma, no hay que pasar a medidas más extremas, el vuelo termina y la nave toca tierra con nuestro primer cosmonauta.
No puedo dejar de narrar un hecho simpático. En un koljoz solitario, una anciana y su nieta ven algo en el cielo, cuando es claro que se trata de una figura humanoide, la anciana se alarma y le dice a la niña: “Vámonos que eso puede ser un marciano”.
En tierra se celebra el aterrizaje con gran emoción en el cosmódromo. A través de la radio se escucha el comunicado oficial en la voz inconfundible del narrador de Radio Moscú confirmando el éxito de la misión. El pueblo se lanza a las calles, y por cierto, algunas imágenes de archivos que se incorporan a este filme son muy atractivas. El padre de Gagarin está pescando, cuando se entera, le dicen que es un mayor de las fuerzas armadas el protagonista, y entonces dice: “No, ese no es mi hijo, él es solo teniente”.
Poco tiempo después Gagarin estuvo en Cuba donde tuvo un recibimiento caluroso y espontáneo. Una imagen de él abrazando a Fidel Castro tomada por el fotógrafo Osvaldo Salas, le dio la vuelta al mundo.
Posteriormente le tocaría el turno de volar al cosmos a Titov. El mérito de Gagarin es mitológico, pero lo cierto es que después de él el hombre en el cosmos dejó de ser un enigma para la entonces Unión Soviética.
Miguel Torres
domingo, 25 de septiembre de 2016
““Vivir quiere decir tomar partido”. Entrevista con Arnoldo Fernández
El periodista Arnoldo Fernández me envió un cuestionario para su blog Caracol de agua. Estas fueron mis respuestas.
1-Escribir un libro es crear una relación entre un soporte y un receptor; en el caso del blog tiene mayor alcance, aunque no deja de ser la misma relación: ¿Cómo se articula entonces desde un blog la idea del “yo” y la del “otro”?
En el caso del libro, un lector puede hacer llegar su opinión al autor a través de la editorial, encontrar al escritor en una conferencia, o de modo fortuito en la calle, pero eso dependerá siempre del poderío y alcance de la institución editora y su sinergia con los medios de comunicación para promover el libro y el autor en determinado contexto político y social.
Aunque en el blog los intermediarios -editorial y medios de comunicación- desaparecen, la web 2.0 no deja de expresar un contexto de desigualdades, donde las diferencias entre la intensidad, frecuencia y alcance con que pueden expresarse las voces, de acuerdo con su condición económica y social, lejos de disminuir se han multiplicado. Por eso el “yo” que sostiene un blog, si es honesto, no puede olvidar que es parte de una privilegiada minoría y que ese “otro”, aun cuando puede llegar a ser una presencia múltiple y constante, no es representativo de la diversidad de voces que pueden existir sobre determinado asunto; más cuando, como ha explicado Glenn Greenwald, existen programas que “amenazan la integridad de la propia Internet, utilizada como espacio para la propaganda difundida por Estados que disfrazan su voz en línea, y la presentan como libre expresión y organización”.
Sin dejar de tomar eso en cuenta, la velocidad y cercanía con que se recibe la retroalimentación y la posibilidad de interactuar con ese “otro”, enriquecen, aportan y hacen crecer a quien hace un blog, siempre que sepa discriminar el trigo de la paja, estimular las voces más valiosas y lidiar inteligentemente con los argumentos de quienes te adversan, que no por ello deben ser siempre desestimados. De los foristas de mi blog, o de quienes comentan o comparten lo que publico allí en las redes sociales, han emergido excelentes colaboradores, contenidos que nunca hubiera publicado porque los desconocía, o temas que no pensaba abordar pero que me han enriquecido a mi y a quienes leen La pupila insomne y creo es una experiencia común entre blogueros.
2-Gracias al ciberespacio la visibilidad de los cubanos por el mundo ha cambiado: ¿Hasta dónde existen o no los Macondo en ese contexto?
Los Macondos hoy son imposibles. Menos en Cuba, donde a pesar de lo que se dice en algunas publicaciones, existe una sociedad bastante abierta, lo que junto al nivel de instrucción, permite asimilar una relación creciente con las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TIC), incluso mucho más allá de las vías formales se han consituido redes de distribución de contenidos.
En cuanto a visibilidad, aunque el discurso central lo siguen teniendo los grandes medios de comunicación, que suelen ser unánimes en su postura sobre Cuba y los cubanos, ya sabemos de qué modo, la extensión aun insuficiente del acceso a las TIC, ha permitido expresar otros matices cuyo alcance sigue lastrado tanto por el formidable dominio de los grandes canales por las transnacionales de la información como por nuestras limitaciones en articular con eficacia una alternativa. El problema no es, creo yo, si existen o no Macondos, sino si los macondianos, que comienzan a conectarse a través de una PC, un móvil o un tablet, pueden -más allá de recibir lo que se cuenta sobre ellos o sobre el mundo- hacer escuchar su versión de de los hechos, preservar y difundir su cultura y ser algo mas que consumidores pasivos del canon dominante. Ese no es un problema exclusivo de Cuba sino común a todo el Sur y que hasta en la rica Europa preocupa a muchos ante el control creciente de Internet por un puñado de empresas norteamericanas en alianza con las industrias culturales de igual procedencia.
Sólo países con gran masa crítica demográfica, cultura milenaria y lengua propia han logrado construir alternativas en este escenario. Cuba es un país con una cultura joven y una población pequeña que habla el mismo idioma que otros 500 millones de personas. Cerrarse no es alternativa, y como dice Juan Antonio García Borrero en un reciente artículo sobre el programa de televisión La pupila asombrada:
“Pese a la indiscutible voluntad de las principales autoridades del país, dirigida a garantizar el desarrollo tecnológico, todavía no existe dentro de nuestro sistema de instituciones una conciencia real de lo ineludible que resulta construir una política pública que estimule el uso creativo de las nuevas tecnologías.
“Si esa política pública no se construyera, por fin, con el aporte mancomunado de áreas como Cultura, Educación y Nuevas Tecnologías, corremos el riesgo de que como país lleguemos a ponernos al día en lo que a consumo activo de las tecnologías se refiere, pero quedemos relegados al papel de simple consumidores de mensajes elaborados por los que tienen el dinero para imponer su hegemonía. Porque es preciso recalcarlo: una cosa es el consumo activo (pero estéril); y otra el consumo creativo o fecundo. Con este último garantizaríamos las oportunidades para que los individuos usen la tecnología, en vez de ser usados por ellas, que es lo que comúnmente sucede.”
3-Todos conocemos las limitaciones de los cubanos para acceder a Internet; sin embargo se habla de una Blogosfera donde el país participa y se expresa. ¿En realidad existe? ¿Influye en el dominio social? ¿Qué importancia le atribuye usted a los jóvenes dentro de ella?
Confundir “el país” con quienes tenemos el privilegio por nuestra condición laboral, profesional, o económica de poder llevar sistemáticamente un blog no sería justo ni se correspondería con la verdad. Ello no niega el hecho de que un numero de ellos hayamos podido persistir y ser sistemáticos en poner contenidos, y en algunos casos provocar la atención de importantes instituciones de nuestra sociedad, y que también se hayan producido encuentros, intercambios y se haya participado como blogueros en diferentes espacios institucionales; cierto es también que en todos esos acontecimientos han tenido un rol significativo los jóvenes, cuyas habilidades, visión desprejuiciada y rebeldía natural ha llevado un importante peso en esa blogosfera.
Todo eso, más que hablar de extensión numérica, explica características de la sociedad cubana que no dejan de estar presentes en fenómenos como la blogosfera. Pero mientras sectores mayoritarios y decisivos del país, que expresan su particular vocación humanista, como la educación y la salud, estén prácticamente ausentes de esos eventos y espacios será muy difícil decir que “el país participa y se expresa” a través de la blogosfera a pesar del indiscutible y enriquecedor aporte que varios de sus protagonistas han hecho a acelerar flujos informativos, a que nuestros medios de comunicación sean más dinámicos y a que las instituciones cubanas evolucionen para ver en estos espacios una posibilidad para mejorar su gestión y su interacción con la ciudadanía.
4-Para los cubanos que pueden acceder a Internet, La pupila Insomne promueve una comunicación horizontal que dinamita los vacíos informativos de la prensa oficial. A partir de su experiencia como editor de ese medio: ¿Es probable imaginar una comunicación horizontal entre gobierno y ciudadanos? ¿La condición de plaza sitiada seguirá siendo una barrera para pensarnos y expresarnos en las redes sociales y blog?
Es imprescindible esa comunicación si queremos que nuestra institucionalidad se renueve y sobreviva. En cuanto a la plaza sitiada, hemos llegado a una circunstancia distinta, donde a pesar de que el sitio sigue en pie, como se demuestra cotidianamente con las multas que impone el bloqueo y los financiamientos estadounidenses para lo que llaman “programas de apoyo a la democracia”, a la vez los flujos de viajeros y de información con el exterior se multiplican. Permitir que esas políticas injerencistas sean una barrera para expresarnos en las redes sociales y los blogs sería un error, como también es un error ignorar su existencia. Solo con la participación del pueblo, sus instituciones y sus líderes, creando una cultura propia, se han superado otros desafíos, este caso no es una excepción. Pensar que se puede responder al intento norteamericano de crear a través de Internet una élite en Cuba que sea funcional a sus intereses creando otra élite sería negar la propia filosofía gracias a la cual la Revolución ha llegado hasta aquí.
5- Trabajar y conectarse desde una institución del Estado que en la Constitución está comprendida como propiedad social, digamos una emisora de radio, un periódico o un canal de televisión: ¿seguirán condicionando el activismo en las redes?
No creo sea el tipo de propiedad una condicionante, porque en medios de comunicación privados se regula y hasta prohíbe el activismo en las redes. Sin embargo, entre nosotros las regulaciones no pueden sustituir el diálogo y la imprescindible argumentación política; cuando se procede de ese modo, lejos de ayudar a la Revolución se le debilita.
Es un hecho que existe una guerra mediática contra Cuba, que se ha trasladado a Internet junto a los millones de dólares que la financian. Por ello, el activismo en la redes de quienes ostentan una responsabilidad pública, no solo de los periodistas, siempre se moverá sobre un campo minado por los intereses que buscan utilizar ese espacio para restablecer su dominación sobre nuestro país y han creado un sistema de premios y castigos para demonizar a quien molesta a su estrategia y seducir a quien creen puede serles útil. Ese es el principal condicionamiento, al que debemos enfrentarnos con inteligencia pero también con la eticicidad y los argumentos de que carecen nuestros adversarios. Y hay que estimular la presencia allí porque allí están las audiencias; para un revolucionario la ausencia o la indiferencia nunca serán una opción, como dijo Gramsci: “Vivir quiere decir tomar partido”.
Iroel Sánchez
sábado, 24 de septiembre de 2016
Cumbre MNOAL y Convención de los Derechos del Niño, Comenzando la Semana
Los resultados de la Cumbre del Movimiento de Países No Alineados, recién celebrada en Venezuela en esta Mesa Redonda; la cual cuenta también con su habitual sección La Esquina, con el periodista Reinaldo Taladrid. En la parte final del programa comparece la representante de UNICEF en Cuba para analizar las contribuciones cubanas en el cumplimiento de la Convención de los Derechos del Niño y otros temas de interés.
En persona el Cosmonauta Cubano
Si alguna vez quisiera expresarse a través de un solo ser humano a qué alturas llegaron los pobres de la tierra con la Revolución Cubana, seguramente el primer candidato a simbolizarnos a todos sería el primer cosmonauta cubano y latinoamericano, el hoy General de Brigada (r) Arnaldo Tamayo Méndez, Héroe de la República de Cuba
El mago Obama.
Un hombre corre abrazado al monitor de una computadora por una línea fronteriza, un policía lo persigue hasta que lo atrapa y lo hace caer al piso. Pudiera ser la escena de una película, de un noticiario o de una serie policial pero para los cubanos y cualquiera que haya seguido las relaciones entre Estados Unidos y Cuba es el símbolo de algo muy concreto: La represión de las autoridades estadounidenses contra los Pastores por la Paz por su ayuda humanitaria a la Isla.
Hace años que escenas como esa no se producen pero los Pastores por la Paz han vuelto a ser golpeados, tal vez de un modo mucho más duro pero esta vez no habrá imágenes simbólicas de policías fronterizos persiguiendo activistas desarmados. Ha bastado retirar el estatus de organización no lucrativa que no paga impuestos para asestar un golpe mucho más demoledor que el de todos los policías fronterizos juntos persiguiendo las caravanas solidarias con Cuba que han recorrido durante décadas Estados Unidos y Canadá.
Si la administración de W. Bush regaló a la historia universal un grupo de secuencias simbólicas de la actuación imperial, desde los torturados en Abu Ghraib y la torpe persecución a los Pastores por la Paz a la cacería de una familia iraquí -incluyendo niños- por un helicóptero artillado o la célebre amenaza de atacar preventiva y sorpresivamente “sesenta o más oscuros rincones del mundo”, Barack Obama ha aportado el aséptico y casi siempre invisible fuego de los drones, el récord mundial de las irretratables multas a los bancos por transacciones financieras con Cuba o el cadáver inencontrable de Osama Bin Laden, acompañados de la culta retórica y la sonrisa inteligente de un profesor universitario. En las primeras planas negocia con Rusia el combate al terrorismo en Siria pero “por error” masacra 83 soldados sirios que combaten a Al Nusra y la noticia desaparece rápidamente.
Gracias a Obama hubo guerras en Libia, Siria y Ucrania pero él no será recordado por decir pomposamete en un portaviones “misión cumplida” sino por citar el Corán en la Universidad de El Cairo. Nadie dedicó tanto dinero de los contribuyentes norteamericanos a subvertir el sistema político cubano pero de eso no hay fotos ni videos como sí de sus paseos por La Habana en compañía de su familia y de los músicos del Buena Vista Social Club en la Casa Blanca.
Si con W. Bush hubo un solo golpe de estado exitoso en América Latina (Haití 2004), con Obama fueron tres (Honduras 2009, Paraguay 2012 y Brasil 2016) pero a diferencia de los uniformados que vimos actuar en Haití y Honduras, en Paraguay y Brasil han sido los parlamentos los encargados de poner en su lugar a quienes habían encabezado políticas molestas a Washington y sus aliados locales.
Reconozcámoslo: Obama ha sido un mago para desaparecer los símbolos de la injerencia y la violencia imperialista en todo el planeta, a la vez que ha aumentado la efectividad en el cumplimiento de sus metas. Cuando dijo que con Cuba cambiaba de métodos para lograr los mismos objetivos no hacía una excepción, como orgullosamente pudo pensar algún entusiasta, sino adaptaba a América Latina lo que ha sido su norma de comportamiento en todo el mundo desde que llegó al poder: el smart power.
En nada ha cedido de lo esencial reclamado por Cuba. Aunque ahora sean menos visibles gracias a la cortina de humo de una retorica menos agresiva y algunas medidas que, como el derecho de Cuba a utilizar el dólar, no se concretan, ahí están el cerco financiero, el cierre a las exportaciones cubanas, la base militar en Guantánamo, la política de pies secos-pies mojados, Radio y TV Martí, el apoyo y entrenamiento a los grupos “disidentes” y un sistema de medios privados afines a sus intereses que su embajada en La Habana respalda con becas e invitaciones.
Obama se ha limitado a aplicar solo lo que desde la Ley Torricelli de 1994 Washington consideró necesario para hacer más efectiva su política en Cuba: viajes y telecomunicaciones, aumentando las presiones sobre la economía estatal cubana que es la que garantiza los servicios básicos a la población, a la vez que busca convertir en instrumento de su nueva política el emergente sector privado de la Isla.
Ya no veremos más policías tratando de arrancar computadoras destinadas a las escuelas y hospitales cubanos de las manos de personas solidarias. Pero una vez más lo esencial es invisible a los ojos: los Pastores por la Paz tendrán menos recursos para hacer su labor, como le sucede al gobierno cubano por la desestabilización que fomenta Estados Unidos en Venezuela o las multas multimillonarias que impuso la actual administración a los bancos que se atrevieron a tramitar transacciones cubanas.
Iroel Sánchez
Dos caras de una misma moneda.
La estrategia subversiva contra Cuba “cambia de tono”. La actual administración estadounidense, sus aliados ideológicos y los centenares de institutos, agencias, organizaciones y emisarios que se empeñan en desestabilizar el sistema socialista en la Isla, intentan promover nuevas fórmulas, una vez que quedaron atrás los desgastados planes y experimentos de diez inquilinos de la Casa Blanca, quienes lo probaron todo y nada les funcionó. Por eso pretenden mover los patrones de la ideología revolucionaria del pueblo cubano hacia otra tendencia, el “centrismo ideológico”. Académicos también lo llaman contrarrevolución “no confrontacional”.
El catedrático español Mariano Torcal Loriente[1], quien es considerado un experto en temas relacionados con el comportamiento político y electoral, ha realizado estudios acerca del significado y el contenido del centro ideológico en España, donde tradicionalmente partidos políticos se disputan el poder desde un extremo u otro. Este académico hace referencia a numerosas investigaciones que abordan temáticas asociadas a la relación izquierda-derecha; mientras otros análisis aluden al “centro ideológico” como un espacio de “no actitudes”, es decir, una opción elegida por individuos de escasos conocimientos políticos que encuentran fácil refugio en esas posiciones.
Algunos consideran que es un espacio de baja intensidad ideológica y de neutralidad en las preferencias políticas. Se ha llegado a señalar que esa posición ha constituido un refugio natural al creciente proceso de pérdida de interés por los conceptos izquierda-derecha. Es decir, al carecer de significado esas dos tendencias, los ciudadanos han decidido optar por el “centro” antes que dejar de ubicarse en alguna escala de ambos bandos. Lo cierto es que ese “medio” consiste en una “posición cómoda” para el que no quiere definirse ideológicamente. Prefiere ocultarse en la ambivalencia con el objetivo de no “determinarse” políticamente y lanzarse con transparencia a la batalla ideológica.
Esas tendencias, que han evolucionado a lo largo de los años en países practicantes de lo que denominan formas de gobierno democrático, se pretenden introducir en la conciencia del pueblo cubano. Muy sutilmente, a través de proyectos subversivos o como parte de la guerra cultural e ideológica que se nos trata de imponer. Una guerra que muchos teóricos del orbe denominan “guerra silenciosa”, porque va lacerando poco a poco los valores auténticos de una sociedad genuina.
Lo que está claro es que para los enemigos de la Revolución esa contrarrevolución tradicional que intentan unificar, solo se ha convertido en instrumento para campañas mediáticas contra Cuba. Esas formas de practicar el antagonismo ideológico no logró el impacto esperado. En la práctica, pierden su dinero. Millones y millones de dólares estadounidenses invertidos en una empresa que nunca ha fraguado. Precisamente, porque a esta altura de la vida, el ciudadano cubano común tiene dos maneras de definirse para todo. El cubano dice “eres o no eres”, no acepta términos medios. De ahí que en la historia de esta Isla las corrientes políticas reformistas o anexionistas no tuvieron éxito, aunque nunca dejaron de existir.
Debido a esos peligros en los escenarios actuales y perspectivos, Cuba tiene que afrontar desafíos complejos en defensa de su naturaleza política de izquierda, preservada por 57 años de batallar en contextos adversos.
Si se analizan los contenidos de los cientos de programas subversivos contra nuestro país, que se hacen públicos diariamente por el propio gobierno estadounidense, su Departamento de Estado y agencias, son perfectamente visibles los intentos por sembrar el “centrismo ideológico” en nuestra sociedad. Esos engendros exhortan a los ciudadanos a inmiscuirse en los problemas de su nación desde una posición hipercrítica y no desde la crítica constructiva. Pretenden demonizar al Estado y al Gobierno como elementos de una sociedad contemporánea incapaces de garantizar el avance socioeconómico.
Convocan a los ciudadanos a no involucrarse en la realidad de su país desde una perspectiva revolucionaria y evitar posturas reaccionarias. Es decir, a no polarizarse en el discurso político en ninguno de los extremos y mantener una posición de “neutralidad activa”.
De acuerdo con los planes de los adversarios ideológicos de la Revolución, esa posición será efectiva en el afán de lograr la pretendida “transición política” en Cuba o el gastado interés de lograr un “cambio de régimen”. Es simple para sus cálculos: desmovilizar gradualmente al pueblo en torno al proyecto socialista. Es el mismo plan que pretendieron instrumentar durante el cruento período especial en la década de los 90’, cuando acérrimos personeros del anticomunismo sumaban desesperadamente los días que le quedaban de vida a la Revolución, tras la caída de la URSS y el campo socialista en Europa Oriental.
En el caso de Cuba, habría que preguntarse: ¿Hacia dónde apuntan las intenciones de los círculos de poder imperialistas que hace más de cinco décadas desean alcanzar un objetivo final: desmembrar lo que tanto sacrificios ha costado a generaciones de cubanos, radicalizados en una conciencia revolucionaria sin precedentes? Precisamente apuntan hacia ese pueblo y dentro de él, a los jóvenes.
La juventud es un segmento consustancial en todos los proyectos anticubanos, por su presencia en todos los ámbitos del país: las artes, intelectualidad, prensa, estudiantil, hasta el sector no estatal de la economía. Nadie escapa de esa estrategia maquiavélica, muy bien estructurada y articulada en el terreno mediático, donde se aprovechan de las bondades de las infocomunicaciones.
Es necesario analizar con detenimiento lo que a nivel de discurso político sobre Cuba se está promoviendo en algunos sitios digitales presentes en Internet. Están lejos de promover la discusión crítica que necesita una sociedad en plena transformación. De manera suave, como golpes blandos, intentan penetrar en el terreno del debate periodístico y captar a algunos cubanos con un toque de subversión “invisible”, para sumarlos a “construir” una Cuba imposible para más de 11 millones de compatriotas, que nunca renunciarán a una Revolución, por la cual nuestra patria perdió a sus más valiosos hijos.
Los patrocinadores de esas plataformas comunicativas brindan “gentilmente” hospedaje en los grandes servidores controlados por Estados Unidos, que resultan ser laboratorios donde se alojan “auténticas” teorías sobre la “forma no confrontacional de subvertir”.
En algunos de esos medios digitales es común leer contenidos donde se intenta denigrar el papel del Estado Socialista y promover supuestas deficiencias en la gestión administrativa de las instituciones, ante un crecimiento exitoso del sector privado, como si este último no haya surgido de la voluntad soberana del gobierno revolucionario.
También, se encuentran contenidos acerca de una presunta crisis económica del país sin la visible salida a corto plazo; mientras otros defienden la necesidad de que los medios de comunicación cubanos se independicen del poder político, como si en las naciones capitalistas los partidos políticos de turno no controlaran los contenidos de los “grandes medios”, que representan los intereses hegemónicos de las clases más ricas y promueven la enajenación espiritual y cultural de los pueblos.
Iroel Sánchez en su artículo titulado “Estado, pueblo y medios de comunicación: ¿nos entregamos?”, publicado en el periódico Granma afirmó:
“Sacar a alguien de Cuba, prepararlo, asignarle un financiamiento no proveniente directamente del gobierno de EE.UU., declarar transparencia en el origen y uso del dinero y proclamar preocupación por asuntos ciudadanos como el derecho a la información y los problemas de la comunidad insuficientemente atendidos por instituciones gubernamentales, organizaciones de masas y la prensa cubana, era el procedimiento; pero necesitaban nombres sin pasado contrarrevolucionario y si estaban conectados con la academia, los medios de comunicación y la naciente comunidad de blogueros, mejor”.
Precisamente, se está materializando lo que el primero de enero del 2014 alertó el General de Ejército en su discurso pronunciado en Santiago de Cuba durante la conmemoración del triunfo de la Revolución, cuando dijo:
“(…) se afanan engañosamente en vender a los más jóvenes las supuestas ventajas de prescindir de ideologías y conciencia social, como si esos preceptos no representan cabalmente los intereses de la clase dominante en el mundo capitalista. Con ello pretenden, además introducir la ruptura entre la dirección histórica de la Revolución y las nuevas generaciones y promover incertidumbre y pesimismo de cara al futuro, todo ello con el marcado fin de desmantelar desde dentro el socialismo en Cuba”.
El Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros en aquella intervención advirtió sobre los desafíos que Cuba enfrenta y continuará afrontando en el terreno ideológico. En ese frente, el enemigo pretende indudablemente sembrar teorías centradas en la construcción de un hombre apolítico y en mayor medida, un cubano que prefiera el anexionismo mediante el simple viraje de los patrones ideológicos de izquierda hacia el “centro”; un centro político que a lo largo de las revoluciones sociales siempre ha demostrado estar más aliada a la derecha que a las causas justas.
¿Cuál es el objetivo de despolitizar y desmovilizar una sociedad mediante la promoción de esas corrientes de pensamiento? Los argumentos se pueden encontrar en la literatura escrita por Gene Sharp, académico estadounidense que creó el tristemente célebre “Instituto Albert Einstein”, experto en el desarrollo de teorías sobre la naturaleza del poder social para la lucha no violenta, instrumento empleado por las oligarquías para destruir gobiernos legítimos en todas las latitudes del planeta.
Sharp, autor de libros como “La política de la acción no violenta” (1973) y “De la dictadura a la democracia” (1993), refiere en sus fundamentos que los “aliados naturales del grupo de lucha no violenta, pueden ser, entre otros, estudiantes o jóvenes resentidos con sus sistemas políticos”. A la vez, los más fervientes seguidores de ese veterano académico dentro del “Albert Einstein Institution”, promulgan extensos textos llamando a que se “le brinde atención especial al sector juvenil como motores impulsores de conflictos no violentos (…) Ellos son la vanguardia de los movimientos por cambios sociales y lo hacen correctamente”.
Esos fundamentos, que parecen sacados de las experiencias vividas por decenas de revoluciones sociales opuestas a yugos coloniales, son precisamente teorías fabricadas en instituciones que se emplean como laboratorios para construir golpes suaves contra gobiernos progresistas, atacando esencialmente las raíces ideológicas que los sustentan. Manipulan y confunden a los pueblos, con el objetivo de pasar al bando neoliberal a grupos de ciudadanos que siempre defendieron proyectos sociales autóctonos. Ejemplos como Argentina, Brasil y Venezuela demuestran la implementación práctica de una concepción política sacada de los tubos de ensayo de esos centros de subversión.
Contra Cuba, que logró dignificar al hombre y ponerlo en el centro del desarrollo de una nación y un sistema social diferente, también pretenden aplicar el mismo traje. Para los enemigos de las revoluciones sociales auténticas como el señor Sharp y sus “aventajados discípulos”, no somos la excepción, somos un objetivo.
Ante esta disyuntiva: ¿Qué le corresponde a la juventud cubana junto al pueblo? ¿Dónde están las claves para librar la lucha que se nos presenta? En nuestro caso, no existe otra alternativa que emplear la cultura como arma y escudo, frente al hegemonismo imperial y la pretensión de borrar cualquier atisbo de pensamiento liberador; formar un ciudadano culto, atento, informado, conocedor de las realidades del mundo y capaz de discernir entre tanta mentira y pseudocultura.
Se requiere emplear todas las potencialidades con que cuentan las instituciones cubanas para brindar las respuestas adecuadas e inteligentes a fin de comprometer a la vanguardia de jóvenes estudiantes, profesionales y trabajadores en la lucha ideológica, quienes deben crecerse y multiplicarse en el crucial empeño de reforzar ese tejido espiritual indispensable para salvaguardar una Revolución, que es, sin dudas, el mayor suceso cultural en la historia de la nación cubana.
En ese empeño, el capital humano del país tiene el derecho a defenderse del permanente bombardeo ideológico, con el cual intentan dominar, imponer como único el modelo neoliberal y consumista; adormecer conciencias; borrar la memoria histórica; distorsionar esencias; desmontar cuanto nos hace fuertes: el antiimperialismo, la unidad, justicia social, espiritualidad, solidaridad y la dignidad, principios siempre enarbolados por el más grande de los estadistas del siglo XX, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, quien arribó a sus 90 cumpleaños, aquí entre nosotros.
Contra las conductas reformistas o anexionistas, tenemos que responder con los contenidos generados por miles de educadores, comunicadores, creadores, líderes sociales, dirigentes políticos y todas las personas sensibles y capaces de percibir el tipo de guerra que se nos está haciendo. Se requiere hacer un frente común articulado, fomentar alternativas y dar la batalla desde lo mejor y más auténtico de la ideología socialista, desde una Revolución que dejó de ser clandestina cuando llegó al poder en 1959 y su pueblo continuará defendiendo para vencer siempre.
Reydel Reyes Torres
Nota
[1] Mariano Torcal Loriente. Catedrático de Ciencia Política de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, España. Es un experto en temas relacionados con el comportamiento político y electoral, y el estudio de actitudes políticas en las llamadas nuevas democracias, sobre los que ha publicado en diversas revistas nacionales e internacionales, así como libros vinculados a estos temas.
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