sábado, 27 de febrero de 2010
Una bandera recorre el mundo
El diario digital Cubadebate informó en estos días (14 de febrero 2010) la presentación en la XIX Feria Internacional de dos obras: “Estados Unidos vs Cinco Héroes”, del doctor Rodolfo Dávalos Fernández, y “Les debo verlos libres”, de Celia María Hart Santamaría.
En la presentación de ambos -registra Cubadebate- el presidente del Parlamento cubano, Ricardo Alarcón de Quesada, dijo “La única forma de conseguir que se ponga fin a esta infame injusticia contra Los Cinco… es mediante la lucha política, la denuncia y la movilización”.
El Dr. Dávalos en su texto “Estados Unidos vs Cinco Héroes” presenta de principio a fin la historia del proceso judicial seguido contra los cinco cubanos antiterroristas. El autor lo resume así: “Efectivamente, como se dice en buen cubano: “no ha quedado títere con cabeza”, no ha quedado un solo derecho de los acusados que no haya sido violado, burlado, pisoteado, distorsionado, constreñido o limitado” (p. 135).
Ante tan colosal injusticia silenciada por los grandes medios comerciales al servicio del imperio estadounidense, hoy existen más de 300 Comités de Solidaridad con los Cinco en casi 100 países; se trata de colectivos humanos integrados por profesionales, estudiantes, obreros, escritores, madres, sindicalistas, intelectuales, artistas, niños y jóvenes, que se movilizan con sus propios recursos para comunicar a la gente sobre el caso, denunciar las violaciones humanas a las que han sido sometidos los Cinco y exigir su inmediata liberación. Estos Comités de Solidaridad se hacen presentes creativamente en aeropuertos, estaciones de tren, paradas de autobuses, universidades, teatros, conciertos, iglesias, colegios, montañas y en las puertas de las Embajadas de los Estados Unidos en esos casi cien países.
En cada uno de estos lugares ellos facilitan información, proporciona adhesivos y calendarios, realizan marchas pacíficas, leen los poemas de Antonio Guerrero, las cartas de los Cinco y las Declaraciones del Gobierno cubano. Así, cada vez son más las personas que se enteran de esta injusticia y se suman a esta lucha. Lo que les moviliza es el amor por la justicia, por la verdad, por la libertad, por los derechos humanos; les mueve la solidaridad con ellos, sus familias y su pueblo.
En un futuro próximo la historia de estos Cinco Héroes y de su liberación será conocida y contada en todos los rincones del mundo. Si hoy a pesar de ser ocultada por los medios comerciales y los gobiernos timoratos cómplices del imperio, más personas se suman porque se haga justicia, mañana ya no habrá dinero ni publicaciones que puedan encubrir este caso, como lo hacen hoy los que pertenecen a la Sociedad Interamericana de Prensa.
Cuando los Comités iniciaron esta lucha solidaria, lo hicieron con eventos o acontecimientos aislados y esporádicos, pero ahora -tras doce años de criminal injusticia- se ha convertido en un movimiento internacional, cuyo trabajo permanente ha traspasado todo tipo de fronteras: geográficas, culturales, idiomáticas, generacionales, religiosas y de clases sociales. En todo este tiempo el estandarte que los ha acompañado es el de la dignidad. La bandera que recorre el mundo, es la bandera de los Cinco Héroes. Es la bandera que humilla la sed de venganza, odio y terror de la mafia cubanoamericana de Miami protegida por Washington. Hoy el mundo sabe que el reciente Premio Nobel de la Paz, presidente Barack Obama -dizque-, continuador de los ideales de Martin Luther King, todo lo que ha mostrado en su primer año de gobierno sobre el caso de los Cinco, es pusilanimidad ante los terroristas miamenses.
Bajo la égida de esa bandera caminan por el mundo muchísimas personas que independientemente de su partido político, credo religioso, clase social y lengua han asumido la bandera de la dignidad y avanzan sin detenerse. Se equivocan quienes pretenden silenciar los hechos y quienes creen que esto es un asunto sólo de Cuba. No. Aquí -en el caso de los Cinco- se está decidiendo quiénes verdaderamente están por la paz y contra el terrorismo.
Contrario a lo que suelen pensar los enemigos de Cuba, la revolución cubana se ha desarrollado bajo principios éticos intachables en defensa de la vida y en su trato al adversario; tanto así que, como dijo René González en su alegato -el 14 de diciembre 2001-, que en Cuba por la educación que ha recibido el pueblo, “es hasta inmoral quemar una bandera ya sea de los Estados Unidos u otro país cualquiera”.
Cuba en sus Cinco Héroes tiene las manos limpias. El objetivo de ellos fue -sin derramar una sola gota de sangre- evitar que los grupos terroristas de Miami siguieran provocando terror y dolor contra el pueblo cubano. Los Cinco estuvieron conducidos por grandes sentimientos de amor de los que habló Ernesto CHE Guevara (”Déjenme decirles, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor”); ellos están acuerpados de lo más preciado de los valores humanos.
¡Una bandera recorre el mundo! Es la bandera de la dignidad. La pureza que contiene no se mancha con nada. Como dijo el compañero Fidel Castro (03 de noviembre de 2009) “¡Proseguiremos la lucha sin descanso por la libertad de Gerardo, Antonio, Fernando, Ramón y René, desenmascarando la infinita hipocresía y el cinismo del imperio, defendiendo la verdad!
Abner Barrera Rivera
miércoles, 17 de febrero de 2010
Casa de las Américas. La fortaleza moral en la batalla de las ideas
Por sí sola Casa de las Américas ha logrado construir la experiencia cultural que muchos gobiernos (u organizaciones internacionales) ni imaginan (ni lograrán). No somos pocos los endeudados con Cuba por el regalo, y legado, continentales que implica Casa de las Américas. Hay que decir a los jóvenes de todo el mundo que se trata de una realidad floreciente y posible porque un pueblo en revolución ha impulsado Casa de las Américas y que Cuba –pese al bloqueo, las injusticias y las calumnias- la ha hecho posible. “Fundada en 1959 por Haydee Santamaría, y actualmente presidida por Roberto Fernández Retamar, la Casa de las Américas divulga, investiga, auspicia, premia y publica la labor de escritores, artistas plásticos, músicos, teatristas y estudiosos de la literatura y las artes; cuya comunicación fomenta el intercambio con instituciones y personas de todo el mundo.”1
Casa de las Américas es una de esas obras revolucionarias con la que el pueblo cubano revela su carácter internacionalista y sus mejores ideas socialistas. Casa de las Américas es una realidad de importancia primordial y ejemplo para todo proyecto cultural revolucionario. Eso no quiere decir que sea “perfecta” ni quiere decir que no ejerza (por lógica propia) sus autocríticas. Casa de las Américas es una realidad floreciente que destila las esencias de fraternidad inteligente, es decir, el alma de Martí. Casa de las Américas es un bastión y un “Alma Mater” contra el individualismo y la vanidad de ciertas “inteligencias” (reaccionarias por definición) en un mundo agobiado por el imperialismo que fabrica (a mansalva y rentablemente) miseria e ignorancia. Casa de las Américas en una fuerza de inteligencias y creatividades que impulsa (incluso para la revolución) la nada sencilla tarea de consolidar vínculos, solidarios e internacionalistas, entre los artistas, los escritores, los intelectuales y los científicos latinoamericanos y caribeños. Y es una realidad, y un honor, modelo de combate.
Contra la devastación cultural perpetrada por el capitalismo, Casa de las Américas ha sido ejemplo de praxis en clave de lucha, a gran escala, por el defender el patrimonio cultural de los pueblos y para contribuir a desarrollar, en plena transición hacia el socialismo, una cultura revolucionaria para la emancipación. No son pocos los intelectuales “exquisitos” que “valoran” los premios de Casa de las América, “valoran” sus publicaciones y también sus investigaciones... pero no todos son intelectuales de combate dispuestos a entender que la lucha de Casa de las Américas es la lucha de un pueblo antiimperialista y anticapitalista. No sólo anti-yanquis.
Casa de las Américas ha sido un combatiente ejemplar contra el aislamiento impuesto a Cuba. Gracias a sus actividades (publicaciones, concursos, premios, festivales, exposiciones y encuentros de literatura, teatro, plástica y música) se ha cumplido la tarea de liberar los caudales expresivos (libertad de expresión) para vincular a la Revolución Cubana son los pensadores y creadores más progresistas. Semejante tarea, cálida y fraterna, es el verdadero sustento de este centro cultural tan prestigioso que un pueblo en revolución ha impulsado y sostenido ejemplarmente.
Desde sus ejes temáticos diversos y puntuales, desde sus tareas en disciplinas artísticas variadas y necesarias... el trabajo de Casa de las Américas ha hecho profesión de ejemplo al poner su pasión por la calidad como valor revolucionario fundamental. Desde ese parámetro uno puede hacerle balances y entender por qué proyecta sus tareas como las proyecta. Por qué su espíritu de trabajo es, en lo esencial, un espíritu de servicio revolucionario. Semejante responsabilidad de ser útil debe vincular la política socialista y la emancipación como expresión orgánica que exige verdad y calidad (no sólo artísticas) sintetizadas firmemente en un compromiso de combate sobre el escenario contemporáneo. Casa de las Américas ha probado la importancia de luchar para preservar lo mejor de nuestras tradiciones sin convertirlas en anécdota muerta y, al contrario, hacerlas visibles como fuerza viva que informa y anima al presente y al futuro en plena lucha dialéctica. Tal dinámica de los valores culturales, es conciencia de trabajo de una Casa de las Américas que ha sabido evitar el vicio burocrático de inducir, sugerir o señalar pautas al arte, a la creación o a los idearios de la inteligencia internacional. Eso es un mérito que uno además de reconocer... aplaude y divulga. La variedad y la búsqueda permanente le son consustanciales.
Casa de las Américas ha logrado vivir heroica y ejemplarmente en contra, incluso, de todas las calamidades producto del bloqueo, la ofensiva mediática inclemente contra Cuba, y las hordas de intelectuales (algunos de ellos traidores) que se han servido de Casa de las Américas para lustre individual como francotiradores.
Casa de las Américas, ante el panorama complejo y dramático de nuestros países, ha sostenido su rechazo al imperialismo y ha combatido cuantas maniobras se han urdido contra la vida intelectual emancipadora. Ha impulsado, por eso, valores jóvenes y los ha sumado a la lista de “cabezas” llamadas a configurar una fuerza imaginativa y revolucionaria nueva con respuestas pertinentes (combatientes) en las circunstancias actuales. Su lucha contra fragmentación de nuestras culturas, financiada por el imperialismo, representa un centro vital para la irradiación cultural desde su nacimiento, es un triunfo de la sensibilidad responsable y símbolo de un poder de la revolución y de la creación revolucionarios. Sin igual. Todo esto, sin pedir ni dar cuartel, casi sin recursos y con mucho en contra. Todo esto con la voluntad revolucionaria del pueblo cubano, con la certeza de que la batalla de las ideas deberá impulsar, permanentemente, a la imaginación como herramienta (también) de la revolución permanente. Casa Nuestra.
Fenando Buen Abad Domínguez
Rebelión/Universidad de la filosofía
lunes, 15 de febrero de 2010
Presentó Ricardo Alarcón dos libros sobre los Cinco en la Feria del Libro
Con la presencia de familiares de los luchadores antiterroristas cubanos, el presidente del Parlamento cubano presentó Unidos vs Cinco Héroes, del Doctor Rodolfo Dávalos, y Les debo verlos libres, de Celia María Hart Santamaría
El presidente del Parlamento cubano, Ricardo Alarcón de Quesada, presentó este domingo en la Feria Internacional del Libro dos nuevos textos sobre los cinco antiterroristas cubanos encarcelados en Estados Unidos desde 1998.
Ante una numerosa concurrencia, entre los que se encontraban familiares de los Cinco, la sala Nicolás Guillén fue escenario de la presentación de una nueva edición de Estados Unidos vs Cinco Héroes, del Doctor Rodolfo Dávalos, y Les debo verlos libres, de Celia María Hart Santamaría.
El libro de Dávalos recopila una serie de 80 artículos publicados en el diario Juventud Rebelde, recogidos en una edición anterior y que ahora se presenta ampliada por la editorial Capitán San Luis.
Les debo verlos libres, de Celia María Hart, recientemente fallecida, contiene cartas cruzadas y artículos relacionados con Los Cinco, y pertenece a Ediciones Especiales de la Sociedad Cultural José Martí.
Alarcón calificó el trabajo de Dávalos como instrumento de combate y sobre el de Celia María, aseguró que libros como ese se pueden hacer miles, porque son miles las personas que en todo el planeta mantienen correspondencia con los cinco compañeros.
El también miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba explicó que este es un año decisivo en el propósito de alcanzar la libertad de Gerardo Hernández, René González, Ramón Labañino, Antonio Guerrero y Fernando González. «La única forma de conseguir que se ponga fin a esta infame injusticia contra Los Cinco es mediante la lucha política, la denuncia y la movilización», explicó.
Agregó que en esta batalla por la liberación de los antiterroristas cubanos, se requiere de gente capaces de esclarecer, explicar y convencer sobre sus actividades de monitoreo contra el terrorismo engendrado por grupos de extrema derecha de origen cubano en Miami, pero sobre todo, con mucho amor y pasión.
No nos olvidemos —puntualizó Alarcón— que si ellos están presos es por nosotros, que si perdieron su libertad fue por su lucha abnegada contra el terrorismo, y lo menos que este pueblo puede hacer es devolverles un poco de ese amor.
AIN
digital@juventudrebelde.cu
El presidente del Parlamento cubano, Ricardo Alarcón de Quesada, presentó este domingo en la Feria Internacional del Libro dos nuevos textos sobre los cinco antiterroristas cubanos encarcelados en Estados Unidos desde 1998.
Ante una numerosa concurrencia, entre los que se encontraban familiares de los Cinco, la sala Nicolás Guillén fue escenario de la presentación de una nueva edición de Estados Unidos vs Cinco Héroes, del Doctor Rodolfo Dávalos, y Les debo verlos libres, de Celia María Hart Santamaría.
El libro de Dávalos recopila una serie de 80 artículos publicados en el diario Juventud Rebelde, recogidos en una edición anterior y que ahora se presenta ampliada por la editorial Capitán San Luis.
Les debo verlos libres, de Celia María Hart, recientemente fallecida, contiene cartas cruzadas y artículos relacionados con Los Cinco, y pertenece a Ediciones Especiales de la Sociedad Cultural José Martí.
Alarcón calificó el trabajo de Dávalos como instrumento de combate y sobre el de Celia María, aseguró que libros como ese se pueden hacer miles, porque son miles las personas que en todo el planeta mantienen correspondencia con los cinco compañeros.
El también miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba explicó que este es un año decisivo en el propósito de alcanzar la libertad de Gerardo Hernández, René González, Ramón Labañino, Antonio Guerrero y Fernando González. «La única forma de conseguir que se ponga fin a esta infame injusticia contra Los Cinco es mediante la lucha política, la denuncia y la movilización», explicó.
Agregó que en esta batalla por la liberación de los antiterroristas cubanos, se requiere de gente capaces de esclarecer, explicar y convencer sobre sus actividades de monitoreo contra el terrorismo engendrado por grupos de extrema derecha de origen cubano en Miami, pero sobre todo, con mucho amor y pasión.
No nos olvidemos —puntualizó Alarcón— que si ellos están presos es por nosotros, que si perdieron su libertad fue por su lucha abnegada contra el terrorismo, y lo menos que este pueblo puede hacer es devolverles un poco de ese amor.
AIN
digital@juventudrebelde.cu
Testimonios por la verdad y la justicia
Títulos sobre Los Cinco en la Feria del Libro
Como testimonios a favor de la justicia y la verdad deben considerarse los títulos Les debo verlos libres y Estados Unidos vs Cinco Héroes, de Celia Hart Santamaría y Rodolfo Dávalos Fernández, respectivamente, presentados ayer en la XIX Feria Internacional del Libro Cuba 2010.
Ambos volúmenes fueron comentados por el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Ricardo Alarcón de Quesada, ante una concurrencia que colmó la sala Nicolás Guillén, de La Cabaña, en la cual se hallaban el ministro de Cultura Abel Prieto y familiares de los Cinco luchadores antiterroristas que sufren injusta prisión en EE.UU.
Artículos y cartas cruzadas entre los Cinco y Celia Hart conforman el primer libro, cuyo prólogo está a cargo de Mirta Rodríguez, madre de Antonio Guerrero. La compilación, editada por el Centro de Estudios Martianos, presupone, desde su título, una deuda con los compatriotas cubanos cruelmente confinados.
Estados Unidos vs Cinco Héroes, de la editorial Capitán San Luis, parte de una serie de artículos publicados en el diario Juventud Rebelde. Ahora el autor actualizó su contenido. Al decir de Alarcón, el volumen constituye un instrumento de combate.
"Algún día habrá millones de libros que denuncien este caso. Si hoy estos hombres no están junto a sus amores es por amor a este pueblo", señaló.
Madeleine Sautié Rodríguez
Como testimonios a favor de la justicia y la verdad deben considerarse los títulos Les debo verlos libres y Estados Unidos vs Cinco Héroes, de Celia Hart Santamaría y Rodolfo Dávalos Fernández, respectivamente, presentados ayer en la XIX Feria Internacional del Libro Cuba 2010.
Ambos volúmenes fueron comentados por el presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, Ricardo Alarcón de Quesada, ante una concurrencia que colmó la sala Nicolás Guillén, de La Cabaña, en la cual se hallaban el ministro de Cultura Abel Prieto y familiares de los Cinco luchadores antiterroristas que sufren injusta prisión en EE.UU.
Artículos y cartas cruzadas entre los Cinco y Celia Hart conforman el primer libro, cuyo prólogo está a cargo de Mirta Rodríguez, madre de Antonio Guerrero. La compilación, editada por el Centro de Estudios Martianos, presupone, desde su título, una deuda con los compatriotas cubanos cruelmente confinados.
Estados Unidos vs Cinco Héroes, de la editorial Capitán San Luis, parte de una serie de artículos publicados en el diario Juventud Rebelde. Ahora el autor actualizó su contenido. Al decir de Alarcón, el volumen constituye un instrumento de combate.
"Algún día habrá millones de libros que denuncien este caso. Si hoy estos hombres no están junto a sus amores es por amor a este pueblo", señaló.
Madeleine Sautié Rodríguez
domingo, 14 de febrero de 2010
Presentan en Cuba correspondencia de Celia Hart con los Cinco
La Habana, (PL) El volumen Les debo verlos libres, que recoge la correspondencia de la fallecida intelectual cubana Celia Hart Santamaría con sus cinco compatriotas antiterroristas encarcelados en Estados Unidos, fue puesto en circulación hoy aquí.
Presentado en la feria editorial cubana por Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, incluye cartas cruzadas de la autora con René González, Antonio Guerrero, Fernando González, Gerardo Hernández y Ramón Labañino y artículos sobre ellos.
Se trata de un texto hermoso, expresó Alarcón. "Libros como este se pueden hacer miles porque son miles las personas de todo el planeta que han mantenido y mantienen correspondencia con nuestros cinco compañeros", dijo.
El epistolario, de 206 páginas, cuenta con prólogo de Mirtha Rodríguez, madre de Antonio Guerrero, quien recuerda la amistad entre su hijo y Celia, que se sumó desde un inicio a la lucha por su excarcelación.
Según explicó Alarcón, hoy se vive una fase definitoria del proceso de los Cinco, en prisión desde 1998, y este año será decisivo para que alcancen su libertad o mejore su situación.
"La única forma de conseguir que se ponga fin a esa infame injusticia es mediante la lucha política, la denuncia, la movilización", subrayó.
Se requiere, precisó, "gente que sean capaces de esclarecer, de explicar, de convencer, pero sobre todo mucho amor y pasión, como lo hizo Celia María".
En la jornada también se presentó una reedición de Estados Unidos vs Cinco Héroes, un juicio silenciado, del jurista Rodolfo Dávalos, con más de 80 artículos sobre el caso, considerado el más plagado de irregularidades y violaciones en la historia penal estadounidense.
Maylín Vidal
lunes, 15 de febrero de 2010
domingo, 7 de febrero de 2010
Celia María Hart Santamaría: un sueño hecho realidad
"Seamos realistas y hagamos lo imposible”.
Ernesto Che Guevara
Ya pasó un año de la última Feria del Libro de La Habana del 2009, la que se dedicó a Chile, la primera sin la Mariposa de la Cultura cubana: su ausencia inmensa me hizo escribir: “Para mí, este año, caminar por las calles de la Fortaleza de la Cabaña y trabajar voluntariamente en el Comité Internacional por la libertad de los Cinco cubanos es algo triste; se abre otra vez la herida que no podrá cerrarse nunca: Celia Hart no está a mi lado para exigir la libertad de Ramón, Antonio, Gerardo, René y Fernando”.
Y al revés este año mi felicidad es grande pensando que Celia volverá más decidida que nunca a exigir justicia al monstruoso imperio por nuestros Cinco hermanos prisioneros, y será una forma dulce, decidida e íntima.
Efectivamente, el Centro de Estudios Martianos y la Sociedad Cultural José Martí presentarán el 14 de febrero de 2010, en la sala Nicolás Guillén, de la Fortaleza de la Cabaña , en el marco de la Feria del Libro, el manuscrito póstumo “Les debo verlos libres”, que custodia la correspondencia de Celia con los Cinco antiterroristas y algunos artículos suyos que reclaman la libertad de Ramón, Antonio, Gerardo, René y Fernando.
Y yo estoy feliz no solo porque una vez más podremos sentirla a nuestro lado, como muchos 1° de mayo, cuando gritaba excitándose “basta ya de injusticia cotra los Cinco cubanos”, sino porque será un momento para recordar a esta gran revolucionaria que nos ha dejado demasiado pronto, justo cuando su obra se empezó a conocer también en Cuba y ésta es más que necesaria para seguir luchando al lado de nuestro Presidente de la República cubana y nuestro Comandante en Jefe.
Sabemos que son momentos difíciles, quizás los más difíciles para América Latina después de los años 70 y el golpe de Pinochet, mientras en el corazón más profundo de Nuestra América, otro golpe de estado sanguinario está matando y privando de la libertad al glorioso y bravo pueblo de Francisco Morazán.
Honduras reclama el apoyo de todos los hombres de buena voluntad para continuar resistiendo y caminando; también este pueblo fue privado de los análisis tan exactos que habría podido hacer Celia sobre la enésima mala jugada de los yanquis.
El imperio quiere dividir y destruir, intentar construir muros de violencia entre pueblos hermanos, mientras que estoy segura de que Celia habría recurrido a la unión y a la construcción de puentes de amor, aquel amor tan necesario para un revolucionario que quiera llamarse así, como Ernesto Che Guevara nos recuerda.
Entonces tenemos que construir puentes, como sólo hacen los verdaderos hombres, como nos sugiere Celia, en su artículo “Puentes contra muros”:“Puente es el vínculo ideal entre los que somos diferentes por circunstancias externas. En lugar de fronteras discriminatorias, deberíamos tejer la Tierra con puentes largos y pequeños. Todavía no sé por qué somos “diferentes” si tenemos la comunión en el polvo de estrellas que nos colocó tan juntos. Y en verdad todos vivimos con los mismos litros de sangre, con el mismo espectro visual, con la misma vocación por la bondad. Y también porque son iguales nuestros sueños, porque en casi todos los idiomas la palabra amor no tiene sinónimos, porque en todos los lugares del planeta el Sol regala su calor y la primavera empuja las flores al viento.”
Y ahora invito, a todos los que puedan, a la presentación del libro, provocando vuestro corazón con las bonitas palabras del prólogo escritas por Mirta Rodríguez, la madre de Antonio Guerrero, uno de los Cinco luchadores cubanos:
PRÓLOGO
Agradezco a quienes me pidieron escribir unas notas para este libro dedicado a la memoria de Celia Hart Santamaría, es un honor y un privilegio para mí.
Entre Celia, mi hijo Tony, y yo existió una linda relación de amistad que poco a poco nos fue uniendo más, producto de la lucha por la justicia y la liberación de Tony, Ramón, Gerardo, René y Fernando, nuestros cinco hijos encarcelados injustamente en Estados Unidos desde septiembre de 1998.
Inmediatamente que comenzó la batalla y denuncia contra esta injusticia, Cella se sumó a la lucha mostrando sus cualidades humanas, su amor ala Patria y a la Revolución , escribió importantes artículos de denuncia sobre el caso de los Cinco, pronunció discursos en diversas tribunas internacionales convocando a la solidaridad
mundial. Su casa en La Habana fue escenario para reuniones del Comité de Solidaridad «Justicia y Libertad» dirigido por la amiga Graciela Ramírez.
Ella comenzó a escribirle a Tony con un seudónimo: «Ofelia». No quería ser identificada en un inicio, pero pronto Tony descubrió quién era la verdadera Ofelia, y se abrió la amistad con un hondo sentimiento de afecto revolucionario y de admiración mutua, y de ahí surgió el que ella lo llamara «Tony del alma» y él la llamara “Celia del alma”.
Algunas de esas cartas se publican en este libro.
Esa amistad y ese intercambio de correspondencia entre mi hijo y Celia -en el que yo soy partícipe—, me llenó de curiosidad por conocerla personalmente.
Me gustaba mucho la forma en que se comunicaban, brindándose consejos, regaños, críticas y autocríticas, halagos y cariño con total franqueza y desinterés, unidos quizás por un mismo amor: “la defensa de la Patria ».
Y así un día se me dio esa oportunidad cuando Celia me anunció su visita a mi casa.
Aquí nos encontramos y comprendí entonces la sensibilidad de aquella joven revolucionaria, de carácter jovial, temperamento fuerte y nervioso, que lo que más quería era brindamos su amor y su solidaridad por esta causa justa.
Cuando Celia se demoraba en escribirle a Tony yo la llamaba por teléfono y, entre disculpas y risas, sosteníamos una conversación siempre agradable y alentadora para mí. Cuando nos encontrábamos en las actividades se emocionaba y sonrojaba al vernos. Ella era así de sensible. Sus cartas se convirtieron en algo necesario para Tony y para mí también. Por todo eso llegué a tenerle un profundo cariño.
El día fatal de su desaparición física no tuve fuerzas para acompañarla a ella y a su familia en ese último adiós.
Se me hacía difícil creer esa dura verdad. Pensaba: ¿cómo darle la noticia a Tony?
Fue tan inesperado y brutal, yo no podía comprender.
Tony supo la noticia por la radio y la prensa.
En esos días la prisión estaba en lock dowrn (encierro), por lo que no teníamos comunicación directa.
Cuando logramos hablar con él unos días después, me explicó que le pidió al compañero de celda le leyera la noticia.
Le fue difícil creer lo que informaba la prensa. Los dos sabíamos que habíamos perdido una gran amiga, a nuestra «Celia del alma».
Mirta Rodríguez.
Ida Garberi,responsable de la pagina web en italiano del sito de Prensa Latina
Comprensión de Celia Hart
Su muerte llamó tanto la atención como sus escritos y su actitud política dentro y fuera de Cuba. Solía definirse como un "souvenir de la Revolución Cubana", por ser la hija de dos héroes, Haydée Santamaría y Armando Hart.
Su realidad se parecía a esa frase, con la envoltura de sus virtudes y desafíos.
Aunque su tiempo de aprendizaje la encontró fuera del acontecimiento creador de los primeros años -nació en 1962-, tuvo el mérito intelectual de encontrar derroteros distintos, contradictorios con su medio. Se había formado como la mayoría de su generación en lo mejor de su cultura universitaria y en sus valores políticos, dentro de las condiciones culturales de la Cuba de comienzos de los años setenta. Para entonces, el gobierno había abandonado su estrategia de revolución continental permanente a través de la OLAS (Organización Latinoamericana de Solidaridad) y había cometido el definitivo error de apoyar la ocupación soviética de Checoslovaquia, incluso comenzaba a congraciarse con los PC que años antes había denostado por "oportunistas y traidores". En ese clima se hizo militante en la Juventud del PCC, pero su gusto por la lectura y el conocimiento científico la llevaron a Alemania del Este, a completar sus estudios de Física. De Berlín volvió convertida en teórica Física y en algo más extraño que los secretos del Universo: trotskista. La impactó la presencia policial de Honnecker en cada centímetro cuadrado de aquella Alemania. Su contingencia generacional explica la devota admiración por el jefe más destacado de la hazaña revolucionaria de 1959: Fidel Castro. Y por Martí, la fuente invocatoria. Era especialista en la vida del segundo y creo que no alcanzó a dilucidar el rol contradictorio del primero.
Celia fue una expresión particular de la revolución cubana y al mismo tiempo una disrupción ideológica con ella. No estaba de acuerdo consigo misma. Entendía que sus conquistas sólo se salvarían en los derroteros de la revolución bolivariana, boliviana, ecuatoriana, y de América Latina. Y viceversa: que sin Cuba no era posible entender nada en nuestro tiempo latinoamericano.
Uno podía saludar o rechazar todos o algunos de sus argumentos. Pero no era posible ser indiferente ante ella. Brilló con luz propia y la reflejó en sus ojos siempre móviles y en sus ideas, no siempre acertadas, pero siempre escritas con honestidad y amor por el conocimiento.
Desde que descubrió la revolución social la amó como se ama el amor sexual. Sus escritos suelen tener incrustaciones eróticas de buen humor, porque, entre otras cosas, entendía la revolución con estética y pasión humanas. Disfrutaba de una pluma periodística fina. Podía explicar un hecho político actual desde el cuento que le había contado una vecina esa tarde, pasando por los cielos de la física cuántica, hasta recalar en ideas de Marx, Gramsci, Trotsky, Rosa Luxemburgo, Lenin, Fidel o Martí. Su límite era el conocimiento y la revolución permanente. Su compromiso con la "revolución bolivariana" y su fanático aprecio por Chávez como líder popular la convencieron de que era más útil ser corresponsal gratuita de la agencia bolivariana Aporrea, el emblema periodístico del proceso venezolano, que opinadora bien pagada de Le Monde Diplomatique. Cuando la presenté a los muchachos de Aporrea no se sorprendió de que le dijeran: "Pero nosotros no tenemos recursos para una corresponsalía". Tampoco fue sorpresa para nadie que haya desechado los mil dólares de honorarios mensuales que le ofreció Le Monde a comienzos de 2007. Murió sin poder ser de Aporrea con carnet oficial por decisión del Estado cubano, lo que no le impidió escribir con frecuencia para ese y otros medios que esperaban sus vivaces escritos. Celia había sido expulsada del PCC en 2006.
Así fue que conocimos su batalla contra el general Isaías Baduel, un chavista originario que se convirtió en anti chavista por temor al "socialismo del siglo xxi", y con su escriba oficioso, Hanz Dietrich, el intelectual germano-mexicano que sostuvo a Baduel en 2007. Habíamos acordado en una larga conversación que la polémica con Dietrich debía mantener el respeto moral y la altura de una sana polémica. Todos los errores juntos del ideólogo de Baduel no lo convertían en "agente" de ningún "gobierno enemigo", como señalaron algunos en Venezuela y fuera de ella. Supo alejarse del método policial que el estalinismo enseñó a tres generaciones de militantes del mundo desde los años treinta.
Un escrito que causó polémicas y molestias en algunos medios excesivamente oficiales fue el que hizo para criticar a Chávez por su brulote contra el rol armado de las FARC, un punto en el que coincidió con su admirado Fidel, sin que los mares se desbordaran por esa diferencia con Chávez. Mientras el presidente venezolano sólo lamentó que no hubieran coincidido con él, los cortesanos comenzaron a señalarla como "peligrosa" o "sospechosa" por pensar diferente y atreverse a decirlo sin saltar del tren de la revolución.
Se hizo trotskista por sus vivencias en la pavorosa Alemania estalinista de Honnecker, un choque de apariencia paradojal que he conocido en muchos otros amigos que fueron a esos países a estudiar. No había contradicción en el paso de su cultura estalinista a la trotskista. En realidad fue el resultado de un cruce más complejo de circunstancias personales, intelectuales y políticas. Sus convicciones sobre la Revolución Permanente y la degeneración del experimento comunista del siglo xx fueron una adquisición traumática para ella, sobre todo cuando había que extenderlo a su propio país. Así se desprendió de su relato personal en Caracas.
Por la misma razón que aborrecía el socialismo policial de Honnecker, sentía un poderoso entusiasmo por la idea de Chávez de buscar un "socialismo del siglo xxi" que supere las experiencias derrotadas del siglo anterior. Sobre esos temas escribió centenares de páginas; una parte fue editada como libro con el título Apuntes Revolucionarios, por la Fundación Federico Engels en 2006 y en el sitio web Militant.
Ella contaba con gusto, sin escapar a la exageración, que la salvó "un libro". Ocurrió en un momento de angustia personal e ideológica, cuando había decidido encerrarse en su vida privada y mandar al carajo el socialismo y todo lo demás. "El libro que me salvó de irme al carajo", como recordaba, se lo recomendó su padre con estas palabras de tono bíblico: "Allí encontrarás las respuestas que andas buscando". Los rescató del polvo de la vieja biblioteca de Armando Hart en La Habana, dirigente cultivado en buenos libros y que, como su ex mujer, se había opuesto al "modelo soviético", aunque luego se adaptó. Era la trilogía escrita por Isaac Deutscher: Trotsky. El profeta armado, El profeta desarmado y El profeta desterrado, que relata en casi dos mil páginas el origen, ascenso, clímax y derrota del hombre que concibió la revolución socialista como un proceso internacional, permanente y anti-burocrática, y fue por ello asesinado en México. A Celia le atraía la parábola que hace Deutscher, acudiendo al Savonarola de Maquiavelo, sobre las derrotas y los héroes en la historia. "Para mi fue como encontrar la biblia en medio del desierto", señaló, con esa cuota de exaltación que tenían sus conversaciones. Su cuento sobre el libro salvador refleja dos fenómenos humanos al mismo tiempo. El fuego de su urgencia existencial en el momento tardío en que lo encontró, con algunas respuestas intelectuales a sus tribulaciones. "Me lo devoré en pocos días", me contó, como si se tratara de un helado de fresa en medio del Caribe. Al mismo tiempo, su relato parecía extraído de las novelas 1984 de Orwell o La Broma de Kundera. Una pequeña historia que devela la secreta fuerza moral de las ideas de Trotsky como respuesta a las revoluciones de nuestro tiempo. Creo que el de Celia Hart es uno de esos casos humanos en que se llega tarde al lugar y al objeto de la búsqueda. Ese desencuentro vital quizá explique su desesperación iluminada por alcanzar de una sola vez lo que se había perdido. De allí su dificultad para encontrar una correcta ubicación en la militancia política de América Latina hoy. Lamenté, por ejemplo, escuchar de sus labios en Buenos Aires a finales de agosto de este año, que apoyar la huelga del campo dirigida por la Sociedad Rural fue acertado. Llegar tarde al programa marxista tiene costos. Aunque esa no fue su culpa.
Celia era libre para equivocarse y libre para corregir. Tenía el pundonor del revolucionario honesto que no le teme al error y ama el conocimiento por la verdad que contenga y no por la sonrisa que le arranque al jefe.
Sabía dudar, lo que según Marx es el prerrequisito para poder investigar. El 28 de agosto me envió una nota en la que me pedía que la ayudara a interpretar el subcapítulo "Viraje brusco: el plan quinquenal en 4 años y la colectivización completa", del libro La Revolución Traicionada. Allí Trotsky analiza la confrontación campo-ciudad en la URSS y los errores del PCUS en aquel entonces. Celia quería conocer. Y huía del prestigismo ramplón y la rutina burocrática que aconseja no reconocer errores en público (y raramente en privado). De todas maneras, no le gustó esta ocurrencia que le envié de colofón: "si Trotsky reviviera, y siguiera siendo Trotsky, no habría apoyado una huelga dirigida por la Sociedad Rural". La conocí en agosto de 2007 en el hotel El Conde, en la atribulada Caracas de la "revolución bolivariana", donde todo puede ocurrir, hasta lo imprevisible: como aquel primer homenaje con auspicio estatal a León Trotsky, el 20 de agosto de 2007. Ningún gobierno hasta entonces se había atrevido a tan ponderado respeto por el jefe revolucionario más denostado o invisibilizado del siglo xx (algo así como lo que ocurriera con Robespiérre, que hubo de esperar 123 años para merecer su primer reconocimiento oficial en Francia). Celia y yo coincidimos en Caracas con Ricardo Napurí, líder popular peruano que colaboró con el Che en las guerrillas latinoamericanas; con Esteban Volkov, nieto y único sobreviviente de la depredación de la familia Trotsky; y con el cubano Ydalberto Ferrera, un anciano de 96 años que luchó contra Machado en 1935, contra Batista en 1959, y por el socialismo hasta 1965, año en que los rusos lo hicieron meter preso en La Habana por ser trotskista. A esa edad compartía con Celia reuniones a las que llamaban con cierta nostalgia "nuestra reunión de célula", que eran ella, él y algún asomao de vez en cuando. Es posible que Ydalberto sea, junto con el argentino Liborio Justo, los dos primeros trotskistas del continente.
En el "Aló Presidente" realizado en el Teatro Teresa Carreño dos días después del homenaje, el mismísimo Hugo Chávez rescató el ejemplo de Trotsky, "aquel revolucionario ruso que nos enseña que las revoluciones deben ser continuas para no frenarse, y que deben ser internacionales, como hizo Bolívar en su época". E invitó a Celia, a Napurí y al nieto de Trotsky a tomar el micrófono para decir en pocos minutos lo que nadie, durante medio siglo, se había atrevido nunca a mencionar en un escenario similar. Y con la misma libertad política explicamos en programas de radio y televisión lo que queda de actual en la obra de León Trotsky. Es posible que aquella ofrenda en Caracas haya sido el único acierto político del entonces ministro de Trabajo, un obrero trotskista convertido en ministro en enero de 2007. Meses después fue derrotado por una huelga obrera (impulsada por otros trotskistas) en Sidor y echado del Gabinete por favorecer a Techint. Pero esa es otra historia, y Celia Hart no tiene por qué ocuparse de ella.
No desde ayer, desde que un huracán se la llevó para siempre en La Habana, según dicen.
Guerrero, Modesto Emilio
Guerrero, Modesto Emilio. Ligado orgánicamente al proceso venezolano por su militancia sindical y política desde 1973 hasta 1993, cuando se instaló en la Argentina. En 1982 fue electo diputado. Fue representante de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) hasta 2006. En julio de 2007 fundó el PSUV en Buenos Aires, la primera expresión de ese partido fuera de Venezuela. Su labor difusora de la revolución bolivariana en la Argentina lo ha convertido en una fuente obligada de informaciones para la prensa y de análisis para movimientos políticos y sociales. Ha pronunciado conferencias en Noruega, Chile, Uruguay, Brasil y Argentina. Es autor de Cuentos, Relatos y Poemas (1985), Haití: El Último Duvalier (1986), Panamá, Soberanía y Revolución (1990), Mercosur: Origen, Evolución, Perspectivas (2005), El Mercosur y la Revolución Bolivariana (2006), Reportajes sobre América latina (2007), la biografía analítica ¿Quién inventó a Chávez? (2007,1ª ed. 6000 ejemplares agotados y en preparación en portugués y alemán). Su otro libro biográfico, Reportaje con la Muerte (2002), sobre el periodista argentino Leonardo Henrichsen asesinado en Chile en 1973, fue llevado al cine en 2008 bajo el título “Aunque me cueste la vida”. Especializado en análisis internacional; fue director del semanario socialista La Chispa (Venezuela), redactor de Revista de América (Colombia); en Argentina, editor-jefe del diario Mercosur.Com y de la revista bilingüe Comersur especializada en integración. Es corresponsal del diario bolivariano Aporrea, y de El Independiente (El Salvador); escribe columnas de opinión en el diario Página 12 y las revistas ContraEditorial y Buenos Aires Económico. Es colaborador de la revista Herramienta.
Su realidad se parecía a esa frase, con la envoltura de sus virtudes y desafíos.
Aunque su tiempo de aprendizaje la encontró fuera del acontecimiento creador de los primeros años -nació en 1962-, tuvo el mérito intelectual de encontrar derroteros distintos, contradictorios con su medio. Se había formado como la mayoría de su generación en lo mejor de su cultura universitaria y en sus valores políticos, dentro de las condiciones culturales de la Cuba de comienzos de los años setenta. Para entonces, el gobierno había abandonado su estrategia de revolución continental permanente a través de la OLAS (Organización Latinoamericana de Solidaridad) y había cometido el definitivo error de apoyar la ocupación soviética de Checoslovaquia, incluso comenzaba a congraciarse con los PC que años antes había denostado por "oportunistas y traidores". En ese clima se hizo militante en la Juventud del PCC, pero su gusto por la lectura y el conocimiento científico la llevaron a Alemania del Este, a completar sus estudios de Física. De Berlín volvió convertida en teórica Física y en algo más extraño que los secretos del Universo: trotskista. La impactó la presencia policial de Honnecker en cada centímetro cuadrado de aquella Alemania. Su contingencia generacional explica la devota admiración por el jefe más destacado de la hazaña revolucionaria de 1959: Fidel Castro. Y por Martí, la fuente invocatoria. Era especialista en la vida del segundo y creo que no alcanzó a dilucidar el rol contradictorio del primero.
Celia fue una expresión particular de la revolución cubana y al mismo tiempo una disrupción ideológica con ella. No estaba de acuerdo consigo misma. Entendía que sus conquistas sólo se salvarían en los derroteros de la revolución bolivariana, boliviana, ecuatoriana, y de América Latina. Y viceversa: que sin Cuba no era posible entender nada en nuestro tiempo latinoamericano.
Uno podía saludar o rechazar todos o algunos de sus argumentos. Pero no era posible ser indiferente ante ella. Brilló con luz propia y la reflejó en sus ojos siempre móviles y en sus ideas, no siempre acertadas, pero siempre escritas con honestidad y amor por el conocimiento.
Desde que descubrió la revolución social la amó como se ama el amor sexual. Sus escritos suelen tener incrustaciones eróticas de buen humor, porque, entre otras cosas, entendía la revolución con estética y pasión humanas. Disfrutaba de una pluma periodística fina. Podía explicar un hecho político actual desde el cuento que le había contado una vecina esa tarde, pasando por los cielos de la física cuántica, hasta recalar en ideas de Marx, Gramsci, Trotsky, Rosa Luxemburgo, Lenin, Fidel o Martí. Su límite era el conocimiento y la revolución permanente. Su compromiso con la "revolución bolivariana" y su fanático aprecio por Chávez como líder popular la convencieron de que era más útil ser corresponsal gratuita de la agencia bolivariana Aporrea, el emblema periodístico del proceso venezolano, que opinadora bien pagada de Le Monde Diplomatique. Cuando la presenté a los muchachos de Aporrea no se sorprendió de que le dijeran: "Pero nosotros no tenemos recursos para una corresponsalía". Tampoco fue sorpresa para nadie que haya desechado los mil dólares de honorarios mensuales que le ofreció Le Monde a comienzos de 2007. Murió sin poder ser de Aporrea con carnet oficial por decisión del Estado cubano, lo que no le impidió escribir con frecuencia para ese y otros medios que esperaban sus vivaces escritos. Celia había sido expulsada del PCC en 2006.
Así fue que conocimos su batalla contra el general Isaías Baduel, un chavista originario que se convirtió en anti chavista por temor al "socialismo del siglo xxi", y con su escriba oficioso, Hanz Dietrich, el intelectual germano-mexicano que sostuvo a Baduel en 2007. Habíamos acordado en una larga conversación que la polémica con Dietrich debía mantener el respeto moral y la altura de una sana polémica. Todos los errores juntos del ideólogo de Baduel no lo convertían en "agente" de ningún "gobierno enemigo", como señalaron algunos en Venezuela y fuera de ella. Supo alejarse del método policial que el estalinismo enseñó a tres generaciones de militantes del mundo desde los años treinta.
Un escrito que causó polémicas y molestias en algunos medios excesivamente oficiales fue el que hizo para criticar a Chávez por su brulote contra el rol armado de las FARC, un punto en el que coincidió con su admirado Fidel, sin que los mares se desbordaran por esa diferencia con Chávez. Mientras el presidente venezolano sólo lamentó que no hubieran coincidido con él, los cortesanos comenzaron a señalarla como "peligrosa" o "sospechosa" por pensar diferente y atreverse a decirlo sin saltar del tren de la revolución.
Se hizo trotskista por sus vivencias en la pavorosa Alemania estalinista de Honnecker, un choque de apariencia paradojal que he conocido en muchos otros amigos que fueron a esos países a estudiar. No había contradicción en el paso de su cultura estalinista a la trotskista. En realidad fue el resultado de un cruce más complejo de circunstancias personales, intelectuales y políticas. Sus convicciones sobre la Revolución Permanente y la degeneración del experimento comunista del siglo xx fueron una adquisición traumática para ella, sobre todo cuando había que extenderlo a su propio país. Así se desprendió de su relato personal en Caracas.
Por la misma razón que aborrecía el socialismo policial de Honnecker, sentía un poderoso entusiasmo por la idea de Chávez de buscar un "socialismo del siglo xxi" que supere las experiencias derrotadas del siglo anterior. Sobre esos temas escribió centenares de páginas; una parte fue editada como libro con el título Apuntes Revolucionarios, por la Fundación Federico Engels en 2006 y en el sitio web Militant.
Ella contaba con gusto, sin escapar a la exageración, que la salvó "un libro". Ocurrió en un momento de angustia personal e ideológica, cuando había decidido encerrarse en su vida privada y mandar al carajo el socialismo y todo lo demás. "El libro que me salvó de irme al carajo", como recordaba, se lo recomendó su padre con estas palabras de tono bíblico: "Allí encontrarás las respuestas que andas buscando". Los rescató del polvo de la vieja biblioteca de Armando Hart en La Habana, dirigente cultivado en buenos libros y que, como su ex mujer, se había opuesto al "modelo soviético", aunque luego se adaptó. Era la trilogía escrita por Isaac Deutscher: Trotsky. El profeta armado, El profeta desarmado y El profeta desterrado, que relata en casi dos mil páginas el origen, ascenso, clímax y derrota del hombre que concibió la revolución socialista como un proceso internacional, permanente y anti-burocrática, y fue por ello asesinado en México. A Celia le atraía la parábola que hace Deutscher, acudiendo al Savonarola de Maquiavelo, sobre las derrotas y los héroes en la historia. "Para mi fue como encontrar la biblia en medio del desierto", señaló, con esa cuota de exaltación que tenían sus conversaciones. Su cuento sobre el libro salvador refleja dos fenómenos humanos al mismo tiempo. El fuego de su urgencia existencial en el momento tardío en que lo encontró, con algunas respuestas intelectuales a sus tribulaciones. "Me lo devoré en pocos días", me contó, como si se tratara de un helado de fresa en medio del Caribe. Al mismo tiempo, su relato parecía extraído de las novelas 1984 de Orwell o La Broma de Kundera. Una pequeña historia que devela la secreta fuerza moral de las ideas de Trotsky como respuesta a las revoluciones de nuestro tiempo. Creo que el de Celia Hart es uno de esos casos humanos en que se llega tarde al lugar y al objeto de la búsqueda. Ese desencuentro vital quizá explique su desesperación iluminada por alcanzar de una sola vez lo que se había perdido. De allí su dificultad para encontrar una correcta ubicación en la militancia política de América Latina hoy. Lamenté, por ejemplo, escuchar de sus labios en Buenos Aires a finales de agosto de este año, que apoyar la huelga del campo dirigida por la Sociedad Rural fue acertado. Llegar tarde al programa marxista tiene costos. Aunque esa no fue su culpa.
Celia era libre para equivocarse y libre para corregir. Tenía el pundonor del revolucionario honesto que no le teme al error y ama el conocimiento por la verdad que contenga y no por la sonrisa que le arranque al jefe.
Sabía dudar, lo que según Marx es el prerrequisito para poder investigar. El 28 de agosto me envió una nota en la que me pedía que la ayudara a interpretar el subcapítulo "Viraje brusco: el plan quinquenal en 4 años y la colectivización completa", del libro La Revolución Traicionada. Allí Trotsky analiza la confrontación campo-ciudad en la URSS y los errores del PCUS en aquel entonces. Celia quería conocer. Y huía del prestigismo ramplón y la rutina burocrática que aconseja no reconocer errores en público (y raramente en privado). De todas maneras, no le gustó esta ocurrencia que le envié de colofón: "si Trotsky reviviera, y siguiera siendo Trotsky, no habría apoyado una huelga dirigida por la Sociedad Rural". La conocí en agosto de 2007 en el hotel El Conde, en la atribulada Caracas de la "revolución bolivariana", donde todo puede ocurrir, hasta lo imprevisible: como aquel primer homenaje con auspicio estatal a León Trotsky, el 20 de agosto de 2007. Ningún gobierno hasta entonces se había atrevido a tan ponderado respeto por el jefe revolucionario más denostado o invisibilizado del siglo xx (algo así como lo que ocurriera con Robespiérre, que hubo de esperar 123 años para merecer su primer reconocimiento oficial en Francia). Celia y yo coincidimos en Caracas con Ricardo Napurí, líder popular peruano que colaboró con el Che en las guerrillas latinoamericanas; con Esteban Volkov, nieto y único sobreviviente de la depredación de la familia Trotsky; y con el cubano Ydalberto Ferrera, un anciano de 96 años que luchó contra Machado en 1935, contra Batista en 1959, y por el socialismo hasta 1965, año en que los rusos lo hicieron meter preso en La Habana por ser trotskista. A esa edad compartía con Celia reuniones a las que llamaban con cierta nostalgia "nuestra reunión de célula", que eran ella, él y algún asomao de vez en cuando. Es posible que Ydalberto sea, junto con el argentino Liborio Justo, los dos primeros trotskistas del continente.
En el "Aló Presidente" realizado en el Teatro Teresa Carreño dos días después del homenaje, el mismísimo Hugo Chávez rescató el ejemplo de Trotsky, "aquel revolucionario ruso que nos enseña que las revoluciones deben ser continuas para no frenarse, y que deben ser internacionales, como hizo Bolívar en su época". E invitó a Celia, a Napurí y al nieto de Trotsky a tomar el micrófono para decir en pocos minutos lo que nadie, durante medio siglo, se había atrevido nunca a mencionar en un escenario similar. Y con la misma libertad política explicamos en programas de radio y televisión lo que queda de actual en la obra de León Trotsky. Es posible que aquella ofrenda en Caracas haya sido el único acierto político del entonces ministro de Trabajo, un obrero trotskista convertido en ministro en enero de 2007. Meses después fue derrotado por una huelga obrera (impulsada por otros trotskistas) en Sidor y echado del Gabinete por favorecer a Techint. Pero esa es otra historia, y Celia Hart no tiene por qué ocuparse de ella.
No desde ayer, desde que un huracán se la llevó para siempre en La Habana, según dicen.
Guerrero, Modesto Emilio
Guerrero, Modesto Emilio. Ligado orgánicamente al proceso venezolano por su militancia sindical y política desde 1973 hasta 1993, cuando se instaló en la Argentina. En 1982 fue electo diputado. Fue representante de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) hasta 2006. En julio de 2007 fundó el PSUV en Buenos Aires, la primera expresión de ese partido fuera de Venezuela. Su labor difusora de la revolución bolivariana en la Argentina lo ha convertido en una fuente obligada de informaciones para la prensa y de análisis para movimientos políticos y sociales. Ha pronunciado conferencias en Noruega, Chile, Uruguay, Brasil y Argentina. Es autor de Cuentos, Relatos y Poemas (1985), Haití: El Último Duvalier (1986), Panamá, Soberanía y Revolución (1990), Mercosur: Origen, Evolución, Perspectivas (2005), El Mercosur y la Revolución Bolivariana (2006), Reportajes sobre América latina (2007), la biografía analítica ¿Quién inventó a Chávez? (2007,1ª ed. 6000 ejemplares agotados y en preparación en portugués y alemán). Su otro libro biográfico, Reportaje con la Muerte (2002), sobre el periodista argentino Leonardo Henrichsen asesinado en Chile en 1973, fue llevado al cine en 2008 bajo el título “Aunque me cueste la vida”. Especializado en análisis internacional; fue director del semanario socialista La Chispa (Venezuela), redactor de Revista de América (Colombia); en Argentina, editor-jefe del diario Mercosur.Com y de la revista bilingüe Comersur especializada en integración. Es corresponsal del diario bolivariano Aporrea, y de El Independiente (El Salvador); escribe columnas de opinión en el diario Página 12 y las revistas ContraEditorial y Buenos Aires Económico. Es colaborador de la revista Herramienta.
miércoles, 3 de febrero de 2010
INVITACIÓN A PRESENTACIÓN DE LIBRO DE CELIA HART "LES DEBO VERLOS LIBRES"
Feria Internacional del Libro de La Habana
El Centro de Estudios Martianos y la Sociedad Cultural José Martí lo invitan el 14 de febrero de 2010 a las 2:30 p.m., en la Sala Nicolás Guillén de La Cabaña, a la presentación del libro
Les debo verlos libres
(Cartas cruzadas y artículos con los
Cinco Héroes)
Celia María Hart Santamaría
PRÓLOGO
Mirta Rodríguez
Madre de Antonio Guerrero Rodríguez
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